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En la timba financiera la mayor ficha es Buenos Aires

La especulación con los bonos argentinos es una de las mayores apuestas que en estos días realizan los principales bancos del mundo. Esto disparó el riesgo país hasta niveles de 1700 puntos.

Bancos: No cuesta entonces
imaginarse a qué bancos se refieren
los analistas cuando señalan �los norteamericanos y algunos europeos�.

El riesgo país cerró en 1692 puntos,
luego de tocar un máximo de 1723.
Las acciones bajaron 4,3 por ciento y
los títulos, 5,0 en promedio.

Por Claudio Scaletta

Con un pico de 1723 puntos, el riesgo país alcanzó su máximo histórico. Una leve recuperación del 2 por ciento al cierre de la jornada lo dejó en el también record de 1692 puntos, lo que indica una caída promedio del 5 por ciento en los bonos argentinos. Ese índice continuaría afectado, según la mayoría de los analistas, por la actitud de algunos bancos internacionales, especialmente estadounidenses y algunos europeos, que estarían –en la jerga del mercado– demasiado “vendidos en corto”, es decir, involucrados en operaciones financieras que apuestan a una cesación de pagos (default) de la Argentina.
Aunque las versiones son muchas, en el “mercado” existen algunas coincidencias. Entre ellas, que para la economía real es anecdótico que el riesgo país esté en 1200, 1500 o 1700 puntos, pues se trata de niveles que ya descuentan el default y que resultan a todas luces inviables. También que los problemas actuales, desde esta lógica especialmente fiscales, harían al país merecedor de un riesgo de como máximo 1000 puntos. Los 700 puntos de excedente son atribuidos a las operaciones de las entidades financieras que especulan con el default, principalmente quienes no tienen intereses directos hacia el interior de la economía local, sea en negocios o en sucursales. Cuando de identificar a estas entidades se trata los operadores se resisten a dar nombres propios y se limitan a citar la nacionalidad: principalmente “estadounidenses y algunos europeos”, coinciden. Los brokers locales argumentan que la mayor parte de las transacciones se realizan en Wall Street y que no existe un lugar donde queden registradas. Sin embargo estas firmas también actúan en el mercado argentino, donde el grueso de las operaciones pasa por el Mercado Abierto Electrónico (MAE). En el ranking de los principales “traders” del MAE se observa que cinco bancos –Morgan, Río, Deutsche, BankBoston y HSBC– concentran casi el 60 por ciento de las transacciones de bonos. Si se suman los cinco restantes para llegar a los primeros diez –BBVA Francés, ING, Bank of America, ABN Amro y Citibank– se llega al 80 por ciento del mercado. No cuesta entonces imaginarse a qué bancos se refieren los analistas cuando señalan “los norteamericanos y algunos europeos”.
La mecánica de quienes realizan negocios con los títulos argentinos apostando a la baja consiste en vender los bonos, tendencia que contribuye a la menor cotización, y recomprar luego los mismos papeles a precio más bajo. Esta transacción suele realizarse con bonos “alquilados”, lo que significa que cuando más se los mantiene en cartera, mayor es el costo (alrededor del 2 por ciento mensual sobre el valor nominal). Para todos los operadores, la clave es en qué momento recomprar los papeles. Es claro que cuando más abajo llegue el precio mejor. La pregunta del millón, entonces, es donde se encuentra el punto de inflexión. En tanto, los informes de estos mismos bancos son los que apenas suben los bonos argentinos aconsejan su venta. Las palabras que más se repiten en los informes son sell (vender) y underweight (reducir la exposición). Es a estos operadores, que no hacen más que seguir a ultranza la lógica de su actividad, a los que se refirió Domingo Cavallo ayer cuando sostuvo que “vamos a derrotar a quienes apuesten al fracaso de la Argentina”.
Pero para que los especuladores pierdan deben darse algunas condiciones. La principal es que el sistema financiero resista el embate. Los números del aumento en el riesgo país y las malas previsiones internacionales precipitan a los “ahorristas”, empresas y particulares, a retirar sus depósitos de los bancos. Al igual que el viernes pasado, durante esta semana las entidades continuaron sufriendo una sangría de 200 millones diarios. Si la fuga en agosto repite la salida de julio, no se tardaría en entrar en pánico financiero, la tasa de interés interbancaria llegaría a niveles insospechados, los bancos presionarían por efectivo al Central y se llegaría a una crisis terminal.
Si nada de esto sucediese, los especuladores perderían mucho dinero, pero la tormenta no habrá pasado. Es probable que la insuficiencia de la primera tanda de recortes establecidos por el déficit cero no alcance y en tres meses deban realizarse nuevos ajustes sobre salarios y jubilaciones, lo que profundizará el conflicto social.
La llamada de ayer del presidente estadounidense, George W. Bush, a su par argentino junto al anuncio de la llegada de una misión del Tesoro estadounidense encabezada por el subsecretario John Taylor, no llegó a ser computada por el mercado, aunque sí se reflejó en algunas operaciones post cierre pactadas a precios más altos. La actitud de Bush podría estar indicando un interés, hasta ahora inexistente, por evitar la caída de Argentina. No faltan quienes recuerdan que durante los 90 Argentina fue la niña mimada del FMI y que la nueva actitud de la administración republicana para manejar las dificultades financieras internacionales podría generar algunos dolores de cabeza a los hombres de Washington. Argentina es realmente importante en términos de deuda, representa el 22 por ciento de la de los mercados emergentes y triplica los niveles de Turquía.
Mientras tanto, como efecto reflejo de lo ocurrido con los bonos, las acciones líderes de la bolsa de comercio retrocedieron el 4,3 por ciento. En los préstamos entre bancos (call) la tasa de interés subió hasta el 35 por ciento. En tanto, el Banco Central asistió a las entidades con pases (créditos contra garantía de títulos públicos) por un total de 1840,6 millones. Para los financistas, el tema del día en medio de la presión especulativa, no fueron las múltiples formas de reducir el gasto público, sino si existirá finalmente una ayuda directa por parte del Tesoro de Estados Unidos y desembolsos adelantados del FMI. Quizás entonces aparezca el ansiado punto de inflexión que nadie espera en el corto plazo.

 


 

FUGA DE DEPOSITOS Y DE RESERVAS
Argentina va a ganar�

Por Alfredo Zaiat

La fuga de depósitos y la caída de reservas internacionales son las dos variables financieras que están definiendo la dinámica de la crisis. Ya no es el riesgo país, que a esta altura, de 1700 puntos, se ha convertido en un indicador deportivo que tiene a Nigeria por vencer, que está por encima en niveles de 1800. Por eso mismo, esa “chance” que demandó ayer Domingo Cavallo no estuvo dirigida a los “mercados”, que ya no se la dan, sino a los ahorristas temerosos por su dinero colocado en los bancos. La desesperación del equipo económico como también la de los banqueros es que si la huida de los depósitos no se detiene en los próximos días la crisis se tornaría incontrolable. Las cifras que da a conocer diariamente el Banco Central explican tanto nerviosismo: el lunes, con la Ley Déficit Cero aprobada de apuro para evitar el colapso, fue, igualmente, otra jornada de fuga. El sistema registró una sangría de 387 millones en plazos fijos. En total, desde el 4 de julio, cuando la versión de renuncia de Fernando de la Rúa circuló por la city, hasta ese día los depósitos que se perdieron sumaron la friolera de 6124 millones.
Ese casi 8 por ciento de las colocaciones huyeron de los bancos en un período muy breve. Y pese a que se sostiene que las entidades están más sólidas que durante la crisis del Tequila, mayor solvencia que resulta indiscutible, esto no significa que posean reservas ilimitadas para hacer frente a los retiros, como no la tiene ningún banco del mundo. En la city saben que la red de seguridad es bastante menos amplia que la que se expone en análisis que circulan a través de los economistas-voceros de los bancos. La famosa línea contingente es hoy de 4500 millones de dólares, puesto que un par de bancos internacionales no renovaron el contrato de esa especie de seguro. Pero en el sistema coinciden en que es muy poco probable que se gatille ese socorro porque si se llegará a esa instancia, ese auxilio ya no serviría ante una corrida desbocada.
Las reservas ciertas que hoy cuenta el sistema para enfrentar la fuga suman no más de 10.000 millones, que representan el dinero integrado por las entidades como requisitos de liquidez más la asistencia acotada que puede dar el Banco Central. Si bien el BC tiene los pases y redescuentos para ayudar a los bancos, esas herramientas a la vez están limitadas a la pérdida de reservas. Esos créditos se otorgan contra la entrega de títulos públicos, que se incorporan a las reservas, pero en éstas pueden computarse bonos hasta el 33 por ciento del total. Según la última información del Central, los títulos que respaldan la Convertibilidad equivalen al 8 por ciento de las reservas. Pero si éstas siguen descendiendo en divisas, como se ha estado verificando en las últimas jornadas por la acelerada dolarización que acompaña la pérdida de depósitos, ese porcentaje sobre el total aumentaría. Así se restringiría la utilización de esos mecanismos de auxilio.
En ese contexto, Cavallo imploró ayer que “los argentinos confíen”, mensaje dirigido especialmente hacia los depositantes. Lo que sucede es que si la corrida no se detiene el temor a un congelamiento o esquema de confiscación al estilo Plan Bónex empieza a crecer. Desenlace que en el mercado no descartan y no como una decisión propia del equipo económico, sino por pedido de los propios bancos. De eso se ha empezado a hablar ayer en la city, lo que impulsó al Gobierno a desmentir anoche que se estén estudiando esas medidas. Frente a ese panorama, Cavallo afirmó: “Argentina va a ganar”, arenga que remite a una similar gritada por un general en el balcón de la Rosada en 1982.

 

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