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DIEZ IMPRESIONES DE RACING-RIVER
Empate con ganador

Por Juan José Panno

1 Elempatriunfo. Este fue el típico caso de un partido que termina empatado, en el que hay un claro ganador y un claro perdedor. Racing festejó el 1 a 1 con más intensidad que la goleada a San Lorenzo o el increíble partido que remontó frente a Estudiantes. River, como contrapartida, vivió el empate como una derrota, tanto o más que el 1 a 1 contra Boca en el Monumental, en este mismo campeonato, un partido que se pareció muchísimo a éste de ayer.

2 La circunstancia del empate. El partido se iba de largo, apenas le quedaba un puñado de minutos cuando Vitali mandó el centro que manoteó Comizzo hacia el punto del penal, en contra de todo lo que dicen los libros, donde esperaba agazapado, y con el gatillo preparado para el fusilamiento, el colombiano Bedoya. Los largos pasajes de silencio entre los hinchas locales revelaban una sensación de impotencia creciente, casi de resignación histórica, hasta que Comizzo puso la mejilla y Bedoya le pegó como si fuera Rodrigo Valdés.

3 La entrega de los jugadores. Si se necesitaba saber hasta qué punto los integrantes del plantel de Racing son capaces de regar la cancha de sudor, quedará grabado el partido contra River como muestra top. En Racing no hay demasiados jugadores que se destaquen, no tienen con qué empezar si se plantea una comparación uno por uno con los River, pero ya se sabe cómo compensan la falta de talento con una voluntad conmovedora. Con futbolistas que se juegan así, cualquier hinchada dispone de un poco más de tiempo para soñar con el éxito.

4 El susto superado. Si Racing hubiera perdido contra River, igual era el principal candidato al título porque enfrentaba las tres fechas finales con una diferencia de dos puntos. Pero a todo el mundo le quedaba claro que le iba a costar muchísimo soportar la presión de un rival como River montado casi en las espaldas. Es imposible saber qué podía haber pasado si ganaba River, pero ningún hincha de Racing tenía ganas de averiguarlo. Pasado River, pasó el susto y en el horizonte se ve despejada la ruta hacia el título.

5 Los números propios. Racing sumó 37 puntos, con una efectividad del 77 por ciento y mantiene cinco puntos de ventaja sobre el segundo, River, y nueve sobre el tercero, Boca. River puede alardear de tener la delantera más goleadora y la valla menos vencida, y puede agregar a las estadísticas que suma 8 partidos sin perder en la cancha de Racing, pero cambiaría cualquiera de estos números por la punta de la tabla.

6 El fixture. A Racing le falta jugar con Banfield, Lanús y Vélez, y ninguno de sus tres rivales parece demasiado peligroso, a priori. La tabla marca que Banfield tiene 13 puntos, Lanús 22 y Vélez 19, lo que significa que Racing tiene que jugar contra 54 puntos. A River, por su parte, le falta jugar con Lanús (22 puntos), Argentinos (21) y Central (18), lo que da un total de 63 puntos.

7 La dulce espera. Quedan nueve puntos por jugarse y como Racing lleva 5 de ventaja, a partir de ahora puede consagrarse campeón. Si el próximo domingo, por ejemplo, Racing le gana a Banfield y River no supera a Lanús, no queda nada más por discutir. Si River le gana a Lanús, el festejo se demorará un poco. En ese caso, a la semana siguiente será suficiente con que Racing le gane a Lanús en Avellaneda. Y de última, en la fecha 19ª, ante Vélez. ¿Qué tiene que pasar para que Racing no salga campeón? Poco menos que un milagro: tiene que perder 5 puntos para que River le dé alcance o 6 (2 derrotas, 3 triunfos de River) para dar vuelta la historia.

8 La suerte. Cuando Estévez clavó el pelotazo en el travesaño en la llegada más clara del cuadro local en el primer tiempo, fueron muchos los que supusieron que no se iba a dar ninguna oportunidad como ésa en lo que faltaba del partido. Pero, sin embargo, en el segundo tiempo hubo una buena situación: un cabezazo de Loeschbor que salvó D’Alessandro sobre la línea, previo al gol. Antes, Racing perdía irremediablemente partidos como el de ayer. En épocas de malaria, de las que cualquier racinguista puedehablar un rato largo, el tiro de Bedoya rebotaba en los dos postes y en el travesaño; pero en estos tiempos, en los que sopla viento a favor, fue gol.

9 La colaboración de River. ¿Qué hubiera pasado si River jugaba en el segundo tiempo tal como lo hizo en el primero? ¿Qué hubiera pasado si River pensaba un poco menos en proteger a Comizzo y un poco más en atacar a Campagnuolo? ¿Qué hubiera pasado si Ramón Díaz no hubiera sacado a un volante (Zapata) para poner a un defensor (Lequi)? ¿Qué hubiera pasado si River no regalaba el control de la pelota? Es difícil saberlo, pero la sensación que queda es que la tímida actitud del equipo de Ramón Díaz en el segundo tiempo le abrió algunas perspectivas a un rival tan limitado como voluntarioso.

10 La propia locura. Es una especie de bola de nieve: el hincha de Racing festeja por sí mismo y multiplica su alegría por la de todos los que lo rodean, generando un color que se parece demasiado a una alucinación. Se festeja por lo que se logra contra tanto tiempo de no lograr otra cosa que frustración y se festeja por lo que genera cada escalón que se trepa, cada paso. Verse en el espejo de los demás es una razón más que buena para liberar definitivamente la alegría.

 

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