ENTREVISTA
buscadora natural
El
viernes 9 de noviembre, Marilina Ross presentará en la Trastienda su
CD Más que un sueño. Son canciones viejas y nuevas escritas por amor
y hasta en medio de un chat.
por María
Moreno
Y
qué querés? A este disco no tengo más remedio que
apoyarlo porque no es de cumbia ni de bailanta. Nuestra dependencia
cultural es de toda la vida o desde que yo me acuerdo y esto que
estoy diciendo es un lugar común. Salvo honrosas excepciones
que tampoco fueron decididas por nosotros sino desde ellos. Durante
la guerra de las Malvinas se prohibió la música en inglés
y ahí ellos se dan cuenta de que tenían muy poca música
nacional. Nos dejaron, tuvimos que pasar una guerra para poder ser nosotros,
se enoja Marilina Ross. Está hablando de Más que un sueño,
un disco que apoyará el 9 de noviembre con un recital en La Trastienda.
Con flequillo y pelo largo, violín se llama el tono,
está más parecida a La nena de su antigua
serie televisiva que a la cantante de rulos, zapatillas y saco de hombre
que se fijó en las postales imaginarias de toda una generación.
Más que un sueño cuenta con la colaboración de
Norma Aleandro, María Elena Walsh, Alberto Cortez, Eladia Blázquez,
Alejandro Lerner, Silvina Garré, Víctor Manuel, Sandra
Mihanovich, Las Blancablus y Los Tarantos, que cantan temas de Marilina
de acuerdo con una transacción entre el pedido de unos productores
y sus gustos y lealtades personales.
Lo que pega directamente al sentimiento es lo que más me
gusta. Juntarme con Las Blancablus acá arriba con mi piano, beber
y joder. ¿A ver cómo es la canción? Bla, bla, bla.
¡Divirtámonos! Les paso los acordes. Y empiezan a hacer
voces y les grabo en la computadora lo que están haciendo y vamos
eligiendo. Es trabajo con ganas.
Marilina vive en una de esas casas de Palermo Viejo de jardín
despeinado, donde ella dice haber encontrado la paz escuchando
a ese pajarito y con el perro a los tumbos (un perro muy viejo,
pero muy saludador, se arrastra hasta sentarse bajo el jazmín
trepador). De pronto aparece el tema de la muerte. Con distancia filosófica.
Mate de por medio.Marilina habla de la muerte sin apelar a la imaginería
mexicana de la calaca farrista ni a la tradición del romancero
español que tanto le sienta, donde la muerte es dama
muy blanca, más que la nieve fría. Tampoco la asocia
ateamente a un paso inexorable a la oscuridad y al silencio, más
bien tiene de la muerte una versión collage donde reconoce fuentes
que van desde Sai Baba hasta Louise Hay.
¿Alguna experiencia espiritual?
La mía. Todas las búsquedas apuntan al mismo sitio,
aunque ahora pretendan que nos matemos por una religión. He leído
a Triveriño, a los maestros zen, a Castañeda. Pero creo
más en los que dicen que no hay que tener maestros. O las
palabras que te acabo decir, cuando te vayas de aquí, olvídalas.
Porque el otro genera dependencia y no creo que ése sea el camino.
Lo que me falta es la devoción. Pero me pasó algo en España,
una experiencia que no sé si es para contar en un reportaje.
Yo estaba viviendo el dolor más grande que me pasó en
la vida. Estaba en España sin poder volver a mi país,
sin poder estar con mi gente, con mis seres queridos y había
perdido el piso yo creo que los griegos eran bastante sabios al
considerar el exilio como castigo mayor. Y fue ese dolor el que
me hizo preguntarme para qué estaba yo en el mundo. ¿Qué
es lo que quería? ¿Ser famosa? No, porque ya lo era y
no me daba ninguna felicidad y me quería morir. Fui muy bien
recibida en España. La Raulito había sido un éxito
fabuloso allá, le ganaba a Tiburón. Tengo mucho que agradecer
a los españoles porque en esos 4 años que viví
entre ellos, me dieron todo. Hice 4 películas como protagonista
cobrando sueldos que las españolas no cobraban. Trabajé
muchísimo, pero no tenía sentido la vida y yo lloraba.
Entonces, teniendo todo el dinero, teniendo éxito en otro país,
teniendo todo lo que me habían enseñado que había
que lograr en la vida, me di cuenta de que no me servía para
nada. Y ahí fue donde me puse a buscar y a leer. Pero precisamente
luego de esa experiencia que tuve.
¿Pero cuál fue la experiencia?
Me fui de mi cuerpo.
...
Estaba en una discoteca tomando champagne y un rayo láser
produjo un túnel muy grande y ya estaba en el suelo. La sensación
era que me chupaba. Y me vi desde arriba, como chiquitita y que me iban
llevando en brazos. Me costó mucho volver. Sentí que si
daba un paso más, ya no había vuelta. Y en ese síncope
máximo, sin mucha conciencia, sentí que era otra cosa
la que tenía que aprender. Y, a partir de esas lecturas, básicamente
empecé a hacer servicio y a darles a los demás todo lo
que yo iba aprendiendo. Lo hago canción y lo transmito.
Tu padre enfermó cuando vos estabas en España.
Sí, por eso su muerte no fue inesperada sino todo lo contrario,
porque él estuvo muy mal durante mucho tiempo. Cuando se enfermó
mientras yo estaba allá, la no posibilidad de volver llegó
a serme insoportable. Entonces un día él me mandó
una carta donde me decía: Quedate tranquila porque no me
voy a morir hasta que no te vea a vos de nuevo en televisión.
Estaba tan lejos ese momento, pero lo cumplió. Por eso, en ese
programa de Badía donde estaban mis padres presentes y yo canté
Como mis padres la canción que les hice,
mi padre se puso a llorar y no paraba y no paraba, porque sentía
que estaba cumpliendo con su palabra. Y ahí empezó un
barranca abajo y al poco tiempo murió. Y aunque ya se sabía
que estaba mal y todo eso, el vacío que me quedó fue muy
grande y me desbarranqué yo también. Me fui al diablo
y me costó muchísimo volver a centrarme. Cuando murió
mi madre no me desbarranqué tanto, aunque me esperaba que iba
a ser de aquel nivel. La muerte de mi madre fue muy linda, aquí
en casa, porque estuvo viviendo aquí conmigo todo su último
tiempo. Y murió sentadita, esperando tomar el plato de sopa de
la noche.
¿Hubo un antes y un después de esas muertes?
Si algo me dejó aquella experiencia de irme de mi cuerpo
fue que se me quitó un poco el miedo a la muerte, y no te voy
a decir que no lo tengo.Pero no es tan dramático ya. Ahí
me junto a los budistas, con lo que ellos dicen de la muerte: que tendríamos
que estar más relacionados con ella y tenerla al lado, no como
fin de un camino sino en cada minuto y en cada día. Por eso en
una canción he puesto sumar la muerte a la vida y dividirla
en momentos.
¿Y la muerte de los amigos?
Ahí lo que más duele es la pérdida, no la
muerte. Yo sé que ellos están mucho mejor. Yo lo sé
porque en ese momento en que me fui de mi cuerpo estuve muy bien donde
estaba y por eso sé que es de una felicidad y de una paz y un
placer que aquí no se conoce. Una sensación de por fin.
¿Cómo es ese otro lugar?
No es un lugar porque no hay materia, pero la energía sigue
y también la conciencia. La conciencia y la energía están
unidas en ese otro lado.
No es un sitio sino un estado. Un estado más elevado. El bardo.
Mientras tanto hay que vivir el aquí y ahora, que es lo único
que tenemos, y no con la muerte allá lejos, como agazapada. La
muerte está en cada célula que renace o que no renace.
Y en cada noche en que nos vamos a dormir y en el día que pasó.
Está en todos los lugares, desde las neuronas hasta las plantas.
Y, como para cambiar de conversación, mira las ramas del jazmín
que cuelgan sobre la puerta de entrada al jardín y se acuerda
que escribió: Cuando estaba recogiendo/ las hojas secas
que el viento/ paseaba por el jardín/ de pronto me sorprendí/
al comprobar que el jazmín/ estaba ya floreciendo/ y le susurraba
el viento/ ¡Brotaron en pleno invierno!/ ¡Cómo
te estarás riendo/ Veranito de San Juan!/ Si hasta te puedo escuchar/
Qué tontas son estas plantas/ que la inocencia les valga/
Sos un amante furtivo/ que llega, preña y se va/ sin pensar qué
pasará/ en las próximas semanas/ cuando lleguen las heladas./
Pero las plantas me dicen/ No importa, somos felices/ porque nos
enamoramos/ y en pleno invierno brotamos/ igual que en la primavera.
...Y cuando
sufro
Primero se peleó con la computación. Se midió
con una computadora en un espectáculo que se llamaba Desafío,
en donde la desacreditaba. Luego encontró que le facilitaba las
cosas. Le enchufo los teclados y ya está. Grabo mi voz
y mi guitarra sin pasar por cinta. Bajo todo a MP3 y ¡lo mando
al éter, al aire, al mundo! Después le sirvió
para averiguar, por ejemplo, que había una versión en
portugués de su chacarera Y nunca más. O para
descubrir a Pitágoras.
Pitágoras estaba en el medio del campo y escuchó
tres yunques que estaban sonando simultáneamente ¡paaaaain!,
¡tiiin!, ¡poong!. A veces era maravilloso de escuchar y
otras era insoportable. Entonces empezó a investigar. Colgó
una pesa con un cordel a distintas medidas matemáticas y se dio
cuenta de que, al golpearlas, producían tres sonidos distintos.
Y ahí descubrió la armonía.
¿Es cierto que componés chateando?
Al menos una vez. Estaba chateando con un grupo de gente y empezó
a bajar una información. Y ahí mismo, en el chat, mientras
los demás hablaban, escribí una letra para una canción.
Fue el 31 de enero. Dice así: Una lluvia de cédulas
de identidades idas/ caerán como balines sobre todas las vidas/
y no quedará espacio libre de la golpiza/ como boomerang vuelve/
lo hemos hecho trizas. Ya cuando pasó lo de las torres
y del Pentágono, pensé: ¿De dónde
me habrá venido a mí eso?.
¿El arte puede ser profético?
Yo creo que hay una información que está ahí
y que algunos se conectan a esa información el que está
más permeable o más predispuesto o más abierto
o con menos miedo y la bajan como se baja de Internet un archivo.
Y ahí explicás que una misma idea haya surgido en un país
y en otro sin que haya ninguna comunicación. No es plagio, es
simultaneidad.Cuando compuse Basurero nuclear Tráiganla
acá, traigan la caca acá-, a los pocos años
Francia empezó a tirarnos sus residuos. Entonces no quise cantarla
más.
Marilina ha compuesto algunas canciones notables como Quereme
o Puerto Pollensa, de esas que la gente silba sin reconocer
ya al autor.
Me emocionó mucho cuando escuché un CD de Lisette
una cantante puertorriqueña, que es una grabación
en vivo y cuando empieza a cantar Quereme, se escucha una
ovación. Pero no me gusta que la gente cante Aunque no
lo veamos el sol siempre está como algo bonito que les
sonó y no dándose cuenta de lo que están diciendo.
Tiene una voz grave, bien modulada, con un dejo español que le
viene de familia, de niña que recitaba en el comedor de los padres
y que se acentuó en el exilio. Esas reminiscencias quedan también
en la voz de Norma Aleandro por motivos semejantes. Es una voz que predispone
a los papeles de gran trágica o a los clásicos Medea
o Fedra, pero Marilina prefiere usarla para contar su autobiografía
en canciones.
Un día que estaba muy mal hay que darles gracias
a los momentos peores de la vida, todo infortunio esconde alguna ventaja,
me puse casi a vomitar con la guitarra y saqué una canción:
Estados de ánimo. Quedó una canción
y el título del primer disco que grabé. Y así empecé
a componer.
¿El dolor es un motor?
Puede ser. Una vez, luego de una separación terrible que
tuve, no podía ni comer ni dormir ni nada durante un mes, dos
meses, no sé cuánto tiempo. Cuando pude escribir sobre
eso que me estaba pasando, recién pude empezar a comer y a dormir.
Al vomitarlo, se me ordena algo. Ahí escribí Este
dolor: Qué hago con este dolor/ que en mi pecho ya
no cabe/ cómo encontraré la llave/ que me devuelva al
yo soy/ Veo pedazos de mí/ que lloran sobre la mesa./ Cuánta
será mi tristeza/ que estoy odiando el amor./ Ya no como, ya
no duermo/ ni me muevo, sólo lloro./ Y compongo esta canción/
para agotar la agonía/ y desde el fondo, vacía/ empezar
a renacer./ ¿Por qué será que crecer/ es siempre
tan doloroso?. Cuando largué todo eso, pude empezar a comer.
Mis canciones hablan de mí. Todo lo que me pasa está hecho
canciones. La ficción es para la actriz.
¿En el dolor sos activa?
Me dejo caer porque sé que después salgo. No sirven
los remiendos. No los pongo, si me toca sufrir, ¡a sufrir! Allá
voy y me voy a la mierda. Pero algo adentro me dice que voy a salir
y que es mejor tocar fondo para poder hacerlo. Ahí recién
podés patear la pileta y levantarte. No me va de quedarme ahí
a media agua.
¿Cortaste algún laburo por situaciones pasionales?
A veces se produce un milagro: cuando entrás a un escenario,
tu propio personaje queda entre cajas. Te ponés en la piel del
otro y hasta ciertos dolores se te van. Si te duele el hígado,
se te pasa porque al personaje no le duele el hígado. Pero hay,
en cambio, canciones que no pude volver a hacer. Las compuse cuando
tenía una relación y cuando se acabó la relación
no podía volver a cantarla porque si la cantaba, me ponía
a llorar.
¿Por ejemplo?
Este amor, mi amor. Pero he llegado a suspender en
una obra de teatro una función de A qué jugamos. No podía
nada y Norma me dijo: Suspendamos.
¿Y eso de que el espectáculo debe continuar?
A mí no me sirve. Eso es un invento de los productores.
