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REACCION DE LOS BANQUEROS CONTRA “MEDIDAS POPULISTAS”
El Gobierno quedó en otro corralito

Emisión controlada de argentinos, apenas para calmar el conflicto social. Pisar los plazos fijos para inmovilizar los depósitos en los bancos. Control del comercio exterior para asegurar la provisión de dólares. Son las exigencias de la banca, que reclama terminar con las promesas �populistas�.

Devaluación: Los banqueros
se oponen a una devaluación. Si ocurriera, las entidades financieras se harían menos solventes porque habría una explosión de incobrabilidad.

Por Claudio Zlotnik

La verborragia de David Espósito le puso los pelos de punta a los banqueros. Para el establishment financiero, una emisión de 15.000 millones de argentinos –tal como lo proclamó el ahora ex presidente del Banco Nación– sería el detonante de una maxidevaluación que perjudicaría gravemente su negocio. El final es conocido: Espósito fue echado de su cargo por el presidente Adolfo Rodríguez Saá. Pero lejos de tranquilizarlos, los financistas van por más. Están molestos con las promesas del jefe de Estado, a las que catalogan, con desprecio, como “populistas”. Para los miembros del establishment financiero, en la Argentina no existe otra posibilidad que acotarse a una estricta disciplina fiscal, un modelo en el que ni por casualidad figura la eliminación de la poda en las jubilaciones ni el otorgamiento de subsidios en forma masiva, tal como prometió Rodríguez Saá. Tras la primera semana de mandato, los banqueros entendieron que llegó el momento de apretar algunas clavijas, de condicionar al flamante Gobierno y de desafiar la habitual sonrisa generosa del jefe de Estado. Y ya esbozaron un programa que están cotejando con los funcionarios del Ejecutivo.
El plan de los banqueros contempla tres puntos centrales: apaciguar el descontento social a través de una limitada emisión de moneda no convertible; ponerle doble llave al corralito para evitar cualquier problema en el sistema financiero y la regularización del comercio exterior, que le asegure la provisión de dólares al propio sistema. El esquema de los financistas se completa con la aprobación de un Presupuesto 2002 que convalide una armonía fiscal y el apoyo de los organismos internacionales, que recién llegaría cuando la Argentina pueda presentarle al mundo un plan económico para el crecimiento.
Los banqueros son contrarios a una devaluación. Si ello ocurriera, las entidades financieras se harían menos solventes ya que se produciría una explosión de incobrabilidad, en un contexto donde los patrimonios de los bancos han quedado debilitados. Una vez que la fuga de reservas del Banco Central dejó en claro que sería imposible una dolarización, los financistas se volcaron hacia la “tercera moneda” como el camino menos malo hacia la inexorable salida de la Convertibilidad. Rodríguez Saá aceptó esa idea. Lo que no pudo controlar fueron las definiciones de Espósito ni la oposición de los financistas a sus promesas de bienestar.
Urgencia social. En la city aceptan que haya emisiones de una tercera moneda sin otro respaldo que los bienes inembargables del Estado, como la Casa Rosada o el edificio del Congreso. Pero le ponen un límite preciso: no más de 4000 millones, de manera de cubrir la abrupta caída de la recaudación. Más generosos, algunos financistas consultados por este diario extienden en 2000 millones aquella posibilidad. De esta manera, el Gobierno podría hacer frente al pago de salarios y jubilaciones y evitar un rebrote de la agitación social. De acuerdo a los banqueros, si se traspasara aquella barrera se correrían serios riesgos de volver a la hiperinflación en medio de un descontrol total sobre el tipo de cambio.
Corralito. El plan incluye el respeto de la moneda en la que fueron suscriptos los depósitos. Pero deberían repactarse los vencimientos. Y prohibir el traspaso de los plazos fijos a las cuentas a la vista (cajas de ahorro y cuentas corrientes), de manera de evitar el goteo incesante de fondos hacia afuera del sistema. Algunos bancos quieren que, por lo menos, las restricciones se impongan hasta que asuma el próximo Gobierno. Y recién ahí tomar una decisión definitiva. Otros, en cambio, piden que los plazos fijos se pisen por un año, con posibilidad de renovar esa medida por otro período. A diferencia del Plan Bonex, esta vez no se entregarían bonos sino que cada banco se comprometería a devolver los fondos el día del vencimiento.
A su vez, hay bancos que están reclamando que se prohíban los traspasos de plazos fijos entre entidades. A pesar de que el Banco Central puso trabas a esa operatoria –impidiendo que los ahorristas hagan transferencias electrónicas–, persistió el “vuelo hacia la calidad” de los depósitos. “No queremos ninguna caída. Si un banco cae, es probable que haya un efecto dominó. Nadie desea que se repita un Efecto Tequila”, confesó a este diario el ejecutivo de un banco líder extranjero.
En medio de la crisis también resurgió un reclamo clásico de los hombres de la city: la privatización del Banco Nación, entidad a la que acusan de financiar negocios espurios y de servir a las necesidades del poder político.
Comercio Exterior. Advierten que desde hace varias semanas la Argentina se aisló y dejó de girar dólares al exterior. “No hay que temer a la pérdida de reservas. Tenemos superávit comercial y van a entrar dólares”, reclamó un financista. En los hechos, el comercio con el extranjero es la única vía que le queda al sistema financiero para que ingresen dólares billetes. Por tal motivo, el pedido incluye que las exportaciones se liquiden en el país. Todavía no hubo ninguna casa matriz foránea que se haya comprometido a traer a la Argentina fondos frescos para dar oxígeno financiero a su filial en el país. En el microcentro también creen que la liberación del comercio exterior descomprimirá la tensión social ya que alejaría el fantasma del desabastecimiento. Una muestra gratis de ese eventual desorden, alegan, se vio en las últimas horas de la mano de la escasez de algunos productos importados, como medicamentos.
Ayuda internacional. Recién podría concretarse cuando la Argentina presente al FMI un plan creíble. Con dinero fresco en el Tesoro, shock de confianza mediante, el tipo de cambio podría estabilizarse en torno de 1,30 a 1,40 argentinos (o como se llame la tercera moneda) por dólar.

 

Bush sigue cada detalle desde el rancho

George Bush aseguró ayer que los Estados Unidos están dispuestos a ayudar a la Argentina a través del Fondo Monetario Internacional si este país lo solicita. Según el presidente norteamericano, los líderes de otros países estarían igualmente dispuestos a contribuir con Buenos Aires a condición de que el gobierno de Adolfo Rodríguez Saá “ponga la política fiscal en orden y elabore un plan”. Bush realizó estas declaraciones durante una conferencia de prensa ofrecida desde su rancho de Crawford, un día después que el presidente argentino tomara contacto telefónico con Anne Kruger, del FMI, para manifestarle su intención de abrir una negociación. El mandatario norteamericano también se contactó ayer con varios de sus pares latinoamericanos, con quienes también intentaría coordinar un plan de auxilio a la Argentina. Las declaraciones del presidente norteamericano tuvieron como marco duras críticas formuladas desde algunos analistas tanto a la gestión norteamericana como a la del FMI por haber impulsado en el país las políticas que lo llevaron al actual colapso. David Malpass, de Bear Stearns, sostuvo que “el programa de austeridad en la Argentina contribuyó a la caída de la recaudación, del mismo modo que las altas tasas de interés para compensar la inseguridad monetaria y la parálisis en la inversión”. Otros observadores, en tanto, apuntaron al inobjetable hecho de que Estados Unidos al igual que el Fondo apoya políticas que nunca serían aplicadas en los Estados Unidos. Una fuente oficial argentina aseguró anoche, en tanto, que hoy por la mañana Rodríguez Saá mantendrá un contacto telefónico con Bush.

 

Presupuesto en camino

El Gobierno se apresta a enviar al Congreso entre mañana y el lunes el nuevo proyecto de presupuesto para el año 2002 que, entre otras llamativas medidas, incluiría “un recorte del 40 por ciento en los cargos políticos”. El anuncio fue formulado ayer por el ministro de Trabajo, Oraldo Britos, quien no precisó si ese ajuste será sobre las remuneraciones o sobre el total de cargos.
El proyecto de Presupuesto es una de las definiciones clave que tiene pendiente el gobierno nacional y, junto a la emisión de una tercera moneda, es una de las iniciativas que intenta pulir con más urgencia. La intención del oficialismo es trabajar sobre la pauta de disminuir todo lo posible el déficit en base a una fuerte racionalización de la estructura estatal, que también podría incluir una importante baja en contratos. Esta decisión está a tono con un reclamo formulado ayer por el Fondo Monetario Internacional, que condiciona cualquier ayuda a que Argentina realice drásticos ajustes estructurales.
Sin embargo, el mismo presupuesto debería compatibilizar tales objetivos fiscales, con los cuales el gobierno nacional pueda iniciar una nueva etapa de negociaciones con los organismos internacionales, con las metas sociales enunciadas por el presidente provisorio en la aún no concluida primera semana de gobierno. Creación de empleo, eliminación de la pobreza, restitución de haberes a jubilados son, apenas, algunas de las cuentas que Rodríguez Saá abrió y ahora deberá explicar cómo.

 

DAVID ESPOSITO FUE DESPEDIDO DEL BANCO NACION POR SUS DICHOS
Más argentinos de los que se toleran

Ayer se produjo la primera baja en el nuevo gobierno. David Espósito duró menos de 48 horas al frente del Banco Nación. Por la mañana se enteró de que el presidente Adolfo Rodríguez Saá lo había despedido de su cargo. Luis Lusquiños, secretario general de la Presidencia, fue el encargado de transmitirle la novedad. De nada le sirvió despertarse bien temprano y salir por distintas radios aclarando las cosas. Su declaración de que sería necesaria la emisión de 15.000 millones de argentinos selló su suerte. El establishment financiero y los diputados y senadores del justicialismo de más peso coincidieron en que, si ello sucediera, la hiperinflación estaría a la vuelta de la esquina. Pablo Rojo, ex presidente del Banco Hipotecario, aparecía anoche con la mayor chance para ocupar el puesto vacante.
“La situación no nos permite ningún tipo de error, somos rigurosos para adentro y para afuera”, señaló Lusquiños en la Casa de Gobierno al dar a conocer la decisión presidencial. Más temprano, el senador Eduardo Duhalde había reclamado el desplazamiento de Espósito. “Es un disparate que se le ocurrió a un señor que ha sido propuesto para presidir el Banco Nación y sale con una ocurrencia de estas características”, dijo en referencia a la sugerencia de emitir 15 mil millones de argentinos, un 50 por ciento más que los pesos actualmente en circulación. “Si yo fuera Rodríguez Saá, Espósito no estaba un segundo más”, remató el ex gobernador.
El ahora ex presidente del Nación pretendió excusarse, antes de que se conociera su expulsión del cargo, señalando que la crítica que le formulaban “es correcta, porque la cantidad a emitir es decisión del Congreso y la cifra de 15 mil millones la había plasmado en un paper, como un ejercicio intelectual”. Espósito llegó al mando del Banco Nación directamente de la mano de Rodríguez Saá, para quien había diseñado la emisión de bonos en la provincia de San Luis. En las últimas 24 horas, con escasa modestia, el ex funcionario se había autoadjudicado la autoría del plan de emisión de la tercera moneda, como si se tratara de un instrumento inédito.
En el texto de su renuncia, conocido por la tarde, Espósito retomó el tono autoelogioso, al considerar que su apreciación pública, a pesar de haberlo eyectado del puesto, “contribuyó a instalar el debate sobre la necesidad de crear el Argentino como nuevo signo monetario”. Aseguró, además, que apoyará “el gesto patriótico” de Rodríguez Saá, de haber asumido la presidencia en las actuales circunstancias, desde el lugar que le toque ocupar en la sociedad. Utilizando curiosamente el plural, manifiesta más adelante que “somos conscientes de haber hecho nuestro mejor esfuerzo para defender lo que entendemos es el instrumento más apropiado para sacar a la Argentina de esta agobiante crisis hiperdeflacionaria e hiperrecesiva”, aunque “entendemos que también somos responsables de los errores en que habremos incurridos por defender apasionadamente este proyecto”.

 

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