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DINAR LINEAS AEREAS

EL GOBIERNO TIENE UN PLAN DE DOLARIZACION ANTE EL TEMOR A UNA CORRIDA
Pintados de verde para esperar el ataque

El proyecto de ley es apadrinado por el jefe de Gabinete, sin consenso
de Domingo Cavallo. Lo enviarán al Congreso en caso de descontrol financiero, de lo que ayer ya hubo síntomas. Colombo dejó planteado el tema en una entrevista. �En un caso extremo, dolarizar es menos costoso que devaluar.�

Por Raúl Dellatorre

A diez días de las elecciones, el gobierno nacional insinuó que todavía está en condiciones de jugar una carta fuerte en caso de que las turbulencias financieras amenacen quitarle el timón de las manos: la dolarización de la economía. El jefe de Gabinete, Chrystian Colombo, sin ninguna inocencia, dejó caer la idea en una entrevista radial por la mañana, después de responder tres veces consecutivas que “este gobierno no va a devaluar”. Sin que mediara una nueva pregunta, Colombo agregó “es más, le diría que en un caso extremo (tendría) un costo menor la dolarización que la devaluación”. Pese a que oficialmente se intentó explicar que “sólo planteó una solución que se adoptaría en una situación límite”, otras fuentes del propio gobierno aseguraron que el proyecto de dolarización está en plena elaboración, que hoy sería analizado en un encuentro a puertas cerradas en Chapadmalal entre el presidente Fernando de la Rúa y el secretario general, Nicolás Gallo, y que en los próximos días será girado al Congreso, en previsión de una corrida de depositantes de la que ayer se habrían detectado los primeros síntomas. “Si es necesario, se lanza mañana (por hoy) mismo”, informaron fuentes con acceso a despachos de la Rosada. Aunque el ministro de Economía, Domingo Cavallo, no se opondrá públicamente, no comparte la iniciativa. La propuesta divide al Gobierno, pero también a la conducción económica. “Marx (Daniel, viceministro) es visto cada vez más como si perteneciera a otro equipo económico”, comentó muy reservadamente un funcionario del Palacio de Hacienda.
El “caso extremo” al que alude Colombo no es simplemente una hipótesis o un ejercicio para un futuro lejano, sino una situación inminente anticipada por los datos de ayer en el mercado. El riesgo país sigue disparado batiendo records a cada instante, la Bolsa de Comercio acumula caídas a diario y, encima, ayer hubo señales de fuga de depósitos. La renuncia de Cavallo continuó en boca de todos los operadores y agentes económicos –el Presidente de la Nación la desmintió una vez más–, y la posibilidad de una devaluación inmediatamente después del 14 de octubre quedó planteada en el debate entre economistas y políticos, candidatos o no. Frente a este panorama, el jefe de Gabinete intentó dar muestras de la decisión de sostener la convertibilidad hasta el extremo de la dolarización por ley.
Junto al proyecto de dolarización, se anunciaría la marcha atrás en la canasta de monedas propuesta para reemplazar al dólar como parámetro cambiario. Es decir, seguirá el uno a uno entre el peso y el dólar sin inclusión del euro. “Es una forma de reforzar la convertibilidad”, describió una fuente oficial. Para su implementación, la dolarización requeriría un acuerdo del gobierno estadounidense para que el Tesoro de ese país se preste a hacer de “banquero de última instancia”, es decir que respalde la remonetización de la economía argentina y el reemplazo de los pesos circulantes por la moneda estadounidense.
La decisión final sobre el proyecto de dolarización fue tomada en la Residencia de Olivos, el miércoles por la noche, aunque sin un consenso absoluto entre los presentes. De la Rúa se había reunido temprano con el canciller, Adalberto Rodríguez Giavarini, y el ministro Cavallo. Poco después se sumaron Gallo y Colombo. En este último encuentro se analizó la alternativa de la dolarización, que no convenció a Cavallo. Este había propuesto la emisión de un bono con un interés del 7 por ciento anual con garantía en la recaudación del impuesto a las transacciones financieras, a ser colocado entre bancos y AFJP tenedores de títulos que devengan una tasa del 20 por ciento. El proyecto, elaborado por Horacio Liendo (anticipado por Página/12 dos fines de semana atrás), había sido cuestionado por el viceministro Daniel Marx, quien le objetó su carácter de “canje compulsivo” sobre bancos y administradoras de jubilación privada. Colombo sintonizó con esa crítica, y le hizo sentir el mayor peso de su opinión dentro del gobierno a Cavallo. Desde el Gobierno aseguran que no buscaron hacer contacto con empresarios para pulsar la opinión con respecto al proyecto de dolarización, pero no negaron que hubo múltiples llamados de dirigentes a la Jefatura tras las declaraciones de Colombo por radio. Como en los 22 meses transcurridos desde que asumió, el gobierno sigue más preocupado por los aspectos contables de la economía que por los problemas de funcionamiento real. Mientras Cavallo lanza una propuesta con la mira puesta en cumplir con el Déficit Cero, Colombo le responde con una propuesta cuyo único objetivo es sofrenar la histeria de los mercados. Ni un proyecto, ni otro, prometen lograr nada en materia de reactivación económica. Ni tampoco se seguro que puedan detener definitivamente una corrida, en caso de ocurrir. “Lo difícil es implementarla, pero si lo lograran la dolarización resultaría mucho menos traumática que la devaluación”, opinó un analista cercano al gobierno.
Entre tantos interrogantes, uno es cuál será el momento en el que el gobierno haga público el proyecto de dolarización y otro es qué hará Cavallo cuando ello ocurra. Sobre el primero, en fuentes confiables se apunta que la intención es tener listo el proyecto hoy mismo, porque la intención es lanzarlo antes de las elecciones del 14 de octubre. “Podría ser anunciado el lunes, aprovechando el feriado”, conjeturan dichas fuentes, sin descartar que se dé a conocer hoy si el mercado vuelve a dispararse, para evitar un fin de semana cargado de tensiones.
El segundo interrogante tiene un final abierto. Unos aseguran que Cavallo permanecerá en su cargo acompañando pasivamente un proyecto que, según sus allegados, tiene mucho de gesto político pero ningún efecto práctico en lo inmediato. “En el Congreso no pasa, y el único objetivo es sacar la devaluación del temario de campaña en la semana que resta hasta el 14”, opinan. Otros, en cambio, opinan que el plan de dolarización es el avance definitivo de Colombo sobre Cavallo. Marx, aunque no sea el próximo ministro, está claramente alineado del lado del jefe de Gabinete. Para estos observadores, el único interrogante es si el mediterráneo pega el portazo antes o después del 14 de octubre.

 

A Blejer no le gusta

Antes de presentar el proyecto de dolarización, el Gobierno deberá trabajar para convencer a propios y extraños. Entre los primeros se encuentra el vicepresidente del Banco Central, Mario Blejer, quien semanas atrás manifestó en el Senado que se opone a la dolarización. “Mis colegas del equipo económico saben claramente que tengo una posición muy clara al respecto. Considero que nos sacaría un instrumento de política económica. En este momento, y por el tema de la convertibilidad, no tenemos política monetaria, pero potencialmente puede llegar a existir”, manifestó durante una reunión de la Comisión de Acuerdos del Senado en la que defendió su nombramiento para el cargo. Blejer también contó que en el FMI ya advirtieron que no cubrirán los 750 millones de dólares que perdería la Argentina por perder las reservas en una dolarización.

 

En la Alianza, están en contra

Los principales referentes del bloque de diputados de la Alianza rechazan la posibilidad de que el Ejecutivo avance con un proyecto de dolarización. Ni bien se enteraron de que la idea se baraja en la Casa Rosada, pusieron el grito en el cielo. “Sería tristísimo, la demostración de que entregamos todo a los mercados. Pero, por acá, eso no pasa”, señaló a Página/12 una de las autoridades de la bancada, quien pidió mantener su identidad en reserva hasta que el Ejecutivo transparente su posición. La oposición es compartida por radicales y frepasistas. Diputados de ambos sectores vienen elaborando distintas propuestas para que el Gobierno cumpla con el Déficit Cero sin recortar más los salarios o afectar las transferencias a las provincias. Una de ellas es que el Estado se quede con toda la recaudación previsional y entregue un bono a las AFJP.

 

DE LA RUA Y CAVALLO CON DIPUTADOS DE LA ALIANZA
Devaluación, vade retro

Por José Natanson

Fue un encuentro sorpresivo, el jueves por la noche, en Olivos. Fernando de la Rúa, Domingo Cavallo y los cinco diputados más importantes de la Alianza hablaron de economía al final de una jornada de rumores y tormenta financiera. En la reunión, el Presidente aseguró que no habrá devaluación, pero nunca, ni una sola vez, descartó la posibilidad de apelar a la dolarización. Aferrado a la ortodoxia, Cavallo dio una larga explicación sobre su última alquimia financiera para bajar las tasas, pero los diputados lo cortaron en seco. “El problema es más general. Hasta que no se reactive la demanda, no hay solución posible”, dijeron.
El cónclave fue convocado de apuro por el propio De la Rúa, quien se comunicó personalmente con las autoridades del bloque aliancista –el frepasista Darío Alessandro y los radicales Mario Negri y Jesús Rodríguez- con el jefe de la Cámara, Rafael Pascual, y con el vice Rodolfo Rodil. “Estaba muy preocupado”, reconocía ayer uno de los legisladores.
Llegaron tarde, luego de la caída de la Bolsa y el repunte del riesgo país, en medio de los rumores sobre una inminente salida de Cavallo. Fueron al grano desde el principio. “La recesión es permanente y no hay ningún indicio de que se vaya superar. El Déficit Cero es muy difícil de cumplir”, evaluó Alessandro. “Hay que pensar en un esquema de otro tipo porque esto así no da para más”, redondeó Rodil.
Luego de escuchar a los diputados, Cavallo expuso sus nuevas ideas. Sintéticamente, el plan es utilizar la recaudación del impuesto al cheque como garantía de nuevos bonos, para canjearlos por los que hoy devengan tasas elevadas. El ministro estimó que esos papeles se emitirían a una tasa del 7 por ciento. Según dijo, el mecanismo permitiría refinanciar 50.000 millones de pesos de deuda y ahorrar unos 4000 millones entre la Nación y las provincias.
La jugada no más que una nueva apuesta al clásico círculo de la doctrina ortodoxa: baja de las tasas-inversión-consumo-reactivación-menos desempleo. Un dato que no pasaron por alto los diputados. “Eso significa seguir con la línea que venimos aplicando desde José Luis (Machinea)”, dijeron. “Hay que pensar en otro esquema. La salida es vía demanda, fortaleciendo el mercado interno”, agregaron.
La respuesta de Cavallo era cantada: dijo que no hay recursos para reactivar el mercado interno, que hasta que no vmejoren las tasas no hay solución posible, que lo peor que podría hacer la Argentina es incumplir sus compromisos. “El Fondo nos puede cortar la ayuda”, se defendió.
De la Rúa lucía exhausto. Permaneció en silencio la mayor parte del tiempo. Cuando las quejas de los diputados subían de voltaje, los interrumpió y dijo en tono resignado: “todos sabemos que la situación no es la que quisiéramos, pero el camino es éste”. En otra intervención, De la Rúa desmintió cualquier posibilidad de devaluación. “Sería un desastre”, evaluó.
Concluido el cónclave, los diputados hacían su evaluación. La interpretación era que el complicadísimo escenario es producto de un empate: de un lado el sector financiero, que presiona por la salida de Cavallo y la dolarización vendiendo bonos y difundiendo todo tipo de versiones. Del otro, Cavallo (y el Gobierno) aferrados a la Convertibilidad y el Déficit Cero. “La pulseada se resuelve en breve, y todos sabemos para que lado”, decía un diputado.
Para subrayar el dato, aportaba un observación que podría resultar clave en los próximos días, si la dinámica financiera, como todo indica, continúa empujando la economía al abismo: en ningún momento del encuentro, ni siquiera cuando el tema se mencionó brevemente, De la Rúa descartó la receta de la dolarización.

 

OPINION
Por Julio Nudler

No inventen ninguna más

Sólo dolarizar? ¿O antes de hacerlo desdolarizar (es decir, imponer una conversión forzosa a pesos de los depósitos en dólares, para alivio de los bancos), y una inmediata devaluación del peso, para acto seguido redolarizar, con la consiguiente poda de salarios? A nadie puede ocurrírsele, a esta altura, que el riesgo país argentino esté cerca de los 2000 puntos porque el mundo desconfía de la convertibilidad, y por ende del peso. Hay evidentemente otras razones, como la deuda impagable, los costos no competitivos, el pésimo funcionamiento de instituciones como la Justicia, etcétera. ¿Qué mejoraría en relación a cualquiera de estas cuestiones si se aboliera el peso? Aún más: ¿qué sentido tendría cristalizar la marcada distorsión actual de precios relativos, fijándola en dólares? Si las tarifas de los servicios públicos privatizados son demasiado altas, ¿qué cambiaría respecto de hoy, si ya están dolarizadas, y además indexadas por la inflación estadounidense? Si hoy la Argentina sufre bajo la rigidez de la convertibilidad, que anuló el instrumento de la política cambiaria y sólo permite un soplo de política monetaria, ¿cómo podría elegir dejar el volante en manos de la Reserva Federal norteamericana?
Como partículas que se aceleran con el estrepitoso fracaso del tercer equipo económico (fracasado) del presidente De la Rúa, Cavallo y otros cerebros del Gobierno ingresan en una vorágine de propuestas e iniciativas que bordean el caos. Ya bastante funestas resultaron las iluminadas ideas que concibió Cavallo, algunas de las cuales, afortunadamente, él mismo olvidó en poco tiempo, como su famoso blanqueo impracticable y el cambio del IVA de devengado a percibido. Pero fueron suficientes las innovaciones que sí implementó para causar un tremendo desbarajuste en el régimen tributario y en el comercio exterior. Tal vez fuera más útil que el ministro y que otros servidores de De la Rúa inventaran menos fórmulas salvadoras, y se dedicaran a restablecer una mínima dosis de certidumbre. Alguien tiene que ocuparse de las dolorosas emergencias que está provocando el corte desaprensivo de fondos para áreas estatales que atienden necesidades sociales básicas.
Dolarización, la palabra que más estridentemente sonó ayer en los círculos de Gobierno, vuela demasiado arriba, con ese aspecto de gran asunto, pomposo y estratégico, apto para deslumbrar a los altos funcionarios. Pero sería mejor que bajasen su mirada a los asuntos concretos, y al menos administrasen bien el Estado del que están a cargo.

 

Los caminos hacia la dolarización

Por Maximiliano Montenegro

¿Cómo se llegaría al día D... día de la dolarización? Los analistas coinciden en que habría que dar tres pasos: uno político, uno legal y otro instrumental. Este último sería más sencillo de lo que se puede imaginar, aunque no estaría exento de peligros: como ser, derivar en una crisis bancaria. Sea como fuere, nadie se anima a presentar a la dolarización en la actual coyuntura como una solución para sacar a la economía de la crisis en el corto plazo y, más a mediano plazo, de la recesión. Más aún, incluso entre los defensores de la dolarización de la primera hora, hay quienes dicen que en la actualidad impulsarla podría agravar las cosas. La idea es que la desconfianza de los inversores, que mantiene el riesgo país por las nubes, no radica en el riesgo de devaluación sino en el riesgo de cesación de pagos de la deuda. Y éste riesgo de default podría aumentar si se dolarizara. A su vez, los detractores históricos de la dolarización aseguran que sería condenar a la economía a la depresión perpetua.
Los pasos de la dolarización, según explican quienes en algún momento estudiaron aplicarla en la Argentina, serían los siguientes:
- Habría que construir un consenso político para realizar el proceso en el marco de una ley y no de un decreto.
- La ley se desdoblaría en dos partes: por un lado, extinguiría el peso como moneda de curso legal y, por el otro, declararía al dólar como única moneda continuadora de las obligaciones y contratos constituidos en pesos.
- Para instrumentarla, se establecería una fecha límite para que el Banco Central recibiera los pesos circulantes y entregara a cambio dólares. Lo que compraría el Central con sus reservas de dólares serían los billetes y monedas en pesos en bolsillo del público más los billetes y monedas en la caja de los bancos.
- Para ello, como las reservas del Central –poco más de 20 mil millones de dólares– están depositadas a interés en bancos de primera línea en Nueva York, habría que traer en aviones desde esa ciudad los billetes físicos. Las cajas de ahorro, cuentas corrientes, plazos fijos y créditos denominadas en pesos, en cambio, serían automáticamente pasadas de pesos a dólares, lo cual se haría mediante un asiento contable en los bancos.
Una vez completado el proceso, la economía quedaría dolarizada, pagándose entonces todas las transacciones habituales de la economía en dólares, incluidos, por su puesto, los salarios públicos y privados, y las jubilaciones.
Sin embargo, hay un peligro no desdeñable en el medio: si una porción relevante de quienes tienen una caja de ahorro, una cuenta corriente o un plazo fijo en dólares se asustaran y quisieran llevarse esos fondos a la casa, no habría dólares suficientes para responderles, lo cual podría disparar una corrida contra los bancos. Obviamente, en una situación así, el Gobierno volvería a enfrentar la encrucijada de dejar caer a los bancos o congelar “transitoriamente” los depósitos del público.
La dolarización está pensada para eliminar el riesgo de devaluación. Obviamente, si ya no hay peso, no hay moneda qué devaluar. Y todo el mundo podrá estar seguro de que, en el futuro, cada dólar en su bolsillo o en su cuenta seguirá valiendo 1 dólar.
Sin embargo, la dolarización no alteraría el riesgo de default, es decir, el riesgo de que el Gobierno no pudiera afrontar los vencimientos de su deuda en dólares. Este riesgo, según la mayoría de los analistas, es lo que mantiene tan alto el riesgo país. Hay una prueba irrefutable de esto: los acreedores ya están posicionados en bonos de la deuda en dólares, y aún así los venden porque desconfían de que el Gobierno pueda pagarlos a su vencimiento. Para ellos, que hubiera una devaluación no haría diferencia.
Página/12 consultó a un economista que siempre defendió la dolarización a ultranza y él mismo reconoció que, en la actual coyuntura, no sólo sería inútil sino que incluso podría agravar el peligro de default, tal vez espantando todavía más a los inversores. El razonamiento es el siguiente:si el Gobierno decidiera evitar a toda costa el default –que es lo que importa a los tenedores de papeles de la deuda argentina– incluso podría anunciar la flotación del peso, que ya no sería más convertible con el dólar. Así, los reservas del Banco Central podrían utilizarse para asegurar el pago de capital e intereses de la deuda casi por un año, disipando todo riesgo de cesación de pagos por ese plazo. En cambio, si los dólares del Central fueran a parar a manos del público, ya no habría con qué tomar una decisión tan drástica para lograr recuperar la confianza de los acreedores.
La dolarización trae aparejado un problema adicional desde la perspectiva de las cuentas públicas. Las reservas del BC, puestas a interés en bancos privados en el extranjero, devengan todos los años unos 800 millones de dólares (el llamado señoreaje). Si se dolarizara, entonces esos fondos ya no entrarían al Gobierno, que tendría un bache fiscal adicional.
Previendo esto último es que en su momento Roque Fernández, uno de los cruzados de la dolarización, inició negociaciones con el Tesoro norteamericano, con el fin de que éste regalara al Gobierno argentino un “adelanto” del señoreaje de los próximos 20 años: unos 15 mil millones. Con esos recursos, soñaba Roque, el Gobierno argentino podría formar un colchón de financiamiento para ahuyentar los fantasmas del default.
Quienes se oponen lisa y llanamente a la dolarización parten de un diagnóstico distinto. Aseguran que el riesgo país se encuentra tan alto porque la Argentina lleva casi cuatro de recesión sin ninguna señal de salida. Y esto es lo que vuelve impagable los vencimientos de la deuda. Mientras la recesión se profundice, más caerá la recaudación, y entonces no habrá ajuste fiscal que alcance, como ya lo comprobaron Machinea y el propio Cavallo. Porque los ajustes no hacen más que profundizar la recesión e inaugurar una nueva vuelta de ese círculo vicioso. Entre los motivos que explican la recesión, según esta visión, no están sólo las expectativas negativas de consumidores y empresarios sino también la sobrevaluación del peso, que hace que salarios y precios sigan caros en dólares, aunque caigan nominalmente y el poder de compra de los argentinos sea cada vez más reducido. Esta falta de competitividad de la economía argentina frente a las producción extranjera, argumentan, no podría ser jamás corregida si el Gobierno tira al mar la llave de salida del tipo de cambio fijo (lo que los economistas llaman la actual estructura de precios relativos). Y así, concluyen, la depresión económica se volvería eterna.

 

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