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EL EXTRANJERO

POOR GEORGE
Paula Fox
W.W. Norton
Nueva York, 2001
220 págs. U$S 13.00

En ocasiones, los norteamericanos son especialistas en olvidar a sus mejores escritores por el sólo hecho de poder recordarlos después con pompa, redención y el afecto de toda una nueva generación de escritores que, quién sabe, tal vez sean olvidados con el tiempo. A veces se acuerdan demasiado tarde (tal es el caso del recién redescubierto Richard Yates, de quien se habló en esta misma columna) y a veces se acuerdan a tiempo, como ocurre ahora con Paula Fox. Celebrada autora de libros infantiles y próxima a publicar un libro de memorias ya anticipado por The New Yorker, Fox también se hizo tiempo para –a partir de 1967 con Poor George– escribir seis novelas sobre mundos adultos que se derrumban para volver a construirse de un modo inapelablemente diferente, siempre con una prosa de una precisión que por momentos asfixia, por momentos refresca, siempre deslumbra con frases del estilo “La voz de Judy Garland sonaba sobre el prado y golpeaba la cabeza de Otto como un puño enviado por correo”.
Ubicada entre aquellos escritores de catastrofista y sutil humor negro entre los que se podían contar Roth, Friedman, Berger, Updike y Webb, Paula Fox probablemente aparecía como demasiado elegante y sutil. Lo que no impidió que entonces críticos de la altura de Alfred Kazin e Irving Howe compararan la perfecta brevedad de Desperate Characters –nouvelle de 1970 donde todo empieza con una mordida de gato– con Billy Budd, El gran Gatsby, Carpe Diem, Miss Lonelyhearts o La muerte de Iván Illich. Casi nada. Pero no lo suficiente para impedir que sus seis novelas desaparecieran de los lugares que solían frecuentar y se quedaran sin editor e imprenta para hoy ser pasto de elogios de firmas como Walter Kirn, Rick Moody y David Foster Wallace. Ahora, por fin, la editorial Norton la saca del armario y lanza reediciones de Poor George (novela con maestro gris empeñado en la educación de un colorido delincuente), Desperate Characters (una de las visiones más bestiales de esa grieta en la porcelana de un matrimonio) y The Widow’s Children (ah, el horror, el horror de las reuniones familiares) en elegantes paperbacks con introducciones de jóvenes y agradecidos autores de moda como Jonathan Frazen, Andrea Barrett y Jonathan Lethem quien escribe: “Estos libros fueron celebrados en su tiempo y comparados por los críticos con Chejov y Melville y Muriel Spark y Nathanael West y Robert Altman y Randy Newman y Batman y Robin con justeza y razón. Ella es buena, ella es buena, ella es más que buena”. Eso.
Rodrigo Fresán

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