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ENTREVISTA

teatro
supuestamente
para chicos
 

La inminencia de las vacaciones de invierno obliga a mirar detenidamente la cartelera porteña. En ella, se destacan cuatro opciones que surgen de textos brillantes y de puestas exitosas, y tienen como común denominador el hecho de ser obras que entretienen a los niños, pero son disfrutables por público de todas las edades: o sea, padres.

Por Moira Soto

No sólo Hugo Midón vive el buen teatro para chicos: las vacaciones de julio –que ya empezaron para algunas provincias y largan el 23 en esta Capital– ofrecen una cartelera tachonada de espectáculos estimables. Entre la atractiva y variada oferta sobresalen netamente tres propuestas deleitosas (para críos y también para madres, padres, tutoras/es o encargadas/os) en las que tienen mucho que ver creadoras como Adela Basch, Graciela Montes, Florencia Steinhardt y Ana Alvarado.
Estamos hablando de Colón agarra viaje a toda costa, pieza de Basch magníficamente puesta en escena por Noemí Frenkel, con inspiradas actuaciones de Eduardo Calvo, Vanessa Miller, Tony Lestingi, Cristela Lorca, Marcelo Subiotto y Mike Amigorena, imaginativamente vestidos por María Ibáñez Lago, orientados por la coreógrafa Silvina Szperling y muy bien acompañados por la música de José Luis Castiñeira de Dios; Historia de un amor exagerado, notable adaptación de un cuanto de Montes hecha por Leo Dyzen, con quien colaboró en la puesta en escena Valentina Bari (asimismo talentosa responsable de escenografía y vestuario), y en la coreografía Carina Livingston para dar pie a un grupo de jóvenes y bien entrenados actores y actrices; Me Río de la Plata es una nueva y estimulante invención de Florencia Steinhardt y su afinado grupo musical-teatral Caracachumba (Javier Estrin, Itatí Figueroa, Fernando Gedacht y Marina Sauer), con diseño de objetos, títeres de Leila Bamondi y vestuario de Lola. Por otra parte, está muy próximo el estreno de El detective y la niña sonámbulo, texto y puesta en escena de Ana Alvarado.

Pasarse de la raya
Hace alrededor de veinte años que Adela Basch viene escribiendo inteligentes y divertidas piezas que los chicos pueden apreciar en el teatro o a través de distintas ediciones como las de Abran cancha que viene Don Quijote de la Mancha y Oiga chamigo aguará (ambas de Colihue), Quién me quita lo bailado (Santillana) y Colón agarra viaje a toda costa (Alfaguara). Ahora está saliendo de la imprenta José de San Martín, caballero de principio a fin (también por Alfaguara), mientras que ya llegó a las librerías el relato Saber de las galaxias (Norma). Quienes no conozcan la obra de Basch ya pueden ir dándose cuenta por los títulos de cómo retoza la autora con el lenguaje, las frases hechas, el humor irreverente.
“Me gusta mucho escribir historias que se puedan representar, cobrar vida”, apunta Adela Basch. “No sé bien del todo por qué, pero me interesa muy especialmente que esas historias las puedan ver los chicos, aunque no exclusivamente porque también trato de que les interese a los adultos, que de últimas suelen ser los intermediarios entre lo que hacemos los autores, los artistas en general y los niños. Me importa que los grandes se diviertan, que no vayan al teatro sólo por obligación, que puedan participar dejando aflorar libremente su parte lúdica.” “Los personajes que me gusta crear en teatro tienen que ver con eso: no se dejan limitar, encerrar por lo que ha sido establecido, por lo que se considera imposible”, aclara por si hacía falta Adela Basch. “En ese sentido, para mí Colón, por lo menos el personaje de ficción que construí, es todo un arquetipo. Un tipo que va contra las corrientes marinas, las corrientes del pensamiento de la época, las corrientes del poder establecido, todas cosas que nos hacen mantener en el mismo lugar y no nos deja ir hacia lo desconocido. Colón rompe esos límites y avanza. Eso es lo que a mí me parece que hace que la vida valga la pena: cuando una, en cualquier aspecto, se anima a ir más allá de lo seguro y conocido. Acá hay personajes que me permiten encarar con mucha fuerza esa idea. Por otra parte, debo decir que la puesta de Noemí Frenkel me resultó maravillosa, es una de las puestas más hermosas que he visto de una obra mía. Tanto el trabajo de Noemí como el de los actores y actrices, del músico, la coreógrafa, el vestuarista. Me permitió descubrir aspectos nuevos en mi propio texto, me llevó a lo desconocido de mi obra. Porque el trabajo del autor termina con la escritura. Los que son responsables de llevarlo a la vida son los que ponen el cuerpo después. Es fantástico para mí poder ver Colón... con las velas desplegadas en toda su potencialidad.”
(Colón agarra viaje a toda costa, sala del tercer piso del Edificio Ballena de Buenos Aires Design, Pueyrredón y Azcuénaga, $ 8)

Chicos enamorados
En materia de literatura para chicos, Graciela Montes figura entre las escritoras más prestigiosas y fecundas, premiada en distintas oportunidades, autora de artículos y ensayos referidos a este género, también ha incursionado, más allá o más acá de la ficción, en la escritura de libros de divulgación (como por ejemplo, algunos tomos de la Enciclopedia de los Pequeños). En cuento y novelas, Montes ha cultivado la diversidad, del terror al romanticismo, sin dejar de lado sus propias y cancheras versiones de personajes de la mitología griega o de la mismísima Biblia.
Sobre la escena, se han visto adaptaciones de Y el árbol siguió creciendo y de Clarita se volvió invisible, entre otros relatos que han sido tomados por gente dedicada al teatro infantil: “Parece que mis historias, mis imágenes, interesan a puestistas, a titiriteros... En el caso de Leo Dyzen, ya había hecho un espectáculo muy elogiado, Chivos y bichos, inspirado en cuentos míos. Creo que hay un punto en que la narración literaria, sostenida exclusivamente en las palabras, empieza a girar, hace una vuelta de tuerca hacia el teatro. Y ahora, felizmente, Leo dio un paso más allá al adaptar Historia de un amor exagerado. Como él pensaba que el narrador tiene un peso literario que merecía ser preservado, encontró esta especie de Trujumán, este personaje intermedio, colectivo, que es la murga que cuenta estos amores”.
Y quien dice murga, dice música, otro recurso teatral que encanta a los chicos. Montes reconoce, sin embargo, que el pasaje de un texto puramente literario al teatro es complejo: “Son dos universos, dos lenguajes diferentes. En Historia de un amor... creo que se ha encontrado un buen camino: lo visual está muy logrado, se ha hecho una trasposición inteligente y los intérpretes son realmente muy buenos, con muchas habilidades. También es un logro el vestuario, tan libre, con gran calidad estética”.
Historia... cuenta el romance contra viento y marea entre un chico de un barrio suburbano y una chica coreana recién llegada a la Argentina. Un tema de actual vigencia que Montes supo ver en 1985 cuando escribió esta novelita (Colihue). “Por suerte, sigue viva. A mediados de los ‘80 hubo un tránsito de inmigración importante. Mis hijos eran chiquitos y en la escuela se planteó la cuestión, aparecieron las primeras formas de resistencia a los nuevos inmigrantes, como ahora pasa con los de los países limítrofes, olvidando que nosotros somos en gran parte hijos de la inmigración. Yo creo mucho en estas personas que se trasladan a otro país en busca de mejor vida: me parecen osadas, valientes. En este caso, la extranjería y luego la distancia física entre los chicos, el idioma que al principio no se comprende, le dan un valor extra, de gran desafío a esta historia romántica”.
(Historia de un amor exagerado, Teatro Payró, San Martín 766, $ 7)

Con la música a escena
Directora de coros y docente, a Florencia Steinhardt la idea de pasarse al espectáculo le surge de la misma tarea pedagógica, al convertir cada clase en una especie de función, siempre en busca de la participación creativa de los chicos, sus alumnos. “Toda la vida me gustó trabajar con ellos, creando canciones, inventando, jugando. Un día apareció en mí la necesidad de relacionarme con los niños también desde el escenario. Ahí es cuando se crea Caracachumba, con la intención de hacer un espectáculo que incorpore otros lenguajes teatrales, dando así forma a una propuesta artística más compleja, cuya protagonista es siempre la música.”
Así, el primer show que ofrece el nuevo grupo es Se me lengua la traba, encuentro afortunado del público infantil con la música a través de los géneros, hecho con calidad, fervor y mucho humor, más la presencia de títeres en una leve trama argumental; la siguiente presentación de Caracachumba es Chumban los parches, avanzando en el mismo camino. Y este año se ha estrenado Me Río de la Plata, otra historia contada desde lo musical, con un muñeco que viene de Chumban..., como nexo dramático. Todos los integrantes de Caracachumba son músicos profesionales, dedicados a la investigación y la experimentación musical, lo que se refleja armónicamente en Me Río..., donde hasta las ollas enlozadas son buenas para extraer melodías. “No conozco a ningún chico que se resista a la música”, dice Florencia Steinhardt. “Mi experiencia me indica que sensibiliza a todo el mundo, como sucede con los adultos que vienen a ver el espectáculo. Siempre hemos cultivado una diversidad muy grande de géneros, incluidos la cumbia y el rock. Ahora nos hemos inclinado más hacia lo rioplatense, con tangos, milongas, candombes, rumbas, y la respuesta del público es muy entusiasta.”
(Me Río de la Plata, Teatro del Nudo, Corrientes 1551, $ 7)

Las chicas crecen
Ana Alvarado tiene su vida artística dividida entre el teatro para niños (desde hace quince años está en el Grupo de Titiriteros del San Martín, haparticipado como autora, directora y/o intérprete en una serie de obras dedicadas a los chicos) y el teatro sólo para grandes (cofundadora de El Periférico de Objetos, actuó en todas las creaciones del conjunto y codirigió Máquina Hamlet, Circo negro, Zooedipuos y MMB - Monteverdi Método Bélico), su último espectáculo –apto para chicos y grandes– visto el año pasado fue Oceanía, un cuento de sirenas, y este domingo estrenará como autora y directora El detective y la niña sonámbula. Son sus protagonistas Ileana Brostky, Adrián Canale, Javier Swedzky y Alejandro Bracchi.
Si bien Alvarado admite que hay un abismo entre El Periférico y las obras para chicos, subraya que en estas últimas suele meterse tranquilamente con temas conflictivos: “El detective y la niña sonámbula, por ejemplo, remite al momento en que una hija decide crecer, empieza a intentar hacer su propia vida: quiere salir de noche, ser más independiente... Es decir, esos deseos que aparecen cuando se acerca la adolescencia, que hoy está un poco anticipada, por eso pongo a esta obra para chicos de 6 a 14. La chica tiene anhelos de cosas románticas, de vivir peligros, de que la rescaten. Todo el imaginario de esa edad, que a menudo tiene que ver con lo prohibido. Yo me meto con estas ganas sin hacer una referencia concreta al deseo sexual, pero está claro que en algún lugar estoy jugando con eso, lo estoy sugiriendo”.
El personaje del detective del título es más bien clásico, con su impermeable y su sombrerito, se trata de un hombre joven contratado por el progenitor de la protagonista: “En el cuento tradicional de las doce princesas, estas chicas salen de noche, se escapan porque el padre las encierra y en sus excursiones gastan los zapatos, cosa que advierte el rey por las mañanas. Nuestra niña se va en el auto del papá que luego encuentra las huellas y llama al detective. El enigma que plantea la obra es: ¿adónde va ella? Claro, a un lugar onírico: a una disco en Nueva York, a una manifestación–recital donde los pibes se juntan y cantan; vive una historia de amor en la guerra, como de película, con un bombardeo atrás. Ella sale de todos esos lados porque el detective interviene, pero se pelea al final con él cuando lo reconoce. Esta situación produce una transición en ella: hasta ese momento le hacía el juego al padre, jugaba a ser la nena. Y ahora es capaz de asumir que ha crecido, que tiene que ir y enfrentarlo, decirle que no la puede encerrar más, que se acabó... ” ¿Muchos padres todavía prefieren ofrecer a los chicos un universo ideal, feliz, sin maldad y sin dolor? “Sí, todavía pasa, lo veo en amigos míos muy pensantes, muy actualizados, pero que se angustian frente a obras (o películas o libros) que les provoquen inquietudes. Entonces se adelantan a los pibes, les explican sin necesidad. Cuando los chicos quieren saber algo, preguntan.”
(El detective y la niña sonámbula, Teatro del Pueblo, Avenida Roque Sáenz Peña 943, $ 5)