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DINAR LINEAS AEREAS


ALFONSIN FUSTIGO A CAVALLO Y HASTA SE
ANIMO A PEDIR UNA MORATORIA CONSENSUADA PARA CAPITAL E INTERESES
“Hay que lograr un período de gracia para la deuda externa”

Como si fuera opositor, en el documento más duro contra el Gobierno desde que preside la UCR, Raúl Alfonsín advirtió que cuanto más se demore la reestructuración pacífica de las obligaciones financieras, �mayor es el riesgo de acercarnos a una negociación no voluntaria de la deuda�. Como si Alfonsín perteneciera a un partido distinto del de De la Rúa, Cavallo minimizó el documento y las críticas tratándolos de �electorales�.

Por José Natanson

Dijo que los 1500 millones que el Gobierno planea ahorrase con la reforma política “no son nada comparados con los 130 mil millones en que nos ha endeudado el señor Domingo Cavallo”. Que “es esencial lograr un período de gracia de capital e intereses” de la deuda. También pidió una política de “hambre cero”, que no se recorte el Fondo de Incentivo Docente y que se implemente un salario mínimo para los jefes de hogar. No fue Lilita Carrió ni Luis Farinello. Tampoco un dirigente del PJ. Ni siquiera un frepasista. Fue Raúl Alfonsín, que ayer difundió un documento del Comité Nacional del radicalismo y –aunque se cuidó de no atacar directamente a Fernando de la Rúa– lo redondeó con un discurso cargado de críticas, pedidos y reclamos.
El principal cuestionamiento no estaba incluido en el texto titulado “Hacia la unión nacional”, sino que fue agregado por el ex presidente mientras leía el documento. “Si sumamos los gastos del Congreso, de las legislatura provinciales, más los concejos deliberantes de todo el país y sus empleados, da 1500 millones de pesos. Es nada comparado con los 130 mil millones en que nos ha endeudado el señor Domingo Cavallo”, fue la frase completa.
Resultó la forma evidente de apuntar a la Rosada sin aludir a De la Rúa y, de paso, retomar la ofensiva anti-Cavallo. No sólo porque el rechazo al titular de Economía fue siempre una de las razones de ser del jefe radical sino porque, además, podría convertirse en uno de los ejes de su campaña para las elecciones de octubre. Tan directo fue el ataque que el Presidente –habitualmente remiso a polemizar con Alfonsín– ayer sí le respondió: “Hablar de que 1500 millones no es nada, no estoy de acuerdo. Es un gasto político que debemos bajar para dedicar más recursos a la gente”, dijo De la Rúa.
Pero, más allá de la mención a Cavallo, que estaba fuera de libreto, lo cierto es que el documento contenía una serie de puntos irritativos para el Gobierno, entre ellos uno dedicado a la deuda. “No existe otro camino para alcanzar un crecimiento sostenido que reestructurar consensuadamente el pago de la deuda pública”, dice el documento. Y subraya que la renegociación debe concretarse mediante “una estrategia que afirme la posibilidad de consensuarla” ya que, “cuanto más se demore este plan, mayor es el riesgo de diluir el consenso y acercarnos a una negociación no voluntaria”. En ese punto, Alfonsín levantó la mirada y aclaró sobre el default: “Eso hay que evitarlo porque sería un desastre”.
El texto que elaboró junto a su ex secretario de Hacienda Mario Brodersohn va más allá. “Es esencial lograr un período de gracia de capital e intereses, lo suficientemente amplio como para cumplir no sólo con el objetivo del déficit cero sino también para generar las condiciones del crecimiento sostenido”, aclara en alusión a una virtual moratoria.
No son los únicos puntos que marcan diferencias con la Rosada y que deberían formar parte de la agenda de un hipotético gobierno de unidad nacional. Además de una política de “hambre cero”, la UCR pidió que no se toquen los fondos educativos, como advertencia ante la aparente intención de recortarlos en el próximo Presupuesto. Dijo que el futuro de la Argentina está atado al Mercosur y no al ALCA. Y, finalmente, enumeró una serie de medidas concretas, que convirtieron al documento en una especie de plan alternativo (ver aparte).
El discurso de Alfonsín frente a los delegados del Comité Nacional fue el corolario de una reunión cargada de críticas. Cavallo no fue el único objetivo. Raúl Alconada Sempé, por ejemplo, eligió a Patricia Bullrich. “Le respeto sus años de militancia en distintos partidos, pero le quedó de Montoneros que el fin justifica los medios”, aseguró. También se las agarró con Lautaro García Batallán. “Dice que quiere dinamitar la vieja política y yo le diría que cuando ponga la dinamita se quede con un cartucho en la mano.” El más rebelde de los rebeldes, el senador Leopoldo Moreau, pidió el “repudio contundente” al plebiscito por la Reforma Política inspirado por “los Santibañes, los Cavallo y los García Batallán”.
Pero las críticas son sólo un costado de la cuestión. Porque todos (y especialmente Alfonsín) buscaron matizar sus cuestionamientos, lo que por momentos derivó en situaciones curiosas. Mientras leía el documento que él mismo había elaborado, el ex presidente hacía esfuerzos visibles por mechar comentarios para suavizarlo. Por ejemplo, cuando hablaba de la necesidad de mejorar las políticas sociales, aclaraba: “Y eso no es culpa de este Gobierno, eso viene de lejos”. O cuando se refirió a la recesión que –aclaró– arrancó “mucho antes” de que De la Rúa se instalara en la Rosada. Como compungido, Alfonsín explicó tres veces: “Este documento no está dirigido contra el Gobierno sino que define la posición de la UCR que debe promover la unión nacional como lo señaló el Presidente”.
El espíritu cooperativo de Alfonsín tiene que ver, también, con la actitud de De la Rúa. El jueves por la noche, después de que el titular del radicalismo acusara a “sectores del Gobierno” de promover una campaña periodística en su contra, el Presidente lo llamó para darle explicaciones y anticiparle que hoy tenía previsto acercarse al plenario radical.
De la Rúa llegó después de las once. Antes, el ministro del Interior, Ramón Mestre, se había comunicado telefónicamente con Enrique “Coti” Nosiglia para pedirle que moderara los ánimos insultantes de las barras, sobre todo de una de Franja Morada. “Yo nunca he atacado a ningún radical y fui sensato. Pero los chismes no nos van a dividir. Veo con optimismo que se acercan momentos de reactivación. Vamos a superar estos momentos de dificultades”, prometió De la Rúa. No le llovieron los aplausos, ni mucho menos, pero nadie se animó a abuchearlo.
La escena funcionó, una vez más, como muestra del delicado vínculo de De la Rúa con la UCR (y con Alfonsín). Cada vez más aislado, el Gobierno casi no tiene respaldo entre los gobernadores, ve tambalear el diálogo con el peronismo y ha quebrado la relación con el sindicalismo. Acostumbrado a moverse siempre en los márgenes de su partido, De la Rúa necesita –hoy como nunca– el respaldo radical.
¿Y Alfonsín? La campaña electoral, en la que tendrá un papel protagónico como candidato en Buenos Aires, añade confusión a todo el asunto. Consciente de que las encuestas lo ubican en un cómodo segundo lugar, el ex presidente necesita diferenciarse de la antipática gestión delarruista: las críticas de ayer a Cavallo son parte de esta estrategia.
Sin embargo, el ex presidente no termina de enojarse con el Gobierno. “No va a romper nunca. Se enoja, se indigna, pero al final siempre prima su responsabilidad institucional”, explica uno de sus dirigentes de confianza. Ni siquiera cuando De la Rúa anunció la política del déficit cero (y el recorte masivo de salarios y jubilaciones) el jefe radical se animó a romper del todo: planteó sus críticas, se sacó la foto de rigor en la Rosada y hasta presionó a los legisladores radicales para que la avalaran en el Congreso. “Tiene miedo de que le tiren el default por la cabeza. Se levanta, lee los diarios y se enoja. Pero después se toma un trago de (Max) Weber, se acuerda de la ética de la responsabilidad”, ironizaba ayer un radical que esperaba un poco más del discurso de su jefe pero que, por cualquier cosa, pidió reserva de identidad.

 

Claves

El radicalismo cuestionó a Cavallo y la política económica, núcleos del Gobierno.
De la Rúa visitó a los delegados pero no consiguió apaciguarlos.
La UCR cerró filas alrededor de Alfonsín y casi no saludó a De la Rúa.
A contrapelo del Presidente y el ministro, Alfonsín pidió una moratoria concertada de la    deuda externa.
El jefe de la UCR defendió el gasto político y lo contrapuso a la deuda.
También pidió reestructurar las obligaciones financieras externas.
Sin embargo Alfonsín no pidió el retiro de los funcionarios radicales ni rompió lanzas con    el Gobierno.

 

Las claves del texto opositor

Los principales puntos del documento difundido ayer tras la reunión de los delegados nacionales del radicalismo son los que siguen:
Deuda externa: “No existe otro camino para alcanzar un crecimiento sostenido que reestructurar consensuadamente el pago de la deuda”, señalan, a tono con lo que propuso el PJ anteayer. “Es esencial lograr un período de gracia de capital e intereses, lo suficientemente amplio como para cumplir no sólo con el objetivo del déficit cero sino también para generar las condiciones de un crecimiento sostenido”, consideran los delegados, como uno de los puntos centrales de la reestructuración “consensuada” de la deuda. “Por supuesto, la reestructuración de los pagos de la deuda es una condición necesaria pero no suficiente para lograr un crecimiento sostenido”, agregan.
Educación: “Hay que garantizar la gratuidad de la educación estatal en todos los niveles, derecho constitucionalmente consagrado que parte de la mejor tradición histórica, que se inaugurara con las escuelas, colegios y profesorados del siglo XIX y con la Reforma Universitaria de 1918”, dice el comunicado. “Es necesario destacar el valor estratégico de la inversión pública en la educación básica y superior, en investigación científica y tecnológica, como condiciones para el desarrollo económico, social y cultural, con igualdad y justicia”, añade. Además precisa que “es necesario el sostenimiento del piso presupuestario actual para las universidades nacionales públicas sin recortes ni subejecuciones, así como la renovación del Fondo Nacional del Incentivo Docente”.
Hambre cero: “Debemos proponernos ‘hambre cero’, es decir un ingreso digno para cada hogar. Sólo así podremos luchar contra la pobreza y la desesperanza”, aseguran los radicales bajo la consigna “garantizar un ingreso a cada hogar”. Para especificar las medidas que llevarían al “hambre cero”, el documento propone que para los “jefes de hogar” desocupados “con hijos menores de 14 años” se les garantice “un ingreso mensual mínimo de 150 pesos y una contraprestación de 4 horas diarias de actividades sociales o formativas”. Para la tercera edad, señala que los mayores de 70 años sin cobertura previsional “no pueden tener un beneficio menor de 100 pesos mensuales”. En tanto, solicitan otorgarles a los padres que hasta ahora no reciben una asignación familiar un beneficio mensual de 33 pesos por hijo menor de 10 años, “además de las acciones que pueda realizarse en el campo específicamente nutricional y de la salud”.
Rol del Estado: “Actualmente, pareciera que los sectores poderosos de adentro y de afuera ya no se preocupan por obtener ciertos equilibrios que hicieran tolerable su hegemonía, sino que procuran, en las tesis de moda, debilitar al Estado hasta el punto de convertirlo en gerente de sus propios intereses y lograr que deserte del cumplimiento de sus misiones esenciales”, afirman los delegados radicales. Proponen entonces “reconstruir el Estado, para que esté en condiciones de cumplir sus fines y dar respuesta a los problemas más agudos que se presentan a nuestra sociedad”.
Partidos políticos y participación: “Debe entenderse definitivamente que la política es diálogo. Si así no fuera, sería violencia”, explica el documento. A renglón seguido, se atacan las críticas al sistema político y a la actividad política misma: “Enfrentamos una batalla cultural, porque cada vez son más numerosos los grupos ostensiblemente antidemocráticos que afirman que los técnicos deben abandonar su papel de simples asesores de los políticos, y determinar independientemente la agenda y las resoluciones del Estado”.

 

CAVALLO SOBRE LAS CRITICAS
“Son electorales”

El ministro de Economía Domingo Cavallo eludió la confrontación directa con el ex presidente. Por la noche, cuando Raúl Alfonsín ya lo había acusado de ser responsable por el crecimiento de la deuda, Cavallo se presentó en conferencia de prensa a informar sobre el nuevo acuerdo con el FMI. Era su oportunidad de responder, pero eligió no devolver golpe por golpe, sabiendo que no pasa por su mejor momento.
“Más allá de la retórica, debe estar de acuerdo” con la política de déficit cero, fue lo primero que dijo Cavallo cuando le preguntaron sobre el discurso del caudillo radical. Fue una respuesta vaga, con la que buscó tirar la pelota al corner. Pero la pelota volvió con otra pregunta, y entonces el ministro se puso algo más firme: “No hablo de documentos electorales, porque soy ministro de la Nación y me estoy ocupando de los problemas de todos los argentinos. Voy a prescindir de responder a documentos electorales”. Eso fue lo más duro que dijo sobre la propuesta económica radical.
Fue evidente que el ministro no quiso ir al choque, actitud que muestra un cambio llamativo en su forma de manejarse políticamente. Esa imagen de Cavallo, esquivando una respuesta a Alfonsín, es muy distinta a la que el mediterráneo acostumbró a propios y extraños. Y habla de que está pasando por un momento de debilidad.
Ante la cuarta pregunta sobre lo ocurrido en la convención radical, Cavallo sostuvo que “la mejor política para bajar la pobreza es el plan de déficit cero, a partir del cual también mejorará la situación social”. En la city también esperaban el discurso de Alfonsín, pero cuando llegó faltaba menos de media hora para el cierre de las operaciones bursátiles, por lo que no se verificó ninguna reacción especial. Para conocer qué piensan los mercados de sus palabras, habrá que esperar hasta el lunes.

 

OPINION
Por Martín Granovsky

Fastidio

Che, ¿éste la habrá leído alguna vez?”, preguntó en un susurro el ex gobernador Alejandro Armendáriz. Fernando de la Rúa acababa de mencionar la “Carta a los argentinos”, el programa original de la Alianza. Después, cuando el Presidente terminó su discurso, el aplausómetro registró temperatura glacial, y algunos ni siquiera hicieron el gesto de juntar una palma con otra. Para los delegados al Comité Nacional de la UCR, el partido de gobierno, la visita de De la Rúa representaba lo mismo que el Gobierno: un fastidio.
Sin embargo, ni ellos ni Raúl Alfonsín rompieron con De la Rúa. El documento de la UCR no lo menciona y el ex presidente tampoco lo nombró por nombre y apellido en sus críticas, como sí marcó a Domingo Cavallo endilgándole, además, el peso de toda la deuda externa.
La interpretación oficial dice que Alfonsín produjo un documento crítico por cálculo electoral, para no pegarse al Gobierno como candidato a senador. Sin embargo, nadie en la Argentina calcula ni de lejos que Alfonsín pueda derrotar a Eduardo Duhalde. Por eso, otra hipótesis es más probable: que Alfonsín esté volviendo a imaginar el escenario de un gobierno sin Cavallo y con un De la Rúa en la Presidencia pero acotado por la vieja Alianza en combinación con el peronismo político, las centrales obreras y la Unión Industrial Argentina.
Si esa es la estrategia, hay por lo menos tres dudas a despejar:
El peronismo de los gobernadores, no el de Duhalde o el de las CGT, que son para Alfonsín la esperanza de un PJ aglutinado, ¿apoyaría a otro ministro de De la Rúa que no fuese Cavallo?
Disminuir tanto a De la Rúa, ¿no es lo mismo que echarlo? Y en este caso, ¿Alfonsín está dispuesto a vertebrar una UCR antiverticalista, como los peronistas de 1976, y combinar un plan de reemplazo con el Frepaso y el PJ?
Cuando quiso presionar al Gobierno, el Frepaso de la Era Chacho no hizo la única jugada realmente fuerte: usar su bloque de diputados como amenaza para forzar una negociación sobre el rumbo del Ejecutivo. La UCR, que votó a favor del déficit cero y ayer no lo cuestionó en el documento, ¿lo hará?
La duda que resume las tres anteriores es si el duro texto de la UCR se convertirá en acción práctica. Es imposible saberlo. Pero aunque eso no suceda está claro que si los mismos elementos –la reestructuración de la deuda y el salario social– se repiten en el discurso de peronistas, radicales, frepasistas, aristas y polistas, terminarán formando parte del sentido común de la política y podrían convertirse en un dato del conflicto cotidiano. Sobre todo en un país en que la tasa interbancaria trepa, como ayer, del 5 al 15 o 18 por ciento e impide hasta el sueño de la reactivación.

 

OTRAS VOCES
Darío Alessandro, jefe del bloque de diputados de la Alianza.
“Existe un amplio marco de coincidencias entre los partidos que integran la Alianza y aun por fuera de la Alianza. La necesidad de reestructurar la deuda es un elemento fundamental para que la economía argentina pueda volver a crecer. Es hora de articular este consenso y estas coincidencias programáticas que transversalmente recorren partidos y sectores sociales. El Gobierno no debe verlas como antagónicas o perjudiciales, sino que debe de alguna forma valerse de esta unidad que existe para plantear una sólida posición nacional.”

Federico Storani, presidente del comité bonaerense de la UCR.
“El documento refleja el sentir altamente mayoritario de los delegados al Comité Nacional y de la gente que votó en las internas partidarias, que no se sienten representados en la política del Gobierno porque significa un alejamiento de la propuesta de la Alianza.”

Rodolfo Terragno, candidato a senador.
“El documento me reconforta en cuanto avala la idea de la reestructuración consensuada de la deuda externa, tal como vengo planteando.”

Marcelo Stubrin, diputado UCR.
“El documento expresa el consenso político que hay en el partido. Las precisiones económicas y programáticas habría que verlas con más detalle. No me parece que haya que resaltar si hay o no diferencias con el Gobierno, sino ver desde dónde apoyamos este proceso. Los partidos no deben perder su identidad y la UCR se ha expresado acerca de esta coyuntura; tal vez no sea de estilo hacer un documento con tantas propuestas económicas, pero insisto en que expresa el ancho callejón de la opinión partidaria.”

Angel Rozas, gobernador del Chaco.
“El partido debe sentarse a una mesa con el Presidente para plantear cuestiones de fondo que son el contenido ideológico de la UCR. Este es nuestro gobierno nacional pero hay que corregir direcciones que entendemos son equivocadas en lo social y en lo económico.”

Leopoldo Moreau, senador UCR.
“El documento transforma en piedra angular de ese plan el recorte consensuado y con quita de la deuda. Desde lo social es importante también el seguro de desempleo para los jefes de familia desocupados. Este documento demuestra que el radicalismo no hace una defensa circunstancial del poder, sino de los principios y valores que mantiene desde hace más de cien años.”

 

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