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La cereza de un festival impecable

Egberto Gismonti protagonizó un cierre ideal para el �V Festival de Jazz�, que convirtió a Rosario en una nueva capital del género.

Por Diego Fischerman
Desde Rosario

Egberto Gismonti actuó también en Rosario. Tras su presentación junto a la Orquesta de Cámara Mayo en el ciclo Tocar la Vida en Chaco y su show en Buenos Aires, llegó a las orillas del Paraná para cerrar el V Festival de Jazz que, a lo largo de un mes en clubes y escenarios diversos de la ciudad y, en los últimos cuatro días, en el bellísimo complejo de Parque España, instaló el jazz y sus satélites en la vida cotidiana. La manera en la que en este caso se dio prioridad a los grupos locales sin excluir a los de afuera y, sobre todo, en que se programó de acuerdo con un criterio de calidad y no de ecumenismo, bien podría ser tomada como ejemplo. No estuvieron todos los músicos rosarinos sino los mejores y los más representativos. Y esto derivó en un festival que, más allá de su corrección política (los programados fueron por concurso), pudo ser disfrutado desde el punto de vista musical.
El panorama local mostró desde variantes ligadas a los subgéneros más consolidados –el Hard Bop à la Art Blakey, las herencias del Miles Davis de Kind of Blue, el jazz rock– hasta estéticas individuales como las del excelente Trío de Guitarras que conforman Claudio Bolzani, Carlos Casazza y Gustavo Marozzi, o el inclasificable dúo del saxofonista Mario Olivera y el pianista Leonel Lúquez, con una personalísima relectura de Astor Piazzolla. En el balance queda, también, el descubrimiento de un pianista al que puede pronosticársele un gran futuro. Leonardo Genovese, parte del cuarteto La Revancha (junto al saxofonista Julio Kobryn, el bajista Mariano Sayago y el muy buen baterista Sebastián Mamet), sorprendió con subdivisiones rítmicas poco previsibles, resoluciones melódicas imaginativas y una gran fluidez en el fraseo. El otro punto fue el buen aprovechamiento del espacio del complejo en el que se realizó el festival, con proyecciones de videos de interés (Coltrane con Dolphy, Miles Davis y Coltrane, Art Pepper, Stan Getz con Kenny Barron, Sarah Vaughan, entre otros) en un microcine y en el bar, donde había puestos de internet con sugerencias sobre páginas de jazz.
La apertura del núcleo duro del festival, el jueves a la noche, generó algunas polémicas por el lado del free más o menos iconoclasta de Jaic Mel’Oi y del trío Cambio de Celda, de los porteños Ernesto Jodos (piano), Martín Iannacone (cello) y Sergio Verdinelli (percusión). La propuesta de este grupo, más cercana a la experimentación y a la improvisación, fue juzgado por parte de los asistentes como demasiado clásico .-en el sentido de su parentesco tímbrico y textural con la llamada música clásica-. y, por consiguiente, poco jazzístico. No fue el caso del cierre, donde la originalidad de Gismonti –la fama y el saber de antemano de qué se trataba sin duda jugó a favor– produjo adhesiones unánimes. Algún problema de sonido y la molestia del músico en “Zig Zag”, el tema con el que abrió el concierto, se diluyeron en una progresiva sensación de comodidad (por parte del trío formado por Egberto y Alexandre Gismonti y Zeca Assumpcao) y asombro por parte del público.
Gismonti, como su amigo Piazzolla, es un experto en la revisita a sus materiales. El trío conformado con su hijo, un guitarrista de técnica clásica, y el genial contrabajista que ya había formado parte del grupo junto al cellista Jacques Morelenbaum, determina un sonido, una forma de encarar los temas, que se diferencia de los grupos anteriores. Ya la situación en escena (Gismonti padre junto a Assumpcao, Gismonti hijo algo separado) marca una estructura musical. A pesar del entretejido de cuerdas que Gismonti explota a la perfección (dos guitarras y un contrabajo pizzicato), los roles de sus partenaires son bien diferentes. El contrabajista interactúa, propone células melódicas, juega con losritmos que plantea Gismonti (p). El hijo aparece más sujeto a una partitura prefijada. Algún solo de Gismonti (p). Algún otro de Gismonti (h). Un deslumbrante trabajo de Assumpcao con el arco en “Siete anillos”, el piano en todo el tramo final de un recital generoso en tiempo y en altura musical, un repertorio magnífico en el que se destacaron “Cego Aderaldo”, “Loro”, “Palhaso” y “Frevo”. Una rúbrica de gran nivel para un festival ejemplar.

 

 

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