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Cuando el clima se marchita

POR MARTIN DE AMBROSIO

Precámbrico, cámbrico, silúrico, pérmico, triásico, jurásico y plioceno son algunas de las más famosas eras geológicas en las que el hombre se abstuvo de vivir. Durante todos esos períodos, que abarcan unos 2100 millones de años, el clima en la tierra cambió repetidas veces y en muchas ocasiones de modo drástico, con glaciaciones y épocas más cálidas. Pero ahora, con varios milenios de civilización, existe un fenómeno capaz de interactuar con lo que podría llamarse –con liviandad, hay que reconocerlo– “natural desenvolvimiento del clima”: el ser humano. Más precisamente, el “homo tecnoligicus” cuyos “residuos” (principalmente el dióxido de carbono) provocan el aumento de la temperatura. Sin embargo, en el mundo de los estudios del clima nada es tan sencillo ni tan lineal como parece. Porque a la complejidad y a los vaivenes “naturales” del clima se suman las actividades de más de 6 mil millones de seres humanos que interactúan con la meteorología y marcan la imposibilidad de soluciones fáciles y uniformes para todos los problemas relacionados con el calor que se viene.
A pesar de las dificultades para hallar causas y consecuencias en este panorama, en un punto se ponen de acuerdo todos los investigadores: el cambio de clima es antropogénico, es decir, tiene la marca del hombre.
Sobre los problemas que pueden causar las nuevas temperaturas –uno de cuyos aspectos más sombríos es el incremento del caudal de los océanos, que pueden subir más de 7 metros y hacer desaparecer a la mayoría de las ciudades costeras– dialogaron en la última edición del año del ciclo de charlas de Café Científico, organizado por el Planetario de la Ciudad, los expertos Silvina Solman, investigadora del Conicet y docente del Departamento de Ciencias de la Atmósfera y los Océanos de la FCEyN de la UBA, junto con Osvaldo Canziani, investigador principal del Conicet e integrante del Panel Intergubernamental del Cambio Climático de la ONU. A diferencia de la modalidad tradicional de exposiciones separadas, antes de las preguntas del público, Canziani y Solman eligieron entablar una especie de diálogo en el que cada uno aportó su conocimiento específico.

Tiempo loco
Osvaldo Canziani: –Mucha gente suele decir “qué tiempo loco”. Y la verdad es que tienen razón, el tiempo está enloquecido, por muchas causas. Igualmente se deberían tener en cuenta las diferencias entre “clima”, “tiempo meteorológico”, “variabilidad o cambio climático”. Por eso cuando se escucha en la radio que van a dar “el clima de hoy”, tengan en cuentaque no es cierto, es un error. Las definiciones precisas las va a dar Silvina.
Silvina Solman: –Como dijo Osvaldo, no existe el “pronóstico del clima para mañana y el fin de semana”, no es eso lo que nos dan los locutores. El modo correcto de llamarlo es “pronóstico del tiempo”, que es la situación meteorológica de un día determinado; cuando hablamos del “clima” nos estamos refiriendo a las condiciones promedio de un determinado lugar. Nos podemos referir, así, al clima de la ciudad de Buenos Aires en los últimos veranos, con su promedio de temperatura, vientos, lluvias, etcétera. No describimos ningún día específico, sino promedios. Con estas definiciones básicas hechas, podemos hablar de los fenómenos atmosféricos, como la lluvia de hoy (el café fue el martes 20).
Canziani: –Bueno, respecto de las lluvias en la ciudad quisiera agregar algo que puede ser interesante. Recuerdo un trabajo en el que registramos 70 tormentas importantes –de varios días de duración– sobre Buenos Aires entre 1900 y 1995, algunas de las cuales fueron más importantes que la de estos días, pero nunca tan duraderas y persistentes en el tiempo. Una de las más famosa lluvias tal vez sea la del 26 de enero de 1985, cuando cayeron 306 milímetros en 26 horas y, por supuesto, se inundaron todos los barrios porteños. En ese momento, se calculó que una tormenta como esa, de tal magnitud, sólo podía repetirse en 200 años; sin embargo, en junio del mismo año hubo una similar. Esto empieza a demostrar que hay una serie de cambios palpables.
Niños y niñas
Solman: Cada 4 o 5 años se produce un fenómeno llamado El Niño que trastoca a escala global el clima, modifica lluvias y temperaturas, en Indonesia tanto como en Suiza o Uruguay. A pesar de esto el clima se va modificando de modo, digamos, natural, caótico, sin depender de “niño” alguno. Digo que es caótico porque la atmósfera misma es un fluido caótico, varía de tal modo que podemos comprender algunas causas del cambio –si pasa esto el clima cambiará de tal otra manera– pero no siempre tenemos las respuestas.
Canziani: –El fenómeno de El Niño, descubierto por Von Humboldt en un viaje a las islas Galápagos en el siglo XVIII (lo llamó El Niño porque se produjo el día de Navidad), no siempre es malo. Es muy necesario, por ejemplo, para los que viven en el centro oeste de Argentina y el centro de Chile: El Niño es la única posibilidad de que haya nieve en los Andes. La zona desértica de Cuyo necesita esa agua. Entonces hay que tener cuidado porque, a veces, El Niño trae soluciones. Por eso, en medio de tal complejidad, hay que ver qué beneficios trae el cambio y ver en qué puede llegar a ser perjudicial. El clima es un sistema que está cambiando y es muy probable que los grandes desiertos del mundo, incluido el Desierto de la Patagonia con sus 500.000 kilómetros cuadrados, se transformen en otra cosa. El sistema climático actual nos da: el Desierto de Atacama, desiertos en el noreste de Brasil y Patagonia, como algunas de las zonas más áridas. Tengamos en cuenta eso, si cambia el clima esos desiertos pueden cambiar.
Solman: –Además, el clima presenta cambios llamados “interdecadales”, donde cada diez años hay modificaciones. Por poner un ejemplo, la década del 70 fue más fría y menos lluviosa que las del 80 y 90. Hay cambios entre décadas que no necesariamente tienen que ver con el calentamiento global sino con esta variabilidad interna, es decir que es un sistema caótico que se modifica por su misma dinámica, y muchas veces es difícil distinguir entre cambios “naturales” y causados por la actividad del hombre. El cambio climático, hay que recalcar, no siempre tuvo que ver con la actividad del hombre y se puede ver históricamente, con sólo repasar los trastornos que sufrió la tierra durante las eras geológicas que lo precedieron.

El terror del futuro
Canziani: –La revista National Geographic publicó el año pasado una nota sobre lo que llamó “el terror del futuro”: la posibilidad de que se cortara la corriente del Golfo que, partiendo desde México, es la que mantiene templada a Europa occidental. Pues bien, si se corta esa corriente, paradójicamente, estando en un sistema de calentamiento global, el resultado local en Europa, va a ser un frío único ya que van a perder la gran cantidad de energía que les da esa corriente tropical. Pero hay más ejemplos de acciones locales distintas del mero aumento del calor en solitario. Las industrias pesqueras de Ecuador y Perú, entre otras, sufren por sus negocios con el cambio. Entonces, lo que propongo es que pensemos el cambio climático como un hecho de enorme importancia social y económica.
Solman: –Por mi parte quiero insistir también en que no siempre el hombre fue el motor del cambio del clima. En cuadros que muestran los datos de miles de años se puede ver a escala geológica la evolución del clima global: antes de que hubiera cualquier acción humana se pueden ver cambios de 10 o 15 grados, que demuestran que el clima nunca fue constante ni mucho menos. Los cambios casi siempre se dieron sin mediar las actividades antropogénicas, fueron ocasionados por muchos factores, algunos de los cuales se pueden explicar por modificaciones en la inclinación del eje de rotación terrestre, que es casi constante a 23 grados respecto del plano de órbita alrededor del sol. Pero no es siempre así, y un cambio pequeñísimo de ese eje generaría un gran cambio en el clima.
Canziani: –Sin ir más lejos fueron esa clase de cambios los que permitieron la aparición de la vida en la Tierra y aún el desarrollo de los mamíferos prevaleciendo por sobre los dinosaurios. Pero lo que logró el hombre en 250 años desde la Revolución Industrial es introducir un cambio extra-natural, que es lo que se conoce como cambio antrópico.
Solman: –Observando esos mismos cuadros que registran los cambios de los últimos mil años se puede ver una pequeña tendencia hacia el enfriamiento de la temperatura, excepto si se dirige la mirada hacia la última parte, en donde el repunte de la flecha hacia arriba es notable. A eso se refería Osvaldo. El cambio climático tiene una magnitud tanto más grande que lo habitual que realmente preocupa, porque todo el sistema va a tener que adaptarse a esa nueva magnitud, los bosques, el agua potable, el mar, todo eso va a tener que ser tomado en consideración.
Canziani: –Hay muchos indicios del cambio global, algunos tan notables que dejan de ser indicios y directamente dan una confirmación del fenómeno. Ustedes oyeron hablar del agujero de ozono o, por poner otro ejemplo, de la desertización –que en la Patagonia hace perder 1000 kilómetros cuadrados por año–. Estamos ante un proceso donde está todo interrelacionado; no se puede hablar del clima sin recordar la falta de agua, o el exceso de agua, o hasta su calidad porque los señores de la industria echan cromo al suelo y crean problemas en la salud de los chicos. En La Plata, el agua que se toma es de pozos, porque el río está tremendamente contaminado. Si uno piensa que el mismísimo Riachuelo tuvo peces y mejillones en la década del 40, es fácil comprobar que ante estos problemas nadie hace nada.

La soja atErmica
Canziani (continúa): –Para ahondar respecto de las cuestiones económicas del calentamiento, en un país agrícolaganadero como Argentina, hay que tener en cuenta cómo actúan los granos que se siembran. Les doy algunos ejemplos: el trigo, si la temperatura excede los 30 por más de ocho horas, nunca fructificará; el arroz, con más de 35 en una hora, no podrá reproducirse; en el maíz, el polen pierde movilidad con más de 30. También en la papa las temperaturas son fundamentales. En cambio, la soja es una campeona: no la afectan para nada los cambios en la temperatura. Por eso, si se va a hacer un análisis serio respecto de las consecuencias del cambio climático en la economía del país, hay que tener en cuenta que bajará la producción de los otros cultivos en tanto la soja aumentará un 35 por ciento, según un estudio del INTA. Es fundamental que la gente entienda porqué hay que estudiar detenidamente las consecuencias del cambio.
Solman: –En ese escenario posible de cambio, calor y aumento de precipitaciones, la producción de soja se incrementaría también porque serían muchas más las zonas en las que se podría cultivar.
Canziani: –Por otro lado, como efectos sobre la salud (ver la primera parte de este informe en la edición de Futuro del 10/11/2001) se sabe que habrá más olas de calor, que está expandiéndose el área de acción de varios mosquitos, de hongos venenosos, de ácaros, del hantavirus. De modo que los insto a preguntar, así se corta este monólogo de a dos que puede resultar pesado.

Pregunta, pregunta que algo queda
–¿Qué deben hacer los gobiernos ante esta situación?
Canziani: –Si uno no sabe lo que está pasando no puede adoptar estrategias de adaptación, y el hombre debe adaptarse a los cambios. Todo esto nos lleva a pensar en el problema más grave del mundo actual: el agua potable. Los gobiernos deben tomar conciencia de este problema para poder solucionarlo porque todos los procesos están estrechamente vinculados. Por ejemplo, respecto de la pérdida de biodiversidad, todo el mundo está de acuerdo en que sembrar bosques es útil porque los bosques “secuestran” dióxido de carbono y de este modo no aumentaría tanto la temperatura. Areas excelentes para eso serían las planicies canadienses o Siberia, las zonas que se van descongelando; mucha gente sugirió sembrar árboles como solución. Sin embargo, estudios recientes afirmaron que los bosques absorben más el calor, en tanto que el hielo lo refleja. Esto para que tengan una idea de que nada es lineal en este sentido. Además, los árboles “digieren” dióxido de carbono mientras son jóvenes, y después pierden esa capacidad fisiológica. Desde un punto de vista ecológico, no todos los problemas tienen la misma solución. Hace un tiempo, un grupo de jóvenes se oponía a que se abriera la calle Beauchef que cruza el Parque Rivadavia, en Caballito. El argumento era que allí había árboles. Y yo les dije, porque lo medí en las calles José María Moreno y Rosario, cuál es la producción de gases de los motores que van despacio, y les agregué que claramente esos viejos eucaliptus no solucionan el problema. Por el contrario, si se logra que los autos vayan más rápido en un flujo más continuo, se cambian las condiciones.
La conclusión entonces es que existen métodos para evitar esta clase de problemas, pero pasan por el conocimiento. Por eso, si Argentina quiere seguir siendo un país agrícolaganadero no debe tener miedo a rezonificar, como hizo Brasil que sacó el café Santos de San Pablo y sin tapujos lo llevó a Minas Gerais. O Chile, que llevó la papa a zonas más frías. Pero si no se hacen los estudios, no se podrán resolver los problemas.
–¿Los problemas de la pampa húmeda y sus inundaciones se deben a estos cambios?
Solman: –Estas inundaciones no se deben exclusivamente a causas atmosféricas porque la pampa es una región que no permite el escurrimiento de las aguas hacia la costa y, por otro lado, muchas veces el uso intensivo de los suelos puede provocar un stress que hace que disminuya su capacidad de absorción. ¿Qué pasa? Las napas subsuperficiales están saturadas de agua y así la tierra se inunda con mucha facilidad. En realidad, no fueron demasiado excesivas estas precipitaciones; digamos que con un suelo no saturado no hubiera habido inundaciones.
–Yo quería volver al problema con los cultivos de la zona pampeana –comenzó su pregunta un habitué del Café Científico–, ¿cuándo estiman que se va a dar y cuáles serían las medidas que tendrían que tomarse para evitar males mayores?
Solman: –Hay distintas proyecciones, pero las que se mencionaron aquí son para los años 2020 y 2050, que no falta tanto. Esas proyecciones se hacen sobre la base de la estimación de un aumento del dióxido de carbono similar al que hubo desde el comienzo de la era industrial hasta la actualidad. Si continúa incrementándose en un 1 por ciento por año, se llegará a duplicar los valores preindustriales alrededor del año 2050. Ese es uno de los elementos, aunque también se consideran otros gases como el óxido nitroso, el metano, que son gases que tienen lo suyo. Estos estudios son muy importantes porque sirven para tratar de mitigar las pérdidas y generar estrategias de adaptación y mitigación. Por ejemplo, modificando el ciclo de cultivo del trigo se disminuiría la pérdida en un escenario de cambio climático.

Kyoto, protocolo roto

Canziani: –En junio del ‘92, en la cumbre de Río de Janeiro, con la convención de cambio climático se inició un grupo de trabajo y se hizo un borrador de protocolo para reducir los gases que provocan el cambio climático. Pero los intereses económicos, sobre todo de Estados Unidos, fueron muy grandes e hicieron enormes presiones para boicotearlo. Por suerte, en Marrakech, la semana pasada se logró en parte vencer la negativa norteamericana; porque el protocolo está escrito pero no está en vigencia, aún estamos en una etapa previa. Lo que sucedió es que Japón y Rusia aceptaron seguir la discusión y se ratificó la posibilidad de existencia del protocolo, que estaba en virtual punto muerto. En el protocolo, se exige desde el punto de vista político que al menos 55 países que generan el 55 por ciento de contaminación dióxido de carbono lo ratifiquen. Solamente Estados Unidos, que no lo va a firmar, produce el 37 por ciento. Pero al entrar también Australia se logró el número. Básicamente, el llamado “Protocolo de Kyoto” establece distintos mecanismos y exige que todos los países reduzcan sus emisiones al nivel de 1990 menos un 5 por ciento. Cumplirlo significaría algo así como volver atrás, cosa que ya parece demasiado difícil, según se ve.
Futuro les preguntó a los científicos si existe alguna razón o argumento científico que avale la posición de Estados Unidos, que suele recurrir en algunas publicaciones al escepticismo acerca de los resultados sobre el cambio climático para justificar sus negativas. La respuesta de Canziani no dejó lugar a dudas: “No. No tienen ninguna razón científica. Los industriales no quieren disminuir su producción, simplemente. Y hacen valer su fuerza, siendo que son los que más contaminan”.