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DINAR LINEAS AEREAS

EL DELASOTISMO PRESENTO UNA NUEVA LEY DE ACEFALIA POR SI SE VA DE LA RUA
La crisis ya llegó hasta el Presidente

Un diputado del gobernador cordobés presentó un proyecto para modificar la ley actual. La posibilidad de una salida anticipada de De la Rúa recorre al peronismo. Ruckauf dijo a Página/12 que �hay que armar un acuerdo para que este muchacho gobierne o deje de gobernar�. El vice de Reutemann, en la misma sintonía.

Eduardo Di Cola es un hombre más que cercano al gobernador cordobés José Manuel de la Sota.

Por Diego Schurman

Ya no son arrebatos. Ni chicanas de campaña. Desde ayer, el justicialismo plantea institucionalmente la posibilidad de una renuncia de Fernando de la Rúa. El diputado cordobés Eduardo Di Cola presentó un proyecto para modificar la Ley de Acefalía argumentando que en medio de la crisis “nadie descarta” el alejamiento del Presidente. El emisario de José Manuel de la Sota fue tan contundente como Carlos Ruckauf. “Hay que armar un acuerdo para que este muchacho (el Presidente) gobierne o deje de gobernar”, dijo a Página/12 el mandatario bonaerense. “Un gobierno como este que no gobierna, ¿no es acaso el peor escenario posible para el país?”, se sumó en nombre de Carlos Reutemann el vicegobernador santafesino Marcelo Muniagurria.
El proyecto de Di Cola propone que, en caso de que el Presidente renunciara, se convoque a elecciones con el sistema de Ley de Lemas. Este régimen permite presentar a los partidos un número ilimitados de candidatos. El ganador es el postulante que reúne más votos dentro del partido que cosecha las mayores adhesiones.
Según la actual Ley de Acefalía, si hoy De la Rúa diera un paso al costado –y teniendo en cuenta que no hay vicepresidente–, una asamblea legislativa debe elegir un sucesor entre los gobernadores, diputados o senadores para completar el mandato presidencial hasta el 2003.
Para el representante de De la Sota, su iniciativa ofrece una ventaja comparativa:
“Ante la crisis, quien asuma con el mecanismo actual lo hará debilitado: si el elegido es de la Alianza tendrá menos poder que De la Rúa, y si es del PJ no se respetará la voluntad del electorado que eligió como Presidente a un hombre de la Alianza.”
“Apelar a la Ley de Lemas no sólo posibilitará que asuma un nuevo gobierno con el consenso de los votos de la gente sino que, además, evitará que los precandidatos pierdan tiempo en internas partidarias.”
Ante la ola de especulaciones, el diputado buscó limitar la responsabilidad de la aventura. “Fue una idea mía”, señaló. Incluso otro legislador cordobés, como Teodoro Funes, tomó distancia del proyecto. “Esto no ayuda en estos momentos”, dijo a este diario..
Pero pocos creían en la Casa Rosada de la inocencia del gobernador De la Sota. Recordaron cómo Carlos Menem, y también su ministros, se desligaba de las presentaciones judiciales que realizaban los ultramenemistas para habilitar la re-reelección.
La iniciativa aparece como el broche de una semana aciaga para el gobierno:
Cavallo regresó con las manos vacías de Estados Unidos
Las negociaciones con los gobernadores por las deudas de la coparticipación volvieron a fracasar.
Radicales y frepasistas presentaron un documento en el que ponen en duda la “gobernabilidad”.
De todos modos, el sugestivo proyecto no es el epílogo de la avanzada justicialista. De a poco las voces se van sumando. El miércoles el sindicalista Luis Barrionuevo pidió la renuncia de De la Rúa. Lo hizo en un acto que compartió con los jefe de las dos CGT, Hugo Moyano y Rodolfo Daer, y el senador electo Eduardo Duhalde.
El gastronómico intentó arrepentirse ayer y enseguida muchos imaginaron la mano de Ruckauf, su actual jefe político. Es que hasta ayer el gobernador no quería aparecer públicamente, ni siquiera a través de sus socios electorales, como un desestabilizador o –según sus propias palabras– como “la voz del apocalipsis”.
Sin embargo, tras la frustrada negociación por las deudas de la coparticipación que el Gobierno mantiene con las provincias, se salió de madre. “Creo que avanzar sobre la renuncia del Presidente no sería más quealimentar una situación caótica. ¿Se imaginan esperar 90 días más para tener otro presidente?”, arrancó.
“Pero, claro –atizó ante Página/12–, el Presidente debe gobernar o dejar de gobernar. No puede entrar y salir. Le tiene que poner las espuelas a los ministros, cumplir su rol, o irse.”
El gobernador de Buenos Aires centró su furia en Cavallo. Es que horas atrás, durante el encuentro en el Consejo Federal de Inversiones, había mantenido un altercado con el ministro que estuvo a punto de terminar en un soberano intercambio de insultos.
Al menos en ese punto hubo coincidencias plenas con el santacruceño Néstor Kirchner, otro de los gobernadores que evalúa una salida anticipada del Presidente, pero que hace tareas de precalentamiento calificando de “talibán de mercado” al ministro de Economía. Al gobernador sureño le sobraron insultos y estuvo a punto de ir a los golpes con Cavallo (ver página 7).
Claro que no solamente delasotistas y ruckaufistas evalúan escenarios de cambio forzado de gobierno. Empujados por la crisis, también lo hacen -aunque con mayor sigilo– Eduardo Duhalde y Carlos Reutemann, los otros dos presidenciables del PJ.
Los discursos del senador electo suelen estar ornamentados por la palabras “caos y anarquía”. Hace poco al bonaerense le preguntaron qué sobreviene al caos y la anarquía. Y, sin vueltas, aseguró que, si aún con ese estado de situación no hay cambio de rumbo, De la Rúa deberá dejar su lugar a quien se anime a cambiar el modelo.
En esa línea también se expresó Muniagurria, el vicegobernador de Santa Fe. “Hay un nivel de inacción increíble. El problema es netamente político. Este gobierno, a lo sumo, da la imagen de muchas bicicletas con ciclistas para no caerse, cuando en verdad hay que pedalear para actuar y cambiar”
–¿Y si no hay cambios? –le preguntó este diario.
–Se deteriora todo... y quién sabe... Estamos esperando que el gobierno gobierne. El drama es que no pasa nada. Ese es el drama. Estamos sin gobierno.

 

Claves

En medio de la conmoción y la reacción que produjeron en el Gobierno las declaraciones de Luis Barrionuevo, sobre que el Presidente “debería dar un paso al costado”, el diputado Eduardo Di Cola, peronista y ligado a José de la Sota, presentó un proyecto para modificar la ley de acefalía de la Nación.
La maniobra es la cristalización de lo que piensa gran parte del peronismo, más allá de sus deseos: que Fernando de la Rúa puede no culminar su mandato, ante la profundización de la crisis económica y su creciente debilidad política.
Desde el Gobierno, aprovecharon el blanco fácil que –entienden– es Barrionuevo, y salió a refutarlo la mitad del gabinete.
Tal vehemencia generó, una vez más, un efecto bumerán: fue el propio Gobierno quien hizo crecer el tema e instalarlo con más fuerza.
El fracaso de las negociaciones provincias-Nación y de la gira de Cavallo por EE.UU. contribuyó a enrarecer aun más el clima de la víspera.

 

EDUARDO DI COLA HABLA DEL PROYECTO QUE PRESENTO
“Una hipótesis de trabajo”

Por Santiago Rodríguez

Juró y perjuró que “con José ni siquiera he hablado esta semana”, pero Eduardo Di Cola es uno de los hombres de José Manuel de la Sota en Diputados y cuesta creer que no le haya avisado que presentaría un proyecto de acefalía que contempla la sucesión de Fernando de la Rúa. En diálogo con Página/12, Di Cola aseguró que ni él, ni el gobernador cordobés, alientan la renuncia del Presidente y explicó que “lo mejor que le puede pasar al justicialismo y a cualquiera de los candidatos con aspiraciones es que este Gobierno termine su mandato”. Pero también advirtió sobre “la falta de liderazgo” de De la Rúa y consideró que “por el camino que va se dirige hacia una encerrona de la cual le va a costar cada vez más salir”.
–¿Por qué presentó el proyecto en este momento?
–Uno no desea que las circunstancias de acefalía sucedan, pero la obligación de previsibilidad nos indica que debemos tener todos los marcos legales para una salida institucional adecuada en caso de acefalía normal, correcta y corta posible. Así como el vicepresidente en su momento se fue, pegando un portazo a los diez meses, hoy nadie puede descartar la idea, aunque sea remota, de que De la Rúa renuncie. Explicado en otros términos se podría comparar al siguiente hecho: que yo legisle para castigar y prever la posibilidad de un homicidio, no quiere decir que uno está impulsando que haya asesinos, sino previendo una situación.
–¿Cree realmente que una posible renuncia de De la Rúa es remota?
–Aspiro a que lo sea, pero depende de la propia Alianza y del propio De la Rúa. Depende de la racionalidad que sean capaces de ponerle a una circunstancia tan crítica. Fíjese que al ministro de Economía, al que se lo está cuestionando tan seriamente desde la propia Alianza, está negociando entre otras cosas con los acreedores internacionales y con los gobernadores en nombre del Gobierno; me pregunto con qué autoridad puede hacerlo si desde la propia alianza gobernante se lo deslegitima.
–O sea que, según su visión, si De la Rúa sigue en el camino que va, la posibilidad de que termine renunciando es cada vez mayor.
–Por el camino que va se dirige hacia una encerrona de la cual le va a costar cada vez más salir porque a las circunstancias hay que agregarle la falta de liderazgo que De la Rúa está manifestando. Salir de este camino es una responsabilidad que le toca a De la Rúa y a la Alianza.
–¿Habló con De la Sota del proyecto antes de presentarlo?
–No, no, absolutamente; con José ni siquiera he hablado esta semana porque ha estado metido con la negociación entre el Gobierno y las provincias. Sé que algunos han tratado de vincularlo, pero lo desmiento totalmente porque De la Sota ni sabe que he presentado esto. Además, De la Sota, al igual que todos los gobernadores, yo y el justicialismo en general, salvo algunas voces discordantes que pueden haber y no hacen más que interpretar lo que la gente dice en la calle, estamos haciendo un esfuerzo supremo para no obstaculizar el desarrollo de este gobierno. Lo que este gobierno ha tenido de la oposición no lo ha tenido ningún otro.
–Ahora si la hipótesis de acefalía se diera y se implementara el mecanismo que usted propone, está claro que De la Sota sería candidato.
–Bueno, esa será una decisión que tomará cada uno de los que aspiran a ser presidente. Según la actual Ley de acefalía asume un senador, un diputado o un gobernador que debe terminar el mandato, pero en el marco de la crisis institucional y económica considero que quien asuma en esas condiciones no tendría el poder ni la legitimidad suficientes para enderezar el rumbo. Por eso propongo que quien asuma lo haga provisoriamente y convoque a elecciones en 90 días, pero como ese plazo puede ser insuficiente para los partidos propongo la ley de lemas por única vez. No estoy de acuerdo con ese sistema, pero sería la única manera de destrabar la situación si se diera.
–¿Por qué no está de acuerdo con la ley de lemas?
–La ley de lemas desestructura lo que son los partidos y transforma a cada uno de los lemas en un partido en sí mismo vinculado exclusivamente a los proyectos personales.
–En el propio bloque del PJ señalaron que el proyecto es una jugada personal suya. ¿Cree que tendrá éxito en el Congreso?
–Todo depende de la hipótesis que se plantea de gravedad institucional. Cuanto menos va a tener la acogida de una hipótesis de trabajo.
–Sabe también que su proyecto es leído ya como una avanzada del delasotismo con miras a la presidencia.
–Quien haga esa lectura se equivoca. Lo mejor que le puede pasar al justicialismo en general y a cualquiera de los candidatos con aspiraciones es que este gobierno termine su mandato.

 


 

En el Gobierno ven una “confabulación peronista”

Por Fernando Cibeira

A esta altura de la indefinición, en Gobierno ya son varios los que piensan que, más que un compás de espera, lo que le sucede al presidente Fernando de la Rúa con su nuevo gabinete es que no sabe bien qué señal dar. Si es más radicalismo –como en el caso del ministro de Desarrollo Social, Daniel Sartor–, o más delarruismo –como sería el ascenso de Hernán Lombardi–, si dará una señal de achicamiento –como podría ser con la unificación de Educación y Justicia– o creará más ministerios –como hará con la nueva cartera de Turismo, Cultura y Deportes–. Las dudas sirvieron para profundizar el clima de incertidumbre creado por el fracaso de la gestión de Domingo Cavallo en Estados Unidos y el nuevo traspié en la negociación con los gobernadores. En medio del desconcierto, el Gobierno encontró una soga de la que agarrarse en las declaraciones del senador y gastronómico Luis Barrionuevo, que le pidió a De la Rúa que dé un paso al costado. Aunque se supone que son sus aliados, no hay nada mejor que un sindicalista “gordo” en momentos en que se necesita un enemigo.
La pelea con Barrionuevo y sus adláteres fue magnificada por el Gobierno que vio en las declaraciones del sindicalista y el apoyo que recibió de Eduardo Duhalde toda una movida opositora contra la gobernabilidad. “Es una confabulación peronista: se quieren mostrar como los únicos que pueden gobernar el país”, explicaba un vocero. En el entorno del Presidente no aceptaban como atenuante la baja credibilidad que podría tener Barrionuevo entre la gente, a esta altura ya acostumbrada a sus memorables declaraciones. “Es un senador electo y en Estados Unidos eso tiene su valor”, agregaba el vocero.
Entre los más contentos por el flamante enemigo estaba la ministra de Trabajo, Patricia Bullrich. Insistentemente, las versiones que recorrieron Gobierno las últimas semanas mencionaban a Bullrich como segura candidata a emigrar de su puesto debido a su relación cortada con el sindicalismo “gordo”. Se suponía que luego de la derrota electoral, De la Rúa buscaría una de las patas de la gobernabilidad en los jefes de la CGT, siempre dispuestos a sentarse a negociar con el Gobierno.
Incluso, en un asado, el jefe de Gabinete, Chrystian Colombo, les aseguró a los sindicalistas que Bullrich ya estaba fuera del Ministerio. La ministra se enteró y tuvo una pelea con Colombo. Ahora, con los sindicalistas de enemigos, a Bullrich le volvieron los colores. Ayer, pidió que Barrionuevo y el camionero Hugo Moyano “se retracten” porque “es muy peligroso empezar a menear y a jugar con la institución más importante del país que es el Presidente”.
En el menú de respuesta del oficialismo también incluyó la aparición de un grupo de diputados afines al Gobierno nucleados por el presidente de la Cámara, Rafael Pascual. Pero Pascual no apareció y los diputados que dieron la conferencia de prensa en el Congreso debieron presentarse a los periodistas porque nadie se sabía sus nombres. “Son estos personajes que junto a Carlos Menem saquearon el país y lo dejaron endeudado”, sostuvo el diputado sanjuanino Mario Capello.
El ministro del Interior, Ramón Mestre, directamente acusó a los sindicalistas de “golpistas”. “Nos hace acordar a aquellas épocas en que algunos políticos desesperados iban a golpear la puerta de los cuarteles”, dijo. Raúl Alfonsín, más escueto, opinó que no contribuía “a consolidar las instituciones democráticas del país”.
Más enigmática fue la respuesta del Presidente cuando lo consultaron por los dichos de Barrionuevo. “No”, respondió. “¿No va a opinar?”, le repreguntaron. “No, no y no. Es la única respuesta que me surge espontáneamente”, insistió De la Rúa, dejando a los cronistas confundidos. Pero si al Gobierno puede haberlo puesto contento que en medio de la confusión surgiera un enemigo fácil frente al cual podían unirse y responder, no se midió con la misma alegría el avance concreto delperonismo en la búsqueda del poder en tanto el Presidente no encuentra la forma de salir de la crisis. Ayer mismo, el diputado cordobés Eduardo Di Cola que responde al gobernador José Manuel De la Sota, presentó un proyecto para modificar la ley de acefalía.
–¿Pero los sindicalistas “gordos” y los gobernadores peronistas de las provincias grandes no eran amigos del Gobierno? –le preguntó este diario a un vocero.
–Se hacen los amigos pero son así: te das vuelta y te clavan un puñal –respondió, en tono tanguero.
Un funcionario con despacho en el primer piso de la Rosada no aceptaba que la imagen de De la Rúa mejoraría si apura su respuesta a la amplia derrota electoral del 14 de octubre: las medidas económicas y el cambio de gabinete. “No tendría sentido porque todo depende del acuerdo con los gobernadores. Una de las principales medidas es la refinanciación de las deudas que se están discutiendo con los gobernadores. Y un nuevo gabinete, ¿cuánto dura si no hay acuerdo”, justificaba el funcionario.
El hombre, incondicional del Presidente, no aceptaba la hipótesis que ya piensan algunos de los funcionarios de la Rosada: que De la Rúa no sabe para dónde disparar. Que ahora duda cuáles serían los cambios más adecuados en su elenco de ministros porque tampoco tiene claro cuál es el perfil que le quiere dar. Que tampoco sabe si debe hacer una reestructuración del gabinete o no. Es decir, nada que ayude a la gobernabilidad, más argumentos para la oposición.

 

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