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DINAR LINEAS AEREAS

RENUNCIO TODO EL GABINETE Y RODRIGUEZ SAA CAMBIA DE PLAN
Se termina el sueño imperial

Consecuencia directa del cacerolazo del viernes, Rodríguez Saá pidió la renuncia a sus ministros y secretarios. Quedarían solo Gabrielli y Lusquiños. Posible acuerdo con los gobernadores del PJ para sumarse al Gobierno y cambiar
los planes: se definirá el llamado a elecciones y su modalidad, se fijará el interinato del puntano y evaluarán cómo y cuándo salir del corralito.

Por Sergio Moreno

No sonaban los teléfonos. El presidente Adolfo Rodríguez Saá y sus colaboradores más cercanos escuchaban, antenoche, la batucada de cacerolas de los inflamados vecinos que se agolpaban frente la residencia presidencial de Olivos y, a pesar del acompañamiento no deseado, la sensación era de absoluta soledad. Ningún gobernador se dignó a llamarlo. La capital se incendiaba frente la Casa Rosada y el Congreso, y los “compañeros” del puntano optaron por ver la escena por la televisión de cable. La soledad –y la sensación de vivir la víspera del Armagedón– llevó a la reflexión. Ayer por la mañana, todo el gabinete presentó la renuncia (que aún no fue aceptada) y Rodríguez Saá anunció a las 21.30 una serie de medidas bancarias y que partía hacia Chapadmalal para reunirse, hoy, con todos los gobernadores peronistas. Minutos después de sus económicas palabras, las cacerolas volvieron a retumbar en algunos barrios porteños.
Los escombros aún humeaban en el Parlamento cuando el Presidente recibió a la cúpula de la Policía Federal, para felicitarla por la performance de sus muchachos durante la madrugada y marcar diferencias con la actuación del 20 de diciembre (ver páginas 10 y 11). El comisario general Roberto Giacomino recibió la palmada del Presidente y miró al (también renunciado) secretario de Seguridad, Juan José Alvarez. “Juanjo” entendió la mirada cómplice: había estado cinco metros detrás de la puerta central de Balcarce 50, adentro de la Rosada, cuando los manifestantes más exaltados querían derribarla, conteniendo a los azules que se salían de la vaina y apretaban los nudillos en sus Itakas cargadas –supuestamente– con balas de goma.
El acto fue rápido. A varios les quedó la duda sobre si la próxima vez -porque todos creen que la agitación está lejos de haber terminado– la Federal acatará a los mandos naturales.
Rodríguez Saá pidió temprano al secretario general Luis Lusquiños que comience a llamar a su equipo y les pida la renuncia a todos. Había comenzado la ronda de consultas con varios gobernadores y todos pedían definiciones, verbigracia, un cambio de gabinete, un nuevo gobierno que contenga a todo el peronismo, con figuras “más que presentables”, la solución del corralito (“Aunque sea hay que decirle a la gente que no se puede levantar, pero decírselo”, dijo un alto funcionario a este diario), y llamar a elecciones a corto plazo. La traducción de este paquete: el “Adolfo” deberá dejar su sueño imperial para otro momento. “Debe quedar claro que éste es un gobierno provisorio. Si Rodríguez Saá quiere seguir, que compita en las elecciones. Pero hay que dar un mensaje de tranquilidad y unir al peronismo. De lo contrario, no habrá elecciones el tres de marzo porque no vamos a llegar al tres de enero”, se quejó un importante gobernador ante Página/12.
“Para la gente, éste no es el gobierno de Rodríguez Saá, es el gobierno del peronismo. Si se cae esto, nos caemos todos”, terció otro funcionario nacional consultado.
El flamante y ya desgastado Gobierno atesoraba una buena noticia: un vocero del presidente George W. Bush había hecho público el apoyo de Washington a la administración argentina. El Presidente argentino había mantenido una comunicación con el mandatario norteamericano, que descansa en su rancho de Crawford, Texas. Hubo plática, básicamente un agradecimiento por el soporte brindado y promesas de trabajo duro para salir adelante. Todo ello ocurrió antes de la renuncia masiva de los ministros (ver aparte).
La alegría duró poco. A media tarde, horas después de la conversación telefónica, un funcionario del Departamento de Estado norteamericano se comunicó con Ceremonial de Presidencia –ante la ausencia de una voz autorizada en la Cancillería; José María Vernet estaba en Olivos y, a esa altura, ya había renunciado como sus colegas– para requerir si Rodríguez Saá había renunciado. En pánico, desde Olivos llamaron al embajador norteamericano, James Walsh y lo invitaron a la quinta. Walsh llegó media hora después del llamado y se encerró con el Presidente. Vernet esperó afuera del salón de audiencias.
Revolución
Mientras el titular de Hacienda, Rodolfo Frigeri, y el ministro del Interior, Rodolfo Gabrielli, fatigaban teorías en el ministerio de Economía, rodeados de técnicos y economistas para cambiar el megaplán del puntano por otro para capear la transición –decretando, de paso, la muerte del no nato “Argentino”– (ver páginas 6 y 7), el Presidente y sus colaboradores más cercanos evaluaban las propuestas que hacían llegar, teléfonos mediante, varios gobernadores.
Los mandatarios –no todos– piden un acuerdo de unidad basado en cinco puntos:
Marcar el interinato del mandato de Rodríguez Saá, que quede claro que el tres de marzo se va o compite en las elecciones.
Apelar a un “renunciamiento patriótico” de los candidatos presidenciables del peronismo, que en algún caso podría resignar sus aspiraciones e integrarse al gabinete de emergencia. Anoche se hablaba de que sólo sobrevivirían en la primera línea Gabrielli y Lusquiños. Incluso Frigeri fue duramente cuestionado.
Resolver, a como dé lugar, el corralito financiero heredado de Domingo Cavallo.
Terminar de matar al “argentino”. En su lugar, emitir Lecop, por un monto que no debe superar los 3.500 millones. Si se tiene en cuenta que, actualmente, hay en circulación unos 1.200 millones, la emisión quedaría restringida a unos 2.300 millones más.
Cerrar filas detrás de ese gobierno interino y resolver la fecha de las elecciones, la modalidad –si será por Ley de Lemas o no– y por cuántos años sería elegido el Presidente que surgiese de ese comicio (dos o cuatro años).
Este temario, será desguazado hoy en Chapadmalal, cuando el Presidente se reúna con todos los gobernadores y autoridades parlamentarias del PJ. La quinta vacacional de los jefes del Estado argentino fue elegida, a sugerencia de José Manuel de la Sota, para evitar “ruidos molestos” cercanos. Es, precisamente, el gobernador cordobés, el electrón suelto que más preocupa al peronismo. “El Gallego” siguió presionando ayer por la realización de elecciones. Empecinado como pocas veces se lo vio, dobló la apuesta y hasta sugirió que el comicio previsto para marzo debería adelantarse. Un importante gobernador que ayer estuvo al otro lado del teléfono con el mediterráneo, sugirió que “De la Sota sabe que hace falta un gobierno más amplio, de unidad, incluso por fuera del PJ, pero no puede bajarse de las elecciones porque cree que es la única forma de evitar que Rodríguez Saá quede soldado al sillón”.
Muchos conforman, en cambio, la mesnada que cree que De la Sota no sólo hace que quiere, sino que quiere. Y redoblan esfuerzos para disuadirlo de su testarudez. Estiman que si el cordobés resigna su ansiedad, Néstor Kirchner, gobernador de Santa Cruz y otro de los mandatarios convencidos de competir en elecciones, podría bajar los decibeles de sus críticas a Rodríguez Saá y sumarse al acuerdo que englobaría a todo el PJ.
Contrariamente, el bonaerense Carlos Ruckauf estaría más que dispuesto a apoyar la movida (ver declaraciones a este diario en página 5) e incluso a sumarse en calidad de Jefe de Gabinete. En cuanto a Carlos Reutemann, fiel a su estilo, su aporte estaría condicionado. “Lole” quiere tomar distancia de cualquier Gobierno que integren Vernet y Víctor Félix Reviglio y analizar cuidadosamente lo que se ponga sobre la mesa en Chapadmalal.
Sin sonrisa
Sin la sonrisa que supo derramar hasta el viernes a la noche, el Presidente habló anoche desde los jardines de Olivos. Dijo que se había reunido con los banqueros y había acordado que el lunes se atienda a la gente de 8 a 20 para pagar a jubilados y empleados los 1.000 pesos “que les corresponden”; agregó que les pidió especialmente que “les den un trato razonable y humano a los jubilados” y que hoy los banqueros se reunirán con las autoridades del BCRA para acordar el operativo de mañana. Tras cartón, hizo referencia a lo “que está sucediendo” y anunció la reunión de hoy en Chapadmalal, “hacia donde me dirijo ahora”, aclaró. “Buenas noches”, remató Rodríguez Saá, dejando a toda la prensa reunida con las muchas preguntas en la boca.
La brevedad e insuficiencia de su discurso impulsó a algunos vecinos en Palermo y Caballito a ganar nuevamente las esquinas. No fueron muchos los que aporrearon sus desvencijadas cacerolas. Pero saben que la Argentina siempre da otro oportunidad.

 

Un llamado de apoyo de George W. Bush

Poco después de las once de la mañana, el presidente Adolfo Rodríguez Saá recibió un llamado de su par de Estados Unidos, George W. Bush, quien le ratificó su “apoyo para con los países amigos”, según informó el vocero de la Casa Blanca, Scott McClellan.
El contacto telefónico duró apenas unos minutos y fue una respuesta a un llamado de Rodríguez Saá de la semana pasada. Bush “enfatizó la necesidad de que el gobierno argentino desarrolle un plan económico sostenible y trabaje estrechamente con el FMI y otras instituciones financieras internacionales”. La declaración del presidente norteamericano sintoniza con el reclamo de los jefes de Estado de otros países y de los organismos internacionales, que vienen reclamando un plan “sustentable”, lo que, traducido, implicaría darle un respaldo político firme al programa económico.
Según informaron ayer fuentes de la Casa Rosada, la conversación de ayer se realizó antes de que se conocieran las renuncias de los integrantes del gabinete nacional. Bush le dejó en claro que “está al tanto” de lo que sucede en Argentina y está “totalmente comprometido” con la situación del país. En los últimos días, Bush también se comunicó por teléfono con sus colegas de Brasil, México, Uruguay y Chile, para analizar la crisis que atraviesa la Argentina.

 

OTRAS VOCES

Eduardo Duhalde, senador nacional (PJ):

“Yo vengo sosteniendo desde hace mucho tiempo que la última estación después de la recesión y la depresión era la anarquía y el caos. Yo temo a hechos muy violentos, a una especie de guerra civil en la Argentina. Yo fui criticado porque desde hace tiempo vengo diciendo que de la depresión es fácil saber cómo se sale, de la recesión es mucho más fácil, pero del caos ya no sabemos cómo se sale. Es imperioso hacer que los espíritus se vayan cambiando, que los gobiernos no se equivoquen, no se puede hacer cualquier cosa. Creo que el Presidente (Adolfo Rodríguez Saá) va a escuchar y estoy convencido de que va a rectificar políticas”.

Oscar Lamberto (PJ), senador nacional:

“A todos los que golpean las cacerolas habría que darles 24 horas de gobierno para que tomen algunas de las decisiones sabias que están proponiendo. Acá no hay soluciones mágicas, más allá de quién gobierne: a todos los que golpean las cacerolas habría que darles 24 horas de gobierno para que tomen algunas de las decisiones sabias que están proponiendo y seguramente no harían cosas demasiado distintas. No soy quién para defender ni atacar al gabinete, creo que es el que pone y saca a sus colaboradores, con muchos, no estoy de acuerdo, pero la situación va mucho más allá de quién es la cara del ministro. Venimos insistiendo en que hay que elegir un presidente con el voto popular lo más rápido posible. No hay salida política si la gente no elige un presidente que exprese a la mayoría de los argentinos”.

Néstor Kirchner, gobernador de Santa Cruz:

“El Presidente tiene que plantear una rápida renovación de la gente que lo acompaña. Hay personas que no sé si fueron culpables o qué responsabilidad tuvieron, pero están condenadas por la sociedad y para generar un gobierno de salida nacional, después de la tremenda crisis que dejó la Alianza, es necesario que el gobierno tenga figuras absolutamente creíbles por la población. Hay tres tipos de funcionarios: los buenos, que dicen lo que está bien y lo que está mal; los que son amigos de uno y para verlo contento dicen que todo está bien, y los que actúan en banda y cada vez que hay un gobierno lo quieren asaltar. Hay que poner definitivamente funcionarios idóneos”.

Antonio Cafiero, ex senador nacional (PJ):

“Los que detentan el poder en el justicialismo deben ratificar lo convenido en la Asamblea Legislativa: que es elecciones y traspaso del poder el 5 de abril. De esa forma, el gobierno va a tener los elementos para poder sortear los hechos más dramáticos de este proceso. Digo esto con mucha angustia y preocupación y espero los acontecimientos”.

Oraldo Britos, ministro de Trabajo:

“Habrá que ver a qué es lo que está apuntando a la sociedad, que puede tener razón porque la gente no se equivoca generalmente. La lentitud de las transferencias bancarias causó el malhumor de la gente, que se expresó en el cacerolazo. En mi caso particular, no tengo ningún problema en dejar el cargo”.

 

QUE PLANTEARAN LOS MANDATARIOS PERONISTAS EN CHAPADMALAL
Como si fuese un Cabildo abierto

La reunión de hoy podría marcar el fin del sueño del Presidente de quedarse
en la Rosada hasta el 2003. Elecciones, economía y gabinete serán los temas centrales. Piden una modificación general de la administración a cambio de apoyo.

Todos los gobernadores del peronismo harán sus planteos al hoy Presidente en Chapadmalal.

Por Martín Piqué

Después del cacerolazo del viernes a la noche, los gobernadores del PJ recuperaron nuevamente su rol central en el destino de la Argentina. Si el presidente Adolfo Rodríguez Saá alguna vez soñó con seguir en la Rosada por dos años, la ilusión se diluyó con los ecos de las cacerolas. El puntano se resignó ante los hechos y recurrió a los jefes provinciales, que lo instaron a cambiar el gabinete, a implementar medidas económicas “que puedan bancar todos” y a preparar el llamado a elecciones, que podrían adelantarse para mediados de febrero. A cambio de esto, los gobernadores defenderán la gestión de Rodríguez Saá, por disciplina partidaria y por su propia supervivencia. “Todo el funcionamiento institucional del país está en discusión”, confesaba anoche a Página/12 el gobernador de una provincia chica que hoy participará de la reunión con el Presidente en Chapadmalal (ver nota central en página 2 y 4).
El sábado a la madrugada, cuando las pantallas reflejaban la protesta frente a Plaza de Mayo, los dirigentes que representan a las distintas corrientes del PJ –alarmados– comenzaron a analizar el nuevo escenario político. El gobernador bonaerense Carlos Ruckauf se encontraba en Villa Gesell, y la distancia lo obligó a hacer una nerviosa ronda de llamados telefónicos a sus colaboradores más cercanos: habló con el secretario de Seguridad, Juan José Alvarez, quien ya era objeto de reproches por los incidentes en el Congreso. Algunos legisladores del PJ habían empezado a pedir su renuncia, que el ruckaufista presentó en Olivos cerca del mediodía mientras sus asesores trataban de identificar a los impulsores de la dimisión.
Entretanto, Ruckauf hablaba con Jorge Sarghini (ministro de Economía bonaerense), Ricardo Gutiérrez (titular del Banco Provincia) y Alberto Descalzo (ministro de Seguridad), con quienes seguía los acontecimientos y evaluaba un probable recambio ministerial. Ayer, Ruckauf era el gobernador que más insistía en la necesidad de modificar el gabinete, donde espera colocar a varios hombres de su confianza, cuando no participar él mismo. Por otro lado, Eduardo Duhalde, el otro bonaerense con poder en la interna del PJ, seguía los acontecimientos con sus centuriones más cercanos: convocó a una reunión de urgencia en la quinta “Los Caudillos” de su eterno amigo y ex ministro de Obras Públicas Hugo Toledo. Allí se encontraron Eduardo Camaño, Osvaldo Mércuri y José María Díaz Bancalari, entre otros, quienes analizaron con Duhalde las “medidas de acción inmediata” que le propondrían al Gobierno. Se decidió que respaldarían a Rodríguez Saá, pero éste, a su vez, “tendría que cambiar a los impresentables”. Y se coincidió en que los gobernadores aportarían funcionarios para el nuevo gabinete, aunque tendrían “derecho a veto” sobre las figuras más discutidas.
Lejos de los hechos que transcurrían en Plaza de Mayo, el santacruceño Néstor Kirchner pasó el sábado en Río Gallegos, donde recibió llamados de casi todos los gobernadores a excepción de Ruckauf. Habló largamente con José Manuel de la Sota, con quien coincidió en que las elecciones previstas para el 3 de marzo debían anticiparse al menos quince días. Dialogó también con Duhalde y con el misionero Ramón Puerta, y luego hizo lo mismo con los gobernadores Gildo Insfrán (Formosa) y Carlos Manfredotti (Tierra del Fuego). Todos coincidieron en que lo que está en juego es la “gobernabilidad” y que hay que iniciar urgentemente un “proceso de reconstrucción del poder político”. “Estamos en un proceso de fuerte anarquización, después vienen los líderes autoritarios”, alertaba uno de ellos en diálogo con Página/12.
Los gobernadores también concordaban en torno a un balance político sobre la figura de Rodríguez Saá. Lo responsabilizaban por “errores muy graves” (el nombramiento de funcionarios acusados de corrupción y el anuncio de la tercera moneda). Y la conclusión era drástica: “El país estaba para el duelo y Adolfo hizo un cumpleaños”, señalaba anoche a este diario uno de los mandatarios provinciales del PJ. “En cuatro horas secargó toda su carrera política”, evaluaba, más terminante, uno de los operadores del Frente Federal. Según estos análisis, las chances de Rodríguez Saá para seguir en la Rosada después del 5 de abril habían quedado absolutamente archivadas con el cacerolazo de la clase media.
Dos de los referentes del Frente Federal, los gobernadores de Jujuy y Salta, Eduardo Fellner y Juan Carlos Romero, siguieron las novedades desde sus provincias. El jujeño estuvo hablando con sus pares de Tucumán (Miranda), Formosa (Insfrán), La Rioja (Angel Maza) y Misiones (Carlos Rovira), con quienes al final consensuó tres posiciones comunes que defenderán hoy en la reunión de Chapadmalal:
Que se establezca de una vez la convocatoria a elecciones anticipadas. “Acá hay que llamar a elecciones, la gente quiere votar. Además, si no votamos al Presidente, lo van a voltear con tres cacerolazos”, argumentaba ante Página/12 uno de los gobernadores del Frente Federal.
La puesta en marcha de “medidas económicas que podamos bancar todos”. Lo que equivale a resolver el dilema del “corralito” bancario, un tema que obligará a bancos o depositantes (según la opción política que asuma el Gobierno) a pagar un alto precio. Kirchner, por ejemplo, propone la eliminación definitiva del candado para sueldos y jubilaciones, y que el sistema financiero enfrente de una vez la realidad que está contenida por la salvaguarda oficial.
La constitución de un Gabinete “que represente a todos”. Aunque esa representación puede no incluir a Carlos Reutemann, quien está enfurecido por la inclusión en el Gobierno de sus comprovincianos José María Vernet y Víctor Reviglio. Dos de los principales operadores del gobernador santafesino dijeron a Página/12 que el Lole descarta de plano sumarse al Gabinete. Aunque sabe que si sus pares lo secundaran en esa decisión, “el país explotaría en segundos”. Por todo esto, el ex corredor de Fórmula Uno volverá a exhibir su cautela en la reunión de Chapadmalal. Se mostrará equidistante y luego definirá qué hacer.
Esta renuencia de Reutemann puede complicar los planes de Ruckauf. Porque el bonaerense quiere que varios gobernadores se sumen al Gabinete como flamantes ministros. Sin embargo, la idea del bonaerense deberá sortear varios obstáculos, como los artículos de varias constituciones provinciales que prohíben a los gobernadores ser miembros del gabinete nacional.

 


 

RUCKAUF CRITICA AL GABINETE Y PIDE UN NUEVO PLAN
“Hace falta un nuevo equipo”

El gobernador bonaerense, Carlos Ruckauf, mantuvo ayer, luego de la renuncia masiva del gabinete de Adolfo Rodríguez Saá, un diálogo con este diario. A continuación, sus principales definiciones.
“Rodríguez Saá tiene buena voluntad pero no tuvo equipo que acompañara sus ideas. Debe explicar la crisis. Tener un plan de gobierno. Y un equipo que pueda ejecutarlo.”
“Para ese equipo debe elegir personas que sean conocidas por su experiencia de gobierno y no por su prontuario.”
“No doy nombres de los impresentables. Todos los conocen. Son resabios del pasado. Son las viudas de Menem. No pueden estar en el gobierno en un país que no tolera la Armada Brancaleone”.
“No se puede pagar la deuda pública ni la privada. Hay que declarar el default público y privado y solucionar la situación de los ahorristas. Los economistas del gobierno deben definir y hacer público el plazo y condiciones en que se devolverán los ahorros.”
“Veo al Presidente muy atento a la crisis, no como De la Rúa que vivía en otro planeta. Pero fue demasiado caritativo con los que huyeron. Debería contar la verdadera magnitud de la crisis.”
“Es necesario lanzar un plan de crecimiento concertado con los sectores productivos. El plan de la UIA es realmente serio. Como hubiéramos dicho hace tres décadas, un verdadero plan de la burguesía nacional.”
“¿Elecciones? Es hora de gobernar y no de votar. No estoy en contra de que se vote pero no imagino columnas que vengan de Avellaneda pidiendo ‘votemos, votemos’ sino pidiendo ‘laburo, laburo’.”
“Si hay elecciones, me presento y las gano.”

 

OPINION
Por Horacio Verbitsky

Los lobos andan sueltos

Es posible que haga falta la perspectiva del tiempo para evaluar la gravedad de los episodios de ayer, con la evaporación del Estado a la vista del país y del mundo. Tanto que desde el Departamento de Estado de Washington se inquirió a Ceremonial de la Presidencia argentina quién estaba a cargo del gobierno.
El asesinato a mansalva de tres pibes del barrio de Floresta por un policía retirado es un salto en la escalada de violencia que se inició hace diez días en la Plaza de Mayo. Un cuarto pibe, que logró escapar, contó que estaban viendo por televisión en el maxiquiosco de una estación de servicio la transmisión de las refriegas de la Plaza de Mayo. Cuando vieron al policía caído y rodeado por manifestantes que le patearon la cara, lo celebraron.
Uno de ellos dijo que se lo tenía merecido, por la represión de la semana anterior. El policía desenfundó su arma y gatilló.
Las imágenes de la Plaza de Mayo y el Congreso dieron cuenta del odio profundo contra todo lo que tenga que ver con las instituciones políticas y, en especial, con sus fuerzas represivas. El castigo a los dos hombres caídos fue despiadado y el secretario de seguridad Juan José Alvarez tuvo que empeñar toda su autoridad para que la policía no respondiera con sus armas.
Pero bastó la inocente expresión de los pibes frente al televisor, para que otro policía los matara, en una actitud idéntica a la que sus colegas tuvieron en el microcentro el jueves 20.
La actitud de Alvarez no fue imitada por ningún funcionario de la Nación ni de la Ciudad de Buenos Aires, cuando los vecinos de Floresta llevaron su indignación a la comisaría, donde estaba detenido el homicida. Un oficial de civil no tuvo mejor idea que explicar que los chicos estaban asaltando la estación de servicio. Esa es la mentira habitual de la policía del gatillo fácil, pero en el clima de ayer encendió una reacción que se derramó por las calles del barrio. El único rostro del Estado, aparte de la policía brutal que gaseó a los vecinos con encarnizamiento, fue el de un funcionario de la Defensoría del Pueblo de la Ciudad. Muy poco para tanto encono.
Que el gobernante partido justicialista estuviera a esa hora dedicado a discutir el reclamo del gobernador de Córdoba José De la Sota por acelerar una convocatoria a elecciones que nadie sabe si podrán realizarse, en oposición a la hipotética prórroga de la imaginada presidencia imperial de Adolfo Rodríguez Saá, sugiere un grado de autismo no muy distinto del que caracterizó la presidencia de Fernando de la Rúa. La euforia malvinera y las irritantes sonrisas de siete días atrás se han disipado y eso no sería necesariamente negativo, si implicara una toma de conciencia de lo que está sucediendo. Pero el traslado de la reunión de gobernadores a Chapadmalal, se parece demasiado a una deserción, doblemente peligrosa porque los lobos andan sueltos.

 

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