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SOCIEDAD

El padre mutante

El domingo se celebra el Día del Padre, pero esa figura fuerte que impartía la ley en los hogares ha dado paso en muchos casos a padres ausentes o débiles. El psicoanalista Carlos Cobas, que dicta un seminario sobre la caída del rol paternal tradicional, afirma que por ahora esto no es bueno ni malo: “Sólo se puede hablar de transición”.

Por Marta Dillon

Seguramente para muchas familias, por esta época, el calendario es tirano. Y no hay escapatoria posible. Este domingo es el Día del Padre y la televisión, la radio y hasta la publicidad en la calle muestran desde ofertas de regalos hasta imágenes de padres, que aun cuando aparezcan renovados en su aspecto, siguen sosteniendo el mismo mito del padre protector, sostén de la familia, transmisor de las costumbres sociales y sobre todo presente. Toda una paradoja en esta época en que las mujeres a cargo de hogares monoparentales se multiplican progresivamente, en una situación social de crisis en la que, por ejemplo, la desocupación y el creciente protagonismo de las mujeres en las luchas sociales hace tambalear las atribuciones que antes eran propias de los padres. ¿Cómo sostener entonces esa imagen del padre sostén del hogar? ¿Cómo seguir creyendo en ese modelo paterno de la autoridad, encargado de poner los límites cuando a los padres de carne y hueso les cuesta la vida –en muchos casos literalmente– intentar encontrar su lugar en el mundo sin tener trabajo?
Para el psicoanalista Carlos Cobas, director de los seminarios de psicoanálisis y cultura de la Fundación Bollini, esta situación se enmarca en una crisis global de lo que él llama “el drama contemporáneo”, casi un sinónimo de la ausencia de sentido. “La figura del padre ha caído, ésa es la idea contemporánea, ese padre ordenador, que direcciona o lanza el deseo del hijo más allá de la endogamia, el padre tradicional ha caído estrepitosamente. Entonces aparece una devaluación de la función paterna, como dice Michelle Silvestre, un escritor francés: ‘¿Con quién peleará Edipo si el padre está tan cansado, tan aburrido y tan humillado?’.”
Lo cierto es que no sólo la función paterna tradicional ha caído sino también la familia clásica –o burguesa, para Cobas–. Hoy en día, en las grandes urbes se considera que el promedio de unión de una pareja conviviente no excede los cuatro años, sin decir si son felices o no. La comezón del séptimo año parece haber quedado enterrada también. Las familias ahora se recomponen de manera diversa, incorporando nuevos parentescos y relaciones, incluso incorporando la ausencia del padre, que en muchos casos al perder su rol tradicional cae en el desconcierto y en el abandono. Es posible que a Edipo le cueste más encontrar al padre que enfrentarse con una figura cansada y devaluada. “Esto lo vemos en los ejemplos más cotidianos –asegura Cobas–, no hace falta más que ver las historietas. Si comparamos a Mafalda –de Quino– con Matías –el personaje de Sendra–, vemos que ya no hay una mamá que va al mercado y un padre que vuelve cansado de la oficina como en el primer caso sino que la madre de Matías es apenas un globito que rescata su voz en off y el padre directamente no existe.” La única figura masculina que aparece en la vida de Matías es un tío un tanto mujeriego que lo ilustra en algunos capítulos de su experiencia.
Para Cobas, y según el psicoanálisis, la ausencia del padre significa también la falta de límites, o mejor, la “difuminación del goce”. Y es por eso que aparecen nuevos síntomas del malestar cultural. “Es algo que podemos ver en las adicciones. Para el adicto, la droga es a la vez objeto y sujeto del goce, y por eso los grupos de autoayuda lo que hacen es restaurar el lazo social –más allá de su éxito o no– y siempre, de una forma o de otra, aparece el llamado a un Dios Padre que podría direccionar el goce. No es que vamos a homologar la idea de Dios a la función del padre, aunque así sea visto en la mayoría de las religiones, pero junto con la caída de la función paterna se da en paralelo una sensación de pérdida de trascendencia que caracteriza los relatos contemporáneos.” El padre, para el psicoanálisis, es quien rescata al sujeto del deseo materno. “Es paradojal que el primer objeto del deseo humano sea su madre y esté prohibido, pero ahí aparece el padre, según el psicoanálisis, para ordenar ese deseo. Según Lacan, la madre sería como un cocodrilo con la boca abierta dispuesta a devorar al hijo; el padre o la función paterna sería un palo que impide que esa boca se cierre y el sujeto quede atrapado en la relación siniestra del goce pegoteado. Pero hoy podríamos decir que ese palillo es cada vez más frágil”, explica Cobas.
Entre las muchas razones de la caída de la función paterna tradicional está el cambio en la relación entre los géneros. “Es que las mujeres en cincuenta años han conseguido lo que los hombres tuvieron toda la vida. Por eso hay mucho estupor del hombre, ya no existe más el rol masculino como se lo conocía hasta hace poco.”
¿Pero la caída del mito paterno, del padre idealizado, sólo puede verse como humillación y como devaluación de su función? “Si no queremos ser tan pesimistas, podemos pensar que se avecina un modo de relación más relajado en que los mitos y las exigencias de los modelos tradicionales no estén taponando otras formas de sentir y relacionarse, los miedos, las pasiones, las debilidades. Pero esto se podrá dar sólo si es posible abandonar el desconcierto y la nostalgia que produce no tener las cosas claras. Estamos claramente en un período de transición en el que algo no se termina de perder y algo no se termina de encontrar. Basta ver las publicidades en las que el mito paterno parece seguir gozando de buena salud.” En esta “crisis del padre”, según Cobas, que actualmente está dictando un seminario llamado “Padre, ¿por qué me has abandonado?”, hay dos figuras paternas que aparecen actualmente y que, más allá de la ganancia posible en esta transición, tienen rasgos claramente negativos: el padre autoritario –”que no es lo mismo que el padre con autoridad sino todo lo contrario”– y el padre débil y ausente. “Tal vez entre estas dos figuras, que pueden ser coincidentes en muchos casos, aparezca una nueva forma de relación de la figura paterna que se tiene que ir construyendo. Por ahora sólo veo abierto el camino de la transición.”