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elecciones 2001

OPINION
Un alivio para el Mingo
Por James Neilson


Si bien contaba con �sus� candidatos, para Domingo Cavallo lo más importante de ayer no fueron los resultados previsiblemente negativos de las elecciones más aburridas de la historia moderna del país sino el fin de una campaña que se había transformado en una competencia por ver cuál de los muchos radicales antioficialistas se anotarían la hazaña de echarlo del Gobierno. Aunque algunos continuarán probando suerte, tanto Cavallo mismo como Fernando de la Rúa tienen derecho a rezar por que durante algunas semanas por lo menos los demás piensen en otra cosa, que en el ínterin así supuesto el riesgo país comience a regresar a tierra y que si hay un dios allá arriba les favorezca con una señal, por pequeña y ambigua que fuera, de que la recuperación está en marcha.
En circunstancias normales, las elecciones hubieran sido un desastre para el gobierno del cual Mingo es el mariscal de campo, pero tan triste es el estado de la clase política nacional que fueron un desastre para todos, incluyendo a los triunfadores que sin excepción ganaron por descarte. Sin embargo, criticarlos por no habérselas ingeniado para imaginar todavía una alternativa acaso viable al país actual o una estrategia llamativamente distinta del desarrollista liberal cavallista sería injusto �tampoco han sabido hacerlo los académicos más ilustres del establishment internacional�, pero mientras los diputados y senadores estén meditando en torno de este asunto tan fundamental, Cavallo podrá seguir intentando reanimar al paciente comatoso que desde su llegada no ha dejado de hundirse cada vez más.
Buena parte de la Alianza se ha esforzado por convencerse de que el único responsable de tamaña barbaridad es su viejo enemigo. En cuanto a sus adversarios peronistas, sin solidarizarse con el ministro dicen que todo es culpa de los radicales y frepasistas. Puesto que los peronistas ya tienen más poder que anteayer y a diferencia de ciertos aliancistas no quieren que el país se vaya a pique, con un poco de astucia Cavallo podrá hacer valer su condición de independiente odiado por el �ala política� del oficialismo para quedarse. Es que los punteros de la UCR entienden que en vista de que, López Murphy aparte, no disponen de ningún sustituto que sea ni remotamente creíble, les conviene que el ministro de Economía sea un personaje que nadie tomaría por un radical. Asimismo, a los peronistas no puede sino gustarles la idea de que un eventual éxito gubernamental sería atribuido automáticamente al Mingo �hombre que, un pacto mediante, podrán eliminar de la grilla de partida de año 2003�, pero que la mayoría consideraría un fracaso catastrófico obra casi exclusiva del radicalismo.


 

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