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COMO ES UNA ALARMA POR ANTRAX EN WASHINGTON, ATACADA DE NUEVO
30 minutos que se repiten 150 veces

Nuevas instituciones federales y
postales fueron atacadas con ántrax ayer. Aquí se cuenta qué ocurre ante la primera alarma.

Esporas: �Nunca creímos que alguien podría desarrollar el aditivo necesario para que las esporas floten en el aire por largos períodos de tiempo: no es fácil�.

Unidades de los equipos Hazmat de descontaminación trabajan ayer en
el Senado de EE.UU.

Por Gabriel A. Uriarte.
Desde Washington D.C.

Los primeros 30 minutos en la calle 14 entre las calles K y M se repiten un promedio de 150 veces en Washington DC. Los 30 minutos que siguen, y que distinguen la alarma verdadera de la falsa, pertenecen a un grupo más selecto, que incluye al Senado, la Corte Suprema, el Departamento de Estado y, ayer, la Administración de Alimentos y Medicinas (FDA) y la embajada norteamericana en Lituania.
En todos los casos se observa un mismo protocolo para posibles casos de ántrax, gatillado por un polvo o un sobre “misteriosos”. Según un oficial de policía frente a la barrera policial en torno al Edificio Continental en el centro de Washington, hay una cantidad enorme de falsas alarmas, pero ninguna puede ser ignorada. La capital ya sufrió dos empleados postales muertos y varios más infectados, y en Nueva York se confirmó anteayer que una mujer sin ninguna relación al correo, el gobierno o los medios había muerto de ántrax pulmonar. Pero no sólo la policía está cambiando sus procedimientos. Los empleados de edificios federales, siguiendo el ejemplo de los carteros, son cada vez más reluctantes a trabajar si no se evacuan los edificios contaminados.
El Departamento de Estado es el ejemplo más drástico de la tendencia. Hasta ahora la sede de diplomacia norteamericana registró tres casos de ántrax en su jurisdicción: uno en su oficina de correo, otro en una carta enviada a su programa Recompensas por la Justicia, y el último, ayer, a su embajada en Lituania. Fue demasiado para Asociación del Servicio Exterior. En una carta enviada ayer a la subsecretaria de gerencia Grant Green, el sindicato cuestionó fuertemente “el rechazo por parte del Departamento a testear el lugar de trabajo en las oficinas”. Según el presidente del sindicato, John Noland, “este testeo podría identificar lugares adicionales que deberían ser descontaminados y empleados adicionales que deberían tomar antibiótico. También se formuló una pregunta similar a la que fue planteada en las querellas presentadas por los empleados postales: por qué el Departamento no había sido evacuado como sí lo fueron el Congreso y la Corte Suprema. La respuesta de la gerencia dejaba mucho que desear. Cedric Dumont, que lidera la unidad médica del Departamento, admitió que “probablemente otras partes del edificio están ligeramente contaminadas... Pero el riesgo es bajo”.
Su respuesta hubiera sido aceptable, apenas, el lunes; ayer era absurda. Es que, según se ocuparon de proclamar los titulares de los principales diarios, toda la comunidad médica está reevaluando sus conceptos del ántrax luego de la muerte de la empleada de 61 años en el Hospital de Otorrinolaringología en Nueva York. Pruebas en su casa y oficina dieron negativo por ántrax: es decir, no se sabe donde se infectó. Esto indica que las cantidades de ántrax necesarias para causar el muy letal mal pulmonar podrían ser mucho menores a las pensadas. La cifra anterior ya era baja, unas 8000 esporas que equivalen a 0.0000008 gramos. Pero ahora se considera que la cifra podría ser de tan sólo 1000 esporas. “Yo tiraría el número de 8000 esporas por la ventana”, enfatizó el congresista republicano Bill Frist.
Todos los expertos pasaron ayer del optimismo a predicciones mucho más oscuras. “Nunca creímos que alguien (sin apoyo directo de un Estado) podría desarrollar el aditivo necesario para que las esporas floten en el aire por largos períodos de tiempo: no es fácil”, admitió Alan Zelicoff del Sandia National Laboratory. El director del Centro de Biodefensa de la Universidad de Texas, C.J. Peters, agregó que “quien sea que haya logradoproducir dos gramos de ántrax tan fino perfectamente podría producir dos kilos”.
Así, los casos diarios de contaminación adquieren un carácter mucho más siniestro. Ahora la peor consecuencia no es un tratamiento de 60 días con el antibiótico Cipro, sino la muerte. Y no hubo escasez de nuevos casos ayer. La expansión geográfica de los ataques no se limitó a Lituania, sino que también habría llegado (de acuerdo a rumores) a la embajada británica en Pekín, y (confirmado) a dos oficinas postales en Indiana y Missouri respectivamente. En Nueva Jersey, desde donde se enviaron muchas de las cartas, se informó ayer de un nuevo cartero con ántrax cutáneo. El sindicato local presentó una querella para cerrar todas las oficinas de correo, y el juez la está considerando. Según la abogada de los empleados postales, Nancy Waker, habría dos empleados más, muy lejos de donde se reportaron los primeros casos, con “síntomas idénticos a los del Antrax”.
El efecto acumulativo de todo esto pudo ser visto a pequeña escala ayer por Página/12 en la evacuación y cuarentena del Edificio Continental en la 1012 de la calle 14. Todo comenzó a las 16.30, cuando empleados en la oficina de correo en el piso quinto dieron una alarma. Se envió un equipo de reacción rápida del Departamento de Bomberos, el preludio para los equipos Hazmat de descontaminación, que llegaron a las 17. Se conectó una manguera de bomberos para aportar un suministro constante de agua para la descontaminación de los hombres. Eran cuatro, y trabajaban en turnos de dos. Los empleados del edificio salían, excepto por quienes se encontraban en el piso quinto, en cuarentena, que miraban desconsolados por la ventana. Muchos no podían entrar para recuperar sus carteras e identificaciones, y formaban pequeños campos de refugiados frente a la barrera policial. ¿Cuántos casos posibles de exposición? “Tres civiles”, respondió el portavoz policial Alan Etter. ¿Se confirmó que es ántrax? “El FBI considera que es una amenaza creíble pero recién lo sabremos mañana”. ¿Cuántos casos como este hay en promedio? “No le puedo decir nada excepto que están aumentando”.

 


 

COMO SE TRATA A LAS VICTIMAS DE LOS ATENTADOS
¿Sos un damnificado? Perdiste

Por Isabel Piquer *
Desde Nueva York

”Vuelva mañana.” La voluntaria de Safe Horizons es como un muro. Le dice a Tony que se le ha pasado el turno, que lo siente mucho, que lo entienda, que son las ocho de la noche, que no puede hacer nada y que lo intente al día siguiente. Tony lleva toda la tarde en el Muelle 94 yendo y viniendo entre los distintos mostradores de las organizaciones caritativas que reparten ayuda y fondos a las víctimas de los atentados. Nada está centralizado. Nadie le ha dicho cómo puede conseguir su pequeña parte de los más de 1000 millones de dólares recaudados en mes y medio para los damnificados del 11 de setiembre y de los que por ahora sólo se ha distribuido una décima parte.
El caso de Tony es relativamente sencillo. Es peruano, tiene 21 años y trabajaba de pinche en el Windows of the World, el restaurante del piso 107 de la Torre Norte. Le tocaba el turno de las nueve de la mañana y se salvó porque aquel día se quedó dormido. Cuatro de sus mejores amigos no tuvieron esa suerte. Ha quedado desocupado y ahora debe pedir ayuda a esta voluntaria desagradable, con su tarjeta de identificación verde que deslizaba todos los días por los controles magnéticos del World Trade Center. “Siempre guardaré esta tarjeta, era tan bello trabajar allí”.Puesto que no ha habido suerte en Safe Horizons, Tony debe apurarse en volver a la cola de la Cruz Roja para no perder su lugar. Por fin suena su número, el 85. De algo habrán servido tantas horas de espera. Le atienden dos jóvenes mucho más simpáticos pero increíblemente lentos. “Deberá ser paciente con nosotros, es nuestro primer día”. Uno de ellos lee detenidamente una hoja con instrucciones sobre lo que debe preguntar.
Los voluntarios tardarán casi una hora en decirle a Tony que pueden pagar su alquiler sólo si vuelve a principios de noviembre. Para los gastos de comida o electricidad, escriben dos cartas de recomendación, una para el Ejército de Salvación y otra para la Agencia Federal de Emergencia, que se especializan en problemas a más largo plazo. De vuelta al pasillo, Tony se cruza con otra voluntaria que le aconseja ir al Centro de Acción Pastoral Latino, en la otra punta de Manhattan, porque allí dan dinero más fácilmente. Antes deberá concertar una cita. “Así llevo mes y medio”, dice desesperado.

* De El País de Madrid. Especial para Página/12.

 

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