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REQUISITOS, PRECIOS Y METODOS PARA DECIDIR QUE EL HIJO SEA VARON O NENA
El otro sexo pago

Una cronista de Página/12 se hizo pasar por una mujer en busca de un bebé con sexo a pedido. Aquí, todas
las posibilidades que ofrecen las empresas de EE.UU. para lograrlo. Costos y riesgos. Y el debate moral.

Por Mariana Carbajal

¿Cuánto dinero estaría dispuesto/a a pagar para elegir el sexo de su próximo hijo? Si su respuesta ronda entre 1600 y 2300 dólares tendrá poco menos del 90 por ciento de seguridad de esperar la nena o nene que desea. Si su presupuesto puede extenderse bastante más, hasta 15.000 o 18.000, la garantía será total. Esta cronista comprobó que seleccionar el sexo “a la carta” ya está al alcance de los argentinos o, mejor dicho, de algunos. Todo es cuestión de dinero. Eso sí, olvídese del acto sexual tradicional: el encargo deberá ser por una inseminación artificial o in vitro y, por ahora, en el presupuesto deberá contemplarse el costo de un par de pasajes a Estados Unidos, donde los centros médicos con la tecnología necesaria ofrecen, incluso, paquetes especiales para extranjeros. A continuación, todo lo que hay que saber para comprar el sexo del bebé y todavía no se animó a preguntar.
–Buenas tardes. Quiero averiguar cómo tengo que hacer para elegir el sexo del bebé...
–Tenemos dos métodos para determinar el sexo... –comenzó a responder Gloria, la telefonista para clientes de origen hispano del Instituto de Genética e IVF en Fairfax, Virginia, el mismo centro que tres meses atrás revolucionó el mundo al anunciar en la Conferencia de la Sociedad Europea de Reproducción Humana que ya ha producido unos doscientos bebés “de diseño” con la ayuda de una máquina bautizada Microsort, que selecciona los espermatozoides que llevan la X y que dan origen a una niña, y los que portan la Y y pueden convertirse en un varón. El primer método que ofrece Gloria utiliza el Microsort, y con el esperma seleccionado se insemina artificialmente a la mujer. Todo el procedimiento no demanda más de una semana, si una ya determinó con anterioridad el período de ovulación –con un kit especial– y acordó la cita con el médico para esa fecha. El costo, en este caso, es de 2.300 pesos.
–¿Usted que quiere? ¿Nena o varón?
–Una nena ... Pero ¿qué seguridad tengo de que realmente nacerá una nena?
–Cerca del 90 por ciento, entre 84 y 88 por ciento, para ser más exacta. Pero tenemos otro método que es ciento por ciento seguro. Eso sí, es mucho más caro. Cuesta 18.000 dólares. Se usa la fertilización in vitro y antes de poner los embriones en el útero, se le realiza una biopsia a una célula para comprobar el sexo. La técnica se llama Diagnóstico Genético de Preimplantación (PGD). Sólo se colocan los del sexo elegido.
–¿Y qué se hace con los embriones que quedan?
–Bueno, usted puede donarlos a otras parejas. Hay gente que desafortunadamente los destruye... Son sus hijos... aunque, en verdad, no son un niño todavía, pero hay gente que no quiere que sus hijos tengan otros padres. Esa es una decisión que usted deberá tomar.
En el Instituto de Fairfax exigen ciertos requisitos para acceder al servicio: lo debe solicitar una pareja de un hombre y una mujer que tenga ya al menos otro hijo y busque “balancear” la familia. La mujer debe tener entre 18 y 39 años y el esperma del marido debe ser normal.
–No necesariamente los hijos deben ser de los dos. Pueden ser solamente del esposo y usted no tener ninguno –aclaró la telefonista, que comentó la curiosidad de que los norteamericanos y sudamericanos que se han acercado al centro para comprar algún paquete van buscando niñas. En realidad, la máquina Microsort es más exitosa para detectar el cromosoma X del esperma. La tasa de éxito de la máquina para las nenas es de 92 por ciento, comparado con el 72 por ciento cuando se la programa para seleccionar el cromosoma Y, para varones.
–Si ustedes deciden venir, podemos darles los nombres de hoteles con precios especiales, porque en esta zona el hospedaje es muy caro –sugirió Gloria. En cambio, en The Fertility Institutes, con sedes en Los Angeles, Ventura, Las Vegas y Guadalajara, México, no tienen ofertas para extranjeros, pero tampoco exigen ningún requisito.
–Tiene que hacer una primera consulta con el médico. Se le hace el “sex ratio”, un test sobre el semen de su marido para el porcentaje de X y de Y en el esperma y saber si tiene suficiente cantidad de espermatozoides con el cromosoma para determinar el sexo elegido. Ese estudio cuesta 100 dólares. Si los resultados son buenos, se separan los espermatozoides. El costo de la separación es de 500 dólares. Luego se chequea su ovulación para ver los días fértiles y se realiza la inseminación. Cada intento tiene un valor de 750. Por lo menos, todo el procedimiento le llevará dos meses –detalló una telefonista de Los Angeles.
En cualquier caso, el primer contacto con la clínica elegida puede realizarse a través de Internet. El Center for Human Reproduction, con sedes en Nueva York y Chicago, ofrece un Programa Internacional para clientes de otras latitudes “con consideraciones especiales de alojamiento e idioma”, pero recién en uno o dos meses tendrá entre sus servicios la elección del sexo del bebé, a través del PGD, a un costo de “15.000 dólares o quizás más si se necesitan más medicamentos”, según explicó una recepcionista a esta cronista.
–¿No tengo ningún hijo todavía? ¿Podría hacerlo igual? –preguntó esta cronista.
–Sí, por supuesto. Pero, tiene marido, ¿no? –quiso saber la mujer, del otro lado de la línea.

 

La ética de una elección
Por M.C.

“Cuando me plantean que quieren elegir el sexo de su hijo, les recomiendo métodos caseros que dan más chances para lograrlo (posiciones, momento del mes, abstinencia previa). No estoy de acuerdo con la intervención médica cuando no es para prevenir una enfermedad que se transmite genéticamente a los individuos de un determinado sexo como la hemofilia”, declaró a Página/12 Claudio Chillik, director médico del CEGYR, uno de los centros de fertilización asistida de Buenos Aires. Las opiniones al respecto son distintas entre los profesionales locales. Sergio Pasqualini, titular del Instituto Halitus, no tiene reparos en realizar la selección del género e, incluso, se ofrece como intermediario entre el cliente y el Instituto de Genética e IVF, de Fairfax, Virginia. “No creo que sea necesario ningún requisito. Es para prevenir males mayores. He conocido casos de parejas que se han sacado el embarazo por no ser del sexo que estaban buscando. No me plantea ningún dilema ético, ni creo que vaya a cambiar el balance entre hombres y mujeres en el mundo. Aparece tanta gente que quiere mujeres como varones. El asunto es no descartar embriones sanos”, opinó Pasqualini. El problema es qué hacer con los embriones que no son del sexo deseado. “Si no se usan, se está discriminando por sexo”, evaluó Chillik, en cuyo centro entre fin de año y principios del próximo comenzarán a realizar el diagnóstico genético preimplantorio (PGD, en su sigla en inglés), esto es, una biopsia en una célula del embrión para conocer de qué sexo es antes de implantarlo en el útero, pero el método se ofrecerá solo para cuestiones terapéuticas. En Argentina no existe una ley que regule las prácticas de fertilización asistida. Sin embargo, la Sociedad Argentina de Fertilidad y Esterilidad, a la que pertenecen la mayoría de los profesionales del área, tiene lineamientos éticos para el ejercicio de la especialidad. “La Sociedad no considera éticas las prácticas que no tengan un objetivo terapéutico”, explicó Esther Polak, titular de la entidad y directora del CER.

 

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