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La Magistratura escuchó a la jueza vinculada al masserismo

Ante la Comisión de Acusación del Consejo de la Magistratura, la jueza Emilia García, admitió haber trabajado en la escribanía que se apropió de los bienes de desaparecidos. Dieron luz verde para que avance el pedido de juicio contra el juez Leiva.

La jueza en lo contencioso administrativo federal Emilia
Marta García ante el Consejo.

Por S.V.

La Comisión de Acusación del Consejo de la Magistratura tomó ayer declaración a la jueza en lo contencioso administrativo federal Emilia Marta García, quien según reveló Página/12 había participado en el desapoderamiento de bienes de un grupo de desaparecidos. Al mismo tiempo, en ausencia de los consejeros de la Alianza y sin ponerse de acuerdo en los fundamentos, la comisión resolvió elevar al plenario la solicitud de juicio político al magistrado mendocino Luis Leiva, instructor original de la causa que involucra al ex banquero Raúl Juan Pedro Moneta. La situación generó malestar entre integrantes del organismo que consideraron improcedente aprobar un pedido de “jury” sin exponer las causas que lo sustentan.
La citación de la jueza García se basó en una presentación de los consejeros aliancistas Pablo Fernández –diputado por el Frepaso– y Carlos Maestro –legislador por el radicalismo– y en el pedido de desafuero realizado por el juez federal Claudio Bonadío, quien investiga la apropiación por parte de altos oficiales de la ESMA de los bienes del empresario mendocino Victorio Cerutti, el abogado Conrado Gómez y el contador Horacio Palma. A fines de los años 70, la abogada Emilia Marta García (trabajando para el escribano masserista Ariel Sosa Moliné) participó en calidad de síndico suplente, síndico titular y por último accionista de Wil-Ri, la sociedad formada en los sótanos de la Escuela de Mecánica para traspasar a manos de la familia del ex almirante Emilio Massera valiosas tierras de la localidad de Chacras de Coria pertenecientes a Cerutti, Palma y Gómez. Wil-Ri era el nombre de fantasía que disfrazaba sin mucha cautela a Francisco Williams y Héctor Ríos, las falsas identidades tras las que se ocultaban el capitán Francis William Whamond y el teniente Jorge Radice, ambos en prisión por resolución de Bonadío. La jueza García no negó los hechos que se le imputan pero dijo haber colaborado “sin saberlo” mientras se desempeñaba como “practicante” en la escribanía de Sosa Moliné. En su descargo, García argumentó que su hermana, Graciela García Romero, había sido secuestrada por la marina y, por lo mismo, mal podía haber servido ella a los designios de los victimarios. “Mi familia fue víctima de aquella historia. Hoy siento que me pasa lo mismo: aparecí en una libretita de alguien –exageró, dramática, la jueza– y ahora vienen a buscarme.”Lo cierto es que su hermana fue una estrecha colaboradora de los marinos y en especial del capitán Jorge “Tigre” Acosta. La declaración autoexculpatoria de Emilia García hizo decir al justicialista Juan Carlos Pichetto que “la historia es ridícula y no tiene sostén”.
En el orden del día de la comisión figuraba, asimismo, desde la semana anterior el caso de Leiva. Los cuatro consejeros presentes (Fermín Garrote, Pichetto, Augusto Alasino y Juan Gersenobitz) fueron unánimes al resolver dar luz verde a la solicitud de enjuiciamiento del magistrado mendocino. Fueron unánimes también al no mencionar la existencia de un dictamen de desestimación firmado en minoría por dos consejeros que se hallaban ausentes: Fernández (cuya renuncia aún no ha sido aceptada ni designado su sucesor) y Maestro. Sin embargo la unanimidad se fracturó a la hora de enunciar los fundamentos, puesto que ni Gersenobitz ni Garrote respaldaron los formulados por Pichetto. El mecanismo levantó la indignación de un grupo de consejeros que no entienden de qué modo se solicita un jury sin presentar cargos, en una flagrante violación –sostienen– al derecho de defensa en juicio.

 


 

EL EX JUEZ BRUSA PODRIA QUEDAR EN LIBERTAD HOY
¿Suárez Mason rumbo a Alemania?

Por V. G.

El juez federal Gabriel Cavallo inició el proceso de extradición del represor Carlos Guillermo “Pajarito” Suárez Mason por el asesinato de la estudiante Elisabeth Kaesemann. El gobierno de Alemania, a través de un escrito presentado por el abogado Alberto Zuppi, solicitó al magistrado que dé curso a la solicitud aunque aún no se expidió el Ministerio de Relaciones Exteriores. En cambio, Cavallo aún no recibió los papeles que España debe mandar en relación a 18 represores, por lo tanto el policía Eduardo Ramos y el ex juez Víctor Brusa podrían quedar en libertad.
Suárez Mason, que está arrestado en su domicilio también por su responsabilidad en el plan sistemático de apropiación de bebés durante la última dictadura, será llevado hoy ante Cavallo y el juez le notificará que tiene la opción de ser juzgado en Alemania sin que se realice el juicio de extradición. Luego, las partes tendrán cinco días para ofrecer pruebas y hacer recusaciones.
El fiscal Reiner Gamaelich consideró que Suárez Mason es responsable del asesinato ocurrido en la noche del 23 al 24 de mayo de 1977 en su carácter de comandante en jefe del I Cuerpo de Ejército. Esa noche, Kaesemann fue trasladada por las fuerzas de seguridad junto con otros 15 detenidos, esposados y encapuchados, hasta la localidad bonaerense de Monte Grande, donde fue ejecutada con disparos de arma de fuego a quemarropa en la espalda y la nuca.
Hasta ahora, los jueces que recibieron solicitudes de detención “con miras a extradición” de represores argentinos esperaron que los papeles fueran remitidos por vía diplomática. Pero como el Gobierno se opuso al trámite con el argumento de la defensa del principio de territorialidad, los procesos de extradición nunca comenzaron. El gobierno de Alemania se anticipó y presentó un escrito no sólo en el Ministerio de Relaciones Exteriores sino también ante el Ministerio de Justicia y ante el juez Cavallo, por eso el magistrado pudo dar curso al pedido. Pero la Cancillería –que está estudiando el escrito alemán en base a la ley de cooperación penal internacional– podría detenerlo al expedir su opinión, si esta es coincidente con lo que dijo cuando Italia reclamó la extradición de Alfredo Astiz.
El requerimiento alemán es por el asesinato de Kaesemann y al fundamentar la imprescriptibilidad del delito se lo califica como genocidio. Por eso, si el juicio sigue adelante, la Justicia argentina deberá fijar su posición sobre este crimen, que no está tipificado por el Código Penal pero cuya convención internacional tiene rasgo constitucional. Zuppi afirmó que el pedido de Alemania “cumple con todos los requisitos exigidos: el hecho constituye un ilícito en ambas naciones, la causa no está prescripta y son competentes los magistrados que intervienen en el proceso”.
Cavallo también recibió en agosto un pedido de detención de 18 represores acusados por el juez español Baltasar Garzón. El magistrado hizo lugar a la solicitud pero concedió la excarcelación de la mayoría de los militares y mantuvo bajo arresto a Ramos y Brusa. Ambos podrían salir en libertad si no llegan los papeles oficiales de España. Desde España, se informó que el magistrado ya envió su escrito, pero el gobierno argentino aún no lo recibió.

 

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