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Mutilaciones
Por Juan Gelman

Los pujos macartistas y amputadores de las libertades públicas son frecuentes en los gobiernos que en el mundo han sido y son. Es poco habitual que gocen de apoyo masivo y aun de la complicidad de los medios de comunicación. Ocurrió en el Chile de Pinochet y la Argentina de Videla. Ocurre hoy en los Estados Unidos. Van ejemplos.

Los resultados de un sondeo que Gallup dio a conocer esta semana revelan que el 60 por ciento de los estadounidenses respalda la llamada Ley antiterrorista de 2001 que, entre otras cosas, permite allanamientos de domicilios sin orden judicial, intervención de teléfonos y correos electrónicos, tribunales militares para juzgar sumariamente a presuntos terroristas extranjeros. Sólo un 10 por ciento de los interrogados consideró que la Casa Blanca se había excedido. El 26 por ciento opinó que debería haber ido mucho más allá.

El American Council of Trustees and Alumni (ACTA) acaba de emitir un documento –su título en castellano sería “Defender la civilización: nuestras universidades le están fallando a América y lo que se puede hacer al respecto”– en que se afirma que “las facultades y las universidades han sido el eslabón débil de la respuesta estadounidense” (a los atentados del 11 de setiembre). Lynne Cheney, esposa del oculto vicepresidente actual, y Joseph Lieberman, candidato a vicepresidente derrotado, fundaron ACTA en 1995 con el objeto de “apoyar patrones académicos elevados, salvaguardar el libre intercambio de ideas en los campus y garantizar que la generación venidera reciba una educación filosóficamente equilibrada, abierta, de alta calidad y a precios aceptables”. El documento contiene una lista de 117 profesores y estudiantes que formularon, según ACTA, declaraciones “escasas de patriotismo y abundantes en autoflagelación”.
En la lista figura Wasima Alikhan, de la Academia Islámica de Las Vegas: se atrevió a decir que “la ignorancia alimenta al odio”. También Joel Benin, profesor de la Universidad de Stanford: “Si se confirma que Osama bin Laden está detrás de estos ataques –propuso–, EE.UU. debería someterlo a un tribunal internacional acusado de crímenes contra la humanidad”. Todd Gitlin, docente de Comunicaciones en la Universidad de Nueva York, puso lo suyo: “Despierta mucho escepticismo la política del gobierno de hacer la guerra”. Un profesor de la Universidad de Washington, ése sí, fue lejitos: “Muchos estiman que EE.UU. es un Estado terrorista”, consignó.

El 1º de noviembre los miembros de la Fundación Estadounidense de Libreros por la Libertad de Expresión recibieron una circular inquietante: “Estimado librero –comenzaba–, la semana pasada el Presidente Bush promulgó una ley antiterrorista que faculta al gobierno federal a inspeccionar sus registros comerciales, incluidos los títulos de los libros comprados por sus clientes. No hay posibilidad de objetar (el procedimiento) ante un tribunal. Tampoco públicamente. La nueva ley tiene una cláusula mordaza que le impide informar ‘a cualquier persona’ que usted ha recibido la orden de presentar los documentos”.Dan Guthrie, periodista del Daily Courier de Grants Pass, Oregón, obtuvo varios premios durante sus 10 años de oficio. El 15 de setiembre publicó una columna en que señalaba que Bush hijo “salió pitando” el 11 de setiembre. “La imagen de Bush escondiéndose en un agujero de Nebraska” -describía– fue “una vergüenza. Los hombres del Presidente tratan desesperadamente de encubrir su cobardía”. El texto había sido aprobado por el jefe de redacción, Dennis Roler, pero Guthrie fue despedido una semana después. Roler firmó en primera página un artículo titulado “Esta no es hora de criticar al líder de la Nación: disculpas por publicar una columna”. Su párrafo final explica: “En estos tiempos críticos, la nación necesita estar unida tras el Presidente. Hay que hacer a un lado la política y la crítica destructivas, por el bien del país. Lamentablemente, mi error de juicio lastimó ese esfuerzo positivo y pido disculpas”. Hay tufillo a procesos de Moscú.

Es de esperar que no le suceda lo mismo a Dianne Donovan, editorialista del Chicago Tribune, que el 27 de noviembre osó publicar lo que sigue: “¿Recuerdan al Partido Republicano? ¿El partido de gobierno acotado, derechos estatales y libertad individual? Encuentro muy difícil conciliar ese credo de fondo con nuestra nueva sucursal de justicia de frontera. La Primera Dama Laura Bush pronunció por radio un bonito discurso sobre las mujeres y los derechos humanos y Afganistán. Tal vez su nueva intervención consista en una defensa de las mujeres árabes de este país detenidas por ninguna otra razón que su origen étnico, o las mujeres cuyos maridos fueron encarcelados sin acusación alguna porque son egipcios. Pero no cuenten con ello”.

A. J. Brown es una estudiante del Instituto Tecnológico de North Carolina y el 26 de octubre le golpearon la puerta dos agentes del servicio secreto basados en Raleigh. “Tenemos la información de que hay material antiamericano en su departamento”, dijeron. “No”, dijo ella. “¿Seguro? Porque tenemos la información de que aquí hay un poster antiamericano”, dijeron. “No”, dijo ella. “Ya sabemos lo que es. Es un poster de Bush ahorcándose”, dijo uno. Ella los dejó pasar. El poster mostraba a Bush con una cuerda en la mano junto a la mención de los 152 presos ejecutados cuando fue gobernador de Texas.

“Cuando se restringe la libertad en aras de la seguridad, ambas corren peligro”, supo afirmar Benjamín Franklin, el que inventó el pararrayos.

 

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