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ESTALLO UNA BOMBA EN VENECIA, DONDE VIAJARA HOY BERLUSCONI
El fantasma de las Brigadas Rojas

El atentado parece
estar relacionado con una respuesta a la represión en la cumbre del G-8 en Génova. Hubo dos heridos leves.

Esta es una de las
paredes destruidas del Palacio Camerlenghi, construido en el siglo XVI.

“Es como si estuviéramos de nuevo en los 70”. La declaración de Massimo Cacciari, el conocido ensayista italiano que supo ser por varios años alcalde de Venecia, pintaba bien una situación preocupante, a días nomás del recuerdo traumático de la sangrienta cumbre del Grupo de los Ocho en Génova. Ayer estalló una bomba en el Palacio de Justicia de Venecia, muy cerca de uno de los símbolos de la ciudad: el puente de Rialto. Hubo dos policías levemente heridos, pero una de las paredes del edificio, que en sí está bastante deteriorado, se vino abajo junto con varios vidrios y cristales de las zonas aledañas. Nadie se responsabilizó por el hecho, pero las autoridades italianas suponen que los responsables de la bomba son extremistas de izquierda, que responden así a la represión en Génova. El atentado ocurrió a horas de que el premier italiano Silvio Berlusconi visite la ciudad. Berlusconi reveló que él, su ministro del Interior, Claudio Scajola, y algunos miembros de la oposición de centroizquierda del Olivo recibieron en los últimos días cartas amenazantes conteniendo balas.
La explosión se produjo a las tres y media de la mañana del jueves, lo que evitó que se transformara en una tragedia, ya que muy cerca de allí hay un mercado al aire libre que abre bien temprano. Además de uno de sus muros, el Palacio Camerlenghi –una construcción renacentista del siglo XVI– perdió parte de su fachada. En el suelo se encontró un cráter de un metro de profundidad, y se pensó que la causa de la explosión había sido una fuga de gas, ya que poco después se extendió por la ciudad un fuerte olor a gas. Pero luego se encontró restos de explosivos en el lugar.
Para los políticos italianos, sean de izquierda o de derecha, la bomba es un signo de que la secuela de la cumbre del G-8 es profunda y que existe la posibilidad de que se radicalice un país que por primera vez en la posguerra está gobernado por una coalición de derecha en la que conviven partidos xenóbofos con neofascistas. “Una bomba así sólo puede proceder de grupos que creen poder radicalizar el movimiento antiglobalización”, declaró el izquierdista Cacciari. “Muchos no quieren que este país se tranquilice. Es un duro ataque contra la democracia”, razonó el vicealcalde de Venecia, Gianfranco Bettin. “Hay una preocupante escalada de violencia. Explotan bombas, llegan cartas...Italia se ha vuelto el blanco de un movimiento internacional que no nació aquí, pero que parece tener como su objetivo una lucha contra el gobierno italiano”, señaló el mismo Berlusconi. En una declaración conjunta, los presidentes de ambas cámaras del Parlamento en Roma, Marcello Pera y Pierfernando Casini, hicieron un llamado a todos los partidos políticos y a la población a rechazar cualquier forma de violencia y terrorismo.
El fantasma en Italia es el regreso de algo parecido a las Brigadas Rojas, que hicieron estragos en las décadas del 70 y 80. Algunos líderes antiglobalización advirtieron al gobierno italiano y a otros que algunos sectores del movimiento quizás se radicalicen después de lo ocurrido en Génova. Pero algunos políticos del Olivo sugirieron que todo esto podría tratarse de una operación de inteligencia para revivir un clima de tensión que permita desprestigiar a la propia izquierda.
Pero lo cierto es que en los últimos tiempos las bombas vinieron de diestra y siniestra. En diciembre pasado, la policía italiana desactivó una bomba en el techo de Il Duomo de Milán. A los cinco días, en vísperas de Navidad, Andrea Insabato, un activista de la agrupación fascista Forza Nova, puso una bomba en las oficinas del diario de izquierda ll Manifesto, en la cual él mismo resultó herido. Y en abril pasado, una bomba estalló en el Instituto de Investigaciones Internacionales, un think tank pro norteamericano ubicado en Roma, en un atentado reivindicado por los “Núcleos de Iniciativa Proletaria Revolucionaria”, a quienes la policía vincula con las antiguas Brigadas Rojas.
En todo caso, el temor ya está instalado. El Parlamento italiano está dividido frente a la celebración de dos cumbres internacionales: la de la Organización de Naciones Unidas para la Agricultura y la Alimentación (FAO), prevista para noviembre en Roma, y la reunión ministerial de laOTAN que debería celebrarse a finales de setiembre en Nápoles. El oficialismo de derecha quiere suspender la cumbre de la FAO y la oposición del Olivo opina que es la cumbre de la OTAN la que generará más problemas. Luca Casarini, portavoz de los Tute Bianche (grupo de acción directa no violenta que se manifestó en Génova) declaró ayer que “la FAO no es lo mismo que el G-8”, pero subrayó que su oposición a la OTAN es radical.

 


 

TRES MUERTOS EN UNA ACCION DEL ELN COLOMBIANO
Si no hay negociación, hay dinamita

Después de la ruptura del diálogo, volvió el fuego. El martes, el presidente Andrés Pastrana había suspendido indefinidamente las negociaciones con el Ejército de Liberación Nacional (ELN), la segunda guerrilla del país, acusándola de intransigencia, y ayer los “elenos” trataron de dinamitar un cuartel de policía pero por error mataron a tres niños e hirieron a 35 adultos en un ataque subterráneo con explosivos que destruyó 25 casas en un pueblo del noroeste del país.
El ejército reveló que un comando del Ejército de Liberación Nacional (ELN) atacó en la madrugada del jueves el municipio de San Francisco, ubicado en una zona montañosa del noroccidental departamento de Antioquia, cuyo control se disputan con paramilitares de ultraderecha. Los guerrilleros penetraron por túneles y a través del sistema de alcantarillado con el propósito de dinamitar el comando de policía pero los mayores daños los sufrió la población civil.
Pese a que el gobierno mantenía desde 1999 contactos de paz con esa guerrilla, que cuenta con 5000 combatientes y que frecuentemente ataca la infraestructura energética y petrolera del país, el ELN jamás suspendió sus hostilidades ni las fuerzas de seguridad dejaron de combatirlas. Pastrana, de 46 años, y quien entregará el poder en agosto del 2002, ha hecho del logro de paz su principal gestión en un intento por poner fin a una guerra interna de 37 años. El conflicto, que enfrenta a rebeldes, paramilitares y las fuerzas de seguridad del Estado, dejó 40.000 personas muertas en la última década.
Imágenes de televisión mostraron las ruinas de las edificaciones destruidas por las explosiones y hombres, mujeres y niños recorriendo los escombros de sus casas. Pastrana, quien realiza una gira por la zona cafetera, aseguró que el ataque demuestra que el ELN no tiene voluntad de alcanzar la paz a través de la negociación política. “Demostraron claramente la voluntad de hacer la guerra ... lo que le siguen entregando al país es violencia”, aseguró. “Ellos (los guerrilleros) son los que se están alejando de la posibilidad de hacer la paz. Nosotros tenemos la voluntad de hacer la paz y ellos no quisieron”, agregó el presidente.
Por su parte los paramilitares de ultraderecha, que combaten con violentos métodos como el decapitamiento a guerrilleros y a sus colaboradores, pidieron al ELN aceptar su rendición militar.

 


 

La luna de hiel de George W. Bush

Que la luna de miel de George W. Bush con la oposición fue corta no hay duda. Lo que hay ahora es una luna de hiel. Ayer, el jefe de la mayoría demócrata en el Senado, Tom Daschle, criticó abiertamente la política exterior del presidente George W. Bush, a quien acusó de “abdicar” el liderazgo de Estados Unidos en el mundo. “En lugar de afirmar nuestro liderazgo, nosotros lo abdicamos”, declaró el legislador, al denunciar que Estados Unidos se distanció de la escena internacional, durante un discurso en el Centro Internacional de Investigaciones Woodrow Wilson, en Washington.
Daschle ya criticó duramente la política exterior de Bush, y eso en el crítico momento en que el presidente se encontraba de gira en Europa por la cumbre del G8 en Génova. Ahora volvió a la carga. “En lugar de intentar modelar ciertos tratados internacionales para que sirvan a nuestros intereses, nosotros nos desentendemos”, lamentó. “En seis ocasiones y en sólo seis meses, el gobierno de Bush demostró su voluntad de desentenderse de tratados que han sido aprobados por la mayoría de nuestros aliados y amigos”, continuó Daschle, en su primer discurso de política exterior desde que tomó en junio la conducción de la mayoría demócrata en el Senado.
Estados Unidos anunció recientemente que rescindía su compromiso con el protocolo de Kyoto sobre calentamiento climático, lo cual suscitó desconfianza en el mundo entero. Al mismo tiempo el gobierno de Bush busca asimismo desligarse de las limitaciones que le impone el tratado antimisiles balísticos (ABM) ruso–estadounidense de 1972, para lanzarse a realizar un novedoso proyecto de defensa antimisiles.

 

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