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ASI LO VEO YO

José Pablo Feinmann, autor de �El Aleph�

El amor y el espanto, la película de Juan Carlos Desanzo con guión de José Pablo Feinmann, es una summa paranoica de las ficciones borgeanas que incita (y no es ése su mérito menor) a una relectura de los cuentos del principal escritor argentino.

POR DANIEL LINK El argumento urdido por Feinmann para El amor y el espanto es más o menos así: se oye el clamor peronista y la madre de Borges le dice a su hijo que no tema, que todo pasará. Entonces, en un instante (como el de “Tema del traidor y del héroe”), Borges alucina una vida entera en la que él es rival de Carlos Argentino Daneri por el amor de Beatriz Viterbo (ambos, personajes de “El Aleph”). Daneri viene junto con el peronismo a ocupar un cargo de importancia en la biblioteca en la que Borges trabaja y de la que será expulsado por Juan Villari (personaje de “La espera”). Temiendo a la vez por su vida (se siente víctima de una conspiración) y por la de Viterbo (a quien piensa que Daneri envenena lentamente para quedarse con su fortuna), Borges huye a una pensión del arrabal, donde los cabecitas negras parecen sitiarlo. Acude a pedir los favores de un detective privado, Eric Lönrot, quien (como el personaje homónimo de “La muerte y la brújula”) está enfrascado en la resolución de un crimen múltiple y geométrico. El secretario de Lönrot es Pierre Ménard, no sólo autor del Quijote (como en el cuento célebre) sino de otra novela (tal vez Borges hubiera aborrecido esta interpolación de Feinmann) que lleva por título En busca del tiempo perdido. En el momento en que Ménard va a revelar información que Borges necesita para resolver los enigmas que lo acosan es inverosímilmente asesinado como parte de la serie de crímenes de los cuales Borges piensa que es el último término. Lönrot, naturalmente, sabe que no es así y acompaña al titubeante escritor a los archivos de cierto organismo de seguridad donde hallaría su expediente personal. El archivista (un desmemoriado Funes) abandona a Borges a su suerte entre tantos papeles amontonados. Por supuesto, cuando Borges encuentra su legajo, lo que hay en él son páginas en blanco (“Nada puede ser más amenazante para un escritor”, dice, “que las páginas en blanco”: otro chiste que el Borges verdadero hubiera abominado). Finalmente, Beatriz Viterbo muere, Borges maldice a Daneri y sale del ensueño en el que estaba para reencontrarse con su madre y la vocinglería peronista.
El guión de Feinmann es todo un trabajo crítico sobre la obra de Borges, cuyos textos son restituidos en una trama realista (sí, realista) y paranoica (“El Estado es asesino”, dice el Borges desempeñado –magníficamente– por Miguel Angel Solá). Las ficciones clásicas de Borges (insinúa Feinmann) no serían sino una metáfora del peronismo. Para Borges (insinúa Feinmann) el peronismo habría sido un aparato estatal tan represivo como la Dictadura lo fue para el resto de nosotros. Asfixiante y sombría –Desanzo abusa de los planos cortos y nocturnos–, la película podría haber incluido otros personajes. Por ejemplo, un playboy oligarca –un escritor de cuarto orden– que, mirando la chusma, dijera: “Los espejos y la cópula son abominables porque multiplican el número de los hombres”.

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