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EL CUBANO PABLO MILANES HABLA DEL DISCO “PABLO QUERIDO 2”
“Soy el hombre más feliz de la tierra”

Está mejor de salud y se siente complacido por el homenaje que le brindaron en el DF sus amigos músicos. Gabriel García Márquez, Fito Páez, Charly García y Milton Nascimento, entre otros, participaron del disco.

Pablo Milanés está celebrando sus treinta años de carrera con este disco doble en su homenaje.

Por Mónica Maristain
Desde México

Milton Nascimento explica su estadía en México con una frase contundente: “Estoy aquí porque Pablito es el mejor músico de toda la galaxia”. Más humilde, y sin temor a parecer cursi, el cubano Milanés insiste con que el magno concierto celebrado en el Auditorio Nacional del DF, y por el que desfilaron desde Alberto Cortez hasta Fher, de Maná, pasando por Soledad Bravo y Lucecita Benítez, entre otros, “es la obra del amor”. Fue la presentación de Pablo Querido 2 un hecho cultural de alto vuelo que no se repetirá. Un concierto múltiple que evocó por momentos a aquellos festivales de música latinoamericana con los que se celebraba el fin de alguna dictadura o se pedía, con clamor vociferante, el regreso a la democracia en la Argentina, Chile o Uruguay.
Milanés está mejor de salud. La enfermedad en los huesos que lo tuvo a mal traer en los últimos años y que hizo temer por su vida parece haberse retraído. “El mes pasado me hicieron una operación en los Estados Unidos, y el resultado fue excelente”, explica, en la entrevista con Página/12.
El disco doble con que celebra más de 30 años de carrera y que ha servido para demostrar la admiración sin par que le transmiten colegas de diversas latitudes lo han convertido, según declara, “en el hombre más feliz de la tierra”. También el Premio Nobel Gabriel García Márquez se sumó a la causa: “Este disco es una casa sin puertas ni ventanas que Pablito Milanés lleva consigo a cualquier lugar en que se encuentre, sólo para que sus amigos del mundo entero se pongan a cantar”, dice el premio Nobel Gabriel García Márquez en un texto que da inicio al álbum. “La participación de Gabo no estaba concebida de antemano. Cada vez que él viene a La Habana visita mi casa, y en una oportunidad nos agarró en pleno trabajo de elaboración de Pablo Querido y nos dijo: ‘Quiero estar ahí’. Es algo con lo que ni siquiera me habría atrevido a soñar”, admite Milanés.
El álbum es un conjunto de veinte canciones arregladas por Dagoberto González, el habitual violinista de Pablo. Nació en una nublada tarde de abril en Montevideo, cuando antes de que Milanés diera un concierto en el Teatro de Verano, el productor ejecutivo Felipe Radrigán y el cantautor cubano usaron el tiempo de la sobremesa para soñar en voz alta con el disco que reuniría a los artistas amigos. La producción está cargada de anécdotas y Pablo no se da respiro para evocarlas. El buen humor de Milanés, producto de su buen estado de salud y de haber bajado “unas cuantas libras” le permite ser confidente y natural en la enunciación de sus recuerdos. Dice que la grabación con Joaquín Sabina de “La Magdalena” se hizo en Madrid a principios de año. “El estaba muy ocupado, pero nos arreglamos para trabajar en forma intermitente en su casa, y nos divertimos mucho”, explica el artista cubano. Una filmación transmitida el día del concierto muestra a Sabina francamente recuperado de su hemorragia cerebral. En él define a Milanés como “alguien que es mucho más que mi hermano. Es una delicia para el paladar”. El autor de “Años” se pone más serio y tenso cuando la charla deriva hacia temas de actualidad. “Agredir al pueblo de los Estados Unidos es imperdonable. Tan imperdonable como bombardear al pueblo de Afganistán”, dice taxativo.
Está convencido de que el trabajo musical con el que ha logrado reunir a tantos artistas diversos “es una muestra de comprensión y tolerancia que si la practicaran las naciones no habría guerras en el mundo”. Milanés, que participa en más de 30 discos de amigos al año, considera natural que los artistas se reúnan para cantar. Y no quiere hablar mucho de la polémica en torno de los Grammy latinos. “Son polémicas ideológicas. Se salen del marco cultural y son muestra de una especie de mafia sobre la que no vale la pena hablar”, asegura. Y tampoco dice más.
La orquesta de 27 músicos que pudo reunir para el concierto en el Auditorio es reflejo de una pluralidad que lo llena de orgullo. “Hayhúngaros, mexicanos, rusos, eso sí, la percusión la hacemos los cubanos porque de eso algo entendemos”, se ufana. Y Pablo es, como dice Fito, “muy pillo”, lo que en argot-Páez puede traducirse como el más fino enunciador de ironías. Por ejemplo, alaba a los artistas que se rasgan las vestiduras pronunciándose en contra de los atentados contra los Estados Unidos, pero no deja de referirse “a los 30 años que llevo denunciando las guerras y el hambre en distintos países. Es que a mí me toca la realidad de todo el mundo”, expresa buscando complicidad.
El hombre que empezó cantando en centros nocturnos de La Habana, donde descubrió el “filin”, prepara un disco de boleros y otro con canciones tradicionales mexicanas. “No se trata de temas conocidos, sino de obras que han quedado un poco en el olvido. No quiero hacer un disco comercial como han venido haciendo otros”, provoca. El próximo martes cantará en la plaza central, el temible zócalo capitalino que no representa para él un territorio extraño. Cada año que viene a México, le está reservada una actuación en ese escenario que refrenda la popularidad de un artista.
Y para terminar habla de Maradona. “A Diego no lo veo en La Habana. Nos mandamos saludos mutuamente, pero nunca nos encontramos”.
–Si se hubiera enterado del disco, hubiera querido participar.
–¿Por qué lo dices? ¿Por ser tan argentino?
–No, porque es tan Diego.
Y se va riendo, un poco rengo, este Milanés, tan Pablo Querido.

 

La empanada de Charly

Pablo Milanés admite que es rara la presencia de Charly García en el disco, aunque su versión de “Los años mozos” es memorable. “Cada vez que voy a Buenos Aires, Fito me organiza una cena. La última le dejamos el living patas arriba, así que no sé si va a volver a hacerlo. Hace un tiempo, Fito me propuso que eligiera los invitados. Y quise conocer a Charly. Llegó como a las tres y se puso a hacer música con una empanada. Desde entonces somos amigos entrañables”, afirma. Charly llegó a La Habana para grabar su participación el 24 de febrero del 2000, día del cumpleaños de Pablo. Le pidió que le prestara el estudio para grabar una canción. Estuvo tocando toda esa noche y regresó a su hotel a las 8. Un teclado comprado en Panamá sirvió hasta que fue conectado a un voltaje diferente. Los técnicos de Pablo se ofrecieron a repararlo. Uno entró a la sala donde estaba Charly. “Charly, ¿dónde está la fuente?”, preguntó. Charly, acompañado por el piano, cantó: “Tenemos muchas fuentes, parecemos Italia, tú eres la fuente de Trevi y yo una fuente de sodas”. “Ese es Charly –se ríe Milanés–. Se fue tras dos días y casi da vuelta La Habana. Se fue bajo protesta, porque quería quedarse.”

 

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