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JURAN NUEVOS FUNCIONARIOS, PERO SIGUEN LAS INTERNAS Y FALTAN DESIGNACIONES
Doce ministerios y millares de enigmas

Dumón, Lombardi y Bullrich asumieron y festejaron. Sigue sin saberse qué funciones tendrá cada uno. Y, en algunos casos, dónde tendrán sus oficinas. Se prolongan las dudas sobre la continuidad de Lombardo y Mestre. Ya pasaron 16 días de las elecciones.

Por Fernando Cibeira

“Estas reformas y designaciones apuntan a la acción social del Gobierno”, así trató de explicar el presidente Fernando de la Rúa los nombramientos de los tres nuevos ministros que juraron ayer. Con Hernán Lombardi en Turismo, Cultura y Deportes; José Dumón en Trabajo y Patricia Bullrich en Seguridad Social consiguieron llenar de entusiastas amigos y colaboradores el Salón Blanco de la Casa Rosada, pero no pudieron despejar la sensación de desprolijidad de toda la movida. Los ministros no sabían bien qué funciones tendrá cada cartera y, en algún caso, ni siquiera conocían el domicilio de su nueva oficina. Para más, en Gobierno dicen que esto no termina acá y que habrá más modificaciones que todavía se discuten en Jefatura de Gabinete. Cuando todo finalice, se supone, el Presidente habrá dado su respuesta a la derrota electoral con un gabinete “homogéneo” en el que los ministros no discutirán entre ellos.
El Presidente dijo tener “confianza” en que con el nuevo esquema de gabinete el Gobierno va a “mejorar la atención de las necesidades sociales, que son urgencias impostergables”. En realidad, el perfil de las designaciones más “social” queda reducido a la Agencia que promete manejar Bullrich desde comienzos del año que viene. Dumón sólo seguirá manejando los planes Trabajar en la medida que consiga retenerlos de la absorción que imagina Bullrich. En tanto que Lombardi, más que social, imaginó para su nueva y heterogénea cartera una justificación de tipo reactivador. “El turismo y la cultura son herramientas productivas alternativas”, sostuvo.
La jura de ministros es uno de los actos distintivos de este Gobierno. En dos años ha habido montones, con pocas diferencias entre una y otra -por regla es una ceremonia muy breve–, por ahí un poco más de trajes en alguna, algo más de alegría partidaria en otras. La de ayer estuvo entre las bullangueras, sobre todo gracias a Lombardi que llevó hinchada propia, un escaloncito por debajo en los aplausos quedaron Bullrich y Dumón.
Lo curioso a esta altura es que tanto entusiasmo y saludos de los amigos se diluya tan pronto. A veces, en cuestión de días. Un ejemplo cercano es el del casi flamante ministro de Desarrollo Social, Daniel Sartor, quien juró el miércoles pasado en una cartera que ayer se daba a entender que tenía los días contados. “Converger”, era el eufemismo que repetía Bullrich para explicar qué sucedería con el ministerio de Sartor una vez que se creara la Agencia Social, que estará bajo el mando de la ministra. Luego de la “convergencia”, a Sartor le quedarían funciones casi residuales, con lo que eran varios en el acto de ayer que se preguntaban las razones de la apurada designación de la semana pasada que ahora quedó envuelta en un gran interrogante.
No fue la única ida y venida de De la Rúa en los últimos días. Para empezar, luego de las elecciones se estableció que lo primero que haría el Gobierno sería acordar con los gobernadores, luego anunciar las medidas y que el cambio de gabinete quedaría como corolario del proceso poselectoral. Los contratiempos que encontró en el camino llevaron al Presidente a actuar exactamente al revés, con el agregado que los cambios de gabinete –al parecer– todavía no terminaron.
El vocero Juan Pablo Baylac prometió más modificaciones, ahora en Salud, Educación y Justicia. Salud es el más misterioso: hay quienes llegan a decir que dejaría de existir o que también podría unificarse. En cuanto a la fusión entre Educación y Justicia Andrés Delich decía ayer no tener información alguna. Otro de los cambios cantados, el de Rafael Pascual en reemplazo de Ramón Mestre en el Ministerio del Interior, quedaría para diciembre, cuando el presidente de la Cámara de Diputados finaliza su mandato.
La arquitectura final del gabinete la sigue planeando Chrystian Colombo junto a Marcos Makón, aunque con el desastre en los mercados, anoche, enOlivos, las urgencias pasaban por otro lado. Para colmo, se comenta que Makón está pensando en renunciar.
El nuevo organigrama tiene dificultades aún en el plano edilicio. Bullrich creía que su nuevo despacho estaría en el lugar que ocupaba la antigua secretaría PyMes o en el edificio de la Jefatura de Gabinete. Lombardi, se suponía, continuaría en el mismo lugar que hasta ahora. Para agregar las dos nuevas carteras, De la Rúa se valió de un decreto de octubre que le permitió modificar la Ley de Ministerios, que estableció un tope de diez. Ayer, los ministerios quedaron en doce, mañana no se sabe.
Los nuevos ministros se quedaron saludando hasta que apagaron las luces y salieron del caluroso salón, cuando ya no quedaba casi nadie. Lombardi y Bullrich se abrazaron y se dijeron cosas al oído. Los dos están enrolados en el grupo sushi de amigos de Antonio de la Rúa, que también conservó para Darío Lopérfido la secretaría de Cultura. Dumón, más alejado, recibió cariños de viejos correligionarios. También una carta de felicitaciones de Raúl Alfonsín en la que auguraba mucho trabajo en su nuevo cargo. Trabajar “a lo vasco”, bromeó el ex presidente, quien nombró a Dumón ministro de Educación en las postrimerías de su gobierno, poco antes de entregar anticipadamente el poder.


LA HUELGA DE 100 MINEROS EN RIO TURBIO LLEVA DIECINUEVE DIAS
Paro 800 metros debajo de la tierra

Cien personas encerradas en una mina de carbón, a 800 metros de profundidad y a 6 kilómetros de la entrada. No es el argumento de una película de cine catástrofe. Es la medida de protesta que realizan desde el 11 de este mes los mineros de Río Turbio, en Santa Cruz, en reclamo de la incorporación al convenio colectivo de 250 trabajadores, y por la mejora de sus condiciones laborales. “Nuestros compañeros cortaron toda comunicación con el exterior. Todo se pone cada vez más denso”, dijo Héctor Wanzo, secretario general de ATE-Río Turbio.
La mina tiene más de 70 kilómetros de galerías; en una de ellas, muy lejos de la boca de entrada, se encuentran los trabajadores, sólo iluminados por las luces que llevan en sus cascos. Por cuestiones de seguridad, no pueden usar faroles. Así sobrellevan desde principios de mes la protesta, en medio de las galerías sostenidas por una suerte de arcos. “Están en medio de la oscuridad absoluta, más allá de las luces de los cascos”, dice Wanzo. Y explica que “la comida se la hacen llegar los familiares, sobre todo sus mujeres, con lo que juntan ellas y con lo que les dan los habitantes de la cuenca”. Con este método, logran acercarle arroz o algún pedazo de carne a los mineros.
Para ellos la vida no sólo es difícil por el trabajo en sí; cobran en promedio 700 pesos por mes, pero la comida sale mucho más cara que en la Capital Federal. Por ejemplo, el kilo de carne sale 7 pesos. Claro que pueden optar por carne enfriada, más barata pero muchas veces con un extraño color azul que hace que la dejen de lado.
Los mineros, entre los que hay muchos catamarqueños, riojanos y jujeños, se mantienen en las galerías subterráneas, esquivando los lugares con el aire viciado por el gas que desprende el carbón. “Cuando por el polvo o por las gases el aire es irrespirable, se trasladan a otra galería. Y también lo hacen cuando baja la temperatura”, revela Wanzo. “Lo más grave empresa retiró al personal de seguridad de la mina, que es la que controla el nivel de gas”, agrega.
La mina también lleva la sombra de la muerte en sus entrañas; el mayor peligro e el de un derrumbes, pero también están las emanaciones de gases y la manipulación de explosivos. Y accidentes como el que le costó la vida en 1996 a Oscar Reinoso. “Formaba parte de un grupo de muchachos nuevos, y para hacerles ganar tiempo, la empresa los hizo trasladar en una cinta transportadora, sin ninguna indicación”, rememora Wanzo. “Al llegar al final de la cinta, el compañero no supo qué hacer, y terminó cayéndose hacia donde estaba el rodillo gigantesco que hace girar a la cinta”. Esa horrible muerte todavía está impune.
El reclamo central de los trabajadores es que se incorporen al convenio colectivo a los mineros que cobran un básico de 300 pesos, pero que si trabajan a destajo, llegan a los 600. “Como les pagan una miseria, tienen que trabajar muchísimo para alcanzar un sueldo más o menos. Eso, dentro de una mina, es un riesgo enorme”, explica Wanzo. La mayoría de los huelguistas pertenecen a esta franja de trabajadores.
La otra demanda es la de mayores medidas de higiene y de seguridad. “El concesionario recibió más de 300 millones de pesos en subsidios, y no los reinvirtió en la mina, ni mejoró las condiciones laborales. Como el contrato vence en el 2004, está esperando a que llegue esa fecha e irse, sin reinvertir nada”, denuncia Wanzo.
Río Turbio: extremo sudoeste de Santa Cruz y a escasos 30 kilómetros de Chile. Cien mineros, en medio de la oscuridad, buscan aunque más no sea algo de luz.
Informe: Alejandro Cánepa.

 

 

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