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JUAN GELMAN Y CESAR STROSCIO
De fueyes y poemas

�Ruiseñores de nuevo�, el CD que Página/12 publica mañana, ofrece
una notable síntesis artística entre el bandoneonista y el poeta.

Por Fernando D’Addario

En un espacio no convencional, donde alguna vez funcionó la cocina de un amigo en común, con un bebé y un perro parisino como testigos activos, Juan Gelman y César Stroscio registraron en 1988 Ruiseñores de nuevo. Un disco atípico y austero, casi tanto como sus condiciones de gestación. La voz y los poemas de Gelman, el bandoneón de Stroscio. Nada más. Las arbitrariedades del mercado, renuentes a este tipo de alquimias artísticas, dejaron inédito este trabajo durante años. Finalmente fue editado en Francia en 1998 y hace unos meses lo publicaron en México. En la Argentina, hasta ahora, sólo había accedido a él un puñado de fanáticos. Saldrá mañana, con la edición de Página/12, a un precio de compra opcional de 6 pesos.
“Lo hicimos sin ningún deseo deliberado –dice Gelman, en conversación desde el DF–, sólo por el placer de grabarlo. El único condicionamiento fue que hubiera armonía entre lo que los poemas decían y lo que el bandoneón expresaba”. El disco funciona como un sobrio recorrido interior, que atraviesa a la música y a la poesía sin superposiciones forzadas. Poemas y canciones se alternan con naturalidad, y esta aparente separación de géneros no altera el clima de afinidad conceptual. De esos bellísimos versos a una mujer imposible y a la vez cotidiana (“Mujeres”) a la melancolía implícita de “Amurado” (de Laurenz, Maffia y De Grandis), de ese canto a la libertad poética (con su antípoda en el terror y la muerte) que es “Ruiseñores de nuevo” a ese sentimiento de añoranza de una Buenos Aires lejana que trasmite el fraseo de “Ojos negros” (de Vicente Greco), ese viaje rompe las barreras temporales, y pasa por la niñez, toca la revolución y vuelve a la poesía.
En el autor de Violín y otras cuestiones hay un costado milonguero que le llega desde la infancia. “Sí, era muy milonguero, y siempre se hacían fiestas en el barrio donde tocaban bandoneonistas. El tango siempre me gustó mucho, sobre todo el de artistas como Angelito Vargas, Horacio Salgán y Osvaldo Pugliese. Bueno, Pugliese, como decía un militante del PC, más que un músico era un movimiento de masas”. Ya había grabado en su momento con el Tata Cedrón. De entonces data su amistad con Stroscio, ex integrante de su grupo, actualmente al frente del Trío Esquina. El bandoneonista señala que “la poesía de Gelman tiene su propia musicalidad y en ese sentido un poeta también es un músico”, una frase que se ve corroborada en el disco.

 

Dos textos seleccionados

mujeres

decir que esa mujer era dos mujeres es decir poquito debía tener unas 12397 mujeres en su mujer / era difícil saber con quién trataba uno en ese pueblo de mujeres / ejemplo:

yacíamos en un lecho de amor /
ella era un alba de algas fosforescentes / cuando la fui a abrazar se convirtió en singapur llena de perros que aullaban / recuerdo

cuando se apareció envuelta en rosas de aghadir / parecía una constelación en la tierra / parecía que la cruz del sur había bajado a la tierra / esa mujer brillaba como la luna de su voz derecha /

como el sol que se ponía en su voz / en las rosas estaban escritos todos los nombres de esa mujer menos uno / y cuando se dio vuelta / su nuca era el plan económico / tenía miles de cifras y la balanza de muertes favorables a la dictadura militar / o sea

nunca sabía uno adónde iba a parar esa mujer / yo estaba ligeramente desconcertado / una noche le golpié el hombro para ver con quién era y vi en sus ojos desiertos un camello / a veces

esa mujer era la banda municipal de mi pueblo / tocaba dulces valses hasta que el trombón empezaba a desafinar / y los demás desafinaban con él / esa mujer tenía la memoria desafinada /

usté podía amarla hasta el delirio / hacerle crecer días del sexo tembloroso / hacerla volar como pajarito de sábana / al día siguiente se despertaba hablando de malevic

la memoria le andaba como un reloj con rabia / a las tres de la tarde se acordaba del mulo que le pateó la infancia una noche del ser / ellaba mucho esa mujer y era una banda municipal /

la devoraron todos los fantasmas que pudo alimentar con sus miles de mujeres / y era una banda municipal desafinada yéndose por las sombras de la placita de mi pueblo /

yo / compañeros / una noche como ésta que nos empapan los rostros que a lo mejor morimos /
monté en el camellito que esperaba en sus ojos y me fui de las costas tibias de esa mujer /

callado como un niño bajo los gordos buitres que me comen de todo / menos el pensamiento de cuando ella se unía como un ramo de dulzura y lo tiraba en la tarde /

yo también escribo cuentos

a eduardo
había una vez un poeta portugués / tenía cuatro poetas adentro y vivía muy preocupado / trabajaba en la administración pública y dónde se vio que un empleado público de portugal gane para alimentar cuatro bocas /

cada noche pasaba lista a sus poetas incluyéndose a sí mismo / uno estiraba la mano por la ventana y le caían astros allí / otro escribía cartas al sur / qué están haciendo del sur / decía /

de mi uruguay / decía / el otro se convirtió en un barco que amó a los marineros / esto es bello porque no todos los barcos hacen así / hay barcos que prefieren mirar por el ojo de buey /

hay barcos que se hunden / Dios camina afligido por el fenómeno ése / es que no todos los barcos se parecen a los poetas del portugués / salían del mar y se secaban los huesitos al sol /

cantando la canción de tus pechos / amada / cantaban que tus pechos llegaron una tarde con una escolta de horizontes / eso cantaban los poetas del portugués para decir que te amo / antes de separarse / tender la mano al cielo / escribir cartas al uruguay

que mañana van a llegar / mañana van a llegar las cartas del portugués y barrerán la tristeza / mañana va a llegar el barco del portugués al puerto de montevideo / siempre supo que entraba en ese puerto y se volvía más hermoso /

como los cuatro poetas del portugués cuando se preocupaban todos juntos por el hombre de la tabaquería de enfrente / el animal de sueños del hombre de la tabaquería de enfrente / galopando con como josé gervasio de artigas por el hambre mundial /

el portugués tenía cuatro poetas mirando al sur / al norte / al muro / al cielo les daba a todos de comer con el sueldo del alma / él se ganaba el sueldo en la administración del país público / y también mirando el mar que va de lisboa al uruguay / yo siempre estoy olvidando cosas / una vez me olvidé un ojo en la mitad de una mujer / otra vez me olvidé una mujer en la mitad de portugués / me olvidé el nombre del poeta portugués /

de lo que no me olvido es de su barco navegando hacia el sur / de su manita llena de astros / golpeando contra la furia del mundo / con el hombre de enfrente en la mano

 

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