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El chico de 17 que robó un auto
tomó un rehén y mató porque sí

Ocurrió en Palomar. Tras robar un auto, cambió de idea: se llevó otro y mató al conductor. Al final, terminó detenido.
Pela: Clavó los frenos, abrió la puerta y dejó de lado a su sorprendido rehén para lanzarse sobre Rodríguez, que iba en un Palio. Y lo mató sin motivo.

Por Horacio Cecchi

El raid del Pela por Palomar fue breve pero violento. En tan sólo 18 cuadras y escasos minutos, asaltó a un hombre que estacionaba su Renault 11, tomó el auto llevando consigo al dueño como rehén, a las tres cuadras se bajó para robar un Fiat Palio, asesinó a su dueño sin causa aparente, disparó sin éxito contra el rehén que escapaba en el Renault, huyó en el Palio mientras era perseguido por la policía y, a 15 cuadras y con las gomas pinchadas, abandonó el Fiat y se ocultó en una sociedad de fomento tratando de pasar por habitué. Cuando la policía entró al lugar, no tuvo dudas: era el único de 17 entre parroquianos de 60. Al Pela le secuestraron una pistola 9 milímetros robada y tres cargadores.
Según su partida de nacimiento, el Pela tiene 17 años. Según la policía, varios robos a mano armada, dos pedidos de captura, una detención hace un par de meses, su internación en el Instituto de Menores de la localidad de Junín y su respectiva fuga para instalarse en la villa Carlos Gardel.
De allí partió ayer, por la noche, para empezar su raid en Palomar, a tres cuadras escasas de la Brigada Aérea, sobre Bianco e Ingeniero Brian. Allí, unos diez minutos antes de las nueve, Víctor Gordillo, de 38 años, se disponía a ingresar su Renault 11 en el estacionamiento, para irse a su casa, sobre la calle Céspedes al 1000, una cuadra en dirección hacia el aeroparque de la Fuerza Aérea.
El trámite fue simple: Gordillo se enfrentó al caño de la 9 milímetros, que prolongaba el brazo del Pela. Sin decir una palabra, el dueño del auto obedeció la orden del asaltante y se corrió al asiento del acompañante, mientras el adolescente se sentaba al volante. Sin dejar la pistola, ni perder de vista al atemorizado Gordillo, el Pela arrancó despidiendo olor a goma quemada y recorrió tres cuadras hasta llegar a la calle Bulnes al 1500, entre Guaraní y Chanas.
¿Qué fue lo que detuvo la carrera del Pela? Una espontánea y convencional cuestión de gustos, traducida en la figura del Fiat Palio que su dueño, Julio Rodríguez, de 50 años, estacionaba frente a la puerta de la casa de su madre. El Pela clavó los frenos, abrió la puerta y dejó de lado a su sorprendido rehén para lanzarse sobre Rodríguez. La nueva víctima levantó los brazos apenas vio al asaltante. El olvidado Gordillo, entre tanto, todavía clavado en el asiento derecho y, parabrisas mediante, se transformó en testigo de lo que allí sucedía. Y lo que vio bastó para romper la inercia que provoca el pánico.
Porque el Pela, sin mediar motivo aparente, según declaró Gordillo más tarde, disparó contra Rodríguez y le provocó la muerte. El testigo no esperó a que el muchacho se acordara de él, y casi sin pensarlo, puso la marcha atrás y arrancó tan velozmente como le permitió el fondo del acelerador, chirriando gomas como lo había hecho antes el Pela. Este, a su vez, apuntó la 9 milímetros y disparó contra el Renault 11 perforando su parabrisas. “Se salvó de milagro”, describió un investigador.
El Pela no dudó demasiado. Trepó al Palio y escapó dejando tendido en el asfalto el cuerpo de Rodríguez. Mientras se desarrollaba el hecho, a dos cuadras del lugar, un patrullero de la comisaría 6ª de Palomar y otro del Comando de Patrullas de Morón realizaban un operativo. Al escuchar los disparos, los policías corrieron y se toparon con el Palio que escapaba.
La información policial asegura que, después de dar la voz de alto, los uniformados dispararon contra las ruedas del Palio. “Le reventaron las gomas –señaló la fuente–, pero siguió corriendo con el auto otras 15 cuadras”.
El Palio siguió por Bulnes hasta toparse con el club Sociedad Italiana de Tiro al Segno. Allí desvió una cuadra, retomó por Palacios y, bordeando el campo deportivo, terminó su carrera en Palacios y María Alvarez. En ese lugar se encuentra la Sociedad de Fomento Almafuerte. Allí se introdujo el Pela, tratando de perderse entre los habitués del café interno. No tuvo suerte: todos los parroquianos tenían más de 60 años.
Al ser detenido, tenía en su poder la pistola y tres cargadores, dos de ellos llenos. Juntocon la 9 milímetros, el fiscal ordenó el secuestro preventivo de las armas de los policías.

 


 

ASESINO A LOS HIJOS Y SE SUICIDO
Horror en familia

Disparó seis veces. Tres contra su hijo de 15 años, dos contra el otro de 17 años y una contra sí mismo. Alberto Lanzillota, de 50 años, mató a sus dos hijos, prendió fuego a su casa de José Mármol y finalmente se suicidó. El hombre había dejado una nota en la que explicaba los motivos de su decisión.
Al amanecer de ayer, los vecinos de Lanzillota percibieron que se estaba prendiendo fuego su vivienda y llamaron a los bomberos, quienes encontraron los tres cuerpos entre los escombros, aunque no presentaban quemaduras. También se encontró un revólver calibre 32 largo en una mano del dueño de casa y una carta –que llamativamente no fue afectada por el fuego– en la que indicaba las causas de su determinación.
Según testimonios de vecinos, el hombre se había divorciado de su esposa, quien se había mudado a Mar del Plata. Por esta razón, no tenía demasiado contacto con sus hijos, que se sentían muy afectados. Además, trascendió que Lanzillota estaría muy endeudado y tendría la casa embargada. Todos estos serían factores que podrían haber pesado en su decisión final.
Los investigadores descartaron que se trate de un robo seguido de homicidio y resaltaron que será muy importante el resultado de las autopsias, así como también del análisis del arma, pericias ordenadas por la fiscalía. El caso está a cargo del fiscal José Luis Juárez y la jueza de Menores Nora Guendler, ambos de Lomas de Zamora.
Lanzillota se dedicaba al comercio en el rubro golosinas y según coincidentes dichos de allegados, tenía deudas en los bancos que no podía afrontar. Por otro lado, un amigo de los chicos expresó que éstos “eran muy tranquilos y estudiosos pero extrañaban mucho a la mamá, eso los tenía mal”.
“En principio, todo indica que se trató de un drama familiar donde el padre mató a sus hijos, prendió fuego la casa y se suicidó”, señalaron fuentes policiales. Vecinos del comerciante muerto no dudaron en calificarlo como “una excelente persona” y en ratificar la idea de que la mala situación económica lo había llevado a terminar en este drama.

 

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