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Música desde el jardín armónico

En 1985 revolucionaron el campo de la interpretación del barroco. Il Giardino Armonico toca lunes y martes en el Colón.

Il Giardino Armonico fue
fundado en 1985 por Antonini.
Es uno de los grupos de cámara más importantes del momento.

Por Diego Fischerman

Hacer una revolución musical con Las 4 Estaciones de Vivaldi ya es un logro. Inaugurar, a partir de allí, toda una manera de abordar un repertorio doblemente cristalizado lo es aún más. La música barroca, desaparecida de la escena hasta algunos redescubrimientos realizados en el siglo XIX alemán y, sobre todo, hasta los años 50 y 60 del siglo XX, fue, en los comienzos de su renacimiento, el territorio de orquestas de cuerdas aterciopeladas e innumerables bandas de sonido de películas, programas de televisión y avisos comerciales. La mirada posibilitada por los avances musicológicos hizo que, en los 70, los grupos historicistas, con instrumentos de las épocas en que estas obras habían sido compuestas y sus aproximaciones a los modos estilísticos de esos períodos, se apropiara del terreno.
La disyuntiva parecía definida. De un lado quienes defendían el derecho a la interpretación, la idea de la música como algo vivo y cambiante de época en época y de público en público y la imposibilidad de la reproducción histórica. Del otro, quienes sostenían que, además de las notas y los ritmos, la instrumentación, los timbres, las maneras de frasear y las dimensiones de los grupos instrumentales se correspondían directamente con la concepción estética de cada composición. En ese panorama, dominado por intérpretes alemanes, holandeses e ingleses, irrumpió el primer grupo italiano de cierta importancia que usó instrumentos originales. Il Giardino Armonico, fundado en 1985 por un virtuoso de la flauta dulce llamado Giovanni Antonini, ilustraba la tapa del disco con su versión de Las 4 Estaciones de una manera bastante clara: un violín destrozado por una bala.
La hipótesis de Il Giardino Armonico, hoy considerado uno de los grandes grupos de cámara existentes, es sencilla. Para ellos hay cuestiones de sonoridad que deben ser recuperadas, entre otras cosas porque son interesantes. Y hay otros parámetros que, en lugar de restaurarse, deben ser traducidos. Para recrear la impresión que el público veneciano de finales del siglo XVIII debe haber sentido ante pasajes como el del comienzo del movimiento lento de El Invierno, hoy es necesario, dicen,recurrir a todos los recursos expresivos posibles, incluyendo algunos como el crescendo subito o diversas pausas, retenciones y aceleramientos del tiempo que, en ese entonces, estaban aún lejos de utilizarse. El secreto pasa por la utilización simultánea de los timbres instrumentales originales y recursos como la ornamentación improvisada, típicos del barroco, con un sentido absolutamente moderno de la dinámica. En ese sentido, el disco de arias de óperas de Vivaldi que grabaron con la cantante Cecilia Bartoli –un best seller que, además, se alzó con el Grammy en su categoría– no es más que la coronación de una carrera tan meteórica como sorprendente.
Los próximos lunes y martes, Il Giardino Armonico actuará por primera vez en Buenos Aires. Los conciertos, programados dentro del ciclo Harmonia que auspicia la Fundación Cultural Coliseum, serán a las 20.30 y en el Teatro Colón e incluyen en el repertorio varias obras excepcionales. El 3 tocarán el Concerto Grosso en Si Bemol Mayor, Op. 6 Nº 6, de Händel, la Obertura Nº 1, para 2 oboes, fagot, cuerdas y bajo continuo de Johann Sebastian Bach, el Concierto en Re Mayor para 4 violines, violoncello, cuerdas y bajo continuo Op. 3 Nº 1 RV. 549 y el Concierto en Do Mayor para flauta piccolo, cuerdas y bajo continuo RV. 443 de Vivaldi y el Concierto en re Menor para oboe, cuerdas y bajo continuo de Alessandro Marcello. El martes 4, Il Giardino Armonico interpretará la Gagliarda “Bataglia”, a 5 de Samuel Scheidt, la Batalia a 10 de Heinrich Ignaz Franz von Biber, el Concerto Grosso en Si Bemos Mayor, Op. 6 Nº 7 de Händel, el Concierto para 2 oboes, cuerdas y bajo continuo y la Sinfonía de La sena festeggiante de Vivaldi, la Obertura Nº 6 para 2 oboes, fagot, cuerdas y bajo continuo de Francesco Maria Veracini (uno de los directores de la orquesta de la capilla de Dresde, la mejor de toda Europa según la opinión de ilustres contemporáneos como Bach y Vivaldi) y una de las obras más bellas escritas para flauta dulce –el movimiento lento, estilización de una danza llamada siciliana es absolutamente genial–, el Concierto en Fa Mayor para flauta, cuerdas y bajo continuo de Giuseppe Sammartini.

 


 

Un retablo experimental

El Centro de Experimentación del Teatro Colón prosigue con su temporada principal en la sala del subsuelo, esta vez ofreciendo una obra clásica del siglo XX: El retablo de Maese Pedro, de Manuel de Falla. El grupo Ensambles XXI, con la dirección de Emiliano Greizerstein, será el encargado de la parte musical en esta puesta de Horacio Pigozzi que se estrena hoy a las 16. Con nuevas funciones mañana, el domingo 2 de setiembre, jueves 6, viernes 7, sábado 8 y domingo 9, siempre en el mismo horario, la obra contará con vestuario de Mini Zuccheri e iluminación de Nicolás Trovato. El elenco vocal estará integrado por Gui Gallardo, Carlos Sampedro, Julieta Fernández, Marco Failoni, Rodrigo Pardo y Emilia Rubio.

 

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