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Cuando “Futuro” ya es pasado

6 de enero. “Historia del futuro” por Pablo Capanna
“La idea de futuro, por la cual –obviamente– este suplemento tiene una especial inclinación, no existió siempre. Hubo épocas enteras en que las civilizaciones humanas vivieron sin tener una noción cabal acerca del porvenir. En realidad, el futuro hizo su aparición hace relativamente poco tiempo. No siempre se imaginó un tiempo mejor o una dimensión de esperanza y menos aún como horizonte de la historia, como plenitud de los tiempos o utopía final. En la primera edición del tercer milenio, Futuro presenta la historia del concepto ídem recorrida por el filósofo argentino Pablo Capanna.”

“Eran los tiempos de las Cruzadas, cuando un monje llamado Joaquín de Fiore (1130-1202) dio un salto de consecuencias insospechadas. Invirtió la polaridad de la historia y depositó toda la esperanza en el futuro. Más allá del exiguo papel que tuvo la fugaz orden monástica que fundó, De Fiore acabó inspirando un movimiento político mesiánico que causó bastantes conmociones. Los joaquinistas eran esos fraticelli revoltosos de los que habla Umberto Eco en su novela El nombre de la rosa. El monje Joaquín proponía una visión progresiva de la historia, calcada de la teología. Pero la era que estaba por comenzar se regiría por el Espíritu: sería la plenitud de la historia. Los continuadores de Joaquín, los milenaristas, hasta llegaron a esperar un nuevo Mesías para mediados del siglo XV.”

13 de enero. “Doscientos años de asteroides” por Mariano Ribas
“Hace 200 años, Giuseppe Piazzi, un solitario monje y astrónomo siciliano, descubrió un pálido punto de luz. No era el planeta que tanto ansiaban sus colegas, pero el descubrimiento de Ceres, el primer asteroide, abrió las puertas a un reino inimaginado hasta entonces: una descomunal colección de objetos de roca y metal, errantes, oscuros y de formas caprichosas, que pululan mayoritariamente entre las órbitas de Marte y Júpiter. En esta entrega de Futuro nos ocupamos de los asteroides, mundos muy cercanos y, a la vez, injustamente olvidados.”

“En 1596, mientras estudiaba las distancias relativas entre los planetas, Kepler se enfrentó con un dato bastante llamativo: entre Marte y Júpiter había un bache demasiado grande. Ningún planeta y muchísimo espacio (más de 500 millones de kilómetros). El dato era incómodo, más para Kepler que creía que el Sistema Solar estaba muy bien armadito. Semejante laguna de nada era toda una desprolijidad. Entonces, lanzó su hipótesis: entre Júpiter y Marte, yo interpongo un planeta, dijo. Pero este supuesto planeta nunca apareció; en lugar de eso, los astrónomos tuvieron que conformarse con una colección de grotescas rocas espaciales (...) El 24 de enero de 1801 Giussepe Piazzi –director del Observatorio de Palermo, Italia–, le envió una carta a su amigo Barnaba Oriani, un astrónomo de Milán en la que le contó la novedad y bautizó a su criatura con el nombre de Ceres Ferdinandea, en honor a la diosa patrona de Sicilia (Ceres) y a su rey (Fernando). Al poco tiempo, el primer asteroide pasó simplemente a llamarse Ceres.”

24 de marzo. “Vacas locas y algo más” por Martín De Ambrosio
“En otra oportunidad Futuro se pronunció en contra del canibalismo humano; ahora es necesario extender la prohibición de comer congéneres a las vacas porque está visto que les hace mal. La alimentación en Europa de vacas mediante harinas cárnicas generó el mal –Enfermedad Espongiforme Bovina, o más familiarmente de la vaca loca– que contagió a humanos. Una enfermedad ineluctablemente mortal, hoy sin cura posible, y que bien podría adquirir rasgos de epidemia. En esta edición, se reproducen algunos momentos de la charla que inauguró el ciclo de Café Científico en la que los doctores Latorre (Centro de Virología Animal) y Baldi (Instituto de Biología y Medicina Experimental) contaron algunos de los problemas que surgen cuando las vacas pierden la razón.”

“Hay varios antecedentes de este tipo de enfermedades. En las primeras décadas del siglo XX, los indígenas de unas tribus de Papúa Nueva Guinea padecían una enfermedad que tenía como síntomas sucesivos temblores, desnutrición, afasia, y finalmente la muerte. Antes de morir, los papúes mostraban una sonrisa extraña (que los asistentes al café pudieron ver a través de un proyector que mostró filminas con fotos de los enfermos) mientras eran sostenidos por familiares. Por esa sonrisa característica la enfermedad se conoció como kuru, que en el idioma local significa justamente, sonrisa de la muerte. Parece que, según contó Baldi, los indios practicaban algunos rituales que incluían la ingestión de cerebros de los muertos, hubiesen estado sanos o no. El brujo formaba un pastiche en el suelo con pastos, cerebros de muertos, orina, heces y un poco de sal, para darle gusto. Y después el brujo lo entregaba para que mujeres y niños lo comieran. Hacia la década del ‘40 los infectados de kuru llegaron a 400. En ese momento, el cacique, con sabiduría, ordenó suprimir el rito y así se redujeron los casos. El kuru, según afirmaron los científicos, es una enfermedad espongiforme con similitud con la de las vacas locas, el síndrome Creutzfeld-Jacob.”

11 de agosto. “Publicidad fantasma en Internet” por Juan Pablo Bermúdez (nota de contratapa)
“A partir de ahora, quienes crean sufrir una suerte de nueva disfunción mental provocada por la fijación de la vista en la pantalla de una computadora cuando navegan por Internet, puede que se equivoquen. Porque si lo que les pasó fue que vieron aparecer y desaparecer imágenes de la nada, no se trata de visiones sino de realidad. La publicidad amplía sus fronteras y el último gran invento es la publicidad invasiva. Mientras el internauta recorre tranquilo alguna página de información, sexo o música, repentinamente le aparece en su monitor el dibujo de –por ejemplo– un paquete de galletitas. La imagen permanece apenas unos dos segundos y luego se va como si nada. Si al internauta le quedaron ganas de comer esas galletitas o no, es algo que aún no está comprobado.”

15 de septiembre. “Arqueología de la Vía Láctea” por Martín De Ambrosio
“Noticia: un agujero negro, a sólo 6 mil años luz, es decir relativamente cerca del Sol, viaja a 500 mil kilómetros por hora, mientras devora sistemáticamente a una de las primeras estrellas que se formó en la Vía Láctea, que en definitiva es nuestra galaxia. Detrás de la novedad está el científico argentino Félix Mirabel, que fue uno de los responsables del descubrimiento del primer agujero negro del que se sabe la velocidad –de aproximadamente un millón que hay en la galaxia– que abre nuevas puertas para la investigación astronómica. Mirabel contó a Futuro vida y milagros de los agujeros negros, y también otros detalles del trabajo publicado hace sólo dos días en Nature, la revista científica más prestigiosa del mundo.”

“El argentino Félix Mirabel, a la cabeza de un grupo de astrofísicos de varias nacionalidades, descubrió un antiguo agujero negro que se desplaza a alta velocidad dentro de nuestra galaxia (la Vía Láctea) mientras devora a su compañera. Esa estrella moribunda, que va cayendo hacia la oscuridad total del agujero, es, por otra parte, la que permitió la detección del fenómeno a través de ondas de radio. Hay que recordar que, por definición, un agujero negro no emite luz sino que, por el contrario, comprime tanto la materia y curva tanto el espacio en su interior que nada puede salir de él. Ni siquiera luz. (...) Desde Francia, Mirabel –científico del IAFE argentino– tomó contacto telefónico con Futuro para contar los detalles de su trabajo. Para Mirabel, éste es un trabajo que abre nuevas perspectivas en astronomía y física del espacio. “Se trata de una suerte de arqueología que testifica los intensos estallidos de la formación de estrellas masivas que se ubicaron en el halo durante las primeras épocas de la evolución de nuestra galaxia. Entonces, el trabajo inicia un área de búsqueda que agregará importante información para concebir modelos sobre la formación de agujeros negro y estrellas de neutrones.”

27 de octubre. “El correo en tiempos del ántrax” por Agustín Biasotti
“Parece que la muerte viene por carta, y no en sentido metafórico, porque no es lo que anuncian las cartas lo que importa. El ántrax (enfermedad que también contagian los bovinos y de la que hay dos casos de la más benigna variante cutánea por año en la provincia de Buenos Aires) parece haber elegido como blanco también a la periférica Argentina, con fines de terror. Por eso, en esta edición Futuro se pone esos trajes especiales con máscara y guantes para tratar el tema del bioterrorismo, en su versión de ántrax, junto con la temible posibilidad del regreso de la viruela.”

“No son las formas cutáneas ni las digestivas las que preocupan a los expertos en terrorismo biológico y las que le quitan el sueño a la población en general. Es la forma pulmonar o inhalatoria la más peligrosa, y también la preferida para ser usada como arma biológica. Si se inhalan las esporas, normalmente en uno a seis días se desarrollan síntomas similares a los de una infección respiratoria ordinaria, seguidos de fiebre alta, vómito, dolor en las articulaciones, respiración dificultosa y lesiones internas y externas sangrantes. Y la muerte sobreviene repentinamente, por falla cardiorrespiratoria.”

10 de noviembre. “Ahí viene la plaga” por Raúl Alzogaray
“Entre los anuncios más apocalípticos de enfermedades incurables o epidemias masivas y la razonable duda científica acerca de las consecuencias del aumento de la temperatura del planeta –e incluso su misma existencia– existen muchas posibilidades. Pero los expertos de las Naciones Unidas en el tema parecen estar seguros de que, efectivamente, se está produciendo cambios potencialmente serios para el clima, lo cual seguramente tendrá graves efectos sobre la salud humana. En esta ominosa y meteorológica edición, primera parte de un informe sobre el tema, Futuro cuenta por qué los mosquitos de la malaria, el dengue, la vinchuca, entre otras plagas que enferman a los humanos, se reproducirán mucho más con los calores que se avecinan.”

“La temperatura tiene una influencia directa sobre los ciclos de vida y la distribución geográfica de los animales vectores de enfermedades. Los mosquitos Anopheles que transmiten la malaria o paludismo son los animales más peligrosos para la humanidad: la enfermedad mata unas 3000 personas por día. El área habitada por los Anopheles contiene el 45% de la población del planeta. A causa del calentamiento global, los mosquitos podría colonizar regiones a las que actualmente no pueden acceder porque son demasiado frías o secas. Se estima que a fines del siglo XXI, el 60 % de la población mundial estará en riesgo de contraer la malaria. También se ha detectado la dispersión de mosquitos hacia regiones más altas, que hasta hace poco les estaban vedadas a causa de las bajas temperaturas. Durante la última década del siglo pasado, el dengue amplió considerablemente su área de incidencia en América Latina. Transmitido por los Aedes Aegyptii, esta enfermedad estaba limitada a una altura de 1000 metros sobre el nivel del mar. Sin embargo, ya se han producido casos a 1700 metros en México y los mosquitos fueron detectados a 2200 metros en Colombia.”