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EL CENTENARIO DE MARLENE
DIETRICH, UNA FIGUR FIGURA CENTRAL DEL CINE DEL SIGLO XX
La rompecorazones de galera, bastón y ojos fríos

�Tiene sexo, pero no género�, dijo un crítico. Odiada y amada en su país natal, Alemania, fue consagrada mundialmente por la maquinaria de Hollywood. Desde films como �El angel azul�, construyó
su mito de mujer inalcanzable , dueña de una perturbadora sexualidad. Mañana
se cumplen un siglo de su nacimiento en Berlín.

Sonido: �Aun cuando no tuviera más que la voz, podría romperle a uno el corazón�, fue la alabanza de Ernest Hemingway a esa voz grave y sensual.

Una de las imágenes célebres de Marlene Dietrich, pura androginia.

Por María Laura Aráoz
Desde Berlín

“¿Marlene Dietrich? ¿Quién es Marlene Dietrich?”, dicen que fue la desdeñosa respuesta de Greta Garbo al ser comparada con la actriz alemana, cuya estrella comenzaba a brillar alto en el firmamento de Hollywood. A un siglo de su nacimiento la pregunta que corresponde hoy es ¿quién fue Marlene Dietrich, además de una enemiga declarada de la divina Garbo? Durante toda su carrera artística, Dietrich se esmeró por crear una imagen de inalcanzable e indomable, sensual y al mismo tiempo fría, siempre rodeada de un halo de misterio que la convirtió en un mito viviente. Marlene aborrecía hablar con la prensa, y sus respuestas solían ser monosilábicas o deliberadamente capciosas. Escribió dos autobiografías en las que dijo poco o nada de importancia para lo que se espera de una estrella de su talla. En sus últimos años, cuando el paso del tiempo había dejado marca indeleble en su esbelto cuerpo, decidió recluirse hasta su muerte en su departamento de París, a salvo de las cámaras de la prensa, y sólo permitió ser visitada por sus familiares más cercanos. Alemania le rinde esta semana una serie de tributos que confirman su carácter de heroína nacional, claro que una vez que hubo triunfado en Hollywood.
Maria Magdalene Dietrich (posteriormente Von Losch, por el segundo marido de su madre) nació el 27 de diciembre de 1901 en Berlín. Era la segunda hija del matrimonio formado por el teniente de policía prusiano Louis Erich Otto Dietrich y su mujer Josefine, una joven proveniente de una familia pudiente de relojeros de Berlín. “Lena”, como la llamaban de chica, fue educada en la estricta tradición prusiana. Al concluir la escuela se dedicó de lleno al estudio del violín –para el cual parecía tener un gran talento–, pero su carrera se vio frustrada por un problema en la muñeca. En lugar de la música se decidió entonces por el teatro, y comenzó a estudiar en la entonces renombrada escuela de Max Reinhardt. Tras esa experiencia consiguió pequeños papeles en obras de teatro y películas de cine mudo, en los que llamaba más la atención por las bondades de su físico que por su talento actoral.
El salto definitivo a la fama llegó en 1930 con El angel azul, la película de Josef von Sternberg en la que encarnó al prototipo de mujer fatal en el papel de “Lola Lola”, la cabaretera de sombrero de copa y ligas que hace perder la razón a un profesor universitario e inmortaliza la canción “Estoy hecha para el amor de la cabeza a los pies”. A partir de ese año se fue a Hollywood junto con von Sternberg, su pigmalión y eterno enamorado, con quien rodó siete películas en las que consiguió forjar la imagen de la seductora en persona, pero de una vampiresa ambigua, que combina el frac o el traje de hombre con vestidos muy femeninos y sensuales.
También en su vida privada conservó ese carácter andrógino que en ocasiones escandalizó a la opinión pública, como cuando apareció vestida de frac para el estreno en Hollywood de El signo de la cruz en 1932. “Tiene sexo pero no tiene género”, supo resumir su esencia el crítico de cine Kenneth Tynan. Rompió los esquemas de la vamp femenina con su bisexualidad, que vivió plenamente pese a su temprano matrimonio con el asistente de dirección alemán Rudolf Sieber, de quien nunca se divorció y a quien la unió una profunda amistad y su única hija, Maria. En la larga lista de amantes de la Dietrich figuran además de su “creador” von Sternberg la guionista española Mercedes de Acosta y la cantante francesa Edith Piaf (quien le dedicó nada menos que “La vie en rose”), así como compañeros de cartelera como James Stewart, John Wayne y Gary Cooper. Su gran amor fue el francés Jean Gabin, con quien vivió un tormentoso romance durante cinco años.
Dietrich rodó en Hollywood con grandes directores como Ernst Lubitsch, Orson Welles, Fritz Lang, Billy Wilder y Alfred Hitchcock, pero los críticos coinciden en que fue el austríaco von Sternberg quien le imprimiósu sello característico y la elevó a la categoría de icono. “Marlene soy yo”, sostuvo sin modestia el cineasta en una entrevista. En la década de los 40 comenzaron a mermar las ofertas y en los 50 encontró refugió en el canto, que siempre la había acompañado en sus películas. “Aun cuando no tuviera más que la voz, podría romperle a uno el corazón”, fue la alabanza de Ernest Hemingway a esa voz grave y sensual. Hasta entrados los sesenta años viajó incansable con sus conciertos por el mundo, ataviada con vestidos fastuosos y mostrando las preciosas piernas que llegaron a ser aseguradas por un millón de dólares.
Con los alemanes tuvo una relación de amor-odio. La amaron porque fue la única estrella mundial que dio Alemania, el símbolo del glamour cuyas películas eran éxitos de taquilla en su país. Pero también la consideraron una traidora por haberse nacionalizado estadounidense (en 1937) y haber cantado a las tropas estadounidenses que combatían a sus propios compatriotas en Europa y Africa. Tras el fin de la guerra en 1945, la población del Berlín liberado le brindó una bienvenida apoteósica, pero en 1960 la esperaron con pancartas de “Marlene vuelve a casa” y la escupieron en actos que fueron interpretados como una mezcla de rechazo por su aparente traición y su imagen liberal, que contrastaba con la moralina de la sociedad alemana de posguerra. Ella también supo decir que “odiaba a los alemanes” e incluso llegó a negarse a hablar su lengua materna con un conocido productor cinematográfico germano, al que despachó en inglés con un “I don’t speak German” (“No hablo alemán”).
La reconciliación con Alemania recién llegó con su muerte en 1992, cuando su hija Maria la enterró por propio deseo en un cementerio de Berlín. Su ciudad natal la acogió con los brazos abiertos. Una plaza en el modernísimo complejo de la Plaza de Potsdam lleva su nombre, y el Museo de Cine de Berlín expone todo el legado de la actriz, que comprende más de 16.000 fotografías, 3000 vestidos y trajes y 400 sombreros.

 

La lista de homenajes

Con su mirada lasciva, esa sugestiva caída de ojos, Marlene turbó a hombres y mujeres por igual y se convirtió en el icono de la mujer fatal. Su ciudad natal, Berlín, festejará el centenario de su nacimiento con numerosos eventos. Este viernes será celebrada una fiesta oficial de cumpleaños titulada Marlene 100, en la que cantarán artistas de la talla de Ute Lemper, interpretando canciones de la diva como la famosa “Estoy hecha para el amor de la cabeza a los pies”, de El angel azul, o “Lili Marleen”. Los incondicionales honrarán la memoria de la actriz mañana con una peregrinación a su tumba en el cementerio municipal de la capital alemana y la colocación de ofrendas florales. Por la noche, el Museo de Cine de Berlín exhibirá filmaciones privadas de la vida familiar de la diva, así como la única copia existente de un legendario concierto que dio en 1963 en Estocolmo, Suecia. En el Teatro Renaissance será puesto en escena el musical Marlene Dietrich, junto a una amplia retrospectiva de sus films. En el Museo del Cine de Berlín podrá ser vista hasta el 17 de febrero la muestra Forever young (“Joven para siempre”) en que serán expuestos por primera vez numerosos objetos, fotografías, correspondencia, trajes y vestidos, sombreros y portacosméticos. La colección fue adquirida por el museo en 1993 por cinco millones de dólares. En el Museo Gay de la capital alemana también se honrará su memoria en una exposición titulada Marlene y el tercer sexo, que consta de unos 500 objetos de su vida privada y profesional. La muestra documenta su relación con sus seguidores, amigos homosexuales, colaboradores, admiradores y amantes.

 

UNA FILMOGRAFIA PARA TODOS LOS GUSTOS Y COLORES
Entre el saloon y los nazis

Marlene Dietrich rodó más de 40 películas, entre las que filmó en su país, Estados Unidos Inglaterra y Francia. Estos son algunos de sus principales títulos:
El angel azul (1930), de Josef von Sternberg. Una parodia de la moral pequeñoburguesa en base a una novela de Heinrich Mann, plataforma para que Dietrich se convirtiera en estrella internacional en el papel de una sensual cantante de cabaret.
Marruecos (1930), de Von Sternberg. Fue su primer film en Hollywood, junto a Gary Cooper y como una cantante que debe elegir entre un rico comerciante y un oficial de la legión extranjera con el exótico trasfondo del desierto del Sahara.
Fatalidad (1931), de Von Sternberg, con Victor McLaglen. Marlene es una espía austríaca que se enamora de su contraparte ruso y paga este amor con la ejecución.
El expreso de Shanghai (1932), dirigida por Von Sternberg y con Clive Brook como coprotagonista. La relación de la prostituta fina Shanghai Lily (Marlene) con el médico militar Captain Harvey.
Angel (1937), comedia de Ernst Lubitsch. Dietrich personifica a la esposa de un diplomático inglés que tiene de incógnito un affaire apasionado con un “gentleman” británico en París, y con quien se reencuentra en Londres en una extraña coincidencia.
Arizona (1939). Película del Oeste dirigida por George Marshall y con James Stewart como compañero. Marlene es una copera del bar del pueblo que de ser cómplice de las artimañas del dueño del local, termina defendiendo al nuevo sheriff... y lo paga con su vida.
Siete pecadores (1940) de Tay Garnett, con John Wayne en el papel coprotagónico. La Dietrich personifica a una cantante en las islas del Pacífico sur, que se enamora de un teniente al que terminará abandonando para no perjudicarle la carrera.
Berlín-Occidente (1948), la primera película en que actúa bajo la dirección de Billy Wilder. Encarna a la ex amante de un nazi que mantiene una relación con un oficial estadounidense en el Berlín liberado.
Pánico en la escena (1950), de Alfred Hitchcock. Vuelve a ser una cantante, esta vez bajo sospecha de haber cometido un asesinato.
Encubridora (1952), de Fritz Lang. Una cantante de bar del Lejano Oeste, entrada en años pero aún muy atractiva.
Testigo de cargo (1957) de Billy Wilder y compartiendo elenco con Tyrone Power y Charles Laughton. Marlene Dietrich es la esposa de un hombre condenado a muerte y juega un doble papel que es develado al final.
Sed de mal (1958), de Orson Welles, donde cumple un papel secundario de dueña de un bar.
Vencedores o vencidos (1961), de Stanley Kramer. Es la viuda de un oficial alemán ejecutado en la horca, que niega que ella o su marido hubieran tenido conocimiento de las atrocidades nazis.

 

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