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El JP Morgan quiere que Cavallo dolarice rápido

El banco de inversión más influyente
del mundo asegura en un informe que analizan en el Ministerio de Economía que �la dolarización es necesaria para retomar un círculo virtuoso�.

Semana: �El mejor escenario sería que la legislación (para abolir el peso) fuera aprobada rápidamente; por ejemplo en una semana�, sugiere el Morgan.

Por Maximiliano Montenegro

“Desde el punto de vista de los mercados, la dolarización es una de las posibles señales necesarias para cambiar las expectativas para retomar un círculo virtuoso.” Con frases de ese estilo, escritas en un informe secreto que hace unos días estudian con atención en el Ministerio de Economía, el JP Morgan, el banco de inversión más influyente del mundo, presiona al Gobierno para que disponga la eliminación del peso y su reemplazo por el dólar como única moneda de curso legal. Para el Morgan, la dolarización eliminaría el riesgo de devaluación, haría bajar “sostenidamente” las tasas de interés y hasta podría servir para detener una incipiente corrida bancaria. Cercados por el mercado, en el equipo económico ya no descartan de plano la posibilidad de dolarizar como último recurso antes de la deblace.
El documento fue elaborado por el equipo de analistas del JP Morgan de Nueva York y distribuido entre sus principales clientes. Obviamente, una copia descansa en el escritorio de Domingo Cavallo y otra la mesa de teleconferencias del secretario de Finanzas, Daniel Marx.
“Creemos que la dolarización es una opción para la política económica”, dice el JP Morgan. Y lo fundamenta con “cuatro razones”: “una es la aceleración de la dolarización de hecho en las últimas semanas”; otra es la emisión de bonos provinciales que –según el banco– alentará todavía más que la gente se pase a dólares; un tercera causa es que “la dolarización podría reducir las tasas de interés; finalmente, “no podemos descartar el riesgo de que un aumento de la volatilidad financiera renueve la tendencia hacia la dolarización, guiada por el mercado o por el gobierno”, amenaza.
“Creemos que una dolarización guiada por el gobierno en el actual contexto presenta algunos desafíos, pero es viable y podría resultar en una serie de efectos positivos”, insiste el Morgan.
El primer argumento es que las tasas de interés en Argentina se mantienen elevadas por el riesgo latente de devaluación. Y ello ocurre no sólo con las tasas de los préstamos en pesos, por razones obvias, sino incluso con la de los préstamos en dólares. El motivo es que, en un escenario de devaluación, los créditos en dólares se tornarían impagables con el consiguiente daño para el acreedor, que busca cubrirse exigiendo más tasa de interés. Así, asume el Morgan, la dolarización podría reducir las tasas de interés e inducir un importante compra de activos financieros argentinos por parte de inversores internacionales. “La dolarización podría incrementar la probabilidad de una recuperación sostenida en los precios de los activos financieros (locales)”, asegura.
El segundo argumento es que mientras avanza la dolarización de hecho, si el Gobierno no toma la iniciativa de dolarizar, se incrementa el riesgo cambiario, a medida que se profundiza la pérdida de reservas. “Una pregunta relevante es si el Gobierno va a adelantarse a la dinámica de la dolarización guiada por el mercado, con la intención de eliminar la incertidumbre relacionada con una devaluación”, explica.
El tercer argumento es que si la gente sigue apostando espontáneamente al dólar, por miedo a la devaluación, también es probable que retire sus ahorros de los bancos –aunque estén en dólares– por temor a un escenario de descalabro financiero, donde podrían ocurrir las “tres D” simultáneamente: devaluación, default (cesación de pagos de la deuda) y depósitos congelados. “Si la dolarización guiada por el mercado se acelera, y es acompañada por un retiro masivo de depósitos, una política de dolarización adoptada desde el gobierno podría implicar un shock de expectativas que detuviera la corrida bancaria”, afirma.
Cada uno de esos argumentos son refutados sin mayor dificultad por quienes se oponen a la dolarización, que hasta podría agravar la crisis en el corto plazo (ver aparte). Más aún, el propio JP Morgan reconoce ese peligro: “hay en el mercados quienes temen que la dolarización pueda gatillar más ruido sobre el sistema bancario”, provocando y no deteniendola corrida. Pero parece tan entusiasmado con venderle al Gobierno la propuesta de dolarización, que hasta se preocupa por desacreditar ese reparo. “Dos razones por lo que esto último luce improbable: incluso cuando cayeran las reservas, los agentes podrían confiar que son suficientes para respaldar la base monetaria (en pesos); y segundo, la eliminación del peso significaría una reducción del riesgo en los balances de los bancos”, sostiene.
La dolarización requeriría, según el proyecto del Morgan, los siguientes pasos:
- Una ley del Congreso que ordenara la desaparición del peso y su reemplazo por el dólar como “moneda continuadora” de todos los contratos de la economía.
- Esta misma ley debería establecer “reglas o guías” sobre cómo convertir contratos en pesos en dólares. Por ejemplo, ¿qué tasa de interés se aplica para un crédito hipotecario en pesos que quedará en el futuro expresado en dólares? Si se pactará la tasa de interés original, entonces se perjudicaría al deudor en favor del acreedor; si se tomara la tasa equivalente en dólares, los bancos no lo aceptarían o, al menos, esto es lo que anticipa el Morgan. La renegociación de contratos como estos podrían implicar una fuerte transferencia de ingresos hacia los acreedores.
“En una situación que no fuera de crisis, un plan de dolarización sería aplicado en un período de entre 3 y 4 años, en el que los contratos previos caducarían o podrían ser renegociados suavemente”, admite el banco de inversión norteamericano. Pero, ya se sabe, para el establishment financiero las crisis son siempre una oportunidad: “Para dar claridad a los mercados, el mejor escenario sería que la legislación fuera aprobada rápidamente; por ejemplo en una semana”, sugiere. Una oportunidad para hacer buenos negocios.

 

Paso a paso cómo sería

En el sistema bancario argentino el 67 por ciento de los depósitos son en dólares; así como el 70 por ciento de los préstamos; y el 80 por ciento de los créditos hipotecarios. Además, casi toda la deuda del Gobierno está denominada en dólar o en otras divisas extranjeras.
Una dolarización impulsada por el Gobierno, teóricamente, sería fácil de aplicar, pero podría plantear un grave problema de transferencia de ingresos:
- En el Banco Central hay reservas suficientes para cambiar los pesos (billetes y monedas) en el bolsillo de la gente más los pesos en caja de los bancos.
- Mientras que la transformación de un depósito en pesos en dólares, no sería más que un asiento contable en el banco. (Esto, siempre y cuando la gente no se quiera llevar los dólares a su casa, lo que desembocaría en el escenario caótico de una corrida cambiaria.)
- Sin embargo, ¿a qué tasas se pactarían los depósitos que fueron traducidos de pesos a dólares? A la tasa acordada previamente en pesos o a su equivalente en dólares. El problema de los depósitos no sería tan grave si se tiene en cuenta que, como la mayoría están colocados a plazos cortos, se podría esperar a que venzan para repactarlos.
- El problema sería mucho mayor con los créditos en pesos y, en especial, los préstamos hipotecarios en pesos, equivalentes a unos 3500 millones de pesos, que están pactados a tasas mucho más altas que los créditos en dólares.

 

En contra

Los argumentos más usuales en contra de la dolarización son los siguientes:
- Hoy el riesgo país y las tasas de interés se mantienen elevadas no porque se tema una devaluación sino la cesación de pagos (default) de la deuda. No cambiaría nada porque toda la deuda pública es en dólares.
- Podría disparar una corrida bancaria en el proceso si la gente percibe que no habrá los dólares suficientes para cambiar sus pesos.
- Argentina no podrá disponer nunca más de la política cambiara para mejorar la competitividad de su producción, mientras el mundo sigue devaluando.

 

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