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Del campo de batalla a la conferencia de negociación

La conferencia interafgana
de Bonn terminaría el lunes, mientras los bombardeos norteamericanos aumentan en intensidad en torno de Kandahar.

Una columna de vehículos artillados livianos de los Marines avanza en el desierto afgano.

No se sabe dónde está Osama bin Laden. No se sabe cuánto tiempo resistirán los talibanes en Kandahar. No se sabe qué será del futuro postalibán. Habiendo entrado en la zona de definiciones, la situación en Afganistán está cada vez menos definida. Los bombardeos norteamericanos continuaron ayer con gran intensidad en Kandahar, mientras tribus pashtunes opuestas a los talibanes (también pashtunes) afirmaron que tomaron parte de un aeropuerto en esa ciudad bombardeado anteayer. El canciller de la Alianza del Norte, Abdulá Abdulá, le dijo ayer a Estados Unidos que no bombardeara otras zonas que no fueran Kandahar y el sur del país, porque Bin Laden no está en otro lado. Y en Bonn, la conferencia interafgana avanzó en las negociaciones y podría terminar este lunes, pero no se sabe hacia adónde avanzó: la Alianza del Norte aceptó el envío de tropas de paz a Afganistán, pero la ONU descarta que el presidente Burhanuddin Rabbani o el ex rey Mohamed Zahir Shah puedan liderar el gobierno de transición, con lo que no se sabe cómo será éste.
Toda la conferencia estuvo a punto de fracasar anteayer, cuando Rabbani demoraba su aprobación a la lista que integraría el gobierno de transición y un líder pashtún se retiraba de las negociaciones por la poca participación de su etnia en el futuro diagrama de poder. Pero ayer el clima fue otro. En principio, la Alianza del Norte, una coalición de cuatro etnias (uzbekos, tajikos, hazaras y turkmenos), aceptó que los grupos afganos en el exilio, encabezados por el ex rey Shah, entren en el gobierno de transición. Y todas las partes aceptaron la participación de tropas de paz a Afganistán. Claro que esas tropas pertenecerían a la propia Alianza del Norte y a algunos países islámicos aún no determinados.
Sin embargo, si el nivel de resoluciones es como el de ayer, estas tropas de paz tampoco sabrán a quién tienen que defender. Desde Kabul, Abdulá Abdulá dijo que Rabbani estaría dispuesto a sacar las patas del plato para que el ex rey Shah lidere el gobierno de transición. Los delegados de Shah respondieron desde Bonn que el ex rey aceptaría gustoso. Pero los diplomáticos de la ONU no quieren ni a Rabbani ni a Shah al frente del gobierno: uno porque no es precisamente una figura aglutinante, y el otro porque tiende a ser inexistente, a sus 87 años y habiendo estado fuera de Afganistán desde 1973.
La ONU quiere instaurar un gobierno y un parlamento interinos para convocar a elecciones generales en dos años. Este gobierno interino estaría integrado, a la manera de la Unión Europea, por un Consejo Ejecutivo de unos 12 miembros, para prescindir de una figura central que en este momento no existe. El plan suena difícil de aplicar y por eso la ONU saca todo el tiempo el tema de la ayuda económica como método privilegiado de presión. El titular del Programa de Desarrollo de la ONU, Mark Malloch Brown, declaró ayer en Islamabad que no habría fondos para la reconstrucción de Afganistán si este plan se sale de cauce. “Los donantes han visto la experiencia de invertir en Afganistán y en otros países donde esa condición no está presente: la guerra civil se reinicia, el gobierno cae, se pierde la inversión”, afirmó.
Mientras se ajusta el futuro fuera del país, dentro de Afganistán el presente está lejos de resolverse. Khalid Pashtún, portavoz del líder pashtún Gul Agha, declaró ayer que estas tropas tomaron parte de uno de los aeropuertos de la ciudad. “Los combates por el control total son fuertes, y allí hay tropas árabes y de Al-Qaida (la red terrorista de Bin Laden)”, dijo Pashtún. La agencia Prensa Islámica Afgana denunció que cerca de 80 civiles murieron en los bombardeos de anteayer sobre Jalalabad (este), donde Estados Unidos también supone que podría estar Bin Laden, y sobre la ruta que une Kandahar y la frontera con Pakistán. El Pentágono se negó a comentar las denuncias. El ex embajador talibán en Pakistán, Abdul Salam Zaeef, reiteró que el líder talibán, el molá Mohammad Omar, “ha aconsejado y ordenado a todos a luchar hasta la muerte y no doblegarse ante la brutalidad y la blasfemia”.

 

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