Verás que todo es
mentira
El Mingo fuera, Chupete también, y ahora el Turco,
empezó a protestar en voz alta un viejito en el colectivo
24, el martes a la tarde. Parado en el pasillo del colectivo hizo
ademanes como para dirigir un coro de pasajeros: Vamos a llorar
todos al mismo tiempo, a la una, a las dos y a las tres...
Cuando el hombre se bajó con su paraguas negro, una nena
de seis o siete años le preguntó a la madre: ¿Estaba
loquito el señor?. La madre la miró a los ojos
y en ese segundo de duda se pudo entrever la respuesta, aunque piadosamente
mintiera a su hija.
Más allá de la razón judicial, discutible,
lo cierto es que la libertad de Carlos Menem cayó igual que
un ajuste. La gente no discutía la figura legal de jefe
de una asociación ilícita y tampoco conoce los
nombres de los jueces o los defensores. Simplemente sentía
el encarcelamiento del ex presidente como una forma de socializar
las desventuras. El jubilado, el que se quedó sin trabajo,
el que tiene la madre enferma con el PAMI sin funcionar, el que
le achicaron el sueldo, es decir, la gran mayoría de los
argentinos sentía que si a ellos les tocó sufrir,
era justo que también pagara uno de los principales responsables
de esa situación.
Quizás por esa razón el fallo de la Corte Suprema
advirtió a los jueces y fiscales por forzar una acusación
para satisfacer a la opinión pública presentándose
como adalides de la lucha contra la corrupción. Con
esta frase, lo magistrados favorecían al ex presidente, pero
también estaban reconociendo que la cárcel de Menem
tenía consenso popular. Es difícil saber qué
es mejor para un político con ambiciones, si ser popular
y estar preso o estar en libertad pero condenado por su pueblo.
Esta misma Corte que con tanta fiereza rechazó el cargo de
jefe de una asociación ilícita al tratarse de un alto
funcionario de la administración pública en ejercicio
de sus funciones, deberá discutir el mismo cargo, esta vez
contra el ex juez Hernán Bernasconi. En el caso de Emir Yoma
que acaba de resolver la Corte, su defensor era Mariano
Cúneo Libarona. En el caso de Bernasconi, Cúneo Libarona
era de hecho parte de la acusación, ya que por intermedio
de Yoma, se había convertido en abogado de Guillermo Cóppola,
apoderado de Maradona. Como todo el mundo sabe, enfrentarse al mejor
futbolista del mundo no hace popular a nadie. Los casos son bastante
simétricos, lo que convierte a Cúneo en el mayor experto
en el tema de la asociación ilícita, más aún
que la Corte.
Del viejo aforismo peronista: el pueblo nunca se equivoca,
de la época de la resistencia y la clandestinidad, mucha
gente agorera ha optado por otro y afirman con desesperación:
Ahora que está en libertad, seguro que lo votan otra
vez. Del nunca se equivoca al siempre se equivoca, parecieran
decir. Esa especie de emanación intangible que es la opinión
pública, o la opinión mayoritaria del pueblo, suele
conformarse con razones que no están directamente ligadas
a los mecanismos que mueven a las instituciones. En ese plano no
se discutían las razones legales de la prisión de
Menem sino el sentido más amplio de justicia con relación
a las vicisitudes que padece la comunidad. De la misma manera nadie
discute si la libertad de Menem obedeció a presiones del
Gobierno, sino que se dan por descontadas. No importan los datos
a favor o en contra, ni las reiteradas desmentidas oficiales, simplemente
se identifica a la política del ex presidente con la del
actual y de allí se da por sentada la conspiración,
como hacía el jubilado del colectivo que trataba de dirigir
el coro de lamentos de los pasajeros.
Y de hecho, la libertad de Carlos Menem favorece la relación
del Gobierno con el principal partido de oposición cuando
los gobernadores justicialistas, en quienes se apoyaba esa relación
hasta ahora, se han amotinado por la crudeza presupuestaria del
déficit cero. El ex presidente se reincorpora al ruedo político
cuando el modelo hace crisis por la ausencia de crédito externo
y se produce un juego de presiones en el seno mismo de la cúpula
del poder económico por modificar el rumbo o mantenerlo.
El Gobierno, que no parece tomar iniciativas radicales para reactivar
la economía, mientras la recesión se mantiene y profundiza
junto con los ajustes y recortes, sigue por un camino que, si no
cambia, en algún momento desembocará en la dolarización
pedida por el sector financiero, con lo que el rumbo de la economía
argentina quedará definitivamente atado a las disponibilidades
del Tesoro norteamericano.
En ese punto encontraría un aliado en Menem que ve en la
dolarización la continuidad amorosa de las famosas relaciones
carnales y de las que se ha convertido en principal propagandista.
El riojano se plantea como sucesor de Fernando de la Rúa
para continuar su política, en tanto que Eduardo Duhalde
se diferencia de la administración aliancista con duras críticas
a la política económica. Para el Gobierno el mejor
interlocutor no es aquel que rechaza sus medidas, sino el que las
apoya, aunque critique la falta de conducción política.
Como el seleccionado de Brasil, que casi nunca tuvo que pasar por
las eliminatorias porque era el campeón anterior, el flamante
ex recluso ha sido el primero en anunciar públicamente, en
el acto que realizó en La Rioja, que disputará la
candidatura presidencial por su partido. Ni Duhalde, ni los gobernadores
Carlos Ruckauf, Carlos Reutemann y José Manuel de la Sota
han sido tan claros. De esta manera, aunque sus posibilidades sean
remotas porque tiene uno de los índices más altos
de impopularidad, se convirtió nuevamente en protagonista
principal y, sobre todo, en el dirigente justicialista con mejor
relación con el oficialismo, un lugar del que supo sacar
mucho provecho durante la gestión del ex presidente Raúl
Alfonsín. Menem dará batalla en la interna del PJ
y contará con el respaldo indirecto de la Casa Rosada que,
independientemente del cargo partidario que ostente, lo mantendrá
como interlocutor en su condición de ex presidente.
Con este cuadro de situación, aunque el mismo Gobierno deja
traslucir su debilidad, el modelo sigue fuerte porque no termina
de consolidarse una propuesta concreta desde los sectores populares
o desde los grupos de la cúpula del poder económico
disconformes con la recesión permanente. En este contexto,
la reincorporación de Menem a la política agita el
fantasma del continuismo y comienza a operar sobre la indefinida
interna justicialista. El proceso de reunificación de la
CGT, encaminado a encuadrarse en esa puja florentina y no declarada
entre los tres gobernadores y Duhalde también resultó
afectado con el paso en falso de Hugo Moyano, hombre de Duhalde.
En plena crisis apenas pudo juntar un grupo de simpatizantes en
Plaza de Mayo y no contó con el respaldo ni la participación
de los Gordos, cuyas simpatías oscilan entre Menem y De la
Sota, ni de Luis Barrionuevo, hombre de Ruckauf.
La excusa, al igual que la guerra en Afganistán, fue Bin
Laden, porque un grupo del sindicato de camioneros llevó
una pancarta con el rostro del millonario saudita. Si algo le faltaba
a Moyano para entrar debilitado a la nueva CGT era perder en su
territorio, el de la movilización. Hasta ahora, el justicialismo
posmenemista no ha dado muestras de estar en condiciones de contener
posturas como las que impulsaba el camionero desde la CGT disidente
y la reactivación política del riojano vuelve aún
más prudente al otrora hecho maldito del país
burgués.
Con todas estas implicancias que tuvo la reactivación de
Menem se podría decir que su prisión era irreal en
esta Argentina. Era otra expresión de deseos canalizada por
ese fenómeno de judicialización de la política
más que la superación de lo que el ex presidente significa
en la política. Y para no vivir de ilusiones, lo que es política
tiene que ser resuelto en el terreno de la política.
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