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Lo que queda de los talibanes

A pesar de los intensos bombardeos norteamericanos y de supuestos cambios de numerosos combatientes a las filas de la Alianza del Norte, los talibanes resisten en Kandahar (sur). Unos 1000 marines fueron desplegados allí para participar de la cacería a Osama bin Laden. En Estados Unidos sigue el debate acerca de cómo sigue la “guerra contra el terrorismo”.

The Washington Post

Bin Laden estaba equivocado. Estados Unidos no es un tigre de papel. El mundo ahora lo sabe. Y, por esto, debemos aprovechar el momento. Nuestro asombroso despliegue de poder ha demostrado la seriedad de la doctrina Bush. No podemos perseguir a los terroristas para llevarlos a una corte en Nueva York o, más ridículo aún, a La Haya. Estamos en guerra contra sus líderes y, sobre todo, contra los regímenes que los amparan. Es necesario una ofensiva radical: cualquier régimen cómplice debe eliminarse. Pero aún no es el momento de Irak; es la mayor amenaza terrorista y, por eso, necesita más preparación política y militar. Sigamos con lo fácil: apoyar a Filipinas contra la guerrilla de Al-Qaida y, luego Sudán, Siria, Libia y Yemen.
(Charles Krauthammer)

Los Angeles Times

EE.UU. entra en la segunda fase de la guerra, que podría durar semanas o años: encontrar y eliminar a los líderes de Al-Qaida. Debemos estar preparados para redefinir el significado de “victoria”. Por ejemplo, nadie puede conquistar Afganistán; cada roca esconde una amenaza. Sin embargo, es posible ganar un precario consenso de todas las facciones para que se respete un gobierno central y acordar la inconveniencia de albergar terroristas. No podemos convertirnos en esclavos de las supuestas enseñanzas de nuestros éxitos. Nuestros enemigos no son monolíticos, tampoco nuestros aliados. Esto no es un choque de civilizaciones, sino una lucha de poder entre facciones, donde EE.UU. es sólo una de ellas.
(David Perlmutter)

The Washington Times

Ahora es Estados Unidos quien deberá pelear como una guerrilla. Los marines actuarán en ese crepúsculo entre la liberación y la anarquía mientras una huidiza tiranía busca reorganizarse. No es sólo el enemigo quien debe reagruparse y repensar su estrategia. Desorganizar un ejército no es vencerlo. A medida que los talibanes se esfuman en las montañas, el éxito será de los señores de la guerra, aún lejos de poder convertirse en un gobierno. Esta guerra podría terminar, pero el enemigo no lo sabría. Recordemos la Segunda Guerra Mundial: los japoneses siguieron luchando en islas remotas del Pacífico por mucho tiempo. Este enemigo kamikaze será peligroso hasta que se lo elimine por completo.
(Paul Greenberg)


Lo que queda de Bonn

La conferencia interafgana auspiciada por la ONU terminaría esta semana en Bonn, Alemania. Las distintas delegaciones están dando los últimos toques a un acuerdo para un gobierno de transición, con representación de todas las etnias, para permitir la llegada de la ayuda económica para lareconstrucción de Afganistán. Pero siguen las divisiones en la Alianza del Norte.

Libération

A pesar de focalizar la atención sobre la captura de Bin Laden, esto es menos importante que la eliminación de los talibanes y su reemplazo por un régimen eventualmente viable y económicamente sostenido por Occidente. Por ahora, las operaciones militares no terminaron y el gobierno postalibán es aún un compromiso embrionario en Bonn. Pero ¿hay una alternativa? De todas formas –más allá de la superioridad militar–, Estados Unidos dispone de un arma eficaz: la perspectiva, para los representantes afganos razonables, de recibir una importante ayuda financiera. Ese apoyo puede aliviar las reticencias. El vacío de poder se llena fácilmente. Es lo más concreto contra nuevos enfrentamientos.
(Gérard Chaliand)

The Gulf News
(Emiratos Arabes Unidos)

Ante la perspectiva de que continúe la inseguridad, aún con presencia militar extranjera, el futuro de Afganistán para la época postalibana debe ser determinada por lo que suceda en dos frentes decisivos. Primero, establecer un nuevo orden político respaldado por la ONU tendrá el visto bueno del mundo pero es una iniciativa con muchas y grandes dificultades. Sin embargo, un punto central de esta opción será cuán representadas estén las tribus pashtunes. Sin embargo, la Alianza del Norte, que ya liberó casi la totalidad de Afganistán, no querrá conceder ese poder a las mayorías pashtunes. Segundo, el futuro político será determinado por la golpeada economía afgana. Aquí, la ayuda internacional será clave.
(Farhan Bokhari)

The New York Times

Es el corolario moderno de un proverbio oriental: el enemigo de mi enemigo también es mi enemigo. Los chiítas iraníes desprecian a los sunitas talibanes; fundamentalistas de ambas ramas del Islam durante mucho tiempo se mataron entre sí. Los ayatolas de Irán también odian a otro enemigo de EE.UU.: Saddam Hussein, quien mató a medio millón de persas en la guerra Irán-Irak. Tanto en Irán como en Irak, en Arabia Saudí y en Siria, la tiranía local y el terror global van de la mano. Por esto, deberíamos resistir a una alianza antiterrorista con Irán. Irán está comenzando a madurar para una revolución democrática. No deberíamos aliarnos con los crueles religiosos que algún día serán destituidos por los civiles persas.
(William Safire)


Lo que queda de Mazar-i-Sharif

Luego de la rendición de Kunduz (única ciudad controlada por los talibanes en el norte afgano), los prisioneros resultantes encabezaron un motín en Mazar-i-Sharif, donde habían sido trasladados. Tuvieron que intervenir tropas especiales norteamericanas y bombarderos B-52. Murieron 500 talibanes y llovieron las denuncias por violaciones a los derechos humanos.

World Socialist Web Site

Varios medios norteamericanos sacaron de transmisión algunas escenas sangrientas, con advertencias de que podrían perturbar a los televidentes. Las cadenas y los diarios se negaron a decir lo obvio: que el baño de sangre de Mazar-i-Sharif fue una masacre dirigida directamente por Estados Unidos, un crimen de guerra que recuerda a las atrocidades nazis de la Segunda Guerra Mundial y la masacre de My Lai. La principal preocupación de los medios fue ocultar el rol de la CIA, de las tropas y de la administración Bush en la matanza. Y repitieron acríticamente las explicaciones del gobierno: que la masacre se justificaba porque los prisioneros talibanes tenían armas y lanzaron un ataque contra la Alianza del Norte.
(Jerry White)

The Irish Times

El principio de proporcionalidad fue frecuentemente invocado desde que empezó la ofensiva contra el régimen talibán. Se aplica por completo a estos hechos tal como se hace con los principios básicos a los prisioneros de guerra. La Alianza del Norte ha tenido el record durante las décadas de guerra civil en Afganistán, lo cual no debe olvidarse porque ahora tenga el apoyo de Estados Unidos y sus aliados. En el mismo sentido, no pueden desconocerse los informes de que los prisioneros fueron asesinados en un levantamiento, durante el cual pelearon hasta la muerte. No puede exagerarse que la guerra es un negocio excesivamente desagradable y sangriento, especialmente ante tan inescrupulosos enemigos.
(Editorial)

The Independent

Nosotros somos los dueños de los derechos humanos, los liberales, los buenos para arengar a las masas pobres. Pero cuando es asesinada nuestra gente –cuando son destruidos nuestros glamorosos edificios–, aniquilamos toda legislación sobre derechos humanos mandando B-52 contra esas mismas masas pobres. Winston Churchill miraba a sus enemigos con la misma perspectiva que Bush. En 1945, él prefirió, sin vueltas, la ejecución del líder nazi. Pero, a pesar de que los monstruos de Hitler eran responsable de, por lo menos, 50 millones de muertes (diez veces más que los atentados del 11 de setiembre), los asesinos nazis tuvieron el juicio de Nuremberg gracias a una decisión memorable del presidente Truman.
(Robert Fisk)

 

 

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