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BUENOS AIRES NEGRO, UNA ATIPICA AGRUPACION TANGUERA
En el arrabal del siglo XXI

Acaban de editar su primer cd, �Turra vida�, en el que descargan, lejos de los clisés del género, duras viñetas de realismo suburbano.

El grupo Buenos Aires Negro se
presenta mañana en La Fábrica.
“Es el Buenos Aires de las sombras”,
dice Peche, el cantante.

Por Fernando D’Addario

Los integrantes de Buenos Aires Negro describen así uno de los shows que les deparó el destino: “Estábamos acá, en La Fábrica; era una madrugada de tormenta terrible, no vinieron más de diez personas, entre ellas tres minitas que no sabemos cómo llegaron, pero cayeron medio asustadas, tomadas de la mano. Encima de que las instalaciones del lugar son bastante especiales, se cortó la luz, tuvimos que poner velas, tocamos a oscuras, pero estuvo bárbaro. Terminamos zapando durante horas, haciendo temas de Spinetta, Manal, todos borrachos”. La postal es perfecta, pero no alcanza. Los detalles escenográficos y la ayuda logística del clima adverso proponen una pintura de porteñismo dark, que sólo testimonia una parte de lo que representa Buenos Aires Negro.
Más pistas: su flamante disco debut se llama Turra vida, un título que no ayuda a neutralizar las presunciones. La música y las letras, en tanto, cierran el círculo de la desesperanza, pero, al mismo tiempo, abren un espacio nuevo en el tango del siglo XXI. Una concepción “moderna” (si es que así se puede sintetizar aquello que pasó en el tango en los últimos 40 años), en las melodías y los arreglos, con espíritu rockero y letras de realismo sucio suburbano, conforman el cóctel poco explorado que presenta Buenos Aires Negro. La experiencia es fuerte, eso sí, y para el caso las opciones son igualmente válidas: verlos en vivo, o escuchar, una tarde de domingo, algunas de las mejores canciones escritas por Peche, el cantante: “El resentido”, “Buenos días Buenos Aires”, “Francis” (la historia de un personaje entrañable del viejo Bajo Belgrano) o “Turra”. Mañana seguirán presentando el disco en La Fábrica Ciudad Cultural (Querandíes al 4200), un reducto en el que son locales desde siempre, y donde un buen guiso y el vino tinto suelen ayudar a calentar el espíritu.
“Antes cocinaba yo, pero se complicaba, porque hacía la comida y tenía que cantar, y después, lo que sobraba me lo tenía que comer yo...”, apunta Peche en la entrevista con Página/12, que comparte con Ricardo Culotta, trompetista, y Carlos Girado, uno de los guitarristas. Además de cantor de tangos y poeta de barrio bajo, Peche se gana la vida desde hace años como limpiavidrios. “Laburé con patrón un par de veces, pero siempre me echaron”, dice, y sus compañeros de banda asienten. Conocen al personaje.
La banda es heterogénea y su público también, aunque predomina un perfil joven. Es que Buenos Aires Negro escapa a las versiones que se ensayaron últimamente dentro del target “tango joven”. Culotta señala que “hay mucha caricatura en esa búsqueda de las reminiscencias de los años 20, que ensayan muchos grupos. Los tipos grossos, los grandes, pasan de largo de eso”. Peche agrega: “Lo nuestro no es la milonga. Venir a bailar a un show nuestro es como ir a un baile de marcha y que te pongan Pink Floyd”.
Para no confundir, ellos aclaran que lo suyo tampoco encuadra en la experimentación tipo Dino Saluzzi, ni en el refinamiento de Pablo Ziegler, músicos a los que respetan profundamente. Según Culotta, “hay mucho de improvisación en lo nuestro. Yo vengo de una formación jazzera, pero no soy jazzero, Peche tenía una banda de rock, y así todos. Hay libertad en los shows, cada uno hace lo que siente, por eso cuando terminan a veces festejamos y a veces ni nos saludamos”. Los temas son densos en sí mismos, y las letras potencian el desasosiego. “Y eso que están suavizados... –dice Girado, y provoca las carcajadas generales–. Son muy agresivas, y así como algunos salen fascinados, también hay gente que no se la banca”.
–¿No hay una actitud definida de compromiso en las letras de hoy?
Peche: –Ni en el tango ni el rock ni en nada. Hay como una formalidad de la protesta. Como cuando escuchás a los Cadillacs, que te hacen un video contra el totalitarismo, porque queda políticamente bien para el mercado yanqui, pero nunca los vas a escuchar que se metan con una multinacional.
–El nombre de la banda, “Buenos Aires Negro”, admite diversas lecturas.
Peche: –Es el Buenos Aires de las sombras, el que no muestran los mapas oficiales ni los programas de televisión.
Culotta: –También tiene que ver con lo musical, que es reivindicar lo negro que tiene el tango, no solo por su origen, sino por la actitud que mostramos. Somos informales en medio de un tango demasiado formal. A muchos tangueros les sacás la partitura...
Peche: –Por ahí zapan un blues, pero se ponen a hacer tango y les agarra la formalidad. La otra vez fui a “Solo tango” y como estaba de jeans y zapatillas no me querían dejar grabar. Le dije al que me atendió: “Dame tus zapatos y tus pantalones, yo te doy los míos y mis zapatillas”. Al final cambiamos los zapatos nomás. Pero la grabación no salió nunca. Tal vez molesta lo de las zapatillas, pero en el fondo molesta lo que contamos, pero es la realidad que vivimos todos los días. Ando por Soldatti y está diezmado. Al que no mató el sida lo mató la falopa y la policía. El Bajo Belgrano está vacío. Si empiezo a contar los amigos que perdí, es terrible. Pibes que agarraron la pendiente y no volvieron más. ¿De qué otra cosa voy a escribir?

 

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