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UNA ENCUESTA MUESTRA LOS POSIBLES RESULTADOS DEL FUTURO PLEBISCITO
Crónica de un resultado ya anunciado

Una abrumadora mayoría de los consultados está de acuerdo en bajar los gastos de campaña, tener concejales que no cobren, fusionar provincias, eliminar cámaras y permitir que los partidos consigan donaciones empresarias
para financiarse.

Un promedio del 80 por ciento
está de acuerdo en recortarles los dineros a los partidos y candidatos.
No aparece demasiada preocupación
porque la política acabe siendo financiada
por las empresas.

Por Raúl Kollmann

La mayor parte de los ciudadanos se pronuncia categóricamente a favor de todas las variantes que signifiquen una baja del llamado “costo político”, incluyendo una reducción del monto permitido de gastos de campaña electoral, convertir a los concejales en funcionarios que no cobren, fusionar provincias para bajar costos administrativos, bajarles el sueldo a los funcionarios políticos, abolir los senados provinciales y, obviamente, recortar el dinero que el Estado les da a los partidos. En una palabra, que el Gobierno trata de realizar una consulta popular sobre un tema en el que no se necesita consultar nada –en promedio, el 80 por ciento está de acuerdo– ya que esas posturas tienen que ver con el sentido común y también con una campaña del establishment que necesita echarles la culpa a los políticos en general y no, por ejemplo, a los grupos económicos, a los que han manejado la economía, al pago de la deuda o al modelo. Pese a que la Casa Rosada pretende diluir un poco su probable derrota electoral preguntando cosas obvias, siempre el tiro puede salir por la culata como ya ha ocurrido en numerosos plebiscitos.
Las conclusiones surgen de una encuesta que viene haciendo en el último mes la consultora Ibope OPSM, que conduce Enrique Zuleta Puceiro. Es parte de un estudio que se realiza habitualmente y que se denomina Monitor de Tendencias económicas y sociales. En total se entrevistaron 1200 personas en 53 localidades y la dirección técnica del relevamiento estuvo a cargo de Isidro Adúriz. En la encuesta se respetaron las proporciones por edad, sexo y nivel económico-social.
En la consulta popular que pretende convocar el Gobierno seguramente estarán incluidas las preguntas que formuló Ibope a los encuestados. “Estos resultados no difieren significativamente de los obtenidos en encuestas anteriores realizadas en los últimos años,” señala Enrique Zuleta. “Indican, en general, el estado de crisis por la que atraviesa la política, los políticos y algunas instituciones representativas, no cuestionadas tanto en su esencia como en sus modos de funcionamiento efectivo en la sociedad argentina actual.”
En verdad, lo que se ve de los resultados es que la gente no quiere gastar nada en política e incluso está a favor de que los candidatos consigan el dinero de las empresas privadas, aunque ello implique después compromisos –obviamente non sanctos– con esos grupos económicos que los financien. La tendencia en el mundo es más bien la contraria: se tiende a un mayor financiamiento de los partidos por parte del Estado para reducir así la dependencia del agujero negro que significa el financiamiento privado. Una prueba cercana está en el preinforme que acaba de presentar Elisa Carrió: allí se ve nítidamente qué habrían significado los aportes de Gaith Pharaon, el Cártel de Juárez, Monzer Al Kassar, las relaciones con el Exxel Group, Alfredo Yabrán o Raúl Moneta.
Lo que sí está avanzando en el mundo es una reducción y el control de los gastos de campaña electoral. Por ejemplo, en numerosos países se prohíbe hacer publicidad o pegar carteles si no es dentro, por ejemplo, de las tres semanas de la elección. De la misma manera se limitan los gastos que se pueden hacer en televisión, lo más caro de una campaña. Algunas de estas medidas están en la propuesta de reforma política que impulsó el ex ministro del Interior Federico Storani, pero que hace siete semanas que el Senado se niega a votar.
Hay dos puntos en los que habría que mirar la opinión más de cerca: la fusión de provincias y la unión entre municipalidades. Como en toda encuesta argentina, el peso proporcional de la Capital Federal y el Gran Buenos Aires es muy grande y es probable que si se le pregunta a los habitantes de cada provincia es posible que se manifiesten abrumadoramente en contra de fusionar su provincia con otra. Lo mismo ocurriría con los municipios.
En la cuestión de los concejales ad honorem hay una fuerte polémica: están los que dicen que ello significa que la política y las concejalías pasarían a ser únicamente para gente con poder adquisitivo y también están los que consideran que los concejos deliberantes se deben reunir a la noche y que no debería significar la ocupación full time del concejal.
Como se ve claramente de la encuesta, los ideólogos de la consulta, Nicolás Gallo y Antonito de la Rúa, preguntarían cosas en las que hay casi unanimidad. No se trata de temas controvertidos como puede ser la pena de muerte, el aborto, el pago de la deuda externa o un acuerdo con Chile. Aquí, si lo que juega es sólo la opinión previa que existe sobre la reforma política, la lógica es que se conteste que sí a cualquier medida de reducción del gasto político.
Sin embargo, muchos plebiscitos terminan mal para quienes los convocan, entre otras cosas porque la gente los considera una maniobra. Esto puede ocurrir en esta consulta: tal vez el ciudadano reaccione manifestando que quiere que se bajen los gastos, pero también hay posibilidad de que crea que todo se hace para alivianar la derrota que se presume sufrirá el oficialismo en octubre. Hay célebres plebiscitos que se perdieron: Pinochet puso en marcha una consulta en la que gozaba, de entrada, del 80 por ciento de la aprobación y terminó perdiendo por goleada. En Europa se perdieron varios plebiscitos en los que el oficialismo impulsaba el sí a la Unión Europea y la gente votó por no. En la Argentina, el acuerdo entre el entonces gobernador Antonio Cafiero y el referente radical Leopoldo Moreau avalaba una reforma constitucional sumamente progresista y con el 90 por ciento de los votos detrás. Terminaron perdiendo por el 65 por ciento. O sea, como dicen los sociólogos, a los plebiscitos los carga el diablo: si hay malestar, bronca con el Gobierno y se considera que la consulta es una maniobra, podría ganar una campaña que llame a no votar o votar en blanco.
Como toda jugada política, puede salir bien, pero también significar una bancarrota aún mayor.

 

¿Dónde hay que cortar?

Porcentaje de gente que está a favor de las siguientes medidas:

Recorte en los viáticos de los funcionarios 92,7%
Recorte en los sueldos de los funcionarios políticos 90,7%
Recortes en los gastos de los asesores 90,3%
Reducción de los gastos permitidos en campañas electorales 84,9%
Reducción de los aportes del Estado a los partidos 83,9%
Que los concejales no cobren 74,3%
Recortes en las pensiones graciables que otorgan los legisladores 73,1%
Unificación de las legislaturas (suprimir senados provinciales) 69,0%
Acuerdo entre provincias para fusionarse y bajar así el gasto 57,0%
Reducción de la cantidad de municipalidades 54,5%
Disminución de las becas que los políticos otorgan a estudiantes 53,9%

Fuente: Ibope OPSM. Enrique Zuleta Puceiro y Asociados.

 

Las fuentes del dinero

¿Cómo deberían financiarse los partidos?
Con fondos propios, aportes de afiliados y donaciones 61,2%
Con fondos propios, y un aporte estatal que garantice
la igualdad de oportunidades a los partidos más débiles 26,9%
Con fondos públicos, prohibiendo aportes privados 8,1%
No sabe/no contesta 3,9%

Fuente: Ibope OPSM. Enrique Zuleta Puceiro y Asociados.

 

La distribución

¿Con qué criterio deben distribuirse los fondos del Estado a los partidos?
Si consiguen un peso de fondos privados, el Estado debe darle otro 34,5%
Presentando un presupuesto de actividades útiles como escuelas de formación, periódicos, fundaciones 21,9%
A todas las fuerzas por igual sin ninguna diferencia 21,8%
Según la cantidad de votos que consiguió en la anterior elección 11,0%
No sabe/no contesta 10,8%

Fuente: Ibope OPSM. Enrique Zuleta Puceiro y Asociados.

 

OPINION
Por Analía Del Franco *

¿Por qué dicen que no?

Se generó un gran debate en torno al momento y al método de la consulta popular para impulsar el recorte del gasto de la política, que alude, entre otras cosas, al consenso generalizado entre la población para que esto se concrete. Y entonces... ¿Por qué duermen en el Congreso los proyectos de ley presentados en este sentido? ¿No será necesaria la contundencia de la opinión pública para que se concreten?
No resulta muy claro por qué hay sectores dentro de la política argentina que se oponen a que se lleve a cabo un recorte del gasto de la política.
¿Será porque consideran que puede resultar riesgoso que se lleven a cabo recortes que pongan en peligro el funcionamiento institucional de la Nación? No parece que éste fuera el caso, si consideramos el tipo de reforma que se intenta imponer y menos pensando en su mentor, un hombre de leyes como es De la Rúa.
¿Será porque creen que no es significativo el monto del recorte en el total del gasto? En ese caso, tampoco el monto de la reducción de salarios de los empleados públicos resuelve por sí solo el tema. Se llevó a cabo porque todo suma.
¿Será porque lo único importante es que se perfeccione el control de la evasión y que paguen lo que deben los sectores más poderosos? Obviamente, esto hay que hacerlo. Pero no entra en contradicción con el recorte y tampoco sería racional que los logros de la recaudación fueran absorbidos por la corporación política.
En síntesis, ¿cuál es la razón por la que la política no puede hacer su propio ajuste como lo esta haciendo gran parte de la sociedad argentina?
No es una novedad que la clase política no goza del agrado de la mayor parte de los ciudadanos, entre otras razones porque perciben sus privilegios y sienten que piensa más en sí misma que en el bien común.
¿No será el momento de darle una oportunidad a la sociedad para que cambie de opinión sobre nuestra clase política?

* Directora de la consultora Analogías.

 

OPINION
Por Gustavo Beliz *

Precisiones y no humos

Pensar hoy en preguntarle a la gente acerca de bajar el gasto político es como preguntarle: “¿De qué color era el caballo blanco de San Martín?”.
La corrupción estructural, el derroche y los miles de agujeros de un colador que filtra recursos de la sociedad han llevado hasta el subsuelo de la consideración pública todo privilegio de las oligarquías políticas.
Pero se trata de que una consulta popular sea la puerta abierta a un proceso participativo y decisorio de verdad, que incluya un nuevo sistema de redistribución del ingreso en la Argentina.
Semejante desafío requiere un camino preciso y no de confusión o cortinas de humo:
La consulta popular –como ha sido reclamado por múltiples sectores– debe incluir el pronunciamiento sobre la creación de un salario social para el reempleo, dirigido a los jefes/as de hogar desocupados. Dicho salario debería concentrar todos los programas sociales en vigencia, y hacerlo de automática y apartidaria administración y disposición, con control de representantes del tercer sector.
El financiamiento de dicho salario debe incluir todos los ahorros que se produzcan como consecuencia de la eliminación del gasto corrupto del sistema político, el financiamiento electoral, las legislaturas superpobladas y los ñoquis y clientes de aparatos políticos.
Dicho financiamiento debe complementarse con aportes de los sectores más beneficiados por el proceso de concentración económica, básicamente a partir de nuevas pautas de solidaridad impositiva.
La consulta debe servir también para diseñar un nuevo régimen electoral, que elimine las listas sábanas y que –sin desconocer el principio de proporcionalidad– incorpore mayores criterios de proximidad e inmediatez entre representantes y representados.
Preguntas y cuentas claras es lo que de verdad puede trascender el oportunismo electoral y otorgarle una nueva legitimidad a la política con mayúsculas. Una democracia participativa implica de un modo imprescindible redistribuir recursos y poder. Es decir, menos política corrupta, y mejor política con sentido integrador.
De nada servirían ni mil consultas, si los ahorros fueran a pagar deuda externa en lugar de saldar deuda social.

* Candidato a senador por Nueva Dirigencia-País.

 

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