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ENTREVISTA

La risa de todos estos años

David Lodge es uno de los nombres más importantes de la literatura británica actual. La semana que viene Anagrama distribuirá la traducción de Trapos sucios. En la entrevista que reproducimos, Lodge recuerda para Radarlibros los orígenes de su carrera literaria, las principales de sus obras y su última novela, Thinks, recientemente editada en Londres.

Por Marcelo Damiani,
desde Londres

David Lodge es uno de esos raros escritores que pueden escribir novelas serias mientras hacen reír a todo el mundo. Tal vez no esté de más aclarar que su sentido del humor, sumado a su prosa sencilla pero efectiva y a la caracterización del pequeño mundo universitario lo han convertido en uno de los mejores escritores ingleses de la actualidad.
Nacido en Londres en 1935, educado en los mejores colegios y universidades inglesas, su destino no parecía ser otro que abrazar la vida académica, publicando libros sobre las teorías literarias en boga. Sin embargo, estas experiencias rápidamente pasarían a formar parte de sus cada vez más exitosas novelas. Así nacieron esas pequeñas obras maestras como La caída del Museo Británico, Intercambios, El mundo es un pañuelo y ¡Buen trabajo! –estas dos últimas situadas en la ficticia ciudad de Rummidge, que no puede disimular su parecido con la verdadera Birmingham.
Sus últimas novelas, Noticias del paraíso y Terapia, en cambio, se abocaron a una crítica irónica, y por lo tanto mucho más cruda, de la industria del turismo y de todos los otros postulados de ese invento de fin de siglo que se dio en llamar new age. En los últimos cinco años sólo había publicado una obra de teatro y una nouvelle del mismo nombre, Home truths, donde disparaba sus dardos contra la prensa. En esta entrevista, Lodge cuenta a Radarlibros cómo es su nuevo libro, que acaba de lanzarse en inglés, cómo empezó su carrera literaria y cuál fue el origen de algunas de sus novelas.
¿Hubo algún momento en su vida en que decidió que iba a ser escritor?
–No uno en particular que pueda recordar o describir. Cuando era muy joven (quizá a los 12 años), pensé que podría ser un periodista deportivo cuando fuera grande, y solía escribir crónicas (aunque sólo para circulación doméstica) de partidos de fútbol a los que iba en el sudeste de Londres (yo era simpatizante del Atlético Charlton). Alrededor de los 15 ya estaba interesado en la verdadera literatura, y empecé a tratar de escribir cuentos y poesías. Escribí una novela cuando tenía 18 y traté de que se publicara (por suerte no tuve éxito) y supongo que eso marca el punto en el que me formé una ambición definida por tener la profesión de escritor; aunque por muchos años (hasta que estuve cerca de los 50) no me consideré un escritor de tiempo completo.
Muchos escritores reconocen la importancia de ciertas obras como “impulso” que los lleva a la literatura. ¿Hay algo así en su vida?
–El Ulises de Joyce es, para mí, la mejor de todas las novelas que jamás se han escrito (y muchos novelistas dirían lo mismo). Es una especie de tesoro de técnicas narrativas. La idea de basar una historia moderna en otra clásica o mítica ha sido particularmente productiva para mí. Una novela debe hacer más de una cosa y tener muchas voces diferentes. Joyce demostró esto maravillosamente bien. La película de Powell-Pressburger, A Matter of Life and Death (también conocida como Stairway to Heaven) siempre ha significado mucho para mí. La vi por primera vez siendo un chico, a fines de los años 40, y me impactó mucho su combinación de una historia reciente (el héroe es un piloto de WW2) con una conmovedora historia de amor y fantasía escatológica y divertida.
¿Cómo empieza a escribir una novela: con un personaje, una situación, o con toda la estructura del libro en su cabeza?
–Usualmente con un tema, que se deriva de alguna experiencia de mi propia vida y una zona, lugar o institución que conozco. Por ejemplo, el National Service in the Army en mi segunda novela, Ginger, You’re Barmy; o haber sido profesor invitado en Estados Unidos en la quinta, Intercambios; o los cuidados de una tía que agonizaba en Hawaii en una de las últimas, Noticias del paraíso. En algunos libros el tema requiere que haga una buena investigación, como por ejemplo la industria del turismo en Noticias o las zonas industriales en Buen trabajo.
En términos de temas, ¿está de acuerdo con que La caída del Museo Británico es una suerte de meditación narrativa sobre el libre albedrío?
–Debo decir que nunca se me ocurriría describirla de ese modo. El héroe siente que su vida está tomando la forma y el carácter de varios novelistas modernos que está estudiando, pero antes que una seria declaración filosófica es una especie de broma literaria sobre la “angustia de las influencias” de Harold Bloom, y una suerte de índice sobre el estresado estado mental del protagonista.
¿Con Buen trabajo se planteó como propósito abrir el punto de vista de la universidad que estaba casi completamente cerrado en El mundo es un pañuelo?
–Sí, totalmente, y fue una decisión consciente. En los ochenta el sistema universitario británico, que había disfrutado de un período de expansión escasamente planeado desde 1960 hasta 1979, estaba de pronto presionado por el gobierno de Margareth Thatcher y sentía el mismo tipo de presiones que la industria y el comercio. Había una recesión en ambos sectores, lo cual creó una crisis de desempleo. Me pareció una buena idea juntar estos dos mundos completamente diferentes y mutuamente indiferentes en una sola historia. Uno de los significados de small world en inglés es un mundo insular cuyas preocupaciones sólo les conciernen a sus habitantes. Y en Buen trabajo yo quería hacer esto más explícito, poniendo a un académico en un inusual contacto con el mundo de la industria y el comercio.
¿Usted realmente piensa que las vacaciones son la nueva religión de los tiempos que corren?
–Creo que la búsqueda de la felicidad en esta vida (no en la otra) es la religión de nuestros tiempos y la publicidad y la industria del turismo nos han convencido de que las vacaciones nos ofrecen una especie de paraíso temporario en la Tierra (felicidad sensual y alivio de nuestras preocupaciones, trabajos y sufrimientos). O que las vacaciones son una suerte de peregrinación por la cual podemos mejorarnos, purificarnos, e incrementar nuestra autoestima (turismo cultural y vacaciones de aventura). Y si la búsqueda de la felicidad es la nueva religión de nuestros días, entonces los terapeutas del turismo (curando, tranquilizando, escuchando confesiones) son sus sacerdotes.
Pensando en sus novelas El mundo es un pañuelo, Buen trabajo, Noticias del paraíso y Terapia, uno podría deducir que a usted le gustan los personajes masculinos débiles y los femeninos fuertes. ¿Es ésta la forma en que ve los roles de los hombres y las mujeres en los 80 y los 90 o sólo una forma de provocar situaciones graciosas?
–Bueno, las dos cosas, diría yo. Uno de los cambios más importantes desde que tengo uso de conciencia ha sido la autoafirmación y autodefensa de las mujeres y por lo tanto mis novelas reflejan este fenómeno. Esto también permite invertir los estereotipos literarios de forma graciosa. Pero en mi nueva novela creo que me he desviado de este patrón que usted menciona.
¿Podría contarnos de qué se trata y por qué se llama así Thinks?
–En las tiras cómicas inglesas para chicos, en mi niñez por lo menos, los pensamientos de un personaje se representaban por medio de una burbuja sobre la cabeza del personaje, con palabras adentro que empezaban con “Thinks...”. El libro está ambientado en un campus imaginario de una universidad inglesa (no Rummidge esta vez). El protagonista masculino es el jefe de un instituto de ciencia cognitiva y un experto en inteligencia artificial y la naturaleza de la conciencia. La protagonista femenina es una escritora que recientemente ha perdido a su marido y viene a la universidad a enseñar escritura creativa. Ellos se sienten atraídos el uno por el otro, pero tienen visiones radicalmente distintas de la vida, la muerte, la conciencia y la naturaleza del individuo. Hay muchas sorpresasy descubrimientos (algunos desagradables) para ambos personajes. Es probablemente la menos autobiográfica y la más temática de mis novelas. Básicamente gira en torno de la idea de que el pensamiento es secreto, privado, y que en realidad nunca sabemos lo que está pensando otra persona. La narración alterna dos diarios personales con un reporte neutral y objetivo en tercera persona del comportamiento y los diálogos de todos los personajes.
Teniendo en cuenta los finales de sus novelas, los lectores tienen derecho a pensar que usted es una persona optimista. ¿Es realmente así?
–Soy melancólico por temperamento, pero mi visión de la vida no es trágica o nihilista. Reconozco, objetivamente, que he tenido una vida afortunada y sería deshonesto dejar a mis personajes sin esperanza, en un estado radicalmente más miserable que el mío. Siempre he estado fascinado por la estructura del romance tradicional, expuesta tanto en las comedias poéticas de Shakespeare como en sus últimas obras, las cuales muestran a los personajes alcanzando la felicidad después de gran sufrimiento, y yo juego con variaciones modernas de esta idea. De hecho, es un reto mucho más difícil de sortear escribir una novela moderna con un final feliz satisfactorio que hacerlo con un final que no lo sea.
¿Qué es lo que sabe de la literatura latinoamericana?
–Virtualmente nada. Lamento decirlo. Sólo conozco algunos libros de Borges, García Márquez, Mario Vargas Llosa y Ariel Dorfman; eso es todo. Hay tantos libros en inglés que demandan mi atención... Y después de todo, yo fui profesor en literatura inglesa durante muchos años y tenía que mantenerme al tanto en mi área. Además, últimamente –no sé por qué–, a la hora de la lectura, cada vez me atrae menos y menos la ficción.
En Home truths usted parece preocupado por el poder de la prensa. ¿Lo está realmente?
–Creo que los medios de comunicación generalmente son los intermediarios más poderosos en las modernas sociedades democráticas y un poder enorme siempre es preocupante. Es casi un poder acéfalo, sólo preocupado por éxitos a corto plazo (exclusivas, sensacionalismo, regocijo con la desgracia ajena), así que no es tan siniestro como el poder político totalitario. Pero los medios realmente dictan la agenda política.
¿Lo preocupa en el mismo sentido Internet? Usted no tiene un site en la web, ¿no? ¿Por qué?
–No, no estoy preocupado por Internet. Encuentro que el correo electrónico es de una gran conveniencia. Me parece que la web es una herramienta bastante frustrante para investigar, debido al exceso de información y a la dificultad para encontrar lo que uno quiere. Y no, no tengo mi site oficial ya que no tengo el tiempo para hacerlo. Lamento el hecho de que algunos especuladores ya hayan registrado dominios con mi nombre sin mi permiso.
¿En qué está trabajando actualmente?
–Empecé la investigación para mi nueva novela, de la que no puedo decir nada todavía, debido a que está en un estado muy germinal y también estoy trabajando en las adaptaciones de Noticias del paraíso y Terapia. Espero que alguna de las dos se convierta en una buena película dentro de un tiempo.
¿Cuál es, de todos los que ha escrito, su libro favorito?
–Creo que El mundo es un pañuelo. Esto no quiere decir que pienso que sea el mejor literariamente hablando, o el que me costó mayor esfuerzo (otros fueron más difíciles de escribir). Pero cuando lo hojeo me hace sonreír o incluso reír mucho más que cualquiera de todos los otros.

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