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DINAR LINEAS AEREAS

EL PRESIDENTE PROMETIO QUE ESCUCHARA EL MENSAJE DE LAS URNAS
Con la sordera del que no quiere oír

El Gobierno busca minimizar el alcance del resultado electoral. Asegura que nada cambió. Y se dispone a profundizar el ajuste y homogeneizar el gabinete. Para tomar tranquilo esas decisiones, De la Rúa se fue de viaje a España.

Por Fernando Cibeira
y José Natanson

Antes de subirse al Tango 01 que lo llevó a España, donde hoy participará de la inauguración de un congreso de lingüística, el presidente Fernando de la Rúa insistió que escuchará el reclamo de las urnas, que el domingo le dieron el triunfo al peronismo junto con un inédito porcentaje de votos en blanco y anulados. Lo que ni el Presidente –ni nadie de su entorno– se anima a explicar es la forma en que interpretará ese mensaje. Por lo que se sabe, De la Rúa imagina un nuevo gabinete con funcionarios que le respondan de manera incondicional, mientras que Domingo Cavallo elabora un paquete de medidas que incluye un drástico recorte para cumplir con el déficit cero en el último trimestre. De confirmarse, más de uno se preguntará si fue esto lo que quiso expresar cuando puso un dibujo de Clemente dentro del sobre.
“Por supuesto el Gobierno va a atender el mensaje de las urnas. Y lo va a atender fundamentalmente a partir del principio ético de la absoluta lealtad con el pueblo, de decir la verdad, explicar las cosas como son y no caer en demagogias”, dijo De la Rúa ayer en su análisis de los comicios. “Estamos en un momento crítico, donde todos debemos comprender la situación de la realidad”, continuó.
El discurso del día después en la Rosada aseguraba que la derrota no había sido tan grave como podía suponerse en algunas de las hipótesis previas. Entre otras cosas, porque ayer se confirmó el triunfo en dos de las provincias gobernadas por el PJ –Jujuy y Formosa– y porque el recuento final le da entre cinco y seis senadores más de los que tenían. Y aunque ahora cuentan con doce diputados menos, sostienen que los bloques ahora son “más homogéneos”.
Por otro lado, consideran que también es un beneficio que no haya surgido del peronismo ningún liderazgo claro. Que ni José Manuel De la Sota ni Carlos Reutemann consiguieran cifras impactantes, y que Eduardo Duhalde debe saldar todavía su competencia con Carlos Ruckauf en la provincia. Además, siguiendo con la curiosa lectura del Gobierno, el inusual porcentaje de voto bronca, no sólo lastimó al oficialismo sino, en igual proporción, al PJ. “No fue contra nosotros, fue contra toda la clase política”, se consolaban ayer en la Rosada.
Con este panorama negativo pero lejos de la catástrofe que algunos anticipaban, el Gobierno comenzó a planificar sus próximos pasos. Dos ministros consultados ayer por Página/12 coincidían en que el único camino posible es el de una búsqueda de un acuerdo general con el peronismo. “Esto no se resuelve con una medida o un plan sino con un acuerdo entre las fuerzas políticas que recree cierto clima de confianza y establezca un piso de previsibilidad”, explicaban cerca del jefe de Gabinete, Chrystian Colombo, que ayer puso manos a la obra y desde temprano comenzó una ronda de contactos con los mandatarios del PJ de cara a la reunión prevista para el miércoles.
En principio, parece dudoso que los caciques peronistas –relegitimados por las urnas– acepten graciosamente sentarse a negociar medidas de ajuste con un Gobierno debilitado. Sin embargo, en la Rosada están convencidos de que no les quedará otra. “Es una cuestión de necesidad”, aseguraba un funcionario cercano a De la Rúa.
La negociación incluiría recortes a los fondos de las provincias, bonos para pagar los sueldos, un canje de la deuda. Como módica concesión, el paquete estaría acompañado también de algunas medidas para alentar el consumo (ver nota aparte). Claro que esto es lo ideal, y que en el gobierno de De la Rúa nada sale como se prevé. Entre el jueves y el viernes, Cavallo anunciará un paquete que, además de algunos de estos puntos, incluiría una drástico recorte de los recursos del Estado nacional para lo que queda del año.
Además de las nuevas medidas, el resultado provocará cambios de funcionarios a la vuelta de De la Rúa de España, probablemente a fines de la semana. Aunque el Presidente guarda estricto silencio acerca de cuáles serán los nombres, ayer insistió en la línea de la “homogeneización” adelantado en su discurso del domingo a la noche. “Quiero absoluta cohesión y coherencia en todo el Gobierno”, remarcó ayer, para seguir con una advertencia con cierto tufillo a amenaza. “No más peleas o conflictos ventilados por la prensa o diferencias, una voz única porque el pueblo reclama cohesión, acción y trabajo responsable”, interpretó.
Dicho esto, un funcionario ya se anotó en la grilla de los candidatos a la salida. El ministro de Desarrollo Social, Juan Pablo Cafiero, ya venía en la cuerda floja y ayer volvió a la carga en sus reclamos por los fondos que le adeuda Economía. En un reportaje a este diario advirtió que la crisis social es tal que “no puede esperar más” (ver página 5).
Eran varios los funcionarios que se ofrecían como intérpretes de la homogeneización, sobre todo si se trataba de delarruistas de pura cepa. “Lo que quiere decir es que ahora no hay más elecciones hasta el 2003, que no va a escuchar más condicionamientos internos por dos años y que la línea del gobierno es una sola y la marca él”, decía un funcionario del entorno presidencial mientras repasaba con muy poco disimulada alegría la pobre performance del siempre crítico radicalismo bonaerense.
Para algunos de sus funcionarios, De la Rúa viajó a España, entre otras cosas, para meditar en soledad los cambios, sin la presión ni de sus más íntimos. No obstante, la línea marcada por las declaraciones confirman las versiones que indicaban que el jefe de la Cámara de Diputados, Rafael Pascual, será una de las incorporaciones junto con otros amigos como Enrique Olivera. También permanecerían Patricia Bullrich y Nicolás Gallo.
Igual, con De la Rúa nunca se sabe. Uno de los asistentes a la larga jornada del domingo en Olivos contó cómo Juampi Cafiero –tal vez palpando el ambiente hostil del entorno presidencial– permaneció durante un largo rato sentado solo en un rincón, ajeno al debate por los resultados electorales. Nadie se acercaba a hablarle hasta que fue el propio De la Rúa quien buscó acortar las distancias, sentándose a su lado y dándole un poco de charla para aplacar el vacío en el que le habían dejado sus colaboradores.

Claves
- Mientras el Presidente aseguró que escuchará el mensaje de las urnas, el ministro Cavallo prepara un nuevo paquetes de medidas de ajuste.
- El paquete incluye recortar los fondos que se giran a las provincias y más ajustes a las partidas de la administración nacional.
- Por otra parte, los análisis oficiales de los resultados de la elección tienden a minimizar el contenido crítico.
- Tras su mensaje sobre las elecciones, De la Rúa viajó a España, supuestamente para meditar más tranquilo sobre las futuras acciones.
- Entre esas acciones parecen confirmarse inminentes cambios en el gabinete de ministros.

MESTRE LE PEGO A DUHALDE Y LANZO UN DEBATE
El voto obligatorio, en duda

Por F.C. y J.N.

El ministro del Interior, Ramón Mestre, decidió salirse de los formalismos típicos del día después. Primero, mostrando su sorpresa porque Eduardo Duhalde hubiera sido el gran ganador de la jornada electoral del domingo luego de “haber fundido la provincia más rica de Latinoamérica”, según consideró. Después, al introducir de repente un debate sobre la posibilidad de convertir al sufragio en optativo, dado el altísimo grado de ausentismo y votos anulados registrados. Este último punto se incluye dentro de la idea del Gobierno de machacar una vez más la reforma política en respuesta a la avalancha de voto bronca. “No debemos permitir una calidad democrática de baja legitimidad”, explicaba el viceministro Lautaro García Batallán.
Los cuestionamientos a Duhalde salieron de varios puntos de la Rosada al mismo tiempo, lo que dio para sospechar en una política de desgaste hacia quien se reposicionó como uno de los principales referentes de la oposición. De la estrategia no participó el presidente Fernando de la Rúa, quien sólo se refirió al ex gobernador para enviarle sus felicitaciones. “No creo que podamos hablar de triunfos”, dijo ayer Mestre. “Los resultados de la provincia de Buenos Aires, en primer lugar, han sido con un alto índice de no concurrencia y, además, tenemos que pensar que si aquel que ha fundido la provincia más rica de Latinoamérica es el triunfador, me parece que estamos muy mal los argentinos”, añadió.
Rápidamente, la compañera de fórmula de Duhalde, Mabel Müller, respondió que Mestre tuvo “una reacción mentirosa, injusta y fuera de lugar, propia de un irresponsable”. Y agregó que los del ministro debe interpretarse como “un manotón de ahogado propio de quien sospecha que va a ser despedido, Mestre, impolítica y maliciosamente, se despacha con tamaña acusación gratuita”.
Por la tarde, el ministro ofreció una conferencia de prensa en la que detalló los impactantes números sobre el particular voto del domingo. En el total, el voto afirmativo apenas si rondó el 50 por ciento del padrón. En tanto, en la Capital Federal los votos en blanco e impugnados superaron en porcentaje lo que sacó el ganador, Rodolfo Terragno, mientras que en Santa Fe sucedió algo bastante similar. En su discurso del domingo, De la Rúa sostuvo que esa tendencia se revertiría si se ponía en marcha la reforma política. En Interior ayer tomaron la posta de la idea y la ampliaron mencionando la posibilidad de eliminar la obligatoriedad del voto, algo que seguramente traerá cola.
“El debate debe ser abierto, creo que las posiciones deben ser escuchadas sin preconceptos”, explicaba luego el viceministro García Batallán aunque, aclaraba, en lo personal está en contra de que el voto deje de ser obligatorio. “Pero no podemos negar que la política está cuestionada, ese es uno de mandatos que surgieron de la elección. Si no inicia la reforma política, la gente se va a sentir cada vez más alejada de la democracia”, agregó García Batallán. La reforma política es un proyecto que el Gobierno viene buscando aprobar en el Congreso desde hace tiempo pero, por hache o por be, nunca prosperó. Incluso, en algún momento amenazaron con convocar a un plebiscito que también quedó en la nada.

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