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EL TAXISTA QUE ABRE UNA NUEVA HIPOTESIS EN EL CASO LECUNA
“Yo ya te di la mercadería, macho”

Un chofer de taxi llevó al marido de Georgina Barbarossa hace un mes. Página/12 revela lo que ayer declaró ante la policía: que durante ese viaje, Lecuna amenazó a alguien por
celular por una deuda en torno de una �mercadería� ya entregada. Y luego convocó a �tres muchachos� para el �trabajito�.

Por Cristian Alarcón

La promocionada hipótesis de un “intento de robo que terminó mal”, esgrimida hasta el momento por los investigadores del crimen de Miguel Lecuna dejaría de ser tan única. Al menos eso indica el testimonio del taxista José León, que Página/12 revela hoy en exclusiva, luego de que declarara ayer ante la policía acompañado por los abogados de la Asociación de Taxistas de Capital Federal y Luis Fernández, secretario general del gremio. Su relato traza por primera vez un perfil diferente del marido de la actriz Georgina Barbarossa, que suma a la causa judicial elementos según los cuales, tras las salvajes puñaladas que recibió hace una semana, podría haber motivaciones mucho más oscuras que su resistencia a ser asaltado, cuando además sus asesinos después de herirlo prefirieron no llevarse ni su reloj, ni su abultada billetera. Según le dijo León a este diario, unos treinta días antes del crimen Lecuna se subió a su coche, en la parada del supermercado Coto del shopping Abasto. León asegura que lo llevó hasta Viamonte al 700 y que, en el trayecto, desde su teléfono celular, Lecuna amenazó a una persona “por no pagar una mercadería” y luego llamó a otra para “contratar a tres muchachos” que tenían que hacer “un trabajito”.
Miguel “El Vasco” Lecuna murió después de desangrarse sobre una vereda de la calle Gorriti, en Palermo, el viernes pasado. Este diario preguntó desde entonces a las fuentes policiales –las judiciales jamás contestaron a los llamados, amparadas en el secreto de sumario– si en las posibles tramas del homicidio existían otras hipótesis sobre el porqué de su muerte. La respuesta siempre fue que “en un ochenta por ciento” la pesquisa se centraba en encontrar a los miembros de una banda, supuesta “mafia de los taxis”, dedicada a subirse a los coches de los desprevenidos pasajeros y hacerse de sus billeteras y valores. Incluso desde el domingo pasado, las únicas especulaciones posibles rondaron en torno del famoso identikit confeccionado, según se supo el miércoles, en base a la fotografía de un hombre detenido en Marcos Paz.
Las fuentes policiales consultadas ayer admiten que hay varias brigadas trabajando en el caso, y que una de ellas debe evaluar hipótesis como la que sugiere el testimonio que se revela aquí. Lo que sí la policía reconoció desde el comienzo como llamativo fue que no le hayan quitado a la víctima ni su costoso reloj ni su billetera. También estuvo claro hasta ahora que no existía un antecedente de homicidio sangriento en un hecho como el que con el testigo inesperado queda en duda.
“Eran como once y media, cerca del mediodía, pero todavía de mañana. Yo estaba en la parada y esta persona bajó de una de las torres y como a media cuadra otro compañero que le preguntó si necesitaba taxi. El le dijo que sí”. José León cuenta con pausas y detalles el comienzo de aquel viaje porque, dice, fue de los que no se olvidan más.
La escena se reconstruye aquí según sus palabras. En la fila, León estaba primero, así que a su coche subió Lecuna. No lo conocía. “Viamonte al 700”, indicó. Tomaron por Gallo, doblaron en San Luis, hasta cruzar Agüero. Entonces sacó el celular, marcó y dijo:
–Macho, estoy yendo para allá. Necesito la plata. Hoy. ¡Ya! Necesito la plata porque yo mañana viajo.
–(...)
–Yo te di la mercadería, macho, vos vendiste todo, y no me diste la plata. Y yo la necesito hoy para viajar. Mañana viajo.
–(...)
–Yo no te inicio juicio. ¡Esto lo vamos a arreglar vos y yo macho!
León dice que Lecuna usaba permanentemente esa palabra, “macho”. Y que hubo un nuevo silencio. Luego:
–Sí, sabés que sí, te estoy amenazando porque tengo huevos. Yo quiero la plata hoy porque viajo mañana. En diez minutos estoy ahí. El testigo cuenta que a esa altura el ya escuchaba con atención. Enseguida, Lecuna hizo un segundo llamado a una persona avisándole que estaba “yendo para allá” y diciéndole: “No, dejá, yo voy solo, estoy en llegando en un taxi. Ya estoy. (...) No, no, yo tengo huevos, voy solo. Después te llamo, dentro de un rato”. Y cortó otra vez para enseguida volver a discar.
“–Hola. Te habla el Vasco. Preparame a tres muchachos para hoy, para las cuatro de la tarde más o menos. Que sean dos, y el tercero que sea el rubio, que ése es bueno”.
El chofer dice que no recuerda los nombres, pero que Lecuna fue especialmente preciso al indicar que le mandaran al “rubio”. “Yo pensé, ‘ése debe ser el más pesado’”, dice ahora.
El Vasco habría dicho para cerrar: “Es que se está poniendo pesado esto. Tenemos que hacer un trabajito”.
Ya casi estaban en Viamonte al 700, casi Talcahuano. “El estaba muy serio, pero cuando llegamos a mí me dio para decirle ‘hermano, tratá de arreglar esto lo más liviano posible, seguro que vos también tenés familia. Fijate. No conviene así’”.
José León dice que “El Vasco” le respondió, antes de pagarle y bajar: “No se preocupe. Más de una vidriera, un vidrio roto, no va a pasar”.
Cuando regresó a la parada le contó lo que había escuchado al taxista que le había cedido el viaje. “Pucha, ¿a quién me mandaste?”. Luego volvió a ver Lecuna, dice, cuando hacía compras en el supermercado Coto. Tuvo la intención de preguntarle en qué había terminado el incidente. “Pero me dio un poco de miedo”, confiesa. Finalmente lo recordó cuando vio su foto en la televisión. Dejó pasar tres días. Llamó a la comisaría 21ª, pero asegura que no le dieron “importancia”. Ayer por la mañana, acompañado de un asesor legal del sindicato intentó declarar ante la fiscalía de Jorge Sacco, pero de allí fue remitido a Robos y Hurtos de la Federal. El testigo prefirió esperar para declarar en sede judicial, pero a la tarde lo fue a buscar a su parada la propia policía. Finalmente, declaró ante investigadores de esa división.

 

Vecinos bajo protesta

Los vecinos de Palermo se movilizaron ayer en reclamo de mayor seguridad y en solidaridad con Georgina Barbarossa por el asesinato de su marido, ocurrido en un taxi días atrás. En Santa Fe y Fitz Roy, la comisión vecinal Damián Chávez realizó una reunión donde se exigieron medidas concretas a las autoridades. “Queremos que por lo menos apliquen las leyes vigentes y dejen de mirar para otro lado”, reclamó Miguel García Moreno, integrante del grupo. En tanto, en la esquina donde fue asesinado Miguel Lecuna, Gorriti y Bustamante, la entidad de Vecinos y Amigos de Palermo Viejo hizo otro acto con el mismo objetivo. “Queremos que las promesas de los políticos se hagan realidad”, dijeron los participantes.

 

MAYORES SANCIONES A INFRACTORES
Taxis con mano dura

En medio de la ovación de los taxistas que coparon la Legislatura porteña, se aprobó ayer por unanimidad una ley que eleva la sanción a los propietarios de taxis que alquilen su auto a choferes no habilitados o cuya habilitación se encuentre vencida por 30 días o más. Luego de la aprobación de la norma, el jefe de Gobierno, Aníbal Ibarra, salió a prometer una “depuración de la flota de taxis de la ciudad, para que los pasajeros viajen seguros y los taxistas preserven su trabajo”.
La sesión comenzó enmarcada en un clima de protesta y expectativas. Ya un rato antes, medio centenar de taxistas habían estacionado sus autos sobre Diagonal Sur y Perú, bloqueando el tránsito aledaño a la Legislatura. Los choferes, miembros de distintas agrupaciones, se instalaron en las gradas superiores del recinto, desde donde presenciaron la sesión hasta estallar en aplausos al momento de escuchar la aprobación de la ley.
La medida, que implica una modificación de la vieja ordenanza relativa al Régimen de Funcionamiento y Control del Servicio Público de Automóviles de Alquiler con Taxímetro, determina que sólo podrán manejar taxis los titulares de los coches y los conductores no titulares que estén “debidamente habilitados por las autoridades y que cuenten con la tarjeta de conductor correspondiente al vehículo conducido”.
En caso de no cumplirse con la reglamentación, la sanción que se aplicará será la caducidad de la licencia del titular, pudiendo incluso ser inhabilitado para ejercer la actividad durante cinco años. Además, se secuestrará el auto para retirarle la documentación habilitante del taxi - incluida la oblea holeográfica y el correspondiente reloj– y para eliminar las características identificatorias del servicio de taxi, incluyendo leyendas distintivas y pintura de techo.

 

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