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FINAL
DE JUEGO / CORREO DE LECTORES
¿La
economía es una ciencia?
Por
Leonardo Moledo
El
tema de la economía como ciencia despertó una catarata de
cartas dijo el Comisario Inspector. Y entre ellas, como anunciamos
el sábado pasado, una muy interesante de Rubén Guillén,
que publicamos hoy.
No es de sorprender dijo Kuhn. Es lógico que
los lectores se pregunten si la economía es una ciencia. Cuando
alguien se siente inmerso en un terremoto económico, que afecta
directamente su vida y su futuro, es natural que se pregunte si está
en buenas manos.
O en manos científicas, por lo menos dijo el Comisario
Inspector. Quisiera observar que, en medio de todo este terremoto,
el único resto de cordura lo conserva la policía...
Como se puede comprobar cada vez que hay un piquete dijo Kuhn,
en especial, si recordamos los sucesos de Salta...
Esa es la Gendarmería dijo el Comisario Inspector
y no quiero hablar de la Gendarmería, que es ontológicamente
difusa y epistemológicamente insegura, por no decir ideológicamente
poco confiable. Pero también es cierto que, si uno viviera en una
zona sísmica, querría estar seguro de que la geología
es una ciencia.
Aquí hay algo interesante dijo Kuhn porque sospecho
que cuando se discute sobre la cientificidad de la economía, o
de la geología en una región sísmica, lo que se está
reclamando de la economía o la geología es que den respuestas
verdaderas sobre la realidad.
O por lo menos explicaciones verdaderas dijo el Comisario
Inspector- porque si no, tanto daría recurrir a un brujo. La pregunta,
en el fondo es ésa: ¿la economía se parece más
a la física o a la brujería? Y nuevamente vale la pena señalar
que si un ministro de Economía se presenta como un mago,
es más para alarmarse que para confiar.
¿Vamos a la carta de Rubén Guillén?
Vamos. No sin antes comentar a los lectores el hecho inusual de
que empecemos en la página dos. En realidad es muy simple: la carta,
que nos pareció imprescindible publicar, no cabía en la
contratapa, y por eso Alberto Otamendi, el gran artista policial, inventó
esta diagramación diabólica. Empezamos aquí y seguimos
en la contratapa.
No es tan diabólica dijo Kuhn, por el contrario,
parece bastante razonable.
Un artista policial como Otamendi no puede no ser razonable dijo
el Comisario Inspector, sin que le importara nada la contradicción
pero ¡ea! vamos a la carta.
¿¡Ea!? se asombró Kuhn.
Directo desde La Ilíada dijo el Comisario Inspector.
Como todo el mundo sabe, la policía admira incondicionalmente a
Homero.
La cuestion de
la economia
Amigos
de Futuro
En primer lugar los felicito por el suplemento. Me parece un medio excelente
de divulgación científica. Pero el motivo de la presente
no son las felicitaciones merecidas, por cierto sino aportar
alguna cosa a la sabrosa discusión acerca de si la economía
es o no una ciencia. Discusión que resulta más que pertinente
aquí y ahora, cuando la inmensa mayoría de la población
es sojuzgada en nombre de supuestas leyes del mercado. Por
otra parte, pido disculpas por la extensión de la misiva, pero
la complejidad del asunto me impide resumirlo en un par de renglones.
Para entrar en
tema
Para entrar
en tema hay que diferenciar la economía como ciencia si es
que logramos establecer que tal cosa existe de las manifestaciones
de tipo político acerca de cuestiones económicas tal como
las efectúan los funcionarios del Estado, los técnicos de
los organismos multilaterales, los banqueros, los consultores
y toda la fauna variopinta de lobbistas y opinólogos. El cometido
de la economía como ciencia (permítaseme por lo menos el
uso provisorio del término) es explicar y comprender los fenómenos
y los procesos atinentes a la reproducción material de la sociedad,
sujeto a un método científico. Y digo un método
y no el método porque el perfil metodológico
de cada ciencia está condicionado por la naturaleza de su respectivo
objeto de estudio. Así, por ejemplo, la meteorología, por
la naturaleza de su objeto, no puede replicar la metodología de
la física, sin que por ello pierda su carácter científico.
Y si la economía es una ciencia, es una ciencia social. ¿Pero
qué implica esto de ser una ciencia social? ¿Significa un
estatus particular que impide la utilización de un método
científico? Creo que no.
Complejidades
El hecho
de ser una ciencia que se ocupa de una especificidad de lo social (en
el caso de la economía se trata de la reproducción material
de la sociedad humana) implica que tiene en sus manos un objeto de estudio
mucho más complejo que el de la física, por ejemplo. Una
de las características singulares de su objeto de estudio es que
los sujetos que participan de las relaciones de las que se ocupa la economía
tienen capacidad de aprender a partir de su propia experiencia, de modificar
su conducta, de crear y de innovar. Y esas capacidades se incrementan
en la medida en que la cultura se desarrolla y se complejiza. Por lo tanto
los procesos económicos tienden a ser singulares, lo que hace sumamente
difícil la observación clásica y las predicciones,
porque no hay reiteración de una misma cosa. Por el contrario,
el material bajo estudio es un ente vivo sometido a transformaciones permanentes,
muchas veces sustanciales. Por ello también es imposible la experimentación
(lo que, dicho sea de paso, invalida el método experimental que
propone Popper para las ciencias sociales, basado en una ingeniería
social fragmentaria).
Ahora bien, ¿esto significa que la economía está
ontológicamente impedida de formular leyes? ¿O que no puede
utilizar un método científico? Creo que no. Pero aquí
hay que hacer un punto y aparte para discernir entre los aportes que pretenden
explicar y comprender los fenómenos y los procesos económicos
de manera científica, de aquellos que no son más que meras
justificaciones ideológicas de las relaciones sociales establecidas
y del statu quo vigente en cierto momento y cierto lugar.
Divisoria
de aguas
Dentro del primer grupo podemos incluir un heterogéneo
grupo de nombres que va desde Malthus, Marx, Schumpeter, Kalecki, Keynes
y tantos otros, hasta los regulacionistas franceses contemporáneos.
En el segundo, en tanto, se encuentran los diversos autores que dieron
lugar a lo que hoy se designa como main stream o corriente principal,
a saber: quienes contribuyeron a constituir el corpus teórico de
la teoría marginalista o neoclásica y sus derivaciones,
incluyendo las diversas escuelas monetaristas y lasíntesis neoclásica
de la teoría keynesiana, que fundara Hicks.
La divisoria de aguas entre unos y otros reside en que desde sus respectivas
concepciones teóricas, los primeros trataron de dar cuenta de lo
que tenían ante sí: las relaciones económicas tal
cual las observaron; mientras los segundos se ocuparon de construir modelos
axiomáticos, propios de las ciencias formales, a partir de los
cuales pretendieron establecer el deber ser, más que el ser de
las cosas económicas. Milton Friedman hace explícito este
punto y dice, sin ambages, que la economía es una ciencia normativa.
Cada uno de los integrantes del primer grupo trata de explicar los porqué
de las conductas observadas en el o los sistemas económicos que
estudia. Fundamentalmente por qué experimentan períodos
de expansión que culminaban en una crisis a la que le sucedía
un período de depresión. Y cada uno dio una respuesta consistente
con su propia concepción teórica. El segundo grupo, en tanto,
construye modelos que dicen representar una economía de tipo capitalista
y en los cuales a partir de mecanismos mercantiles se llega naturalmente
a situaciones de equilibrio o cuasi equilibrio, estables y convergentes.
Las diferencias entre unos y otros van más allá, pero lo
señalado hasta aquí es suficiente para encontrar una respuesta
a lo que nos ocupa: si la economía es o no una ciencia.
La injusticia economica
Resulta
entonces que de los planteos del primer grupo surge una imagen del capitalismo
que dista de ser la de una panacea. Por el contrario, aparece sometido
a contradicciones endógenas y como fuente de situaciones que, según
desde qué intereses se las mire, pueden ser tildadas de injustas.
Mientras los planteos del segundo grupo construyen una imagen del capitalismo
que lo muestra como un orden estable, de acuerdo con el cual se llega
a la mejor de las situaciones posibles para todos quienes participan en
él.
La evidencia empírica a lo largo de más de dos siglos de
historia del capitalismo contribuye a corroborar las afirmaciones del
primer grupo, en tanto refutan, de manera impiadosa, los del segundo.
Sin embargo, ¿cuáles son las teorías dominantes en
los ámbitos académicos y en los del poder político
(las que designo como la economía oficial)? Precisamente
las segundas, aunque usted no lo crea.
¿Por qué esto es así? Porque en lo atinente a las
cuestiones económicas, lo que le interesa al poder no es la verdad
científica, sino aquellos discursos que lo legitiman como poder.
Esta relación entre ciencia y poder es tan antigua como la historia
de la ciencia misma. Y el que no lo crea que le pregunte a Galileo o a
Giordano Bruno. El asunto es el mismo. En aquella época, en la
que el poder se legitimaba en una supuesta voluntad divina, los autores
malditos eran quienes querían explicar racionalmente el orden celeste.
Hoy, cuando el poder se legitima en una supuesta igualdad, tanto ante
la ley como de oportunidades, a través del mercado, los autores
malditos son quienes muestran al capitalismo como algo contradictorio,
como un lugar de enfentamiento entre interesescontrapuestos y donde nada
permite afirmar la presencia de un principio de equidad universal.
¿Y la ciencia,
donde esta?
Pues bien,
en cuanto al asunto que nos ocupa, el de la cientificidad, a partir de
las contribuciones de los autores del primer grupo se puede establecer
la presencia de una ley que rige a los sistemas económicos. Si
el conjunto de relaciones que definen a un sistema como una unidad constituye
su organización, mientras el conjunto de relaciones efectivas entre
los componentes presentes en un sistema concreto en un espacio concreto
dado constituye su estructura, en términos sistémicos esta
ley se puede expresar de la siguiente manera: una estructura dada de un
sistema económico tiene un límite máximo de expansión
de acuerdo con los principios que rigen su organización, a partir
del cual la entropía se incrementa sin solución de continuidad
hasta que la estructura en cuestión colapsa o se transforma. Esto
fue enunciado por primera vez por Marx, de acuerdo con las observaciones
disponibles en su época y con su propio dispositivo teórico,
y contemporáneamente ha sido precisado por los regulacionistas
franceses, apelando a un dispositivo conceptual más sofisticado.
Sin embargo, si bien toda la historia de la humanidad señala la
presencia de esta ley, la economía oficial no la registra. En cambio
establece nimiedades tales como la llamada ley de la oferta
y la demanda (que no es tal, porque una ley no admite excepciones), que
no por casualidad es parte constitutiva de la perfección del orden
mercantil que imagina.
La economía política no evoluciona de acuerdo con el modelo
de Kuhn, esto es, con revoluciones científicas que dan lugar a
paradigmas aceptados por toda la comunidad científica, sino con
programas de investigación como los descriptos por Lakatos. Al
respecto, la economía oficial es un programa regresivo que sostiene
un núcleo tenaz irreductible el que considera que el mercado
es un asignador perfecto y que su libre funcionamiento da lugar a la maximización
de la utilidad y a una situación de equilibrio estable y
cuenta con un cinturón protector de hipótesis auxiliares.
Estas se encargan de justificar por qué no vivimos en medio del
wonderful world que establece su núcleo tenaz. Así,
resulta que la distancia que media entre la realidad y la tierra prometida
se debe a factores exógenos, que van desde el Estado
hasta las expectativas de los agentes. De esta forma, por ejemplo, en
la Argentina que nos toca sufrir escuchamos que nuestras desventuras,
distantes del mundo feliz derivado de la panacea que nos promete la economía
oficial, se deben o debieron a las empresas públicas, al déficit
del Estado, a la conducta de los políticos, etc., etc., etc. En
síntesis, lo que se plantea es que el error no reside en la teoría,
sino en la realidad (¡?). Por ello, para los escuderos de la economía
oficial dos más dos pueden ser cinco, diecisiete o tres. Es decir,
no es lo que da la suma sino lo que tiene que dar para justificar la defensa
de los intereses del poder.
Politica y economia
Parafraseando
a Clinton podríamos decir: ¡es la política, estúpido!
La instalación de la irracionalidad en el lugar de la racionalidad
responde a la necesidad de legitimación que tiene el poder establecido.
Nada tan lejos de la búsqueda de la verdad científica. Es
por ello que en los mentideros especializados de los medios de comunicación,
se requiere, de forma recurrente, la opinión de especialistas
autorizados, ninguno de los cuales escribió jamás
un mísero paper que merezca ser citado por su contribución
científica, ni generó una idea propia digna de mención.
En contraposición, nunca se solicita la opinión de verdaderas
autoridades enla materia, como es el caso, por ejemplo, del profesor Julio
H. G. Olivera, quien es, por lejos, el economista de mayor talla que ha
dado la Argentina. Si bien está aquí, entre nosotros, es
un ilustre desconocido para la inmensa mayoría de los argentinos.
Habría que preguntarse por qué.
En síntesis, y para ir concluyendo, creo que la economía
es una ciencia social, y que su método se corresponde con el falsacionismo
sofisticado enunciado por Lakatos. Desde ya disiento con el amigo Ariel
Solito, en cuanto a que el único modo serio de entender la economía
como ciencia es pensándola como la disciplina cuyo objeto de estudio
es el valor de todo lo comerciable. En todo caso (porque creo que éste
no es el momento ni el lugar para discutir la teoría del valor)
ése es un componente del objeto de estudio de la economía
y no el único.
El objeto de estudio de la economía política es la reproducción
material de la sociedad humana, lo que va bastante más allá
del valor de todo lo comerciable. Por otra parte, esto determina que necesariamente
la economía debe caminar paso a paso con la antropología.
Más aún, me atrevo a decir que si bien cada una de ellas,
dada su especificidad constituyen corpus independientes, ambas se co-determinan.
Pero eso merecería ser tratado in extenso en otro momento.
Sin más, y a la espera de que estas líneas aporten algo
a la discusión, envío un fuerte abrazo.
Rubén
L. Guillén
¿Qué
piensan nuestros lectores? ¿Qué les parece la postura de
Rubén Guillén? ¿Qué piensan del hecho de que
Final de Juego haya empezado en la página dos? Se los invita, como
siempre, a opinar.
Mensajes
a: [email protected]

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