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AYER ESCUCHO A ECONOMISTAS LOCALES QUE LE EXPLICARON LA CRISIS
Taylor ahora sí la tiene clarísima

El subsecretario del Tesoro estadounidense, y enviado especial
del presidente George W. Bush, John Taylor, recibió a varios economistas argentinos, la mayoría de ellos ligados al establishment. Unos le dijeron que el problema de este país se llama Brasil. Otros, que hay que dolarizar.

Domingo Cavallo, ministro de Economía argentino, y John Taylor, subjefe del Tesoro de EE.UU.

Por Julio Nudler

“¿Qué piensa (John) Taylor? Imposible saberlo. Tiraba temas, daba la palabra, pero no dijo nada ni gesticuló”, describió a Página/12 uno de los economistas que ayer, entre las 12 y las 13.45, acudieron a reunirse con el subsecretario del Tesoro estadounidense en el living de la residencia del embajador James Walsh. Toda la plática, un tanto errática e inconsistente, se desarrolló en inglés, destacándose el consultor estrella Miguel Angel Broda como el menos hábil en ese plano. La selección de invitados, que realizaron los anfitriones, no incluyó a ningún radical ni frepasista ni justicialista. Predominaron ampliamente los liberales puros, como Carlos Rodríguez (CEMA) y Ricardo Arriazu (consultor), que negaron que la Argentina tenga problemas de competitividad, mientras Daniel Artana (FIEL) y Orlando Ferreres (consultor) adjudicaban la crisis al aumento del gasto público y despotricaban contra Raúl Alfonsín. Por su parte, Adolfo Sturzenegger (cavallista, Fundación Novum Millenium) admitió la descolocación del país, pero aduciendo que ya fue corregida en parte por el factor de empalme (devaluación del 7 por ciento en el tipo de cambio comercial) y los planes de competitividad. Aunque no se nombró a Domingo Cavallo, Arriazu aludió muy críticamente a él al fustigar el presunto manoseo de dos instituciones sagradas, como la independencia del Banco Central, por la defenestración de Pedro Pou, y la convertibilidad, por su ampliación al euro. Ferreres aprovechó esta mención para sugerir que se anule la canasta, volviéndose al dólar como ancla única, lo cual dio pie a su vez a Rodríguez, ex mano derecha de Roque Fernández, para abogar por la dolarización, bandera de Carlos Menem.
Una nota sorprendente fue aportada por Arriazu, quien con profusión de números intentó quitar importancia a la corrida contra los depósitos, que en general es vista como la guillotina que viene bajando, filosa e implacable, hacia la nuca de la convertibilidad. Hay bastante consenso en torno de que el sistema bancario puede aguantar a lo sumo tres semanas más de hemorragia antes de cerrar sus ventanillas. La fuga neta de depósitos, según Arriazu, sólo habría sido de unos 2500 millones en las últimas tres semanas, pero Broda, que se mantuvo bastante callado, le replicó que las reservas del sistema se evaporaron aún más velozmente que los depósitos, lo cual prueba cuán dramática es la situación.
Pedro Lacoste (consultor) pulsó una cuerda diferente al afirmar que el problema argentino no es fiscal sino de crecimiento. Su argumento –que sostienen también, con variantes, economistas como Jorge Gaggero y Javier González Fraga– fue, en esencia, que si se excluye la merma de recursos tributarios causada por la reforma previsional de 1994 y por la recesión iniciada hace tres años, el país tiene un claro superávit fiscal. Por ende, las cuentas del sector público no son la causa sino la consecuencia de los problemas.
Aunque palmariamente en desacuerdo con esta postura, Artana y Rodríguez criticaron la vía elegida para llegar al déficit cero, mediante cortes horizontales practicadas a todo lo ancho, en lugar de una reforma del Estado (como la postulada por Manuel Solanet, de FIEL). De todas formas, Broda adujo que es tan profunda la recesión (el ritmo de caída del PBI rondaría, según estimó, el 4 a 5 por ciento anual en este tercer trimestre) que el recorte de sueldos y jubilaciones deberá ser de por lo menos 20 o 25 por ciento en los meses finales del año. No acompañó esa acotación con ningún comentario sobre la explosión social que provocaría, y por ende su inviabilidad política.
Quien se encargó de realizar una apasionada defensa de la convertibilidad fue Carlos Melconián (M&S). “Fue una imposición de la gente”, aseguró, mientras que Vladimir Werning (economista para la Argentina y Chile del JP Morgan), sumando su entusiasmo, advirtió que aquella no debe ser juzgada solamente por sus dificultades de estos últimos años. Juan José Llach (Universidad Austral), quien fuera Secretario de Programación con Cavallo, expresó su respaldo al currencyboard, mientras Lacoste sugería que es precisamente por mantener la convertibilidad que hoy los inversores castigan a la Argentina. Werning, en otro orden, recibió inesperadamente una andanada, al reprochársele la actitud de la banca norteamericana en esta crisis argentina. Pero lo cierto es que aún no se ha visto lo peor.
Los que en cambio se esmeraron por halagar a los dueños de casa fueron Artana y Arriazu, al coincidir en que el problema de la Argentina se llama Brasil. Su receta: abrir la economía (más de lo que está) y “asociarnos comercialmente con ustedes” (o sea Estados Unidos). Llach previno, por su parte, que si Washington no apoyaba a la Argentina en estas dramáticas circunstancias corría el riesgo de provocar que triunfe Lula (el líder del Partido de los Trabajadores) en Brasil y de que aquí surja otro Hugo Chávez (por el presidente venezolano).
Taylor, que había escuchado a sus huéspedes mencionar más de una vez las “reformas estructurales”, preguntó a cuáles aludían, señalando Sturzenegger la laboral y Artana la del régimen impositivo. Pero en relación a lo inmediato, la idea prevaleciente fue atribuirle poderes mágicos a la “confianza” como arma contra la crisis, considerando como condiciones para lograrla que se cumpla a rajatabla con el déficit cero y que Alfonsín no abra más la boca. Lo que pese a todo no consiguieron transmitir los economistas invitados, entre los cuales también figuró Martín Redrado (Fundación Capital), fue una explicación coherente de esta abismal crisis económica argentina.
Ferreres se felicitó por el hecho de que el país se ha dado con el déficit cero otra “institución” clave, que se suma a la de la convertibilidad, que acabó con la emisión. Ante ello, Lacoste cuestionó que fijar esa regla como definitiva, en lugar de verla como un recurso de corto plazo, implica imaginar un país (la Argentina) que, además de carecer de política cambiaria y monetaria, también se prive de política fiscal, de modo que todo ajuste debería ser social, para lo cual tendría que imponerse una extrema flexibilidad a la baja en este campo. La Argentina se convertiría, además, en un caso único: ninguna nación renuncia a todo instrumento de política económica.

 

Hacer algo con la deuda

Entre los analistas de la crisis domina el pesimismo. Después de la caída del 23 por ciento en la recaudación del IVA durante julio, al Déficit Cero se le abre la tierra bajo los pies, porque es obvio que no se podrá amoldar el gasto público a esta pulverización de los recursos. La única esperanza queda colocada en que, por alguna razón, se detenga la sangría de depósitos, lo cual dependería de un auxilio externo tan voluminoso que espante a quienes están especulando a la caída de los bonos de deuda argentinos. Ello permitiría descomprimir las tasas de interés y, quizá, despejaría la desconfianza extrema. No obstante, quienes no quieren dejarse llevar por ilusiones creen inevitable asumir la decisión de hacer algo con la deuda, dado que ésta es la clave para afrontar dos de los mayores problemas: el fiscal, donde la cuenta de intereses supera el déficit combinado de Nación y provincias, y el externo, donde a su vez esos intereses determinan el rojo en la cuenta corriente del balance de pagos. En cambio, si replantear la deuda no parece haber ninguna salida.

 

EL MARTES PODRIA SER DIA DE ANUNCIOS EN WASHINGTON
Se fue very “impresionado”

Por J. N.

“Es impensable que Bush haya mandado a Taylor para decirnos que no”, argumentó anoche ante este diario una alta fuente del equipo económico. Y añadió que hacer algo así le acarrearía a Washington un alto costo político en América latina, ya que se le echaría la culpa a Estados Unidos de lo que pudiese ocurrir con la Argentina y de las consecuencias que tendría para toda la región. “Ahora que el gobierno norteamericano se involucró en el problema, está como quien se mete a tercear en una pelea”, añadió. “Taylor es hoy lo que (Alexander) Haig fue cuando la guerra de Malvinas”, comparó.
–Aquella vez Estados Unidos se involucró, pero a favor del enemigo de la Argentina. No parece una comparación esperanzadora.
–No creemos que esta vez resulte así.
En concreto, John Taylor, el número dos del Tesoro norteamericano, partió anoche dejando como estela una tensa expectativa centrada, según diversas fuente, en el martes. Pasado mañana, si no mañana mismo, debería haber noticias provenientes de Washington. Es decir, saber si todo lo que obtendrá la Argentina será el desembolso anticipado por parte del Fondo Monetario de algo más de U$S 1200 millones, que forman parte del blindaje, o si la cifra –siempre a través de organismos multilaterales, incluyendo el Banco Mundial– trepará a algún número entre 5 y 7 mil millones, en su mayoría para reforzar las reservas, desangradas por la fuga de depósitos.
En el primero de los casos, el presagio casi unánime es que el parche no serviría de nada. La situación tocaría fondo en pocas semanas, o incluso días.
Por el momento, sin embargo, Taylor dejó saber, a través de un comunicado difundido ayer por la embajada norteamericana, que estaba muy “impresionado por las firmes medidas que el gobierno argentino está tomando para alcanzar el objetivo del déficit fiscal cero”. El texto incluye una mención, también elogiosa, a las medidas “para promover el crecimiento económico mediante una reforma impositiva y la reducción de las barreras comerciales”. Esto último resulta un tanto sorprendente, ya que las decisiones de Domingo Cavallo respecto de los aranceles no fueron todas liberalizadoras.
En cuanto a Cavallo mismo, anoche se refirió a Taylor como “un economista de altísimo nivel”, diciendo confiar en que el informe que rendirá en su país contribuirá a que Estados Unidos respalde a la Argentina ante el FMI. Según la alta fuente de Economía que habló ayer con Página/12, “lo peor de la situación actual es la fuga de depósitos, que a su vez provoca la pérdida de reservas, porque la fuerte caída en la recaudación impositiva es una consecuencia de las altas tasas de interés. Es ilusorio esperar que la recaudación mejore con el riesgo país en 1600 puntos”.
–¿Qué esperan en concreto?
–Taylor no vino a pasear. Cavallo requirió un apoyo adicional, porque con una señal contundente se disipará la corrida.
–¿Ese apoyo puede ser bilateral?
–No. Estados Unidos sólo apoya de modo directo a Israel. La ayuda vendrá a través de los organismos multilaterales. Pero quizá no resulte inmediata, aunque sea para guardar las formas. Si no va a parecer que Cavallo lo apretó a Taylor.
Los optimistas aguardan, de todas formas, que el Fondo, bajo presión de Washington y Berlín, resuelva rápidamente, a pesar de estar yéndose todo el mundo de vacaciones, porque al regreso sería demasiado tarde.

 

UN NUEVO ESCANDALO ASOMA EN EL SENADO
La libertad de Menem y el déficit cero

Por Miguel Bonasso

Una alta fuente del Senado reveló a Página/12 que “el Gobierno ofreció la libertad de Carlos Menem a cambio del apoyo de los senadores justicialistas a la promulgación de la ley del déficit cero”. Según esta fuente las negociaciones se habrían llevado a cabo entre el dirigente radical Enrique “Coti” Nosiglia, un hombre ubicuo del poder que suele ocuparse de los menesteres reservados, y los senadores Eduardo Menem, Eduardo Bauzá y Carlos Vladimiro Corach.
Las conversaciones fueron reveladas parcialmente por el mismo Corach al bloque justicialista del Senado el mismo domingo en que terminó votándose la Ley de Déficit Cero tras la maratónica sesión que duró hasta el lunes a la madrugada. La misma sesión que siguieron con visible ansiedad desde los palcos el jefe de Gabinete, Chrystian Colombo; el ministro del Interior, Ramón Mestre, y el secretario general de la Presidencia, Nicolás Gallo. Sin embargo, al relatar el encuentro con el Coti, Corach bajó los decibeles del acuerdo secreto al afirmar que los senadores del PJ sólo hablaron con enviados del oficialismo sobre un levantamiento de las restricciones impuestas por el juez Jorge Urso al preso de Don Torcuato.
El rumor de que la “Ley Vaquir” o “Ley trueque” como se llama ya al último ajustazo había supuesto prebendas de diversa índole para la mayoría justicialista circuló tan pronto la ley se aprobó al vapor, sin dictamen de comisión. Pero hasta ahora nadie había mencionado que el gobierno pensara ejercer toda su influencia sobre la Sala Segunda de la Cámara Federal en lo Penal para lograr que Carlos Menem saliera en libertad.
La posibilidad de que el Gobierno hubiera mencionado esa intención mientras trataba de convencer a los senadores peronistas de que dieran quórum y no obstruyeran la Ley de Déficit Cero se combina con otro dato clave. El ex asesor presidencial Emir Yoma está furioso con su ex cuñado y considera cada vez más la hipótesis de una traición, percepción que se redoblaría si Menem cambia su situación procesal.
En efecto, si continuara procesado pero la Cámara lo dejase esperar en libertad el juicio oral por la venta de armas, significaría que los jueces habrán dejado de considerarlo jefe de la asociación ilícita. En ese caso (por ahora hipotético), la situación de Emir Yoma se agravaría considerablemente pues ya no aparecería como un “cajero” de su antiguo amigo y protegido, sino como el capo mafia que organizó la operación al margen del Presidente.
Emir está al tanto de la reunión entre los tres senadores y Nosiglia y para él ya está todo “cerrado”. Su indignación –dicen– no tiene límites.
No es el único Yoma contrariado. Su primo, el senador justicialista Jorge Yoma, que votó en contra de la ley y desafía en La Rioja al aparato electoral de sus antiguos socios los Menem, atajó el domingo pasado al jefe de Gabinete Chrystian Colombo y le preguntó a boca de jarro cuánto le habían dado al gobierno de La Rioja para que Eduardo Menem apoyara, en una curiosa maniobra, el proyecto oficial.
“No te equivoqués no fue por plata, fue por otra cosa”, respondió suelto de cuerpo el funcionario, dejando al senador riojano sumido en un mar de incógnitas. Pensó que el arreglo debía consistir en algo muy grande para que un peronista pudiera votar una ley que él, como presidente de la Comisión de Asuntos Constitucionales, consideró un mamarracho jurídico.
Según la fuente de Página/12 se trata, efectivamente, de “algo muy grande”. Tan grande que Nosiglia habría actuado con instrucciones directas del propio presidente Fernando de la Rúa. El informante dijo que el Coti es, entre otras cosas, uno de los dos grandes operadores judiciales del radicalismo y tendría aceitadas relaciones con Martín Irurzun, presidente de la Sala Segunda que integran además Horacio Cattani (el intelectual del trío) y Eduardo Luraschi, que llegó de la mano del ultramenemista César Arias. Habitualmente, explicó el garganta profunda, Irurzun lidera y maneja la relación con el poder político, Cattani aporta el marco teórico y Luraschi se suma al criterio de sus pares. Para esta fuente, los magistrados podrían escuchar con atención una discreta recomendación del presidente de la República que, en este caso, vendría avalada por su eterno rival partidario, Raúl Alfonsín, también deseoso de sacar a Menem del encierro, aunque sea cómodo.
Otras fuentes, en cambio, aseguran que a la Sala Segunda no le va a resultar muy fácil desmontar la resolución de Urso cuando el juez, para disponer la prisión del ex presidente, se apoyó justamente en una resolución de los camaristas que le ordenaron investigar más arriba del nivel del ex jefe del Ejército Martín Balza.
La Sala Segunda goza de una reputación garantista y seria. Funcionarios de Tribunales recordaron que mantuvo su independencia de criterio incluso bajo presión durante el gobierno de Menem y el imperio de los jueces de la servilleta. Estas fuentes sostienen que si los camaristas decidieran cambiar la acusación sobre Menem y dejarlo en libertad, deberían escribir una pieza jurídica intachable, más intachable que nunca, que los deje a salvo de cualquier sospecha de haber participado en negociaciones bajo cuerda. Su posición es incómoda en cualquier caso, así fuera la variante más liviana, según la que los emisarios oficiales ofrecieron incluso salidas que no pueden controlar del todo.
Menem, Bauzá y Corach no han sido opositores sistemáticos del gobierno de De la Rúa. Además, ninguno de los tres quiso, igual que sus otros colegas del bloque del PJ, quedar como los eventuales responsables de un default imaginado para el lunes 30 de julio. Pero su actitud tan diligente el día de la votación del Déficit Cero parecería abonar la versión del trueque relatado a Página/12 por fuentes responsables, que enlodaría nuevamente a un Senado altamente desprestigiado por el tema de los sobornos.
El mecanismo elegido esta vez por los justicialistas para apoyar al oficialismo consistió en dar quórum para que la sesión de urgencia pudiera realizarse en los términos que determina el reglamento del Senado y retirarse en el momento de votar para no tener que hacerlo en contra. Por momentos la votación estuvo muy reñida. Hasta hubo empate por un artículo y tuvo que desempatar el mismo presidente del cuerpo, el radical Mario Losada. En un momento dado, el propio jefe del bloque del PJ, José Luis Gioja, encargado de hacer salir a los que votarían en contra, intentó lo mismo con la senadora por Córdoba Beatriz Raijer, que le contestó airada: “Yo me voy a quedar, no me rompas las pelotas”.
La actitud de Eduardo Menem es particularmente significativa. En su largo discurso, que le valió como ironía el mote de “senador piquetero” endilgado por algún colega, afirmó que nunca en sus 18 años como senador nacional había “experimentado esta angustia existencial en torno a la votación a favor o en contra de una determinada ley”. Luego, cuando hubo que votar, perdió la oportunidad de oponerse a la Ley de Déficit Cero.
Una de las fuentes consultadas explica estas incongruencias también desde el simple terreno de los intereses personales. En su visión éste es un Senado terminal al cual sólo regresarían –después de los temidos comicios de octubre– unos seis senadores: probablemente cuatro justicialistas y dos radicales. El resto debería enfrentarse a una calle cada vez más dura gracias a las concesiones que ellos mismos hacen al poder financiero.
“Por eso –explica– pueden aparecer diversas recompensas: puestos en los entes reguladores, en las embajadas, en el Banco Central.” Según la fuente, Gerardo Palacios y José Carbonell podrían ir a los entes y el discutido Ricardo A. Branda iría a cubrir una de las tres direcciones vacantes del Banco Central. “Sería él y no (Carlos) Verna, como dijo un colega suyo”, agregó la fuente. Branda se ha dedicado en el Consejo de laMagistratura a complicarle la vida al juez mendocino Luis Leiva, el mismo que procesó al banquero menemista Raúl Moneta.
Ninguna de estas afirmaciones es comprobable hasta que los senadores dejen sus bancas, y un legislador –que pidió reserva de su identidad– sugirió agregar entre los motivos del quórum o del no voto en contra lo que llamó “inversión”. Una suerte de “buena conducta” que podría ser utilizada en el futuro para un toma y daca más palpable que la negociación política de un voto. Resulta altamente sugestivo lo ocurrido con el senador Omar Muhamad Vaquir, que votó la ley el día 30 de julio a pesar de que había sido designado embajador en Kuwait el día 27. El hecho de que esa designación no hubiera sido publicada en el Boletín Oficial en el momento de votar no absuelve al votante, que violó reglas elementales de ética y el principio republicano de la división de poderes.
Vaquir, que se había despedido del Senado un mes antes, regresó para votar a favor del ajustazo. Una actitud congruente con el currículum de este urólogo rosarino que se inició en política con el Brujo José López Rega, quien lo hizo embajador en Libia. Más tarde Vaquir, que siempre flota, fue asesor del dictador militar Roberto Viola, el “cerebro” del plan de exterminio del Ejército. Que el presidente De la Rúa lo haya elegido para ir a Kuwait, donde ya fue embajador de Isabel Perón, arroja una nueva sombra en la oscura relación entre el primer magistrado y el Senado.
Cuando la causa de los sobornos está a punto de ser archivada y no se investiga la pista de la SIDE, crece lo que una de las fuentes llama “el nuevo escándalo del Senado”. A su juicio, “mucho más grave que el anterior”.

 

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