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UN ESPECIAL DEDICADO AL ESCRITOR JOSEPH CONRAD
El navegante de las tinieblas

El programa que Films & Arts estrena mañana cuenta la historia de �El agente secreto�, considerada como el primer thriller político.

Conrad nació en Polonia, pero
dominó el inglés a la perfección.
“El corazón de las tinieblas” sirvió
de base a “Apocalypse now!”.

Por Verónica Abdala

Nació en Polonia en 1857, bajo el nombre de Josep Teodor Konrad Nalecz Korseniowski, pero llegó a dominar con tal precisión el inglés (sólo en la escritura, porque nunca consiguió deshacerse de su acento extranjero), que terminó enseñándoles las potenciales maravillas del lenguaje a los propios británicos. Esa era, entre las tantas hazañas que probaría ser capaz de concretar, la que más impresionaba a alguien de la estatura de Jorge Luis Borges, que lo consideraba como “el mejor de la lista de los más grandes novelistas”, al lado de Fedor Dostoievski y Charles Dickens. A decir verdad, no hubo, entre los grandes escritores del último siglo, quien no se sintiera positivamente afectado por la influencia literaria del autor de El corazón de las tinieblas (adaptado por Francis Ford Coppola en Apocalypse Now!), El tifón, La línea de sombra y Lord Jim, entre otras tantas). En ese hombre al que veneraron los intelectuales de las más diversas corrientes y geografías a lo largo del siglo XX –William Faulkner y Graham Green heredaron características claves de su literatura, mientras que Virginia Woolf, Herman Hesse, Italo Calvino, Cesare Pavese y André Gide, entre muchísimos otros, le dedicaron escritos– estará centrado un programa que la señal Films & Arts emitirá mañana a las 19 dentro del ciclo “Grandes Escritores” de octubre, y que continuará con los especiales dedicados a Henrik Ibsen (el sábado 20, a la misma hora) y Fedor Dostoievski (el sábado 27). Incluso el flamante Nobel de Literatura S. V. Naipul ha sido considerado más de una vez, por más de una razón, un heredero de Conrad.
El programa tiene un alcance parcial: no intenta ahondar en la comprensión de la totalidad de la obra de Conrad, ni siquiera de sus novelas más destacables, sino que se propone, puntualmente, aportar algunas claves sobre uno de sus libros: El agente secreto (The secret agent), considerado por muchos como el primer thriller político, la “primera gran novela moral” como sugiere el documental, que inspiró a Graham Greene, John Le Carré y el propio Borges. Críticos especializados como los profesores V. S. Pritchett y Keith Carabine se encargan de proveer al espectador de algunas pistas para la lectura. Mientras tanto, un grupo de actores ingleses –entre ellos Brian Glover, Jim Broadbent y Frances Barber– encarnan a los personajes de su libro, en una representación que acapara buena parte del documental.
En ese marco es que los especialistas postulan que los temas de las ficciones de Conrad son, antes que nada, reveladoras metáforas de su visión del mundo: el anarquismo de muchos de sus personajes no sería más que la imagen de una resistencia posible, repelente a cualquier forma de autoritarismo o abuso del poder. Sus inigualables descripciones de la vida en alta mar –de la furiosa belleza y del inseparable riesgo de esos mares que él navegó en sus veinte años de marino–, un espejo posible del alma humana.
La pesadumbre de esos hombres y mujeres heroicos y quebrados que supo crear (“ciegos a los motivos de los demás”, en palabras de uno de los especialistas entrevistados para la emisión, “Fuertes como son fuertes quienes ya no tienen dudas ni esperanzas, impacientes y recios, duros y devotos, indomables y creyentes. Gentes bien intencionadas...”, en sus propias palabras), y sus dificultades para comprenderse y comunicarse, confirmarían, a su vez, aquella certeza que el autor pone en boca de uno de sus personajes de El corazón de las tinieblas: “Vivimos como soñamos, solos”. Uno de los críticos entrevistados para el documental define: “El trabajo de Conrad fue, en este sentido, profético. El advirtió que la gente, los integrantes de las sociedades contemporáneas, quieren vivir, pero no saben cómo hacerlo. Más aún en tiempos en que los valores morales están cuestionados, y lo que está bien y lo que está mal no está tan claro como parecía estarlo en la época victoriana. De ahí que el exterminio, o la destrucción, aparezcan en algunas de sus ficciones como una salida posible del progreso”. Acaso como una posibilidad heroica de batirse a duelo contra las injusticias del destino, como una apuesta a la irreverencia de la barbarie, frente al avance de la civilización.

 

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