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LA BIOGRAFIA TELEVISIVA DE DAVID COPPERFIELD
El hombre que borró a Houdini

Film & Arts emitirá esta
noche un documental que cuenta cómo �Davino, el niño mago� se convirtió en �el� ilusionista
del siglo XX.

Copperfield, entre el ilusionismo
y el show de alta tecnología.
“Mi madre quería que estudiara
algo que me diera de vivir”, confiesa.

Por Oscar Ranzani

Cuando todo empezó, se hacía llamar “Davino, el niño mago”. Con los años, aquel novel mago se consolidó en un terreno que parece sacado de la literatura de lo sobrenatural y cambió su nombre artístico a David Copperfield. Desde entonces sus trucos, que merodeaban la idea de la perfección, recorren el mundo dejando centenares de miles de espectadores con la boca abierta. Ese es el personaje que Film & Arts retrata en un documental, que emite hoy a las 21, presentado como la historia del mago más famoso, rico y controvertido del siglo XX.
El especial cuenta su vida y su carrera con una visión retrospectiva, buscando claves que orienten a aquel que se pregunte que tiene de distinto este mago a sus miles de colegas sólo en Estados Unidos. Numerosas imágenes de trucos que dan forma al currículum hechicero de Copperfield parecen luego explicar algo de ese misterio. Como corresponde al mundo de los magos, el programa no revela nada sobre el armado de sus trucos, porque no es para eso que fue realizado.
“Cuando era chico mi madre me llevó a Nueva York para que estudiara magia en algún colegio. Me sentía fantástico en esa época porque me parecía que iba a un lugar secreto”, cuenta Copperfield a cámara. En la etapa de su adolescencia, la madre no veía un futuro provechoso y trató de convencerlo “para que estudiara una profesión de la cual poder vivir”. Pero David asistió solamente una semana a la Universidad. A los 19 años participó en el musical The magic man que se realizaba en Chicago, ya con el seudónimo “Copperfield”. Desde ahí, su nombre comenzó a circular en la prensa y fue invitado a varios programas de televisión. “Posteriormente regresé a Nueva York, pero me moría de hambre, no tenía dinero”, recuerda el mago. “Entonces salí a buscar trabajo y encontré un aviso donde pedían un mago y me presenté”. A partir de allí, su camino llevaría indefectiblemente al éxito. “Me convertí en la estrella de ese show y me contrataron para la nueva temporada de la cadena ABC. El show tuvo buen rating y gustó mucho. Un año después, CBS me hizo la propuesta de hacer unos especiales dedicados a la magia. No sé cómo, pero logramos que mi ídolo de la niñez, Orson Wells, fuera el presentador del primer show”, relata emocionado el mago.
Para esa época, ya había incorporado un guión a sus shows. Junto al agregado de música y baile, los guiones terminaron por definir su sello, un trabajo sobre diversos niveles sensoriales: el visual, el emocional, el auditivo. En uno de esos especiales comenzó con sus trucos superpoderosos, cuando prometió hacer desaparecer un avión. Su magia empezaba a consagrarse. “Hacer que el avión desapareciera me trajo mucha fama. Nadie se había animado a algo tan grande”, define. Luego vendría la hazaña que pondría en vilo al público estadounidense cuando se propuso eliminar del mapa, por unos minutos, una inmensa mole de 100 metros de altura y 450 toneladas de peso conocida como “Estatua de la Libertad”. Para Copperfield sólo se trataba de “elegir objetos interesantes y hacerlos desaparecer”. Un día un amigo le hizo una broma, comentándole que sólo le faltaba borrar de la tierra a la muralla china. “Me lo tomé en serio”, resalta. “Gracias a ese truco el gobierno chino colaboraba con el americano para crear arte por primera vez. El público estaba extasiado y no podía entender lo que estaba ocurriendo”. Para Copperfield, cada persona que narre un cuento debe llevar a la audiencia en ese viaje “para que recuerden, o piensen en algo. La magia tiene que hacer eso mejor que cualquier otra forma de arte, ya que uno toma a la madre naturaleza y rompe las reglas”.

 

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