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PROTESTAS Y AMENAZAS POR EL ATAQUE ISRAELI A HAMAS
Más palestinos que nunca

La mayor manifestación palestina desde el comienzo de la Intifada repudió ayer el ataque israelí al cuartel de Hamas. Ariel Sharon defendió la política de los ataques preventivos.

Unos 100 mil palestinos concurrieron al funeral de los fundamentalistas muertos por Israel.

Por Daniel Amado *
Desde Jerusalén

Una multitud de 100 mil palestinos acompañó ayer los féretros de los ocho miembros de su pueblo muertos por el ejército israelí en la ciudad de Nablus el día anterior. Mientras, todo Israel contenía el aliento por temor a atentados de grandes proporciones de Hamas en venganza por esa operación militar. El grupo Fatah, que responde a Yasser Arafat, aseguró que “no respetará el alto el fuego”.
Algunos de los participantes en los funerales de los ocho palestinos hicieron llamamientos a la Jihad (la guerra santa islámica) contra Israel, al tiempo que disparaban al aire. La marcha multitudinaria salió del Hospital Rafidía en dirección a la plaza del Reloj, en el centro de la ciudad autónoma de Nablus. Constituyó una de las mayores manifestaciones de fuerza del Movimiento de Resistencia Islámica (Hamas) que ha habido nunca en Cisjordania o Gaza. Dicho grupo integrista palestino preparó ese despliegue de fuerza, así como de solidaridad y popularidad, durante toda la noche anterior, a lo largo de la cual numerosos jóvenes seguidores se dedicaron a pintar carteles, instaron con altavoces a los habitantes de Nablus y alrededores a participar en los funerales y se ocuparon de todos los detalles del acto.
Los ocho palestinos muertos, entre ellos dos niños hermanos y dos periodistas, perdieron la vida el martes por la tarde. Helicópteros israelíes de tipo “Apache” dispararon tres cohetes “inteligentes”, que entraron por la ventana de la tercera planta –de un edificio de siete–, en la que se encontraba el cuartel general del Hamas en la ciudad de Nablus, en el norte de Cisjordania. Los otros cuatro muertos eran dirigentes políticos del Hamas: uno de ellos, Yamal Mansur, era el jefe máximo en Nablus, y otro, Yamal Salim, su lugarteniente. Según las autoridades de Israel, ambos habían dado la orden de cometer numerosos atentados en los últimos meses –en los que murieron un total de 37 israelíes y más de 300 resultaron heridos– y de planificar otros.
La del martes fue la primera vez desde que –hace más de diez meses– comenzó la actual Intifada, la sublevación popular palestina, que el ejército israelí mató a dirigentes políticos de Hamas y no a miembros del brazo armado, Izadín al–Kásam. De ese modo, Israel subió un escalón en la elección de sus objetivos y en la intensidad de su respuesta militar a los atentados palestinos, de la mayoría de los cuales es autor ese grupo integrista.
El gobierno israelí, que encabeza el primer ministro y líder del partido de derechas Likud, Ariel Sharon, alega legítima defensa. Tanto Sharon como el ministro de Defensa, Benjamin Ben–Eliezer, dijeron que el ataque del martes contra la sede del Hamas “le salvó la vida a cientos de israelíes”, al evitar un nuevo atentado de ese grupo integrista palestino.
Pero el gobierno israelí, que rechazó las duras críticas de la comunidad internacional a la muerte de los ocho palestinos –y muy en particular de los dos niños inocentes–, también trató de convencer a Estados Unidos y a la Unión Europea (UE) de que el ataque con helicópteros en Nablus “tuvo precisamente por objeto evitar una escalada de la violencia”. ¿De qué manera? “Si no hubiéramos llevado a cabo la operación de Nablus, existía el riesgo de un nuevo atentado, como el del Delfinario de Tel Aviv (en junio pasado, en el que perdieron la vida 23 jóvenes israelíes que hacían cola para entrar en una discoteca), lo que nos habría obligado a lanzar un ataque mucho más masivo, en el que habrían muerto muchos más palestinos”, explicaron.
“Ese tipo de respuesta es demasiado agresiva y no hace sino aumentar el nivel de violencia y la tensión en la región”, declaró ayer a la cadena de televisión CNN el secretario de Estado norteamericano Colin Powell. El vocero de la Casa Blanca, Ari Fleischer, subrayó que el alto el fuego había que respetarlo, y que lo tenían que respetar israelíes y palestinos. Sharon convocó ayer una reunión del gabinete para asuntos de seguridad –del que forman parte el titular de Defensa y el de Exteriores, el laborista Shimon Peres, y otros dos ministros–, que duró más de cinco horas y en la que se decidió “seguir con la política contra los terroristas y quienes los envían”. A los integrantes del minigabinete no les gusta nada la expresión “política de eliminación” que utilizan los medios de comunicación, y mucho menos la palabra “asesinatos selectivos”, por lo que adoptaron la de “política para evitar actos asesinos contra judíos”.
Más claro y directo fue el jefe del movimiento Al–Fatah en Cisjordania, Husein a–Sheij. Al–Fatah es el principal de los ocho grupos que integran la Organización para la Liberación de Palestina (OLP), y Yasser Arafat es el líder de ambos, que pusieron fin a la lucha armada contra Israel en setiembre de 1993, cuando ambas partes firmaron el primer acuerdo para negociar la paz. “La respuesta de Al–Fatah es que de ninguna manera respetará el alto el fuego, ya que no hay ninguna tregua entre nosotros y los israelíes, y hemos dado instrucciones en ese sentido a toda nuestra gente”, dijo A–Sheij. Para concluir: “Estamos en guerra; luchamos por la libertad del pueblo palestino”.

* De El País de Madrid. Especial para Página/12.

 


 

LA CAZA DE COLABORACIONISTAS
Buscando enemigos

La saga de castigos a los colaboracionistas palestinos tuvo un nuevo episodio. Dos palestinos, presuntos colaboradores con el gobierno de Israel, fueron asesinados ayer por hombres enmascarados en Cisjordania, según informaron fuentes palestinas. El mismo día, el Tribunal Supremo para la Seguridad Nacional Palestina condenó a muerte a tres palestinos que encontró culpables de colaborar con Israel en la muerte del secretario general del movimiento Al Fatah, a manos del ejército israelí, en la ciudad de Tulkárem hace varios meses, según informó ayer el diario palestino Al-Quds de Jerusalén Este.
Los dos palestinos asesinados tenían entre treinta y cuarenta años y fueron atacados en las cercanías de Belén y Ramallah, en la puerta de sus casas. A los tres colaboracionistas declarados culpables ayer y condenados a muerte, se le sumó otro, de 17 años, que fue sancionado con quince años de prisión pero, finalmente, se le redujo la pena por tratarse de un menor de edad. Luego de conocerse las muertes, el jefe de los servicios secretos palestinos en Cisjordania, el general Taufik Tiraui, retrucó que “Israel es el único país del mundo que lleva a cabo públicamente una política de asesinatos, haciendo caso omiso de la ley internacional”. E informó que “los servicios de seguridad palestinos habían detenido en un tiempo record al colaboracionista que ayudó en el reciente asesinato del mártir Sálaj Darwaze”: un habitante del campo de refugiados de Bet Al-Ma, situado en el distrito de Nablus.

 

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