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El debate por los atentados

Ayer Página/12 publicó una nota de Horacio Verbitsky donde, a partir de la crítica a las posiciones de David Viñas, Vicente Zito Lema, Sergio Schoklender y Hebe de Bonafini sobre el atentado a las Torres Gemelas, reivindicaba la necesidad de no resignarse a elegir entre las explosiones de Bin Laden y las de Bush. En medio del debate, que ayer fue retomado por la radio y la televisión, fueron enviados a este diario un poema del propio Vicente Zito Lema, quien aclaró que fue escrito con anterioridad, y una carta de otros participantes en la mesa redonda que desató la polémica.

Cuestiones con la vida (De Nueva York a Kabul)

Por Vicente Zito Lema

I Escribo en este domingo de octubre mientras no cesa la lluvia, que pareciera eterna, y la poca luz que resta de la tarde se convierte en sombras.
Otra vez la guerra. Caen las andanadas de misiles sobre la comarca yerma y tan herida de Afganistán.
La anunciada venganza del Imperio se consuma. Más que ruin, ostentosa y aséptica.
Desmedida en su despliegue de armas y riquezas. (Salvo los cuerpos nada hay que tenga el precio de un misil en Afganistán.)
¿Qué se castiga? ¿Cuál es el verdadero fin del exceso?
¿Qué pueden destruir que no sean vidas y montañas? ¿Eso se pretende, acabar con las vidas y las montañas?
¿Qué no han destruido los nuevos salvajes durante el siglo XX? ¿Qué anuncian para el siglo que llegó? ¿Cuerpos a granel que se convierten en carroña? ¿Ríos y montañas en los umbrales de la nada?
¿Han mirado con atención el rostro del jefe del Imperio? ¿Esos ojos y esa boca mientras dice “Justicia infinita”, “Libertad duradera”...? ¡Espanto! ¡Espanto!
Cómo. Cuándo. Quién los detendrá...
¿Y mañana, con lluvia o sin lluvia más muertos sobre la comarca yerma y tan herida de Afganistán? ¿O caerán los misiles que nada tienen de música en Irak, Libia o Sudán, o Palestina? ¿El horror que viene del mar o del cielo para sellar las gargantas allí, donde la demencia militar señale enemigos o la usura de Wall Street, denuncie depósitos de gas o de petróleo listos para el saqueo?
¿Y la moral? ¿No sirve la moral para callarse la boca ante los crímenes del Imperio? ¿No sirve el arte de Whitman, Miller o Capote para cerrar los ojos ante la carnicerías con las que el Imperio anuncia el the end de su relato?
Que no haya más confusión de la debida: también dentro del Imperio hay lucha de clases, se cultiva la conciencia crítica y las voces de belleza, pero nada de nada exorciza la muerte que se convierte en solución final de los conflictos.

II Se preguntará: ¿Y el 11 de septiembre y de las Torres y de los muertos entre los muertos, los escombros y el fuego, qué?
Que cuando la desgracia ocurrió nuestro corazón se heló, nos tomamos la cabeza igual que de niños, confundidos, anonadados ante una realidad que desbordaba el vaso de la comprensión.
Que si fuera posible detendríamos el reloj un minuto antes del estallido para darle una nueva oportunidad a la historia.
Una historia –la eterna ilusión– donde EE.UU. no fuera el morbífico Imperio que amenaza a la humanidad y esa carta de Marx a Lincoln augurándole un espacio de libertad profunda hubiera sido la campana que aún tañe en nuestras vidas.
La muerte no es belleza. La muerte no es amor.
Los cadáveres se amontonan unos sobre otros. Nada los distingue.
El alma, si existió, se ha marchado. Pobrecitos los muertos, el tufo nos ahuyenta. Qué les dará consuelo. O mejor, sentido.

III ¿Para qué los muertos de septiembre en Nueva York?
¿Para qué los muertos de octubre en Kabul?
¿Para qué los muertos de Irak, Yugoslavia o Chatila?
¿Para qué los fríos muertos que de las calientes guerras vendrán?
¿Tan eternos los muertos como las lluvias? ¿Tan implacables las guerras como las lluvias?
¿Sirve de algo recordar que para cada día de este año las Naciones Unidas han previsto que morirán de hambre 35.600 niños? Cada día. Cada día.
¿Y estos muertos de la mayor inocencia no se mirarán, no se tocarán, no habrá llantos ni himnos ni discursos para ellos?
¿Qué categoría de las que con liviandad se juegan, “terror” o “terrorismo”, para darle nombre al horror que está más allá de la piedad? ¿O no hay palabras? ¿Tampoco nombres?

IV¿Seguirá siendo la guerra la continuación de la política por otros medios? ¿Qué política, la que justifica la antropofagia o la esclavitud, que al fin de cuentas de ello siempre se trata? ¿Qué guerra, la que impone esa misma antropofagia y esa misma esclavitud que como todos saben en poco se distinguen?
¿Hay otra política? ¿Quién habló del bien común, del vínculo público y amoroso que se establece como ser y esencia de la existencia?
¿Hay otra guerra? ¿No se soñó con las disputas en la ley para saldar las diferencias?
¿Habrá un camino para que el fin de la antropofagia y la esclavitud no tenga un precio de usura eterna y la moneda de pago no sea la vida?

V ¿Es posible en un tiempo sin inocencia que obre la verdad en nuestro espíritu?
Si así fuera, ¿cómo distinguir el bien del mal si en el mar se asienta la razón de nuestros días...?
¿Hemos nacido para la vida o ante la vida que se toma abyecta en el sufrimiento tendremos en la locura y el suicidio la primera esperanza, el último consuelo?
¿En nombre de Alá, la inmolación que abre las puertas del cielo, porque la tierra es un espanto?
¿Para honrar de Dios la muerte de quienes en su agonía llevaron su muerte hasta el umbral de esa casa poderosa donde nunca la tragedia tuvo su lecho?
¿Quién recoge la gloria de los cuerpos humillados, de los pobres entre los más pobres con los pies desnudos?
¿O ya no hay gloria porque estamos en el centro del Infierno?
¿Un demonio ante nuestros ojos? ¿O son dos?
¿O necesitamos un demonio, dos demonios, mil demonios porque en tiempos del Imperio absoluto era de buen tino callar lo que todos sabíamos: que en el origen de los actos de guerra y de sus muertos se juega como lucha de clases la propia existencia de un Imperio que hizo de las tierras un baldío y tal vez mañana un desierto?

VII ¿Tendremos en el silencio de la muerte las respuestas que nos niega la vida...?

* Secretario académico de la Universidad de la Asociación Madres de Plaza de Mayo.

 

La alegría de la vida
Por Oscar F. Natalichio, Marcelo Freyre, Jaime Fuchs *

Horacio Verbitsky publica en Página/12 del miércoles 10 de octubre una dura crítica a las opiniones vertidas por Viñas, Schoklender, Zito Lema y Bonafini. Lo que no dice Verbitsky es que en esa misma mesa redonda existieron otras opiniones, que evaluaban de manera distinta lo sucedido en ese evento y que, en esa posición estuvieron Hernán Schiller, Pedro Brieger, Jaime Fuchs, Oscar Natalichio y Marcelo Freyre.
Sobre esas opiniones, Verbitsky no dice una sola palabra, no dice que en un debate franco, como el que existe en todos los eventos realizados por la Universidad Popular Madres de Plaza de Mayo, no todos opinan como Viñas o Schoklender. Y no mencionar las demás posiciones podría estar sugiriendo que es la Universidad la que toma esas posturas. Esperamos que no sea esa la intención y la amenaza de Verbitsky al señalar la página de los viernes y agregar “lo que se enseña en esa academia”, calificativo de desprecio hacia un proyecto de alto nivel cultural y humanista. En nuestro caso, como responsables de la carrera de Economía, estamos dispuestos a debatir nuestros conocimientos con cualquier Universidad, sea pública o privada y con cualquier economista de cualquier tendencia. La cátedra de Economía es posiblemente la única con nivel científico del país, la única que no vulgariza la Economía.
Como docentes y estudiantes de esa carrera de Economía Política y Social, hemos consensuado una posición sobre los acontecimientos de las torres, posición que ha sido meticulosamente estudiada, que carece de la improvisación de aquellos que miran con un solo ojo, sea este el derecho o el izquierdo. Y, fundamentalmente, hemos repudiado al terrorismo como método de lucha. También en este caso, porque se trata de dos acciones terroristas de un mismo signo y con un inocultable objetivo económico sustentado ya sobre miles y quizá muy pronto sobre millones de cadáveres.
En esa declaración, que firmamos los docentes de la carrera, explicamos con claridad la posición de profesores y alumnos, allí nos referimos a la alegría de la vida, a luchar por defenderla, a combatir al terrorismo que derrumbó las torres gemelas y al terrorismo que lanza cientos de misiles contra mujeres, niños y ancianos, volcando un poderío descomunal contra una población indefensa, hambrienta y analfabeta. Y no olvidamos, no podemos ser hipócritas de desconocer, que Bin Laden es un hijo de la CIA y que, cuando se dedicaba a matar a los progresistas de Afganistán en nuestro país ninguna bandera se puso a media asta y ningún artículo de Verbitsky se refirió a la alegría de la muerte impulsada por el socio comercial de Laden, el Bush padre.

* Profesores y director de la carrera de Economía Política y Social de la Universidad Popular Madres de Plaza de Mayo.

Nota de la Redacción: La nota dice todo y no sugiere nada. Me entero de las demás intervenciones por esta carta. Fueron omitidas por el aparato que difundió las de Pastor de Bonafini, Schocklender, Viñas y Zito Lema. Mis notas cuestionando la política de Bush padre y del gobierno argentino de la época hacia el mundo árabe se publicaron en estas mismas páginas. H.V.

 

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