Principal RADAR NO Turismo Libros Futuro CASH Sátira


HABLA EL PERIODISTA PAQUISTANI Al QUE CONTO SU VIDA
El casi biógrafo de Bin Laden

El periodista paquistaní Hamid Mir fue el que más conversó con Osama bin Laden. Tanto que, como cuenta en esta entrevista, el propio líder terrorista lo eligió como su biógrafo.

Osama bin Laden (der.) habla con sus hombres en 1989, en
las montañas de Afganistán.

Por Eduardo Febbro
Desde Islamabad

Hamid Mir tiene un puñado de recuerdos imborrables. A sus 36 años, este periodista paquistaní, redactor en jefe del diario Ausaf, que publica informaciones “detalladas” sobre los movimientos islamistas, es una de las personas que, a su manera, frecuentó con más asiduidad a Osama bin Laden. Hamid Mir se entrevistó dos veces con él: la primera en 1997, cuando le hizo una entrevista; la segunda en 1998, cuando Bin Laden lo acorraló para que escribiera su biografía. Ese segundo encuentro, que remonta a mayo de 1998, se realizó en una de las bases clandestinas que Bin Laden tenía en las cercanías del aeropuerto de Kandahar. Construida en forma de túneles bajo los escombros de un pueblito derruido para evitar ser detectado por los aviones norteamericanos, la madriguera sirvió de marco de una cumbre en el curso de la cual el millonario saudita le pidió “amablemente” a Mir que escribiera su vida.
Mir ya había pasado a la posteridad en Pakistán al escribir una biografía sobre uno de los personajes que Bin Laden más admira, el ex primer ministro paquistaní Zulficar Ali Bhutto, asesinado en un atentado que, en ese encuentro, Laden atribuyó a la CIA. “Cuando me ofreció escribir su biografía no pude negarme. Estaba en sus manos. Conocía cada detalle de mi vida. ¿Qué iba a hacer? Sin embargo, le advertí que era periodista y que no podría escribir si me dictaban el texto.” Bin Laden aceptó y fijó sus propias condiciones: el manuscrito tenía que pasar por sus manos antes de ser publicado y los derechos de autor se repartirían entre ambos. Para Mir los derechos del inglés y del urdú –la lengua oficial de Pakistán–, para Bin Laden el resto de los derechos, es decir, el árabe, el español, el francés, el japonés, etc. Casi el mundo entero. “Bin Laden es un hombre de negocios que controla cada peso”, cuenta Mir.
Su “biógrafo casi forzado” lo interrogó sobre la razón que lo había llevado a declarar la guerra santa contra Estados Unidos y le recordó que en Estados Unidos había muchos musulmanes y que el Corán prohíbe matar a niños inocentes. Bin Laden le dijo: “Mientras los israelíes matan a niños inocentes en el Líbano y en Palestina, ¿por qué los judíos y los musulmanes inocentes de EE.UU. se callan la boca? Su silencio los hace cómplices. Entonces tenemos que matarlos”.
Mir permaneció dos días y tres noches en la base del saudita. Luego, desde Islamabad, a través de los numerosos emisarios de Bin Laden, le hizo llegar cuestionarios con los que completó las informaciones de la biografía. “A veces esperaba varias semanas una respuesta. Todos los mensajes que recibía estaban escritos en árabe y en urdú, de puño y letra de Ayman Al-Zawahiri, el jefe del Jihad islámico egipcio y brazo derecho de Bin Laden.”
Una foto tomada el 14 de marzo de 1977 sirve de prueba de la veracidad del primer encuentro. Tras pedirle una entrevista con Bin Laden al líder de los talibanes, a mediados de marzo del ‘97 apareció un “enviado especial” argelino. Le dijo que se preparara para el día siguiente y le dio cita en Peshawar, la ciudad fronteriza del norte de Pakistán. El argelino los llevó en un auto alquilado hasta la frontera afgana y desde allí caminaron largamente por los caminos ocultos de los contrabandistas hasta que llegaron a una ruta donde un jeep los recogió. “Anduvimos como dos horas y después nos vendaron los ojos y seguimos andando otra hora más. Llegamos a una zona montañosa, a una suerte de quinta con centenares de hombres armados.” Lo más fantástico de ese primer encuentro empieza ahí. Antes de llegar ante el “supremo”, Mir fue controlado hasta en lo más íntimo: “Fue un control humillante. Me hicieron desvestir, me palparon los testículos y terminaron haciéndome una ecografía del estómago para ver si no llevaba una bomba. Después me rompieron todas las lapiceras que llevaba encima”.
Bin Laden apareció media hora más tarde. Con gestos calurosos lo invitó a sentarse y luego a cenar: un cordero entero, arroz, ensalada y PepsiCola. “Me dio terror comprobar todo lo que Bin Laden sabía sobre mí. Conozco muchas cosas, me dijo. ‘Sé que usted entrevistó a Shimon Peres en Suiza en el 1994 y a Nelson Mandela en el 95’. Me dijo que tenía un hijo, cuatro hermanos y una hermana, me dio el nombre de mi padre, citó el de tres amigos míos, me citó el número de mi cuenta de banco y el teléfono de mi amante.” A pesar del mito, Mir confirma que Bin Laden no habla en inglés. El comandante de la Jihad Islámica egipcia se encargó de la traducción. “Me di cuenta de que si revelaba la más mínima información sobre su paradero, si llegaba a traicionarlo, era hombre muerto. Cuando terminamos de cenar se fue diciendo hasta mañana.”
Mir realizó la entrevista a la mañana siguiente, durante el desayuno. Laden le aseguró que las compañías norteamericanas estaban “expoliando el petróleo de los árabes. Todos los precios aumentan, menos el del petróleo, y es por causa de la presión norteamericana”. Según le dijo después de exponerle un complicado cálculo de cuentas, “las compañías norteamericanas le deben a los árabes 30.000 millones de dólares y es preciso recuperarlos. Después de todo esto nos despidieron y uno de sus hombres nos acompañó a Peshawar para que le entregáramos los negativos de las fotos que tomamos durante la entrevista”. Con los años que pasaron Hamid, Mir fue perdiendo el miedo. Pero hoy lo siente otra vez, y no por él. Analizando la situación de su país, Mir afirma que “si EE.UU. ataca Afganistán sin presentar las pruebas de la implicación de Bin Laden, eso no hará más que reforzarlo políticamente. Su ideología está fundada sobre el odio a Norteamérica y es peligrosa. Pero se extenderá como un reguero de pólvora por todo el Islam. Los jóvenes creerán en Bin Laden como en un héroe. Si eso se produce vamos derecho a la guerra entre las civilizaciones”.

 


 

ISLAMABAD RECHAZA EL APOYO A LA ALIANZA DEL NORTE
Tan poco confiable como un paquistaní

Pakistán, un país clave para la operación antitalibán de Estados Unidos y el único que mantiene relaciones diplomáticas con el régimen afgano, ayer desaprobó cualquier intervención extranjera en apoyo a la Alianza del Norte –que lucha contra los talibanes– con el fin de imponer otro gobierno afgano. En Islamabad, luego de reunirse con representantes de la UE, el canciller paquistaní, Abdul Sattar, dijo en conferencia de prensa en Islamabad que “cualquier decisión de un poder extranjero de dar ayuda a uno u otro lado en Afganistán será una receta para un gran sufrimiento del pueblo de Afganistán”. En este sentido, declaró también que “sería una catástrofe ayudar a la Alianza del Norte”.
Asimismo, Pakistán dijo que no seguirá el ejemplo de Arabia Saudita y no suspenderá sus relaciones diplomáticas con Afganistán, ya que constituye al menos un canal de comunicación con el aislado régimen talibán. Pero el presidente norteamericano George W. Bush se declaró dispuesto a cooperar con la oposición armada al régimen de los talibanes –en el poder de la capital Kabul desde 1996– y así ayer expresó por primera vez la posibilidad de un derrocamiento, en el marco de una rebautizada “operación libertad perdurable” de Estados Unidos contra el terrorismo. El principal sospechoso de los atentados contra norteamérica, el saudita Osama bin Laden, está presuntamente escondido en Afganistán, y la última movida de Bush es “extirparlo cooperando con los opositores a los talibán”.
Pakistán accedió a colaborar con el gobierno de Bush tras los atentados, seguramente para paliar la grave crisis económica que vive el país.

 

PRINCIPAL