Principal RADAR NO Turismo Libros Futuro CASH LAS/12
secciones



Informe sobre el sol,
el verano y la piel

Por Agustín Biasotti

Se nos va el verano, y dentro de poco las playas y las plazas, las terrazas, los balcones y los patios dejarán de ser las vidrieras en las que se exhibe la semidesnuda humanidad de aquellos seres que, aletargados sus sentidos y transpirados sus movimientos, ofrecen con ingenua dicha sus cuerpos a la cálida y silenciosa violencia del sol.

De la innegable peligrosidad de las radiaciones ultravioletas despedidas por el astro rey que bañan infatigablemente la superficie del planeta da testimonio el hecho de que el 90% de los casos de cáncer de piel responde a lesiones cutáneas previas causadas por una indiscriminada o inadecuada exposición a estas dañinas radiaciones.

“Es por eso que hay que romper con el mito de que el bronceado es sinónimo de salud –afirma la doctora Rebeca Rubinson, de la Sociedad Argentina de Dermatología (SAD)–; es necesario crear cambios hacia conductas más saludables en relación con la exposición al sol que nos permitan encontrar un punto medio: si bien el sol es fuente de vida, cuando nos exponemos a él en forma indiscriminada se convierte en nuestro enemigo.”

En otras palabras: si bien las radiaciones solares son indispensable pues al alcanzar nuestra piel desencadenan vitales mecanismos que dan lugar a la producción de vitamina D, bastan unos pocos minutos diarios para ello; más allá, la exposición excesiva o inadecuada a las radiaciones ultravioletas produce daños en las células cutáneas que cubren nuestro cuerpo, generando de esta forma lesiones que con el tiempo pueden devenir en tumores, más o menos agresivos, pero tumores al fin.

De qué hablamos cuando hablamos de tumores de piel
Existen tres tipos de cáncer de piel resultado de la exposición sin medida y sin cuidado a las nocivas radiaciones solares: el carcinoma basocelular, el carcinoma espinocelular y el tristemente célebre melanoma. Los dos primeros representan el 95% de los casos; el espinocelular es la forma más agresiva de las dos y en estadios avanzados puede producir metástasis en otros tejidos del organismo, y el basocelular, sin dudas, es el más frecuente.
Este último se ve en las zonas más expuestas de la piel, que están sometidas durante todo el año a la acción de la radiación ultravioleta del sol: la cara, las orejas, las manos y el cuello. En general, comienza con una lesión que no es más que una pequeña escama, a veces de color rojiza, que las personas tienden a sacarse con la uña pero que a pesar de ello vuelve a crecer; coreografía de dedos y piel que se repite una y otra vez hasta que llega la consulta médica.

Con respecto a los melanomas, éstos pueden aparecer sin ninguna lesión previa o sobre una lesión preexistente, que es generalmente un lunar. El melanoma es conocido por su brutal agresividad, ya que de no ser tratado puede conducir derecho a la muerte.

Afortunadamente, los tres tipos de cáncer cutáneo son absolutamente curables si son diagnosticados en forma precoz. Es por eso que, además de una consulta anual al dermatólogo, estos especialistas recomiendan que las personas aprendan a examinar ellas mismas su propia piel en busca de lesiones cutáneas o de lunares sospechosos.

El ABCD de los lunares
Como decíamos, la Sociedad Argentina de Dermatología (SAD) recomienda como herramienta de diagnóstico complementaria –complementaria a la visita anual al médico dermatólogo, se entiende– el autoexamen de los lunares del cuerpo. El objetivo de dicha inspección es detectar cambios fáciles de advertir en los lunares que puedan alertar sobre la aparición reciente de un melanoma, el más agresivo de los tumores de piel, que es curable en el 95% de los casos si es detectado en forma temprana.ç

¿Cuáles son los signos a los que debe estar atenta toda persona? Los dermatólogos los denominan el A, B, C y D de los lunares:
A por asimetría: cuando una mitad de un lunar difiere de la otra.
B por borde: cuando éstos son irregulares o poco definidos.
C por color: cuando coexisten varios colores y diferentes tonos que van del negro al marrón, azul y rojo.
D por diámetro: cuando el lunar mide más de 6 milímetros o ha experimentado un rápido aumento de su tamaño.
Conocidos ya los signos a tomar en cuenta, ¿cómo se realiza un autoexamen de piel? Los pasos recomendados por la SAD son los siguientes:
Examinar las zonas anterior y posterior del cuerpo frente a un espejo, luego los costados derecho e izquierdo con los brazos levantados.
Doblar los codos y examinar con cuidado los antebrazos, las axilas y las palmas de la mano.
Revisar la nuca y el cuero cabelludo con la ayuda de un espejo de mano.
Luego, examinar frente al espejo la espalda y los glúteos.
Finalmente, examinar las regiones anterior y posterior de los muslos, las piernas y los pies, entre los dedos y las plantas.

Individuos de alto riesgo
Si bien la exposición al sol es el factor fundamental para la aparición de un tumor de piel, existen otros (co) factores de los que vale la pena también estar prevenido, simplemente porque quienes los poseen deben extremar los cuidados ante el sol. El más importante es la herencia: quienes tienen familiares que hayan sufrido lesiones cutáneas deben ser los primeros en mirar con desconfianza los rayos del sol.
El tipo de piel es otro factor fundamental. Aquellas personas cuya piel es muy blanca y que cuando se exponen al sol en vez de broncearse tan sólo logran ponerse colorados deben tener especial cuidado. Sucede que los seres humanos tenemos un filtro solar natural que es una sustancia llamada melanina, y las personas que tienen la piel muy clara, los ojos claros, son rubios o pelirrojos tienen poca capacidad de formar melanina y, por ende, están más desprotegidos a los ojos de la estrella.
Otro factor a tomar en cuenta son los medicamentos. Las personas que desean exponerse al sol y están medicadas de alguna forma deben consultar si esos remedios pueden o no desencadenar reacciones fototóxicas o fotoalérgicas. Se sabe de medicamentos que solos no producen ninguna reacción alérgica, pero que ante la acción de la radiación solar modifican su molécula y desencadenan la acción en la zona de más exposición.
Contra lo que se supuso durante muchos años, la exposición al sol no favorece el desarrollo del bebé en gestación por lo cual las mujeres embarazadas no le aportan nada a su hijo al exponerse al sol; por el contrario, es muy común que las lesiones cutáneas preexistentes, como los lunares, se exacerben ante la exposición solar.
Por último, si hay alguien que debe tener cuidado a la hora de pasear su piel bajo los rayos del sol es el bebé. Durante los primeros 6 meses de vida, la exposición al sol está contraindicada en forma absoluta, porque su piel todavía no está preparada para usar protectores solares y pueden resultarle tóxicos.
Luego, entre los 6 meses y los 4 años es un momento clave, ya que las grandes quemaduras que se produzcan en esa etapa pueden, muchos años después, tener un efecto carcinogenético muy grande en la edad adulta. Hayque tomar en cuenta que el efecto de las radiaciones ultravioletas sobre la piel es acumulativo; nada se pierde.

Medidas preventivas
“El ser humano tiene la suerte (que no comparte con todas las demás especies, algunas de las cuales están indefectiblemente expuestas al sol) de poder protegerse de las radiaciones solares –afirma el doctor Fernando Stenguel, médico dermatólogo de la Fundación del Cáncer de Piel Argentina-. La tela de una camisa de jean, por ejemplo, es un factor de protección solar de más de 1000, mientras que una buena crema fotoprotectora tiene como máximo un factor de protección de 65; un sombrero de ala evita el 70% de las radiaciones que inciden sobre la cabeza de una persona.”

Si bien no suele ser tomada en cuenta a la hora de hablar de protectores solares, la ropa es uno de los dos elementos más útiles a la hora de poner la piel a cubierto de las radiaciones ultravioletas. El otro factor de tan obvio que es suele ser pasado por alto: “el mejor aliado contra los efectos dañinos de la radiación ultravioleta es la sombra”, señala Stenguel.

En cuanto a los fotoprotectores solares –es decir, cremas, lociones–, “son un complemento esencial, eficaz y necesario, porque hay muchas zonas del cuerpo que la ropa deja al descubierto; y, además, también son útiles para proteger la piel de los chicos que juegan al sol”. Pero para hablar más en profundidad de los protectores solares, mejor pasemos al apartado siguiente.

Protectores bajo la lupa
Periódicamente, en las revistas médicas suelen aparecer artículos científicos en los cuales se ventilan sospechas sobre la utilidad o incluso sobre la (siempre) potencial peligrosidad del empleo de los protectores solares para, justamente, proteger la piel de los rayos ultravioletas. También con la misma periodicidad, los dermatólogos deben salir a aclarar que:
Los estudios habían sido realizados en animales y extrapolar estos resultados a humanos no es algo tan simple.
Los estudios no tomaron en cuenta otras variables que podrían tener una influencia nada despreciable sobre los resultados.
Los estudios fueron realizados a corto plazo o con un número reducido de personas, etcétera.

Un artículo publicado hace poco en la prestigiosa revista científica norteamericana New Scientist es un buen ejemplo de este constante debate en torno de los protectores solares. En dicho artículo, un grupo de biofísicos de la Autoridad Noruega de Protección contra la Radiación especulaba sobre el potencial riesgo que implica un producto presente en el 90% de los filtros solares para los rayos ultravioletas B; según los investigadores, dicho producto (denominado octil metoxicinamato o OMC) podría ser perjudicial para las células de la piel.

¿Cómo llegaron los estudiosos a dicha afirmación? En su laboratorio, los investigadores pusieron células de ratón en una solución de alcohol, a la que luego le agregaron OMC; acto seguido, irradiaron la solución con lámparas que simulaban la radiación solar. Resultado: ¡Horror, más de la mitad de las células de los roedores había muerto! Ni lerdos ni perezosos, los científicos noruegos salieron a decir que los protectores solares con OMC podrían tener efectos similares sobre las células humanas.

Sin embargo, algo no cerraba. “Llama la atención que los efectos adversos que cita el estudio no hayan sido mencionados previamente en laliteratura médica, siendo el OMC una sustancia que ha sido usada en forma masiva durante varias décadas y que fue testeada en múltiples ensayos”, dice el doctor Stenguel. “Todos los estudios sobre el tema siempre han remarcado la seguridad de estos productos”, coincide el doctor Adrián Pierini, jefe del Servicio de Dermatología del Hospital Garrahan.

Y, en este caso, los especialistas en dermatología recurren a la aclaración: “Los resultados de un estudio realizado en animales no pueden ser directamente extrapolables al hombre; menos aun cuando han sido realizados en células de ratón cultivadas en laboratorio y se pretende extrapolar a células de piel humanas que se hallan en la piel”.

Conclusión uno: la aparición de estudios que arrojen nuevas evidencias contrarias a una extensa y bien asentada literatura científica no deben ser descartados pero sí deben ser tomados con pinzas.
Conclusión dos (más específica, y a cargo del doctor Stenguel): “Los protectores solares que contienen octil metoxicinamato (OMC) no sólo son efectivos, también son seguros”.

¿Y el agujero de ozono?
Desde que hace algunos años los científicos que estudian la atmósfera diagnosticaron la reducción de la capa de ozono que nos protege a los seres humanos de las dañinas radiaciones ultravioletas, como resultado de la utilización masiva de productos que liberan en el medio ambiente los temibles gases apodados CFC (cloro-fluoro-carbonados), mucha tinta se ha vertido en las páginas de los diarios y muchas salivas se han gastado en programas de radio y televisión para sugerir una vinculación entre este fenómeno atmosférico y el aumento de la incidencia del cáncer de piel.

Y, sin embargo, dicha relación todavía no es tan clara o, mejor dicho, todavía no ha podido ser establecida y quién sabe si algún día será establecida. “Por el momento, no existe ninguna estadística científica que compruebe que ha aumentado la incidencia del cáncer de piel en aquellas zonas en donde se ha medido correctamente la disminución de la capa de ozono”, afirma el doctor Stenguel.

“No obstante, dadas las características de lo que es la gestación del cáncer de piel –que implican que sería necesario esperar muchos años para que se geste un cáncer cutáneo como resultado de la disminución de la capa de ozono– es demasiado temprano como para descartar la posibilidad de que eso sea cierto.” En definitiva, “uno puede decir que hasta ahora eso no se ha comprobado, pero no puede asegurar que aquello no ocurra en el futuro”, señala Stenguel.

Sucede que hay muchos factores que atentan contra la posibilidad de medir objetivamente la incidencia de la disminución de la capa de ozono sobre la piel. En primer lugar, explica Stenguel, la disminución de la capa de ozono es episódica: comienza en octubre y se recompone en diciembre. “Eso es importante, ya que no estamos hablando de una población que está los 365 días del año expuesta a las altas radiaciones consecuentes del afinamiento de la capa de ozono. Además, en la zona sur del continente, que es donde se produce este fenómeno atmosférico, la gente ni siquiera se saca la camisa por el frío”.

Por otro lado, “es muy importante también tener mucho cuidado al extrapolar la cantidad de días en que está el agujero de ozono: pues hay días en que está nublado o que llueve, hay días en que la gente no sale a la calle o está ocupada y sale cuando el sol ya no incide tanto, y además está vestida con lo que tiene su piel protegida. Son muchas las variables que hay que tomar en cuenta para ver cómo afecta a una población dada la disminución de la capa de ozono”.

“Es un tema muy difícil de estudiar –asegura Stenguel–, al igual que lo es el estudio de la relación entre las camas solares y el cáncer depiel.” Según este especialista la dificultad, en este caso, es que la misma gente que recurre a estos artilugios para estar siempre bronceado es la misma que se pasa toda el verano vegetando al sol. Y, entonces, ¿es la cama solar o es la exposición excesiva o inadecuada la culpable de los cánceres cutáneos que afectan a estas personas?

El secreto de las algas

Las algas que flotan plácidamente sobre las superficies de los apacibles espejos de agua del planeta guardan un secreto. Expuestas sin tregua a las radiaciones ultravioletas del sol, las algas evidentemente han desarrollado mecanismos celulares que son capaces de reparar el daño que estas radiaciones le infligen al ADN de las células que recubren su superficie.
Para muchos investigadores, las algas son organismos ideales en los cuales es posible estudiar cómo inciden las radiaciones ultravioletas sobre los seres vivos y cómo estos seres vivos en particular hacen para defenderse de los efectos perjudiciales de la exposición al sol.
Actualmente, existe un proyecto de estudio de las algas que habitan en la superficie de las pequeñas y poco profundas lagunas de los Andes. El objetivo es robarles a las algas las secretas estrategias con las cuales protegen su ADN de las radiaciones ultravioletas, y usar este conocimiento para el desarrollo de cremas postsolares que aplicadas luego de una exposición inadecuada al sol sean capaces de reparar el daño que dichas radiaciones han causado a las células de nuestra piel, alejando el peligro del cáncer.