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EL
EXTRANJERO
THE
COMPLETE WORKS OF ISAAC BABEL
Nathalie Babel (ed.)
Norton
Nueva York, 2001
1072 págs., U$S 39,95
Isaac Babel cabalga
de nuevo. Y mejor que nunca. La postergada edición de sus obras
completas en inglés (en español sólo se consiguen,
en ediciones de formato y ambición variable, Caballería
roja, los Cuentos de Odessa y parte de su Diario) son una buena noticia
para los lectores de cualquier idioma. El libro, de impecable presentación,
viene adentro de una caja, como la reciente edición en Estados
Unidos o en España de El hombre sin atributos de Musil, es una
verdadera fiesta para el lector babeliano y puede adquirirse a precio
de oferta en el portal amazon.com
A los títulos ya mencionados, aumentados por los artículos,
sketches e historias adicionales a Caballería roja así
como veintiún relatos de aprendizaje y dieciséis de precoz
madurez escritos entre 1925 y 1938, se suma la totalidad de su Diario,
numerosos reportes desde Petersburgo, Georgia y Francia, textos recogidos
a partir de manuscritos y variaciones, dos obras de teatro y acaso lo
más interesante y bizarro de todo: cinco detallados guiones para
películas mudas donde Babel, acaso sin darse cuenta, se acerca
todo lo que llegó a acercarse al género novelesco.
Abundante material académico completa el asunto: cronologías
varias, un prefacio histórico y una memoria personal de la hija
del autor, Nathalie Babel, una explicación lingüístico-estilística
del traductor Peter Constantine (responsable de recientes y brillantes
revisiones de Chejov y Mann), así como un introducción de
la narradora y ensayista Cynthia Ozick. Allí, al final, a la hora
de definir a este mártir de la literatura e hijo de la Revolución
masticado por su propia y hambrienta madre, se lee y se define: Babel
fue devorado porque no estaba dispuesto, no podía resignarse a
la falsedad; porque él vio lo que vio con un ojo tan despiadado
como el de un poderoso haz de luz; y porque, como Kafka, rindió
sus historias a voces y pasiones temblorosas por lo que no podían
llegar a ver, pero que se acercaba a toda velocidad hacia ellas. Si es
nuestro deseo el completar, y transmitir, la configuración literaria
del siglo XX esa imagen que manchará por siempre la perdurable
retina de la historia, ahora es el momento (hace mucho que es el
momento) de ubicar a Babel junto a Kafka. Entre los dos, no han dejado
nervio sin sacudir.
Las últimas palabras de Isaac Babel, cuarenta y seis años
de edad, un año en prisión, borrado de todo registro por
orden de Stalin, frente al pelotón de fusilamiento, el 27 de enero
de 1940, fueron: Permítanme terminar mi trabajo.
Aquí, ahora, está todo lo que hizo hasta entonces un verdadero
revolucionario.
Rodrigo Fresán
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