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George Haslam o el saxofonista
que fue adoptado por Buenos Aires

Invitado junto a Paul Hession para presentar en vivo el nuevo disco de Rubén Ferrero, el músico inglés cultiva un estilo ecléctico.

George Haslam actuará
con el pianista Rubén Ferrero.
Presentarán el álbum “Jazz en
Buenos Aires”, en Opera Prima.

Inglés, saxofonista, productor discográfico y, sobre todo, gestor de proyectos casi infinitos, George Haslam está de nuevo en Buenos Aires. Como el italiano Enrico Rava en los 70, este músico de jazz ha tomado esta ciudad como una virtual segunda base de operaciones, en parte gracias a las relaciones, amistosas y musicales, que ha tejido con numerosos intérpretes argentinos. Esta vez, está junto a un compatriota, el baterista Paul Hession y, entre otras cosas, ambos participarán de la presentación en vivo del nuevo disco del pianista Rubén Ferrero en el que, claro está, tocan como invitados.
El nombre del álbum es Jazz en Buenos Aires y en el concierto de mañana a las 21, en Opera Prima (Paraná 1259) participarán, además de Haslam, Ferrero y Hession, Pablo Pontoriero (integrante de los Fabulosos Cadillacs) en saxo tenor y flauta traversa, Marcelo Meza y Germán Angelotti en guitarras y Roberto Viera en percusión. Ligado al free jazz (los estilos generados a partir de las disoluciones de pies rítmicos regulares y secuencias de acordes fijas sobre las que improvisar), Haslam vino por primera vez a la Argentina en 1988 y debutó en el festival Mar del Jazz del año siguiente.
En 1996 trajo a The British Saxophone Quartet (que fundó junto a Elton Dean, el notable ex integrante de Soft Machine, Paul Dunmall y Simon Picard). Es, además, el creador del sello Slam Records, donde han grabado muchos de los artistas más importantes del jazz británico y, gracias a su gestión, varios músicos argentinos. Alguna vez compañero de grupo del genial saxofonista, clarinetista y flautista Eric Dolphy, del pianista Mal Waldron y del saxofonista soprano Steve Lacy, entre otros, actualmente también desarrolla una intensa actividad con Meltdown, un ensamble de 11 músicos que reúne los mundos del jazz, la improvisación y la música clásica contemporánea. Además de los saxos barítono y tenor, Haslam toca una especie de saxo folklórico del antiguo imperio otomano llamado tarogato y que se extendió a algunas zonas de Europa donde los turcostuvieron influencia. Lo interesante es que este instrumento –y su concepción sumamente creativa del jazz– aparecerán en tensión con algunos de los temas elegidos por Ferrero, como por ejemplo la magnífica zamba “La Viuda”, de Leguizamón y Castilla.

 


 

MURIO EL PIANISTA DE JAZZ TOMMY FLANAGAN
Adiós al autor de un solo genial

Una de las anécdotas falsas más repetidas en el mundo del jazz es aquella que intentó explicar, durante años, el solo de Tommy Flanagan en “Giant Steps”, de John Coltrane. Es un solo genial, que va en contra de todas las expectativas y que, luego de la explosión del saxofonista, en esa vorágine de acordes que van cambiando en cada pulso, pone el freno y trabaja sobre la sustracción de notas en lugar de la habitual agregación.
A los cronistas de amenidades y a los coleccionistas de datos que conforman el universo de los llamados “críticos de jazz” ese solo les resultó imposible de entender y durante años aseguraron que el pobre Flanagan no estaba preparado para un tema tan revolucionario como ese. Se necesitaron varios bonus tracks para desmentirlos. Finalmente, cuando se publicó la colección completa de las grabaciones de Coltrane para Atlantic, con multitud de tomas incompletas de “Giant Steps”, pudo oírse que Flanagan llegó a ese solo después de muchos otros en los que, sí, tocaba muchas notas y muy rápidas. Tal vez quede en la historia por algo que no sucedió. Pero sería más justo consignar que Tommy Flanagan, que murió el viernes pasado a los 71 años a causa de un aneurisma, fue uno de los pianistas más sutiles, de mejor sonido y fraseo más elegante que dio el jazz.
Acompañante durante casi 20 años de Ella Fitzgerald (con quien visitó Buenos Aires en un grupo histórico que incluía también al guitarrista Jim Hall, Flanagan se había criado en Detroit, donde tocó con músicos como Milt Jackson (el vibrafonista del Modern Jazz Quartet) y Elvin Jones, el notable baterista que también integraría el grupo de Coltrane. Recién en 1956, a los 26 años, se mudó a Nueva York, donde colaboró con Charlie Parker y Bud Powell. Dos años más tarde acompañó a Fitzgerald por primera vez, en el Newport Jazz Festival. El músico tocó además con Tony Bennett y en grabaciones históricas como “Saxophone Colossus”, de Sonny Rollins, así como en álbumes de Freddie Hubbard, Dexter Gordon, Wes Montgomery, Gene Ammons y Coleman Hawkins. Tras un ataque cardíaco en 1978 dejó de trabajar como acompañante y se consolidó como solista, con discos en trío como Jazz Poet (1989) y Let’s (1993).

 

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