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COMENZO EL REALITY SHOW SEXUAL “CONFIANZA CIEGA”
Adelante, mis calientes

El programa, conducido por Juan Castro, empezó con el pie derecho por Azul, donde irá los lunes, martes, miércoles y viernes. Tres parejas deben vencer la tentación de la infidelidad, rodeadas de bellezas.

Por Verónica Abdala

Las tres parejas de “Confianza ciega” ingresaron al complejo destinado a albergarlas con gestos relajados. La distensión les duró poco: minutos después, al menos en la magia de la edición, predominaban las caras crispadas y los gestos nerviosos. Algunos empezaban a darse cuenta, más temprano que tarde, de que se habían metido en una prueba difícil de superar. La idea del reality show es de una perversa sencillez: durante 16 días los participantes, rodeados de una docena de hermosos ejemplares humanos, deberán vencer la tentación de ser infieles. El problema no es conquistar alguien del otro sexo sino evitar ser conquistado. A poco de comenzada la emisión del domingo (que superó los 13.4 puntos de rating), una de las parejas ya había discutido, y las otras dos enfrentaban sus respectivas angustias respondiendo a estereotipos: una llorando, la otra histeriqueando. “Confianza...” no ofrece más premios que el viaje y la participación. La hipótesis de los realizadores es que, si las condiciones están dadas, no hay quien pueda resistirse a la tentación.
Los participantes recorrieron, apenas llegados a la localidad portuguesa de El Faro, las lujosas instalaciones: habitaciones soñadas, jardines de película rematados con jacuzzis, piletas del Edén. Una arquitectura del placer, que miraron con ojos pajueranos. Después, por momentos ruborizados, conocieron a los doce “seductores”: seis hombres de buena musculatura y aspecto de modelos y seis chicas de curvas lucir.
La estética de una porno superproducida, condimentada con una cuota de perversión (la gracia está en ver de qué manera los participantes engañan a sus parejas), opera como una garantía de entretenimiento, en este programa. Al lado de estos chicos tentados durante las 24 horas a tener sexo, los de “Gran Hermano”, con sus rutinas de desocupados y sus rondas inacabables de mate, aburren hasta la exasperación. El rating de “Gran Hermano” está en baja: el sábado, su programa central “apenas” midió 17.4 puntos, contra los 24 promedio de los días de su esplendor.
“Confianza ciega” –un producto original de la empresa holandesa Endemol, que es la misma de “Gran Hermano”– lleva al terreno de lo explícito la apuesta tácita de los otros programas del género, ante la certeza de que el público de los reality, en su madurez voyeurística, ya no se conforma con la inacción sostenida. Uno de los problemas del nuevo programa es que hay que tener un verdadero fixture a manos para verlo durante la semana: va los lunes y martes en dos ediciones, a las 21 y a las 23, y los miércoles y viernes desde las 23, siempre con la conducción de Juan Castro. El papel de Castro fue predominantemente cínico en la presentación: “Brindemos porque el amor sea más poderoso que la seducción”, propuso con un brillo en la mirada (el negocio es que no sea así, y así no será).
Al final del programa, los tres hombres, y sus chicas hipertentadoras, y las tres mujeres, y sus hombres más que prometedores, ingresaron en la competencia. Cada noche, Castro les mostrará, en versión editada por la producción, las andanzas de su media naranja en la casa de al lado. Lo que se vio anoche, en la continuidad de la acción, confirma que lo que en principio pudo haberles parecido una “prueba de amor” o una excusa para probar fuerza de voluntad empieza a convertirse para los seis en una pesadilla de cuernos televisados.

 

 

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