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PAPPO, VITICO, BOFF Y MICHEL PEYRONEL EXPLICAN POR QUE VUELVE RIFF
“No se nota, pero estamos más serios”

Desde su primera separación, en 1983, retornaron varias veces, pero ahora dicen que van a �reinvertir en el grupo�. Riff, el grupo que durante buena parte de los �80 representó al ala dura del público rockero argentino, oficiará una nueva ceremonia mañana en el estadio Obras Sanitarias.

Por Cristian Vitale

Boff está pelado, Pappo algo más gordo, Vitico sereno y Peyronel, probablemente más adulto. No hay más rasgos que los separen de aquellos que aparecen gritando y haciendo cuernos en el autódromo en el registro fílmico del BA Rock ‘82. Todo es insuficiente para hablar de un nuevo Riff. Pese a los años, los cuatro –que vuelven al ruedo mañana en Obras– son casi un calco de aquellos que, en 1980, operaron como una bisagra en la historia del rock nacional a fuerza de cadenas, personalidad y potencia. “El propósito del regreso es usar bien el sonido 2001 y, si la demanda lo requiere, hacer más conciertos. La recaudación la vamos a reinvertir en Riff, para que la gente nos tenga por siempre. Tenemos pensado grabar de nuevo el disco ‘negro’, con un par de temas nuevos”, promete Pappo ante Página/12, en una charla que involucra a los cuatro en el balcón externo del departamento de Michel Peyronel.
No es la primera vez que Riff regresa. Luego de la separación post-En acción (1983), volvieron en 1985, pero con Oscar Moro y JAF en lugar de Boff y Peyronel. El resultado de aquel retorno fue VII (1985) y una rápida separación por diferencias musicales entre Pappo y JAF. La segunda vuelta se concretó en 1992, esta vez con los cuatro miembros originales. Grabaron Zona de nadie y, pese a no aparecer mucho en escena, nadie confirmó otra separación hasta hoy. Cada vez que se juntaron de ahí en más fue para grabar discos en vivo. Este retorno, entonces, aparece como un paso más en un camino sin fin. “No se nota, pero estamos más serios. Tenemos una infraestructura más normal, eficiente y coherente. La propuesta es crear una base sólida, con agencia de publicidad y todo. Estamos bien moral y físicamente”, insiste Pappo cual aguerrido número 8 de algún club del ascenso. Agrega Peyronel: “Nos ven como algo que quieren transformar en producto y se nos acercan, pero es muy jodido transformarnos. La nuestra es una historia pesada que atrae a cierta gente, pero aleja a otra”.
–Pappo acaba de decir que es una vuelta “sólida”. ¿Ya no más descontrol?
Pappo: –Es que, si es por los ‘80, no sólo nosotros estábamos descontrolados. También lo estaban el país y la gente, milicos desapareciendo personas y todo eso. Riff apareció para darles caño a los milicos. A mí me desaparecieron un vecino, se lo llevaron con un auto negro y chau. Teníamos mucha bronca y por eso esas letras que hablan del apocalipsis, las máscaras de gas, etcétera.
–Letras que también sirven para involucrar a Riff en este contexto.
P.: –Sí. Pero ojo que no nos queremos subir al carro del “terrorismo” para hacer algo. Ya lo hicimos hace 20 años.
Michel Peyronel: –Igual, las letras de Riff no son políticas. Son como parte de un comic, como un dibujo animado. “La dama del lago” o “Macadam” relatan cosas que se pueden ver en un dibujo animado cibernético.
Entrada la charla–debate, en medio de cervezas y humo, Pappo discute a fondo que Riff no hace heavy metal, pese a las formas: “Dejémonos de joder con eso, hablemos de rock pesado y entendamos que acá en la Argentina no hay bandas que hagan rock pesado. Los únicos somos nosotros”.
–¿Tampoco Almafuerte?
P.: –Almafuerte no hace rock pesado. Mejor no pongamos rótulos.
M.P.: –De todas maneras, ir a ver a Riff es algo muy moderno. Encajamos perfectamente en la nueva movida. Esto está lejos del revival.
–¿Nada de retro y nostalgia?
P.: –No. Para mí es como si fuera el debut. Lo digo yo, Pappo, personalmente.
–¿Todos coinciden?
–Sí. (a coro).
–Más que un grupo de rock, parecen una corporación.
M.P.: –Claro, Pappo es el líder carismático y nosotros le obedecemos todo. Lealtad a Pappo. Libertad o muerte. Pappo presidente, Vitico canciller, Peyronel ministro de Economía.
P.: –Y Boff secretario de Imagen y Cultura.
–¿Qué les toca del contexto político actual, algo distinto de los comienzos de los ‘80?
Boff: –Poco y nada. Antes, cuando llegó la democracia, uno tenía expectativas por ciertos candidatos. Hoy ya no pasa eso.
–¿Les parece bien que un grupo de rock se involucre en situaciones políticas?
P.: –Si fuésemos un grupo de folklore, hablaríamos de la baguala, la salamandra, de Mandinga, los ríos y la luz mala, pero somos un grupo de rock, por eso hablamos del Apocalipsis. Es nuestra ideología.
–¿Por qué se supone que un grupo de rock tiene que hablar del Apocalipsis?
P.: –Bueno, al menos este grupo. Hablamos de mujeres, de espías de la KGB, tenemos conciencia de ciertas cosas que otros grupos no tienen, de cosas que pasan y nadie observa.
M.P.: –Pero siempre con sentido del humor. No nos cabe eso solemne de bajar línea desde el escenario... Somos una banda cuadrada de rock and roll.
–¿Se autodefinen como una banda clásica?
P.: –Sí, pero el que escucha “Betty Silicona” se encuentra con una historia original, una mina de la KGB que pasa la frontera para espiar a la CIA. “Geisha” habla de una muñeca cibernética amarilla que hace masajes y otras cosas. Esto no es tan clásico.
–Pero Riff siempre fue una banda de rock clásico.
M.P.: –Algo de eso hay, pero no somos tarados mentales.
–¿Por qué un rockero clásico tiene que ser un tarado mental?
M.P.: –Es que hay bandas como Mötley Crüe que se creen rockeros clásicos y son unos idiotas. Lo nuestro es un poco más profundo que eso.
–¿Por qué les molesta que los definan como un grupo de rock nacional?
M.P.: –Porque no somos tan argentinos. Somos una banda de rock que canta en castellano. Si tocáramos en un bar de Texas, dirían que sonamos bien.
–¿Hay algo para olvidar del pasado de Riff?
Vitico: –Muchas cosas. Entre Ruedas de metal (1981) y el presente hay un abismo. Técnicamente, ese disco era una porquería.
M.P.: –Esos temas, sinceramente, dan ganas de vomitar.

 

Los francotiradores de La Falda �83

En los primeros ‘80, hojear las páginas policiales de los diarios luego de cada show de Riff implicaba encontrarse con crónicas de violencia callejera, peleas varias con la policía y descontrol contenido, producto de años de dura represión. “Nadie de nosotros incitó a la violencia”, aclara Peyronel. “Los quilombos se armaban porque nos iban a ver más personas de las que entraban en el lugar. Lo bueno era que, en las notas de la época, aparecíamos como un fenómeno social.” Agrega Vitico: “La gente no estaba acostumbrada a ver una banda que desplegara semejante energía. Nuestra consigna era mostrar qué era verdaderamente el rock, lo contrario de Seru Giran”.
–¿Cuál era la actitud de la policía con ustedes?
M.P.: –Uh... puedo contar mil cosas. Después de BA Rock se armaban tantos quilombos en nuestros shows que nos mandaron a la cancha de Unión, en pleno invierno, con el foso de por medio, los bomberos, brutos alambrados y un destacamento de policías con perros. Estaban todos cagados en las patas.
V.: –En La Falda ‘83 habían puesto francotiradores porque decían que las hordas de Riff iban a bajar de las montañas.
–A Pappo se lo asociaba con Billy Bond, porque decían que incitaba a la violencia.
M.P.: –Es otra cosa. Bond dijo “rompan todo” y los tipos rompieron todo. Nunca dijimos algo así.
–Pero Pappo mostraba cadenas en el escenario.
P.: –Es que quería mostrar que éste era un pueblo encadenado. Sólo eso.
V.: –Aparte, era la cadena con la que ataba la moto. No era nada premeditado.
M.P.: –Nuestra música incitaba a darle un bife a alguien, no más que eso.

 

OPINION
Por Eduardo Fabregat

Más fuerte que un tren

Hay una anécdota, tragicómica por todo lo que provocó, que pinta la significación de Riff: a fines del ‘83, el grupo convocó a un show “sin cadenas” en Ferro. Tras el show, una buena porción del público tomó la estación Caballito del Sarmiento y detuvo una locomotora. Ese era el aguante del público rockero, proto piquetero de entonces. Pero de rebote llegó la imposibilidad de seguir tocando, la intensificación de la presión policial y la condena –y el miedo– de la sociedad hacia esos sucios pelilargos de cadenas y muñequeras con tachas.
Esa, claro, fue la caricatura. Lo cierto es que Riff, en la confusión de los primeros años ‘80, representó para la raza más rockera de Argentina el gran refugio contra Piero, Raúl Porchetto o el Dúo Fantasía, referentes “blandos” de la época y del mismo B. A. Rock donde Riff y V8 enarbolaron la bandera de las brigadas metálicas. Ruedas de metal y Macadam 3... 2... 1... 0, dos discos editados en el lapso de apenas ocho o nueve meses, instalaron al cuarteto como los adalides de un rock cuadrado y efectivo. Y si esos primeros dos discos tenían un sonido lamentable, Contenidos (el disco de “Susy Cadillac” y “La pantalla del mundo nuevo”, escrita años antes de CNN) tuvo la potencia sonora para certificar a Riff como la banda de rock pesado vernáculo. Hoy es usual ningunear al cuarteto y ver sus discos de la época con malicia e ironía, pero es necesario retrasar el reloj hasta las épocas predemocráticas y comprender que, para los pibes que en la popu de Obras arengaban “Y dale Pappo, dale dale Pappo”, la virulencia de canciones que hablaban de “nadar en una ciénaga de macadam” representaba su propia sensación de ahogo ante lo que se destapaba en el país. Ni hablar de la incomprensión social ante sus pantalones chupines, el pelo por la cintura y las muñequeras y cinturones con tachas. Tras el incidente en Ferro, Riff debió desensillar y los tiempos, más que aclarar, cambiaron demasiado.
Hoy, escuchando fríamente sus canciones, nadie podría darle al cuarteto la entidad de “grupo de resistencia”. Pero los veteranos que se acerquen mañana a Obras saben muy bien que, allá lejos y hace tiempo, el Carpo y sus secuaces lograron inspirar en la gente, su gente, la potencia y el aguante necesarios como para detener un tren.

 

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