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DINAR LINEAS AEREAS

BUSH NOMBRO A DOS GENERALES MEDIOS
PARA DECIDIR EL DERRIBO DE AVIONES CIVILES
¿Usted confiaría su vida a gente así?

George W. Bush reveló ayer un
gran plan represivo que incluye el derribamiento sin consulta de aviones sospechados de haber sido tomados por terroristas, videocámaras internas en las aeronaves, fortificación de las cabinas de pilotos y vigilancia de la Guardia Nacional.

Teniente general Norton A. Schwartz
(izq.) y mayor general Larry K. Arnold:
los que decidirán.

Por Audrey Gillan
Desde Nueva York

Dos generales de la Fuerza Aérea norteamericana recibieron autorización para derribar aviones comerciales de línea que parezcan estar amenazando cualquier ciudad de Estados Unidos, dijeron ayer funcionarios del Pentágono. Los poderes para destruir aviones que puedan haber sido secuestrados fueron parte de un gran plan represivo para garantizar la seguridad aérea que el presidente George W. Bush reveló ayer en Chicago. El plan también incluye un dramático aumento en la cantidad de air marshalls armados que van a estar viajando clandestinamente y vestidos de civil en vuelos comerciales para brindar protección contra el terrorismo y reconstruir la confianza de la nación en el transporte aéreo. Otras propuestas que han salido a la luz a la zaga de los ataques contra el World Trade Center y el Pentágono incluyen el desarrollo de tecnología que permitirá a los controladores de tráfico aéreo asumir por control remoto el mando de las aeronaves hacerlas aterrizar.
En una conferencia para trabajadores de la industria de aviones de línea en el aeropuerto O’Hare terminó convirtiéndose en algo más parecido a un acto político, Bush dijo que su administración quería “garantizar que cualquiera que quiera dañar a América le resulte muy duro hacerlo”, El presidente anunció que la seguridad en los aeropuertos norteamericanos será sacada de las manos de las compañías de seguridad privada y puesta en las del gobierno federal, y que se llamaría a integrantes de la Guardia Nacional para reforzar la seguridad de los aeropuertos. “Protección ampliada de las cabinas de pilotos” significará que cámaras de video serán instaladas en las cabinas de pilotos de modo que éstos últimos puedan monitorear lo que está ocurriendo en las secciones de pasajeros. Las puertas de acceso a las cabinas de los pilotos serán fortificadas y provistas de candados más fuertes. También se asegurará que los radiofaros de respuesta, que señalan la posición del avión, no puedan ser apagados, como lo fueron en los aviones secuestrados el 11. Alrededor de 500 millones de dólares serán invertidos en las modificaciones a los aviones. Y se entregarán 3000 millones de dólares a la seguridad general de las aerolíneas.
Las medidas de Bush, que serán implementadas tan pronto como sea posible, están apuntadas a restaurar la confianza perdida. Ayer, el presidente exhortó al pueblo a volver a los aviones y a los viajes: “Vayan a Disneyworld en Florida, lleven a sus familias y disfruten de la vida del modo que se merece. Vamos a poner al gobierno federal a cargo del escrutinio de pasajeros y equipajes y de todas las inspecciones de seguridad –agregó–. (Introduciremos) medidas visibles de seguridad de modo que los viajeros sepan que somos serios en materia de seguridad de aerolíneas en Estados Unidos”. Y sostuvo: “Estamos haciendo una declaración fuerte, de que, unidos, el gobierno y el sector privado volverán a hacer de los vuelos una parte de nuestro estilo de vida”.
Previamente, el Pentágono confirmó que dos generales de la Fuerza Aérea habían sido autorizados a ordenar a los militares el derribamiento de cualquier avión civil que parezca estar amenazando a ciudades estadounidenses. El secretario de Defensa Donald Rumsfeld dijo que él había bosquejado las nuevas reglas de combate con el general Henry Shelton, jefe del Estado Mayor Conjunto. Interrogado sobre qué clase de garantía podrían tener los pasajeros contra los errores, Rumsfeld enfatizó que los generales solamente actuarían sin autorización ejecutiva en las circunstancias más excepcionales y sólo si no había suficiente tiempo para consultar.
Los generales en cuestión, ambos de mediano rango. son Norton A. Schwartz, comandante del Comando Alaska y de la 11 Fuerza Aérea, y el mayor general Larry K. Arnold, de la base aérea Tyndall en Florida. Ambosoperarán bajo coordinación del NORAD, el Comando de Defensa Aeroespacial Norteamericano.

* De The Guardian de Gran Bretaña, especial para Página/12.

 

Claves

- El presidente norteamericano George Bush autorizó a dos generales del Norad (Comando de Defensa Aeroespacial Norteamericano, integrado por Estados Unidos y Canadá) a decidir el derribo de cualquier avión comercial de ruta sospechosa, sin consultas previas (ver pág. 3).
- Ayer, el FBI arrestó a 20 supuestos militantes islámicos con permiso para conducir camiones con cargamentos tóxicos o biológicos.
- Fuentes de defensa británicas afirmaron que, en cuanto a la operación militar en Afganistán, la política será de “paciencia estratégica (ver pág. 6).

 

QUE ES Y COMO FUNCIONA EL NORAD, QUE COORDINARA LA “DEFENSA”
El fantasma de un nuevo Doctor Insólito

Por Gabriel A. Uriarte
Enviado especial a Washington

Edward Luttwak definió a los comandos de las fuerzas armadas norteamericanas como “capas geológicas, residuos de crisis ocurridas hace mucho tiempo”. Ningún comando se ajusta más a esta definición que el de la Defensa Aérea de América del Norte (NORAD). Creado en conjunto con Canadá (que todavía designa al vicecomandante) en los 50, es un sistema de alerta temprana concebido en tiempos en que el principal peligro nuclear todavía venía de aviones tripulados. Una especie de gigantesco radar, su tarea era la de dirigir aviones interceptores basados en América del Norte contra formaciones de bombarderos soviéticos. Así, el desarrollo de misiles balísticos durante los 70 y 80 no pudo sino devaluarlo. Desde entonces, sus sucesivos comandantes buscan frenéticamente alguna nueva tarea para impedir su desactivación, y la pérdida de muchos menos puestos para oficiales de la Fuerza Aérea. Hasta el 11 de setiembre, su principal argumento era el de tomar control del futuro sistema nacional de defensa antimisiles (NMD). Ahora, es el de derribar cualquier avión que parezca pronto a repetir lo ocurrido ese día.
Era inevitable. La decadencia del NORAD reflejó la decadencia del concepto de defensa en la guerra nuclear. Los aviones que patrullaban los cielos eran incapaces de interceptar los misiles balísticos de ojivas múltiples desplegados a partir de los 70. Y su función primaria, la destrucción de bombarderos enemigos, perdía gran parte de su sentido dado que para los 70 estos aviones usarían armas intercontinentales, por lo cual deberían ser destruidos muy lejos del territorio norteamericano. En suma, el gigantesco número de misiles en ambos lados eliminaba cualquier concepto viable de defensa, lo que produjo, primero, los innumerables escenarios de un first-strike (o primer golpe) preventivo y, segundo, los esfuerzos por desarrollar nuevos medios de defensa. El NORAD se aferró a esto último para sobrevivir.
Es el comando que coloca más énfasis en la opinión pública. En frecuentes visitas guiadas a a través de su gigantesco cuartel debajo de las montañas Cheyenne en Colorado, sus comandantes se ofrecen como guías personales para periodistas y congresistas influyentes. Siempre aprovechan la oportunidad para revelar las grandes debilidades de la defensa aérea norteamericana: en relación a los misiles balísticos soviéticos en los 80, en relación a los misiles balísticos norcoreanos en los 90. Fue así que el NORAD se convirtió en el epicentro militar de esa gigantesca operación de relaciones públicas que fue el Star Wars de Reagan. Era el cuartel general de una fuerza de defensa inexistente, de la misma manera que en los últimos años presionó para que se le diera el control de una defensa espacial igualmente inexistente.
Todo esto ocurrió mientras las fuerzas reales bajo su mando declinaban de forma implacable. Perdió sus escuadrones, que habían dejado de ser de primera línea, y fueron reemplazados por unidades de la Guardia Nacional. Y estos tenían baja prioridad en la asignación de fondos. Así, en los 80 se estimaba que a lo sumo un 30 por ciento de sus interceptores podrían ser usados. El 10 de setiembre la situación era aun peor: como se ocupó de enfatizar el comandante actual, general Ralph Eberhardt, con una alerta de 10 minutos sólo podrían activarse 17 aviones en todo el país. Ahora, según las directivas de George W. Bush, ese número aumentaría a por lo menos 100.
¿Es decir que viajar por avión a Estados Unidos implica estar a la merced del general Eberhardt? En los hechos, esto sería la mejor opción.Si fuera sólo el NORAD el que tuviera control sobre el monitoreo e intercepción de aviones tomados por terroristas, se minimizaría el peligro de un error, ya que la información y poder de decisión estarían centralizados. Sin duda esto deja abierto el riesgo de dejar todo a cargo de un Dr. Insólito en las montañas Cheyenne, pero el esquema actual podría producir una tragedia aún si todos se comportan racionalmente. Es que la información que usará el NORAD para decidir sus acciones vendrá de la Agencia Federal de Aviación (FAA), la que monitorea los vuelos domésticos. Esto interpone un agente sobrante en la jerarquía, lo que se traducirá en mayores demoras en el ciclo de decisión. Y estas demoras serían fatales. Es precisamente en situaciones cuando no llega información desde la FAA, cuyo último informe hablaba de un avión que no respondía a las señales de radio y podría estrellarse contra alguna ciudad, que el general Eberhardt está autorizado para apretar el gatillo.

 


 

A detener a los terroristas, así en la tierra como en el cielo

El FBI arrestó ayer a 20 supuestos militantes extremistas islámicos que habían obtenido licencias para conducir camiones con cargamento tóxico o radiactivo. Uno de ellos obtuvo la licencia el mismo día de los atentados sobre el Pentágono y las Torres Gemelas.

Un hombre discute con un policía en
el puente de Manhattan en la hora pico: no puede entrar.

Por Rosa Townsend *
Desde Miami

La amenaza de nuevos atentados terroristas en Estados Unidos persiste no sólo “en los cielos, sino también en la tierra”, ha advertido el secretario de Justicia, John Ashcroft. La sospecha se centra en posibles planes terroristas de utilizar camiones cargados de materiales tóxicos o radiactivos contra objetivos urbanos, convirtiéndolos en armas de destrucción masiva. El FBI ha arrestado a 20 militantes extremistas islámicos que habían obtenido licencias, de forma legal o ilegal, para conducir ese tipo de vehículos. Pero hay muchos motivos para seguir preocupándose: un 12 por ciento de las ciudades medianas y pequeñas de Estados Unidos no tiene planes de emergencia para ataques químicos o biológicos y otro 32 por ciento recién los está creando ahora.
Las autoridades estadounidenses creen que los nuevos arrestos efectuados les han puesto en la pista de otra conspiración, que probablemente estaba –o está– en la fase de preparación. De momento, han puesto en estado de máxima alerta al sistema nacional de transporte, pero los responsables de ese sector señalan la imposibilidad de vigilar cada vehículo, cada avioneta, cada tren o cada autobús que se desplace por el país. “Es imposible controlar todos y cada uno de los camiones”, señaló el miércoles Mike Russel, presidente de la Asociación Nacional de Camioneros.
Las licencias incautadas a los 20 sospechosos les hubieran permitido conducir camiones con desechos radiactivos y otras sustancias, desde gasolina hasta toxinas, productos químicos agrícolas o industriales, o materiales inflamables. Todas ellas, sustancias con potencial de ser usadas como armas de destrucción masiva.
El FBI no ha revelado la identidad de los sospechosos ni ha confirmado si están vinculados con los suicidas o con la organización de Osama bin Laden. Se sabe que los 19 terroristas que ejecutaron los atentados del pasado día 11 de setiembre no poseían ese tipo de licencia, aunque habían explorado otras opciones de formas de ataque, como la fumigación de sustancias tóxicas sobre núcleos urbanos. También han trascendido a la prensa los nombres de tres arrestados con licencias tóxicas: Nabil al Marabh, Karim Koubriti y Ahmed Hannan.
La policía no sabe si el hecho de que Marabh obtuviera la licencia el 11 de setiembre del pasado año 2000 es pura coincidencia o algo más siniestro. Fue en su departamento de Detroit donde arrestaron a los otros dos sospechosos y luego rastrearon sus conexiones con un tercero encarcelado en Jordania por planear un atentado la pasada Nochebuena y conectado a la red de Bin Laden. Marabh fue durante años taxista en Boston, y Koubriti y Hannan trabajaron en el aeropuerto de Detroit con documentación falsa.
Los planes de Bin Laden de atacar Estados Unidos y otros países de Occidente con sustancias químicas los ha descrito con todo lujo de detalles uno de sus soldados, que ahora cumple condena de 140 años en Nueva York por el anterior atentado a las Torres Gemelas en el año 1993.
Ahmed Ressam testificó durante el juicio por aquel atentado que durante su entrenamiento en el campo afgano de Khalden habían practicado la inseminación de cianuro y ácido sulfúrico en los sistemas de ventilación de edificios: “Pusimos a un perro en una caja y le metimos cianuro y ácido sulfúrico y duró cuatro minutos”.
Ressam dijo que los comandos se subdividen en células de cuatro o cinco operativos con un área geográfica: “Unos tenían países de Europa y yo tenía Estados Unidos”. Y continuó: “Primero fuimos a Canadá para robar bancos y financiar el ataque, y luego nos adentramos en Estados Unidos”. Una parte esencial del entrenamiento, según Ressam, era el ataque conexplosivos e incluso lanzacohetes a infraestructuras como centrales eléctricas, de agua potable, comunicaciones, aeropuertos y puertos: “La consigna era no despertar sospechas, no hablar jamás de los planes e ir vestidos de turistas”.

* De El País de Madrid. Especial para Página/12.

 


 

OFERTA DE (O A) JESSE JACKSON PARA IR A KABUL
El mediador que no pudo ser

Por Audrey Billan y Rory McCarthy
Desde Nueva York e Islamabad

El conocido pastor norteamericano Jesse Jackson dijo ayer que fue invitado por el régimen talibán en Afganistán a viajar a la región para hablar con los líderes del país; en otras palabras, le pidieron una mediación. La Casa Blanca le advirtió que no fuera, argumentando que no hay negociación posible con una nación de la que se sospecha refugia al líder terrorista Osama bin Laden. Jackson, el líder de la Coalición del Arco Iris, que tiene sólida experiencia como negociador internacional, dijo que estaba considerando la visita a fin de persuadir a los talibanes a “constatar lo que vale elegir (el) mundo justo por encima de un mundo en guerra”. El embajador talibán en Pakistán, Abdul Salam Zaeef, dijo que Jackson se invitó solo.
Asimismo, dijo que había escuchado “un pedido inminente” de parte del padre de uno de los ocho misioneros cristianos detenidos en la capital Kabul bajo cargos de proselitismo. El juicio a los dos norteamericanos, dos australianos y cuatro alemanes estará listo para mañana.
Sin embargo, ayer por la noche no quedaba claro si el pedido de mediación fue hecho por el talibán o sugerido por los amigos de Jackson. “No hemos invitado a Jackson, pero él ha hecho la oferta de mediar, la que fue aceptada por nuestro líder, el mullah Mohammad Omar”, dijo Zaeef. En Kabul, el mullah Omar autorizó a oficiales a dialogar con Jackson, de acuerdo a un servicio de noticias afgano con sede en Pakistán. Sohail Shaheen, el vocero del embajador talibán en Islamabad, dijo que Jackson fue contactado el miércoles y se le pidió que mediara. Además afirmó que el nombre de Jackson fue mencionado por “algunos amigos, tal vez de Pakistán, e incluso de Estados Unidos”, y “unos amigos que estaban trabajando en el tema lo eligieron a él porque querían salvar ambos países de la guerra, de la matanza y de la destrucción. El aceptó. Los amigos dijeron que el quería venir”, también él declaró que la visita sería pronto como así un probable encuentro con el mullah Omar.
Jackson se postuló para presidente en dos ocasiones y no es, precisamente, un aliado de la Administración Bush. De hecho, organizó la oposición a George Bush durante los recuentos presidenciales en Florida.
Su ofrecimiento no fue bienvenido y la Administración Bush dijo que los talibanes están haciendo uso de su intervención como una “demora táctica”.

 

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