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Jueves 2 de Agosto de 2001

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La nueva vida de Tricky: curado, neoyorquino y amistoso

¿Príncipe de las tinieblas yo?

Debería hablarse del ex chico malo de Bristol, el representante del adversario en la Tierra, el hombre que inventó y al mismo tiempo deformó el trip hop. Todo en tiempo pasado. Ahora, Tricky se rodea de músicos norteamericanos, desde Alanis Morissette hasta Cyndi Lauper pasando por los Red Hot Chili Peppers, y declara un estado de bienestar que, debe convenirse, suena desconocido en él.

POR PABLO PLOTKIN

Sale otro disco de Tricky y entonces te das cuenta de que un artista es algo más que su estado de ánimo. En otras palabras: el tipo era bueno como el principito arrabalero de las tinieblas y es también bueno ahora, cuando invita a Cyndi Lauper y a los Chili Peppers a grabar y declara sus ambiciones de estrella radial. Blowback, segundo álbum luminoso de un sombrío rosario (el anterior, Juxtapose, tenías sus rendijas de luz), es la señal definitiva de que el humor de Tricky cambió. La tensión preapocalíptica dejó lugar a la paz espiritual del exculpado y entonces ahora se pregunta: “¿Quién quiere que el pecador se aparezca en la cena”? (“Evolution Revolution Love”). Y la esencia claustrofóbica de su ciudad natal fue barrida a las trompadas por el sonido de una patota del Bronx, en donde el autor viene pasando muchas horas últimamente junto a su amigo y colaborador jamaiquino Hawkman.
Blowback (soplarle el humo en la cara a tu pareja, una suerte de beso jamaiquino, podría traducirse) es lo más EE.UU. y rockero que dio Tricky hasta la fecha. Figúrense: participan de la obra los Peppers Kiedis, Frusciante y Flea, la canadiense Alanis Morissette, la entrañable Cyndi Lauper (rescatada y descongelada de la cámara de frío de los ‘80) y el cantante de Live, Ed Kowalczyk. Hay una versión más sombría aún que la original de “Something in the Way” de Nirvana. Inspirado en la tradición de la música negra energética, Tricky está más anabólico que psicotrónico. Los días de las invención del trip hop parecen haber quedado lejos (fue a principios de los ‘90 que conjuró, junto a Massive Attack, ese subgénero tan oscuro y distinguido). El puerto de Bristol empieza a presentársele chico y el artista viaja a Nueva York para reencontrarse con el rap crudo, las guitarras eléctricas y las ganas de vivir.
Pero, ¿de dónde provenía tanta paranoia, tanto sufrimiento y tanto dolor? ¿Qué clase de mal afectaba a Tricky la primera vez que hubo noticias grandes de él, al editar su primer e insuperable álbum solista, Maxinquaye (1994), y en sus menores pero por lo general dignos sucesores? Ni él mismo lo supo hasta dos años atrás, cuando consultó a un médico que le diagnosticó un extraño hongo en el estómago, de nombre cándida. “Te arruina la cabeza”, describe el afectado. “Y el cuerpo. Te produce paranoia, furia... La gente que trabajaba conmigo me recomendó que fuera a un psiquiatra. Tenía muy mal carácter. Estaba hasta las manos de todo. Enojado constantemente. Violento. Deprimido. Iba por la calle y oía cosas, creía que la gente murmuraba maldiciones sobre mí. No había mañanas, tardes, noches. Todo era lineal. Todo era oscuridad.” Echale la culpa al hongo, entonces. O agradecéselo, porque Tricky es Tricky, en parte, gracias a su talante de dealer mal llevado. Pero entiéndase: existen millones de tipos malhumorados que en toda la eternidad no habrían podido escribir un verso de “Hell is around the Corner”.
Lo cierto es que Adrian Thaws, el pibe cuya madre –Maxine Quaye– se mató cuando tenía cuatro años y que vivió siempre al borde de la ley hasta que su genio explotó con los Wild Bunch (luego Massive Attack), se sometió a un tratamiento para eliminar ese hongo estomacal y parece haber recuperado el ánimo. Juxtapose tenía lo suyo, pero Blowback es el verdadero primer documento de la resurrección. Aunque la voz de Tricky siga sonando cavernosa, el negro ahora llega a niveles de ternura insospechados. “Your Name” es una baladita neo-folk, ligeramente psicodélica, donde el dúo con la dulce Ambersunshower –su nueva musa, Martine pasó al olvido– alcanza la consistencia de la miel. Luego, su amigo Hawkman agarra el micrófono en “Diss Never (Dig Up we History)” y todo se vuelve profundamente raggamuffin. Entonces entra el viejo y sombrío Tricky en las estrofas del denso “Bury the Evidence” (Enterrá la evidencia) pero, a diferencia de los viejos tiempos, ahora estallan unas guitarras eléctricas que recuerdan a Rage Against The Machine. “No soy rockero, pero puedo producir un álbum tan bueno como el de los diez mejores grupos del mundo”, asegura. “Me consideran un artista electrónico, soy de los presuntamente responsables de la liquidación del rock. Pero el rock y el reggae son las músicas más sólidas que hay, las que tienen raíces más fuertes. Escucho que el rock está muerto. Es ridículo. Y pienso: hagamos rock.” Tricky se enorgullece de su condición de paria: “Tengo mis propios santos, y no soy parte formal de ningún género: no soy del rock, ni del hip hop, ni del garaje, ni del jungle”. Y si bien el hombre de los rasgos dolorosos es un fanfarrón intratable, debe decirse que no está mintiendo: Tricky es sólo Tricky. Unico. ¿Como la gente que lo escucha? Ahí va de nuevo: “Mi música nunca te va a resultar indiferente. Podés amarla, podés odiarla, pero siempre te va a producir una sensación fuerte. Y eso me encanta”.

Presente y futuro de massive attack

Y entonces quedaron dos

Pasaron ya diez años desde que el trío Massive Attack y su conciudadano Tricky –entonces Tricky Kid– editaron su obra maestra/disco debut, Blue Lines, e inventaron el trip hop, una relectura narcotizada del hip hop y el reggae. Durante los ‘90, la banda trabajó a su ritmo y editó esporádicamente otros tres discos muy buenos: Protection (1994), No Protection: Massive Attack vs. Mad Professor (1995) y Mezzanine (1998). Fieles a su ritmo relajado, los de Bristol (ahora un dúo) preparan su quinto álbum, que estaría a la venta hacia fines de este año o en la primera parte del 2002. Estuvieron grabando en una granja británica junto a los Lupine Howl (banda integrada por los expulsados de Spiritualized) largas sesiones instrumentales. “El problema es que no tenemos un vocalista líder”, dijo recientemente Robert “3–D” del Naja. “Yo puedo cantar cinco o seis temas antes de que todo se vuelva unidimensional, por mis limitaciones como cantante.” Volverán a contar con las colaboraciones de Liz Fraser (de Cocteau Twins) y Horace Andy, el veterano músico jamaiquino rescatado por ellos y editado por su sello Melankolic. “No estamos apurados”, confirman. “Sabemos que hay mucha gente que aprecia lo nuestro, pero no nos manejamos por las reglas del mercado.” Las últimas apariciones de los Massive tuvieron que ver con otros proyectos. 3–D remezcló un tema de los Dandy Warhols (“Godless”) y el dúo grabó junto a David Bowie “Nature Boy”, un clásico que alguna vez interpretaron Nat King Cole, Sinatra y Louis Armstrong. El tema fue a parar a la banda de sonido del film Moulin Rouge. Adam Yauch, de los Beastie Boys, los invitó a participar del Tibetan Freedom Concert (el 15 de septiembre, en Londres), pero no es seguro que se presenten: “Sólo queremos volver a tocar en vivo si planeamos algo realmente distinto y radical”.